domingo, 4 de octubre de 2015
El multitudinario retrato de los constructores del Capitolio.
Por: Jorge Oller Oller.
Tomado de www.cubaperiodistas.cu
A principios de 1929 se dieron los toques finales a la majestuosa fachada del Capitolio Nacional. Carlos Miguel de Céspedes, cardenense que fue Secretario de Obras Públicas y máximo impulsor de las obras, quiso reunir en la escalinata a todos los constructores que día a día, con su esfuerzo creador y constructivo, levantaron esa obra faraónica y retratarlos a todos juntos como documento y recuerdo.
Rafael Pegudo Gallardo, entonces reportero gráfico de la revista Carteles,recordaba que El Dinámico (así le llamaban a Carlos Miguel) le encomendó al director técnico y artístico de la obra, Eugenio Rayneri, la disposición ordenada de los trabajadores en la escalinata. Este y su equipo levantaron un plano, calcularon las áreas que cubriría cada especialidad o sector constructivo y reservaron en el centro un lugar de honor para Carlos Miguel y el presidente Gerardo Machado quienes presidirían la monumental fotografía.
El estudio previo realizado por el equipo de Rayneri indicó que había unos cinco mil obreros cubanos, españoles y de otras nacionalidades trabajando a pie de obra como capataces, carpinteros, canteros, electricistas, albañiles, jardineros, mecánicos, escultores, cerrajeros, cocineros, peones y personal de apoyo. Se incluían a unos cientos de trabajadores que ya habían concluido sus tareas y a los especialistas de una veintena de empresas cubanas y extranjeras contratadas para el acabado. Sin embargo, otros tres mil trabajadores no podían retratarse porque trabajaban en talleres de Italia, Francia e Inglaterra creando las esculturas y cuadros o fabricando herrajes, cortinas y decorados que enviaban a La Habana.
Dos de los fotógrafos se preparan para retratar a los obreros son ellos: Octavio de la Torre, a la izquierda, con una cámara de 8 x 10 pulgadas, a la derecha Arturo Martínez Illa con la cámara panorámica. Los dos obtuvieron el primer y segundo premio respectivamente.
Rayneri y el jefe de fotografía de la Secretaría de Obras Públicas, Manuel Martínez Illa, estudiaron la posición del sol en los distintos horarios y determinaron que la mejor hora era entre las 10 y las 11 de la mañana. También acordaron la altura y ubicación de una plataforma que situarían frente a la escalinata para que los fotógrafos y camarógrafos tuvieran una mejor visualización.
Los directores de la compañía Purdy& Henderson encargada de la construcción del Capitolio no sólo se entusiasmaron con la idea sino que ofrecieron un premio al fotógrafo que captara el mejor retrato del grandioso grupo.
El sábado 9 de febrero de 1929 fue el día seleccionado para el retrato. Muy temprano, un enjambre de obreros, técnicos y dirigentes, con sombreros de pajilla y camisas blancas recién planchadas, fueron situándose ordenadamente en el lugar que tenían asignado en la escalinata. Frente a ellos,sobre una plataforma, los reporteros gráficos de la prensa capitalina y algunos fotógrafos profesionales iban colocando las enormes cámaras sobre los trípodes, preparándose para captar el acontecimiento.
Rafael Pegudo recuerda que aquel día fue con su compañero de trabajo Fernando Lezcano Miranda al Capitolio y fueron recibidos al pie de la escalerilla de la plataforma por Manuel Martínez Illa, jefe de Fotografía de Obras Publicas que había sido designado por Carlos Miguel de Céspedes para atender y facilitar el trabajo de los fotógrafos. Arriba, en el tablado, estaban Enrique Figarola Gómez ”Kiko” y Generoso Funcasta Boizan del diario El Heraldo de Cuba; Fernando Fernández Prieto, de El Mundo; Federico Buendía Pérez del Diario de la Marina; José López López de La Prensa; José Luis López Gómez y Miguel Angel Díaz Barreto de Excélsior; Amador Vales González de Bohemia y Federico Gibert Valdés, jefe de fotografía deEl País, con todo su equipo de fotógrafos integrado por Juan Manuel Guerrero Campanearía,Francisco Pérez Recio y Emilio Molina Cuervo. También José García Ruiz corresponsal de la United Press y Octavio de la Torre Mora, fotógrafo de la Secretaría de Obras. Pegudo saludo igualmente a Arturo Martínez Illa quien residía en Caibarién y se dedicaba a recorrer la Isla con su cámara panorámica, retratando centrales azucareros, industrias y grandes grupos de personas. Su hermano Manuel lo había invitado para hacer una panorámica de los obreros del Capitolio porque el departamento que dirigía no disponía de ese tipo de cámara.
