Lo abandonó todo para cantar sus canciones
Yimel Díaz Malmierca / 16-09-2012 / Tomado del periódico Trabajadores.
El 2012 ha sido un buen año para Tony Ávila. Trovador jaranero y cubanísmo, disfrutó la sorpresa que le reportó su segundo fonograma (En tierra…, Bis Music, 2011) al ganar el Cubadisco en la categoría de trova, y también la posibilidad que este le ha dado de recorrer algunas de las ciudades más importantes del país en su primera gira nacional. Nada de azar hay en la popularidad alcanzada por él en los últimos meses, y sí mucho tesón y valentía.
Este año se festejan 40 años del nacimiento de la Nueva Trova. ¿Qué le debes a ese Movimiento?
Le debo la vida. Cuarenta años se dice fácil, pero sus fundadores, y los que les antecedieron, tienen más de un siglo de canciones comprometidas con la realidad de su tiempo.
Yo soy trovador. Desde la guitarra nace mi obra, aunque haga bossa nova, afro, son, changüí, rumba (que me encanta), o también canción, habanera, bolero… Es que la trova, más que género, es un movimiento que puede abarcar, desde la óptica del creador, distintos espacios para decir lo que le interesa. Lo que no puede faltar es el compromiso, el ancla bien aferrada a la realidad, al amor…
Me siento muy honrado de pertenecer al Movimiento de la Nueva Trova. Me costó trabajo llegar pues yo nunca quise que me llamaran trovador. No me sentía a la altura de Silvio, Pablo, Noel Nicola, Sara, Vicente... Con el tiempo me convencí de que era trova lo que estaba haciendo y mis canciones comenzaron a cambiar de color, aquellas primeras más apegadas a lo romántico transitaron por otros caminos y preocupaciones.
¿Podrías mencionar algunas de las que marcaron tu vida?
Cuatro paredes para amar porque es un resumen de lo que fui hasta ese momento. Habla de un hermano que murió en Angola, de mi esencia como ser humano, de mis padres que aún vivían cuando la escribí, de mis hijos, de mi esposa… Es una canción que me costó mucho trabajo cantar, cada vez que lo intentaba se me hacia un nudo en la garganta, no me salía. Con ella crecí y lo digo con humildad. Cuando finalmente puede cantarla de un tirón, descubrí que estaba listo.
Otros temas importantes porque me han abierto muchos corazones son Amor cromañón, una canción que ha sobrevivido todas las etapas y Madre, escrita luego de la muerte de esa mujer que es mi esencia.
El SOS timbiriche es uno de tus temas más recientes. Ahí reclamas no perder el atributo de lo cubano… ¿A qué te refieres?
El timbiriche es a mi juicio el símbolo más visible de los cambios que se han realizado últimamente en Cuba y con él me refiero a cualquier cosa que permita la autogestión y prosperidad individual. El tema SOS timbiriche es parte de una producción discográfica independiente que estamos trabajando y en él llamo a que el cubano no pierda la bondad, el sentido del humor, la hospitalidad, la solidaridad, la camaradería, la hermandad que siempre nos ha caracterizado.
¿Y por qué crees que los timbiriches hagan peligrar esas cosas?
El dinero es un enemigo común, incluso para los que no lo tenemos, porque en su búsqueda uno puede perder el norte y la brújula. Mucha gente que lo tiene se siente segura y olvida cosas esenciales, imprescindibles. Soy de los que piensan que la apertura económica es buena para el país, oxigena la economía doméstica y permite que, gracias a la iniciativa privada, la gente construya un proyecto. Pero sería importante que desde la sociedad pudiéramos influir para que la gente no se fragmente, que no haga una isla de su propia prosperidad personal. Solo de esa forma seguiremos siendo una isla grande.
Contrario a otros artistas que consideran vivir en La Habana como un escalón básico en su carrera, tú sigues en Cárdenas. ¿Por qué?
Yo veo a La Habana como una base de operaciones muy importante pero no como un destino. Si quisiera uno para mis canciones, escogería al mundo, que es más grande.
Mi carrera me obliga a permanecer cada vez más tiempo en la capital, pero no quiero irme de Cárdenas. No puedo borrar los lazos que me unen a esa ciudad matancera a donde llegué con solo dos años y han pasado 40. En ella tuve amores y desamores, perdí a mis seres más queridos, hice grandes amigos, tengo mi barrio… De todas formas, soy un tipo feliz en Santiago, Las Tunas o cualquier otro lugar que tenga carretera de ida y vuelta.
¿Cómo se inserta la Filosofía y la Historia en tu vida de trovador?
Estudié Licenciatura en Marxismo, Leninismo e Historia en el Instituto Superior Pedagógico Juan Marinello, de Matanzas. Al parecer no fui mal profesor, buscaba que fuera divertido.
Tradicionalmente la Historia se ha ofrecido de una manera muy densa, y no pocas veces se ha perdido la perspectiva del hecho histórico y de humanizar a los hombres. Muchos héroes fueron tan sacralizados que parecen inalcanzables y los alumnos terminan preguntándose cuán real puede ser una persona a la que yo, como ser humano, no puedo imitar.
Considero que cada cual tiene su hazaña por eso intentaba que la Historia fuera una manera de comunicarme con esos adolescentes que empezaban a construir las suyas. Así fueron mis dos años de servicio social y también el quinto año de la carrera que lo pasé prácticamente frente a un aula. La pedagogía me dio herramientas para mi trabajo actual. Cuando me paro frente a un auditorio, creo que estoy dando una clase y los que me escuchan no pueden aburrirse.
Decías que cada uno tiene su propia hazaña. ¿Cuál es la tuya?
Abandonarlo todo para cantar mis canciones. Yo trabajaba en Varadero, lo que es sinónimo de dinero, son dos palabras que hasta riman: Varadero/ Dinero. Allí me ganaba la vida como músico, eso me reportaba una estabilidad a la que renuncié y cambié el esquema de mi vida personal y familiar. Mucha gente me dijo que estaba loco, pero tenía que averiguar a dónde podía llegar con mi música. Después de eso caí en picada, llegué al piso. Me vi vendiendo cosas de puerta en puerta para sobrevivir. Mis hijos no pasaron hambre porque como decía mi madre, los niños vienen con una libra de pan debajo del brazo, a ellos nunca les faltó lo primordial.
Me fui de Varadero el 15 de julio del 2007 y desde entonces cambiaron muchas cosas en mi vida, pero yo no. Soy el mismo, incluso, de antes de mi primera canción.
¿Cómo es ese Tony que se resiste a cambiar?
Un cubano común, amigo de sus amigos, buen hermano, buen vecino, sociable... Y es que, además del esfuerzo individual que he realizado, también habita en mí esa combinación del medio y la gente que he conocido. El Tony que está respondiendo a tus preguntas es igual a cualquiera de los músicos con los que trabaja, no me siento diferente, ni respiro esa atmósfera de burbuja en la que se meten algunos artistas.