Por: Ernesto Alvarez Blanco.
(Una versión de este artículo se publicó recientemente en el numero especial que el semanario Catalunya Cristiana de Barcelona dedicó a la visita de Su Santidad Benedicto XVI a Cuba).
Los cubanos vivimos hace pocos días, tal y como ya lo hicimos en 1998, una experiencia imborrable y de singular importancia para todos; al recibir en nuestra tierra la visita de Su Santidad Benedicto XVI, quien, como humilde peregrino de la Caridad, quiso conmemorar junto a nosotros el 400 aniversario del hallazgo de la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba.
La imagen que el Santo Padre admiró y bendijo durante su visita a la Isla, fue hallada, flotando sobre las aguas del mar, en el otoño de 1612 por los indígenas Juan y Rodrigo de Hoyos y el niño esclavo, de unos diez años, Juan Moreno, residentes todos en el hato de Barajagua, la Vieja, en las cercanías de Santiago de Cuba. Desde entonces, la Virgen de la Caridad forma parte del tesoro patrimonial de la nación cubana, deviniendo símbolo de la fe y de la unidad del pueblo cubano.
Por tal motivo, el pasado 20 de marzo, el Paisaje Cultural del Cobre, en donde se levanta la Basílica en la que se conserva desde hace varios siglos la Imagen, y los sitios que forman parte del llamado Camino de la Virgen de la Caridad del Cobre, fueron declarados Monumento Nacional de la República de Cuba, según la Resolución 01 de 2012, emitida por la Comisión Nacional de Monumentos, adscripta al Ministerio de Cultura.
El nombramiento oficial, resultante de la propuesta de las comisiones provinciales de Monumentos de Holguín y Santiago de Cuba, reconoce a la Virgen de la Caridad del Cobre, como parte indisoluble de la identidad del pueblo cubano, que le ha rendido tributo durante 400 años y la ha identificado como un símbolo de fe e inspiración para sus más caros anhelos de libertad y justicia.
La Resolución firmada por el Doctor Eusebio Leal, presidente de la Comisión Nacional de Monumentos e Historiador de la Ciudad de La Habana, destaca además, cómo la Basílica menor de la Virgen María de la Caridad del Cobre, es sitio de peregrinación obligado para cubanos y extranjeros. Además, el documento refiere que tanto la Basílica como el poblado del Real de Minas de Santiago del Prado – El Cobre - donde se asienta, se hallan emplazados en un marco físico y natural relevante, dando lugar en su conjunto, a un paisaje cultural de altos valores históricos, a partir de su carácter asociativo con el Templo y los restos de edificaciones antiguas que tuvieron como finalidad la veneración de la Virgen.
Es relevante también - asegura el documento - el testimonio excepcional del patrimonio industrial cubano y de las primeras sublevaciones de esclavos africanos en nuestro país, representado en las antiguas minas de cobre. A ello se suman las evidencias históricas del recorrido de la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, trasladada hace 400 años desde la bahía de Nipe, hasta el hato aborigen de Barajagua, siguiendo senderos que atraviesan aquellas comarcas hasta llegar al actual pueblo minero de El Cobre, de lo cual perduran importantes testimonios materiales.
Durante su estancia en la Isla, Su Santidad Benedicto XVI encontró, al decir de Bruno Rodríguez Parrilla, ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, “... un pueblo noble y trabajador, (...) un pueblo orgulloso de su historia y de sus tradiciones, que ha cultivado durante más de un siglo de lucha por la independencia; también por la abolición de la esclavitud, durante medio siglo de resistencia frente al bloqueo que se impone desde el exterior. (...) una cultura vigorosa, un proyecto social en desarrollo, en constante perfeccionamiento. (...) un pueblo comunicativo y hospitalario (...)”.
