lunes, 11 de noviembre de 2019

Gerardo, crónica para un poeta.

Hace varios noviembres falleció Gerardo Gómez Falcón, uno de los decimistas más delicados y de estirpe poética que hayan nacido en nuestra ciudad. Revisitar un texto escrito entonces en su homenaje para evocar su poesía es el tema de este trabajo último mes de la temporada ciclónica, por lo que vale recordar los difíciles momentos vividos por los cardenenses cuando les azotara el huracán más destructivo de su historia, sea el articulo homenaje a otra víctima de nuestro persistente descuido identitario/patrimonial. Por: MsC Lorena Martínez
De nuevo es noviembre sin Gerardo/ su cojera dejó de ser fastidio,/ los olores, el alto domicilio,/ la ingravidez, ser un pesado fardo./ Otro mes once gravita sin Gerardo/ la décima, solloza abandonada/ sin saber cuál fuera la jornada,/ en que el poeta partió hacia la muerte./ Noviembre, otra vez, el verso inerte/ convoca a la Parca deslumbrada./ Hace pocos años, no llegan a cinco, al conocer que el viejo Gerardo Gómez Falcón, el mejor y más delicado decimista de estos tiempos cardenenses había sido encontrado muerto en su apartamento de Laborde y Calzada escribí una suerte de crónica en la que decía que los poetas cardenenses morían solos, abandonados tanto como nuestro patrimonio. No es Gerardo único caso. El trabajo quería ser un homenaje a una de las personas que logró impactarme en mis ya quince años como especialista literario del municipio Cárdenas; fue publicada la crónica por la periodista Lina M de la Rosa y me sorprendió que se hallara, en aquel momento, entre las entradas más populares de mismo. Gerardo lo merecía. Él tan callado, enfrentando incomprensiones y críticas a sus versos clásicos, elegantes, minuciosos, quien no logró que le fuera, en vida, que es lo que importa, publicado un libro con sus textos. Tampoco en la muerte. Solo prestaron atención a sus quehaceres, además de los vates del municipio cardenense y sus especialistas, el poeta Fernando García, quien publicara sus décimas en la excelente antología de la décima matancera que realizará a principios de esta centuria. Nunca olvidaré su alegría de niño travieso al verse publicado, reconocido entre los que brillan en este género de la literatura matancera; tampoco cuando quiso ayudarnos con las dos pobres ediciones que le hicimos en nuestras plaquettes de los versos escogidos por él anteriormente. Hizo suya la exigente rima de la décima y desde ella se permitió cantar bellezas femeninas, el amor, ¿quién sabe? si conocido, fue monte y ciudad, campesina denuncia, naturaleza y filosofía que transita desde lo popular hacia un nicho superior, culto. Su clasicismo acriollado le permitió un tono reflexivo, sereno del cual no pueden escaparse la naturaleza, los ríos, llanos, el tiempo, las horas y sus estaciones, horas, pájaros, sinsontes y otros animales quienes no escapan de su pincel. Como hombre venido de la zona rural cardenense hacia la ciudad no olvida la vida del campesino y los trabajos sufridos no como proclama política sino como escala en la madurez poética de este hombre, retazos, que asoman de vez en vez como autobiográficos recuerdos de su realidad. Hombre de clásica armonía, experto en el eficaz uso de la pausa entre primera y segunda cuartetas, magister del encabalgamiento fue Gómez Falcón quien en el 2020 hubiese cumplido noventa abriles. Quizás no sean las suyas las décimas más culteranas que se hayan escrito en a localidad, pero si aquellas que salen de sus metáforas son obra del amor y de una vida de hacer literatura con dignidad. Reflejo del ajiaco cultural que somos, encontró siempre en lo cotidiano aliento poético, la paz ausente en el vivir cotidiano. Pero no fue un atormentado este andador de las cardenenses calles sino lo contrario, de habla lenta y pausada, disciplinado, consciente de su valer pero incapaz de ofender a nadie por conquistar lauros. Más de una anécdota vital pudiera demostrarlo si acaso fuera necesario. Gentes de escribir con todas las de la ley buscaron en él apoyo y respeto. Considerado Maestro, diferentes poetas y decimistas de la ciudad han declarado sentirse honrados con la influencia que algún día sembró en sus quehaceres. Para este abuelo de poetas, la décima fue amiga necesaria, hermana en sensibilidades, quien no le traicionó ni cuando en sus octavas juventudes intentó transitar hacia el soneto y el versolibrismo, para volver a ella enriquecido con esta experiencia, armado de una nueva piel para crear, necesidad virgen, serenidad y otra manera de ser “profeta en sus desvelos”. Gerardo partió solo. Quizás en el momento del infarto final recordó textos no terminados de escribir, galardones, detenido ante su inconformidad en el tiempo. Fue difícil asimilar su partida para quienes le escuchamos declamar sus décimas dedicadas a Radio Ciudad Bandera, durante la Jornada de la Cultura Cubana, en su querido taller Cerebro y Corazón. Varios días después nos encontramos y me anuncio un próximo soneto, “una sorpresa”, dijo. Esperabas, esperábamos otra noticia, no la de tu muerte. Tu dama gris de la tarde, pudiera muy bien ser uno de los textos clásicos de la décima matancera de mediado de los ochenta, con su rima y decir casi perfectos, con la fortaleza de un seguro hacer, destinado a sacar ronchas en cantores del género, cada vez que te atrevías a memorizaras en otros escenarios. Ya descubriste Gerardo el gran misterio, ese que todo mortal teme. En él te has quedado sin retorno y hoy mi vida, la que respiro, se va encaminando a marcar ese camino. Valgan tus textos de humana poética, pensamiento, ternura y sensibilidad. Compartirlos con quienes lean estas cuartillas es parte de mi responsabilidad como especialista literario en funciones de nuestra ciudad. La dama gris de la tarde Hoy/ Ya se está poniendo vieja/ Hoy la vida que respiro/ la dama gris de la tarde,/ tiene marcada su edad,/ erguida, su imagen arde/ duele hablar de eternidad/ sin balbucear una queja./ para morir, ya retiro/ No le cuelga de la oreja/ el techo de vidrio, miro/ el sol, arete rojizo,/ y ajusto distancias, tumbo/ en las cuencas de granizo/ límites donde sucumbo/ la luz de los ojos muere,/ entre maniobras, suelto/ y más de un lucero quiere/ los equilibrios, envuelto/ adueñarse de su hechizo./ en un naufragio sin rumbo/ Coronada de quietud,/ fenece sobre sus huella,/ hay un cortejo de estrellas,/ llorando en la multitud./ Sucumbe en el ataúd/ del ocaso lentamente,/ y el funeral imponente,/ deja como signo luego,/ una cicatriz de fuego/ en el rostro de occidente./


"De amar las glorias pasadas se sacan fuerzas para adquirir las glorias

nuevas".

José Martí



“… la HISTORIA NOS AYUDARÁ A DESCUBRIR LOS CAMINOS DE HOY Y DE MAÑANA, A MARCHAR POR ELLOS CON PASO FIRME Y CORAZON SERENO Y A MANTENER EN ALTO LA ESPERANZA (...)”.

RAMIRO GUERRA