sábado, 15 de julio de 2017
JOSÉ ANTONIO ECHEVERRÍA
Un corazón de oro cargado de dinamita
Este domingo 16 de julio José Antonio Echeverría cumpliría 85 años de edad. Lo mataron en la flor de su juventud, con apenas 25 y dejó un gran vacío en el corazón de su ciudad
Autor: Ventura de Jesús | corresponsales@granma.cu
15 de julio de 2017.
Tomado de http://www.granma.cu/cuba/2017-07-14/un-corazon-de-oro-cargado-de-dinamita-14-07-2017-23-07-48
CÁRDENAS.–Este domingo 16 de julio José Antonio Echeverría cumpliría 85 años de edad. Lo mataron en la flor de su juventud, con apenas 25 y dejó un gran vacío en el corazón de su ciudad.
Un nombre grabado para siempre en la memoria de su pueblo, uno de los más paradigmáticos jóvenes de la historia de Cuba, según recoge la biografía Subiendo como un sol la escalinata, del museólogo e historiador Ernesto Álvarez Blanco, contundente semblanza sobre el líder estudiantil cuya segunda edición prepara la editorial Arista Publishing.
Pero en Cárdenas no se va a morir nunca. Allí lo admiran tanto como a José Smith Comas, expedicionario del Granma y jefe de la columna de vanguardia que cayó a seis días del desembarco. Hacia ambos combatientes, por igual, los cardenenses sienten una profunda simpatía.
Aunque no lo conoció en vida, la investigadora Esther Ojeda Oves describe a José Antonio como un joven de aspecto afable, que irradiaba ternura, pero recio en el actuar, atributos destacados también por amigos, profesores, compañeros de lucha, familiares y conocidos que testimonian en el libro de Álvarez Blanco.
Su casa natal, enclavada en una céntrica calle y convertida en museo desde 1973, no ha cambiado con los años. Cuando se transpone el vestíbulo y uno se asoma al patio interior tiene la consabida sensación de sentir que el tiempo está detenido. Todo parece conservar el color y el aspecto de las cosas como las dejó José Antonio cuando estuvo allí por última vez, siete meses antes de su muerte. No es raro ver en cada rincón un pedazo de su reflejo.
A él le gustaba estar en su ciudad, y por sobre todas cosas adoraba su casa. Los mejores tiempos de su corta existencia los pasó aquí; es el lugar que conserva sus peripecias infantiles, el único hogar que conoció, sostiene Ojeda Oves, una de las mujeres que cuida con supremo celo el inmueble donde nació José Antonio.
Mientras repasa su breve existencia, pone al descubierto lo más llamativo para ella: «Su entrega total. Fue un muchacho que lo tenía todo para disfrutar de una vida cómoda y renunció, inclusive a su novia, para dedicarse a la causa revolucionaria. En ese sentido hay cierto paralelismo con la vida de Fidel».
La directora de la institución Nubia Martínez García explica que pese al paso del tiempo la casa tiene un aspecto
acogedor y se mantiene intacta: conserva sus vitrales, columnas, arcos y persianas francesas, un caserón donde nacieron también sus hermanos y único vestigio de la bonanza económica que, algún día, gozara la familia Echeverría.
Dice que el Museo Casa Natal suscita el interés de muchas personas y que los más jóvenes acuden a él en busca de detalles íntimos y pocos conocidos sobre los avatares de la efímera vida de José Antonio Echeverría.
Cuenta en su biografía Álvarez Blanco que durante el transcurso de su infancia, el futuro líder estudiantil se caracterizó por ser un niño de «... carácter afable, alegre, inquieto, comunicativo y respetuoso (...), lo que le valió que fuese muy querido tanto por sus familiares como por personas ajenas a su casa».
Quienes lo conocieron cuentan que el lugar preferido para sus juegos fue el parque que hoy lleva su nombre, situado justo frente a su casa natal, donde aprende a convivir y a relacionarse con otros niños. De esa época data la anécdota de que «…estando un día en el parque le rompió la camisa a otro niño mientras jugaban. Preocupado, lo trajo a su casa e hizo que su mamá le diera una camisa. Después acompañó al niño a su hogar para que no lo regañaran y explicar por qué tenía una camisa distinta».
Uno de los guardaparques relató alguna vez, refiriéndose al futuro Presidente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU). «Ese niño era muy bueno, pero si alguien trataba de cometer una injusticia delante de él explotaba como una fiera. ¡Era un corazón de oro cargado de dinamita!».
De aquellos primeros años el museo conserva en sus fondos tres objetos de singular importancia: el canastillero de mimbre que utilizó desde su nacimiento, los primeros zapatos que calzó, así como la primera foto, que data del mes de abril de 1933.
El colectivo de la institución recuerda de manera muy especial cuando el 21 de julio del 2005, el líder histórico de la Revolución recorrió el inmueble y se interesó sobre todo por una fotografía en la que aparecía junto a René Anillo y José Antonio al firmarse la Carta de México.
En el tránsito por los imprescindibles caminos de su corta vida, el investigador cardenense nos trae los mejores recuerdos de su paso por el colegio Champagnat, el Instituto de Segunda Enseñanza de Cárdenas y la Universidad de La Habana, así como sus aficiones por la pintura, la música, la filatelia y el deporte.
Algunos le llamaban Manzanita, porque tenía los cachetes rojos, aunque sus amigos y compañeros de lucha lo llamaban El Gordo. Era un estudiante ejemplar, muy sencillo y campechano, lo recuerda uno de sus profesores del Instituto, quien asegura que se manifestaba contra todo lo mal hecho.
Pero fue la lucha estudiantil, en el escenario universitario, la que marcó su impronta como verdadero líder en su lucha por remover los cimientos de la dictadura de Batista. La épica contienda tuvo su momento definitivo el 13 de marzo de 1957, fecha en la que el Directorio Revolucionario decide asaltar el Palacio Presidencial y tomar la emisora Radio Reloj. En la arriesgada contienda perdió la vida.
Fidel conoció de la trágica muerte del destacado dirigente estudiantil a través de la radio, ya en la Sierra Maestra, y afirmó que había sido un momento tremendo, de gran impacto y dolor, pues se trataba de un joven lleno de vida, nobleza, desinterés, extraordinario coraje y profundos sentimientos revolucionarios.
Relata el investigador Ernesto Álvarez Blanco que el 8 de enero de 1959, el Jefe de la Revolución triunfante, desviándose de la Caravana de la Libertad, se dirigió hacia Cárdenas para rendirle homenaje a José Antonio Echeverría, y de ese modo cumplir la palabra empeñada consigo mismo al conocer la noticia de su muerte.
A 85 años de su natalicio, su vida sigue siendo estimada como una clarinada de la lucha por la independencia de Cuba y uno de los más altos ejemplos de valor, como lo reconoció Fidel al evocar la memoria del joven líder estudiantil, aquel muchachito que al decir de un humilde celador de parque era un corazón de oro cargado de dinamita.
"De amar las glorias pasadas se sacan fuerzas para adquirir las glorias
nuevas".
José Martí“… la HISTORIA NOS AYUDARÁ A DESCUBRIR LOS CAMINOS DE HOY Y DE MAÑANA, A MARCHAR POR ELLOS CON PASO FIRME Y CORAZON SERENO Y A MANTENER EN ALTO LA ESPERANZA (...)”.
RAMIRO GUERRA