Como parte de su estancia en la Isla, el Santo Padre asistió en la Plaza Antonio Maceo de Santiago de Cuba a la Santa Misa que se realizó en este histórico lugar en ocasión del 400 aniversario del hallazgo de la imagen de la Virgen de la Caridad y en la que pronunció una Homilía, y visitó el Santuario del Cobre, ubicado en el poblado de igual nombre, en Santiago de Cuba, en donde obsequió una rosa de oro a la Patrona de todos los cubanos y pronunció unas breves palabras.
Con posterioridad, viajó a la capital de la Isla para realizar una visita de cortesía, en el Palacio de la Revolución, a Raúl Castro Ruz, Presidente del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros de la República de Cuba y para sostener un encuentro y cena con los obispos cubanos y el séquito papal en la Nunciatura Apostólica de La Habana. Así mismo, asistió a la Santa Misa que tuvo lugar en la Plaza de la Revolución, en donde pronunció una Homilía.
De este modo, Su Santidad cumplimentó un apretado programa de actividades que lo llevó a acercarse al corazón del pueblo de Cuba, pues la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, forma parte intrínseca – al decir del Dr. Eusebio Leal Splenger – “... tanto para los hombres de fe como para los que no la tienen (...) del alma de Cuba”.
Declarada Patrona de Cuba en 1916, gracias a la petición realizada al Papa Benedicto XV por un numeroso grupo de veteranos y patriotas de la Guerra de Independencia de Cuba, la imagen de esta Virgen morena y mambisa, que fue coronada personalmente el 24 de enero de 1998 por Su Santidad Juan Pablo II como Reina y Patrona de Cuba, ante una entusiasta multitud reunida en la Plaza Antonio Maceo de Santiago de Cuba; sigue guiando y sosteniendo, como en el pasado, los pasos de sus hijos:
“... hacia la Patria celeste y los alienta a vivir de tal modo que en la sociedad reinen siempre los auténticos valores morales, que constituyen el rico patrimonio espiritual heredado de los mayores.
(...)
La historia cubana está jalonada de maravillosas muestras de amor a su Patrona, a cuyos pies las figuras de los humildes nativos, dos indios y un moreno, simbolizan la rica pluralidad de este pueblo. El Cobre, donde está su Santuario, fue el primer lugar de Cuba donde se conquistó la libertad para los esclavos.
(...)
Con el dosel del altar familiar, [Carlos M. de] Céspedes confeccionó la bandera cubana y fue a postrarse a los pies de la Virgen antes de iniciar la lucha por la libertad. Los valientes soldados cubanos, los mambises, llevaban sobre su pecho la medalla y la «medida» de su bendita imagen. El primer acto de Cuba libre tuvo lugar cuando en 1898 las tropas del General Calixto García se postraron a los pies de la Virgen de la Caridad en una solemne misa para la «Declaración mambisa de la Independencia del pueblo cubano».
Las diversas peregrinaciones que la imagen ha hecho por los pueblos de la Isla, acogiendo los anhelos y esperanzas, los gozos y las penas de todos sus hijos, han sido siempre grandes manifestaciones de fe y de amor”.
Por todos todas estas razones históricas, de amor y de fe, enunciadas por Su Santidad Juan Pablo II en la Homilía pronunciada en la celebración eucarística efectuada en la arquidiócesis de Santiago de Cuba 24 de enero de 1998, los cubanos tuvimos la certeza, de antemano, del éxito que tuvo esta visita a la Isla del Papa Benedicto XVI, la cual constituye, como bien afirmó el poeta y etnólogo Miguel Barnet, presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), “... un acto de honestidad y justicia con el pueblo y los principios del proceso cubano: solidaridad, ecumenismo, y diversidad cultural, religiosa y sexual”.
Por todo ello, estamos plenamente convencidos de que la visita de Su Santidad Benedicto XVI a Cuba fue, como bien expresó recientemente monseñor Dionisio García Ibáñez, Arzobispo de Santiago de Cuba y presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, “... además de una celebración festiva y religiosa, un motivo de mejoramiento humano (...)”.