El Capitolio desde el aire tomado unos días después de la inauguración el 20 de mayo de 1929.
A las 10 y 30 de la mañana un locutor anunciaba por unos altavoces colocados en los alrededores de la escalinata la llegada del Presidente Machado y Carlos Miguel de Céspedes. Después de los saludos y aclamaciones se situaron todos en sus posiciones. De nuevo se escuchó la voz del locutor indicando que los fotógrafos estaban listos para fotografiarlos y debían permanecer quietos y mirando a las cámaras. De inmediato los obturadores de unas treinta cámaras comenzaron a funcionar. Diez minutos después Machado alzó los brazos para saludar a los fotógrafos y después a los obreros que estaban a los lados y al fondo. En medio de aplausos y aclamaciones se marcharon y en unos veinte minutos la escalinata quedó vacía, en la plataforma algunos fotógrafos rezagados recogían sus cámaras y placas.
Según cuenta Pegudo, el fallo del Jurado se dio a conocer el 24 de febrero. El premio correspondió a Octavio de la Torre con 150 pesos y un Diploma y también se otorgó un premio especial o segundo premio con 75 pesos y Diploma a la panorámica que hizo Arturo Martínez Illa. Los días siguientes fueron muy atareados para Manuel Martínez Illa y Octavio de la Torre por la cantidad de fotografías que continuamente pedía Carlos Miguel para regalar.
Manuel Martínez Illa, Jefe del Departamento de Fotografía y Cine de la Secretaria de Obras públicas y Octavio de la Torre,quien obtuvo el primer premio del Concurso y fotógrafo también de dicho departamento.
La fotografía de los trabajadores del Capitolio ha sido el retrato donde mayor número de personas han posado en Cuba. Cada uno de los retratados recibió una copia de recuerdo por haber dedicado más de tres años de su vida en construirlo, cinco de ellos encontraron la muerte mientras trabajaban. El talento de todos estos hombres se recuerda en una sencilla y honrosa placa situada en una de sus paredes: Una plegaria para los que dieron su vida. Un recuerdo para todos los que pusieron en estas piedras brazos, ciencia y espíritu.
Fuentes:
Conversación con Rafael Pegudo Gallardo, reportero gráfico de Carteles y El Mundo,profesor de fotografía de la Escuela de Periodismo “Manuel MarquezSterling” y autor de varios libros de la especialidad, el día 14 de agosto de 1980 en su casa.
Rotograbado del Diario de la Marina del 17 de febrero de 1929.
Agradecimientos:
Maité Hernández Alfonso, gestora cultural de la Casa de las Tejas Verdes, Oficina del Historiador de la Ciudad.
Patricia Zornoza Suárez, Jefa del departamento de colecciones raras,Biblioteca Central de la Universidad de La Habana.
Idania Esther Rodríguez Ortega, historiadora.
"De amar las glorias pasadas se sacan fuerzas para adquirir las glorias
nuevas".
José Martí“… la HISTORIA NOS AYUDARÁ A DESCUBRIR LOS CAMINOS DE HOY Y DE MAÑANA, A MARCHAR POR ELLOS CON PASO FIRME Y CORAZON SERENO Y A MANTENER EN ALTO LA ESPERANZA (...)”.
RAMIRO GUERRA