lunes, 21 de octubre de 2013

Narrar con Manuel

Por: MSC Lorena Martínez. Contar cuentos no es sólo cosa de niños y de quienes no tengan mejores cosas que hacer, al contrario, no solo es más difícil de los que algunos imaginan y requiere de técnicas muy necesarias para su hacer.
Un Vrebe que no implica faltar a la ortografía. A veces los años pasan y nos quedamos en haciéndonos viejos, casi sin darnos cuenta, sin estar totalmente conscientes de la necesidad de dar una vuelta a la tuerca, de cambiar. Así nos sucedía en el departamento de Literatura de la Casa de Cultura hasta que a inicios del pasado año se aparecieran unos gnomos terribles, una mañana sin tener hora y si mucho tiempo que gastar. Venían llenos de cuentos (al menos eso imaginaban) y poesías que consideraban muy cercanas a la genialidad. Un grupo de chicos que habían terminado el preuniversitario y esperaban para iniciar sus estudios universitarios, combinados con otros que acababan sus estudios en uno de los tantos técnicos medios de la localidad. Se conocían del parque (José Antonio Echeverría) y de la cafetería de la ACAA, de la escuela y conformaban un tremendo arroz con mango en cuanto a la edad. Todos confesos virgilianos, querían coger ciertos toros por los cuernos con una fuerza que sólo podía nacer de su desconocimiento y de las ansias de transformar que existen en cualquier juventud. Los Vrebe no dejaron de asistir a nuestra cotidianidad, la invadieron de manera total. No sé como hicimos buena liga con sus traumas y realidades, eran un poco hijos, pero, sobre todo, locos bajitos a respetar. Aguantarlos y ponerles las alas en su debido puesto era tarea casi insoportable, por ello decidimos probarlos, conocer de su poder de convocatoria y los hicimos citar un primer taller. No fallaron en cuanto a poder de convocatoria pero aquella noche la Casa se llenó de raros de mediana edad, para quienes cualquier cosa podía ser literatura si estaba escrita en un papel. Pésimas poesías, cuentos sin lógica ni contenido, pensar de cualquier manera menos literariamente, lo suficientemente intenso como para hacernos aplastar. Querían mover el mundo a su manera, ponernos a trabajar de manera diferente, para que ellos pudieran sobresalir. En medio de esos avatares emergió: Manuel Navea, bayamés desconocido y que irrumpió con su cuento de sapos en un torvo encuentro debate de poco inteligentes decisiones. Nos ayudó a convencerles de seguir, de no exagerar en sus “virulentas” posiciones, les escuchó. Pronto, (y con la ayuda del amigo Julio Blanco) se inicia una peña literaria, con “fiebre nocturna de viernes” en el Museo a la batalla de Ideas de la ciudad. Allí conocieron de “cadáveres exquisitos, nació la idea de editar e imprimir boletines. Se llamarían Vrebe, así con intercambios de las “be”. Fue una nueva y breve generación, de la que Navea fue una extensión con razonamiento contenido, lógica profunda y un inquebrantable don de calma y tozudez. Le respetaban porque los entendía y la publicación se su séptima costilla (primer libro) por lejanos rumbos orientales les colmaba de emoción. Integrante de la horda y a la vez, el más profesional, con proyectos y manuscritos extraviados por diferentes concursos provinciales, auspició tertulias, imprimió boletines y logró sobrevivir. Primera temporada De común acuerdo pronto planificábamos un Taller de Narrativa para los “enfant terribles” y también para los de mayor edad. Allí expondría sus experiencias como egresado del centro Onelio, su conocimiento de técnicas narrativas… Luego de naufragar durante meses entre diferentes sedes, ancla el ponderado Taller en el mejor de los sitios posibles: la Casa de la Cultura Gonzalo Roig. Desde marzo de 2011, al fin Navea logra su propósito; insertándose en la mecánica cultural del territorio, crea un espacio (su espacio) para los escritores y desde él. Durante cuatro viernes al mes de los seis próximos meses de ese año, el centro cultural acoge a escritores locales, noveles o no, quienes aprehenden los saberes del profesor-narrador. Algunos de los chicos de Vrebe continuaron en las clases otros la abandonaron como era menester. ¿Qué es la narrativa como género literario?, ¿cómo se clasifican y diferencian sus estilos?, ¿de qué manera enfrentar el hecho de narrar algo? Tiempo, narradores y maneras de contar son el leiv motiv de los encuentros en los que, aunque prima la voz del escritor maestro, existen divergencias, polémicas, bien entendidos y otras opiniones, como es habitual. Escritor y aprendices perpetuaron sus encuentros sin interrumpir ni en vacaciones. A pesar del escalón faltante, se reúnen, a la