(Una versión de este artículo se publicó recientemente en el numero especial que el semanario Catalunya Cristiana de Barcelona dedicó a la visita de Su Santidad Benedicto XVI a Cuba).
Los cubanos vivimos hace pocos días, tal y como ya lo hicimos en 1998, una experiencia imborrable y de singular importancia para todos; al recibir en nuestra tierra la visita de Su Santidad Benedicto XVI, quien, como humilde peregrino de la Caridad, quiso conmemorar junto a nosotros el 400 aniversario del hallazgo de la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba.
La imagen que el Santo Padre admiró y bendijo durante su visita a la Isla, fue hallada, flotando sobre las aguas del mar, en el otoño de 1612 por los indígenas Juan y Rodrigo de Hoyos y el niño esclavo, de unos diez años, Juan Moreno, residentes todos en el hato de Barajagua, la Vieja, en las cercanías de Santiago de Cuba. Desde entonces, la Virgen de la Caridad forma parte del tesoro patrimonial de la nación cubana, deviniendo símbolo de la fe y de la unidad del pueblo cubano.
Por tal motivo, el pasado 20 de marzo, el Paisaje Cultural del Cobre, en donde se levanta la Basílica en la que se conserva desde hace varios siglos la Imagen, y los sitios que forman parte del llamado Camino de la Virgen de la Caridad del Cobre, fueron declarados Monumento Nacional de la República de Cuba, según la Resolución 01 de 2012, emitida por la Comisión Nacional de Monumentos, adscripta al Ministerio de Cultura.
El nombramiento oficial, resultante de la propuesta de las comisiones provinciales de Monumentos de Holguín y Santiago de Cuba, reconoce a la Virgen de la Caridad del Cobre, como parte indisoluble de la identidad del pueblo cubano, que le ha rendido tributo durante 400 años y la ha identificado como un símbolo de fe e inspiración para sus más caros anhelos de libertad y justicia.
La Resolución firmada por el Doctor Eusebio Leal, presidente de la Comisión Nacional de Monumentos e Historiador de la Ciudad de La Habana, destaca además, cómo la Basílica menor de la Virgen María de la Caridad del Cobre, es sitio de peregrinación obligado para cubanos y extranjeros. Además, el documento refiere que tanto la Basílica como el poblado del Real de Minas de Santiago del Prado – El Cobre - donde se asienta, se hallan emplazados en un marco físico y natural relevante, dando lugar en su conjunto, a un paisaje cultural de altos valores históricos, a partir de su carácter asociativo con el Templo y los restos de edificaciones antiguas que tuvieron como finalidad la veneración de la Virgen.
Es relevante también - asegura el documento - el testimonio excepcional del patrimonio industrial cubano y de las primeras sublevaciones de esclavos africanos en nuestro país, representado en las antiguas minas de cobre. A ello se suman las evidencias históricas del recorrido de la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, trasladada hace 400 años desde la bahía de Nipe, hasta el hato aborigen de Barajagua, siguiendo senderos que atraviesan aquellas comarcas hasta llegar al actual pueblo minero de El Cobre, de lo cual perduran importantes testimonios materiales.
Durante su estancia en la Isla, Su Santidad Benedicto XVI encontró, al decir de Bruno Rodríguez Parrilla, ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, “... un pueblo noble y trabajador, (...) un pueblo orgulloso de su historia y de sus tradiciones, que ha cultivado durante más de un siglo de lucha por la independencia; también por la abolición de la esclavitud, durante medio siglo de resistencia frente al bloqueo que se impone desde el exterior. (...) una cultura vigorosa, un proyecto social en desarrollo, en constante perfeccionamiento. (...) un pueblo comunicativo y hospitalario (...)”.
Como parte de su estancia en la Isla, el Santo Padre asistió en la Plaza Antonio Maceo de Santiago de Cuba a la Santa Misa que se realizó en este histórico lugar en ocasión del 400 aniversario del hallazgo de la imagen de la Virgen de la Caridad y en la que pronunció una Homilía, y visitó el Santuario del Cobre, ubicado en el poblado de igual nombre, en Santiago de Cuba, en donde obsequió una rosa de oro a la Patrona de todos los cubanos y pronunció unas breves palabras.
Con posterioridad, viajó a la capital de la Isla para realizar una visita de cortesía, en el Palacio de la Revolución, a Raúl Castro Ruz, Presidente del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros de la República de Cuba y para sostener un encuentro y cena con los obispos cubanos y el séquito papal en la Nunciatura Apostólica de La Habana. Así mismo, asistió a la Santa Misa que tuvo lugar en la Plaza de la Revolución, en donde pronunció una Homilía.
De este modo, Su Santidad cumplimentó un apretado programa de actividades que lo llevó a acercarse al corazón del pueblo de Cuba, pues la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, forma parte intrínseca – al decir del Dr. Eusebio Leal Splenger – “... tanto para los hombres de fe como para los que no la tienen (...) del alma de Cuba”.
Declarada Patrona de Cuba en 1916, gracias a la petición realizada al Papa Benedicto XV por un numeroso grupo de veteranos y patriotas de la Guerra de Independencia de Cuba, la imagen de esta Virgen morena y mambisa, que fue coronada personalmente el 24 de enero de 1998 por Su Santidad Juan Pablo II como Reina y Patrona de Cuba, ante una entusiasta multitud reunida en la Plaza Antonio Maceo de Santiago de Cuba; sigue guiando y sosteniendo, como en el pasado, los pasos de sus hijos:
“... hacia la Patria celeste y los alienta a vivir de tal modo que en la sociedad reinen siempre los auténticos valores morales, que constituyen el rico patrimonio espiritual heredado de los mayores.
(...)
La historia cubana está jalonada de maravillosas muestras de amor a su Patrona, a cuyos pies las figuras de los humildes nativos, dos indios y un moreno, simbolizan la rica pluralidad de este pueblo. El Cobre, donde está su Santuario, fue el primer lugar de Cuba donde se conquistó la libertad para los esclavos.
(...)
Con el dosel del altar familiar, [Carlos M. de] Céspedes confeccionó la bandera cubana y fue a postrarse a los pies de la Virgen antes de iniciar la lucha por la libertad. Los valientes soldados cubanos, los mambises, llevaban sobre su pecho la medalla y la «medida» de su bendita imagen. El primer acto de Cuba libre tuvo lugar cuando en 1898 las tropas del General Calixto García se postraron a los pies de la Virgen de la Caridad en una solemne misa para la «Declaración mambisa de la Independencia del pueblo cubano».
Las diversas peregrinaciones que la imagen ha hecho por los pueblos de la Isla, acogiendo los anhelos y esperanzas, los gozos y las penas de todos sus hijos, han sido siempre grandes manifestaciones de fe y de amor”.
Por todos todas estas razones históricas, de amor y de fe, enunciadas por Su Santidad Juan Pablo II en la Homilía pronunciada en la celebración eucarística efectuada en la arquidiócesis de Santiago de Cuba 24 de enero de 1998, los cubanos tuvimos la certeza, de antemano, del éxito que tuvo esta visita a la Isla del Papa Benedicto XVI, la cual constituye, como bien afirmó el poeta y etnólogo Miguel Barnet, presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), “... un acto de honestidad y justicia con el pueblo y los principios del proceso cubano: solidaridad, ecumenismo, y diversidad cultural, religiosa y sexual”.
Por todo ello, estamos plenamente convencidos de que la visita de Su Santidad Benedicto XVI a Cuba fue, como bien expresó recientemente monseñor Dionisio García Ibáñez, Arzobispo de Santiago de Cuba y presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, “... además de una celebración festiva y religiosa, un motivo de mejoramiento humano (...)”.