misma hora en que mataron a Lola, en su sede habitual. Escuchar, discutir y asumir lo que a cada quien le sea más necesario de las técnicas narrativas contemporáneas es su objetivo. Muy bien por el esfuerzo de anfitriones, talleristas y del profesor. Bajo la consigna de: “los amores felices no tienen historias” de Saramago, los participantes de este primer taller, quienes fluctúan entre diez y quince aspirantes a escritores, profanaban secretos, abordando trabajos, temas y actividades. Unos van y no vuelven, otros llegan para quedar. Imperturbable y presente el “Ladrillo”, necesaria Biblia-Manual de técnicas narrativas contemporáneas. Mediante él mismo resuelven tareas, polemizan, reciben conocimientos alrededor de conflictos, estilos, técnicas narrativas actuales; conversan y terminan, casi siempre, con un julianísimo café. Luego de una buena tarea, una jornada de lujo en la ACAA y con la ola de “orgullitos reprimidos” desatada `por el primer plaquette homenaje a Virgilio Piñera, al profe y a los propios alumnos, cierra el taller en su primera temporada con la promesa de reaparecer. Crónica del otro taller La primera plaquette: A narrar con Manuel, fue un orgullo, ¡hasta se envió una copia de la misma al centro Onelio en la capital! Se presentó en diferentes puntos cardinales de la cultura de la ciudad y tuvo un espacio privilegiado, dentro de la Jornada homenaje de Virgilio Piñera para su presentación. Al reclamo de los conjurados y cuentistas, no queda más remedio que en octubre del 2012 reabrir y comenzar otra vez. Querían continuar los alumnos y seguía el profe sintiendo la necesidad de actualizar a los que se habían convertido en amigos, dar con un poco más de lo que le enseñaron a él. De nuevo la casa brindó un local, esta vez la oficina del fondo, con computadora y los sábados alternos, desde las dos de la tarde a nuestra disposición. De nuevo volvieron escritores, algunos de los anteriores no regresaron, otros se incorporaron; otras visiones, nuevos textos de quienes en verdad hacen realidad el Taller con su asistencia, participación y resultados. Se fortalecen estilos y maneras de hacer, se personifican textos y visiones más o menos clásicas, deseos de describir y narrar entre aquellos que lentamente o no alcanzan algunos resultados notables. Se habla de un ciclo de cultura cubana y/o universal para el sábado alterno en que el taller va a descansar, se inician estas pero no fructifican y acaban por desaparecer. Nuevamente novísimos escritores alternan con consagrados para bien o para mal. A sus anteriores participantes se les sumaron nuevos y otros dejaron de estar Buen reto para todos esta segunda temporada, cualquiera sabe de lo complicado que es mantener un taller de este corte durante más de un año. De pronto las lecciones se hacen demasiado largas o los alumnos empiezan a tener puntos de vista demasiado contraproducentes con los de los maestros. De ahí que Navea haya tenido que construir villas y castillas, acudir a sus más innatas dotes de comunicador para seguir adelante. De ahí que esta época se caracterizara por ser menos académica con un carácter muy bien pudiera definirse como itinerante (de la Basa de Cultura al Bar 55 y de este a casa de Lorena o cualquier otro lugar) con una buena cantidad de ausencipresencias, puntualidad a la cubana, el siempre olvido del agua, una cafetera bien dispuesta y el continuado deseo en saber, o sea, conferencias, polémicas, videos, tareas incumplidas y trabajos creativos conformaron su permanencia y efectividad. Llegó un verano más que ardiente y sentimos alivio al plantear la necesidad de acabar. Luego de casi año y medio diseñamos otra plaquette mucho más ambiciosa en contenido y forma que la anterior. Incluía un tema único: la carne, con su comentario acostumbrado. Una selección de frases de la obra Virgilio Piñera: un hombre, una isla de Alberto Abreu importante escritor local; luego, La Carne, texto de Virgilio Piñera de 1944 y una expectativa que la lluvia reluciera al aparecer en su lanzamiento. Si el taller continúa o queda como otro proyecto de los que han quedado no lo podemos saber, de lo que si estamos de acuerdo es que beneficios obtuvimos todos y que a quienes el Taller llegara, estén en el lugar donde se encuentren debe seguir siéndole conocida la divisa que titula esta crónica: “¡A narrar con Manuel!


"De amar las glorias pasadas se sacan fuerzas para adquirir las glorias

nuevas".

José Martí



“… la HISTORIA NOS AYUDARÁ A DESCUBRIR LOS CAMINOS DE HOY Y DE MAÑANA, A MARCHAR POR ELLOS CON PASO FIRME Y CORAZON SERENO Y A MANTENER EN ALTO LA ESPERANZA (...)”.

RAMIRO GUERRA