martes, 11 de mayo de 2010
El bombardeo a la ciudad por la Escuadra Naval norteamericana.
Por: Ernesto Álvarez Blanco.
Historiador de la Ciudad de Cárdenas
En el transcurso de los primeros meses de 1898, mientras que en el seno de los Estados Unidos de América surgían sentimientos de solidaridad con los cubanos, los políticos y los ricos empresarios yanquis, consideraron que había llegado el momento de intervenir en la guerra anticolonialista que libraba Cuba y de consolidar la vieja política de la fruta madura.
El objetivo principal del imperialismo era apoderarse de Cuba, para explotar sus riquezas y ocupar posiciones tácticas para un futuro desplazamiento de sus intereses hacia el continente latinoamericano. Con este fin, envían de visita a La Habana a un barco de guerra, el acorazado Maine, el cual explotó el 15 de febrero de 1898 en la bahía habanera.
La propaganda yanqui acusó a los españoles de la explosión, aunque después se pudo comprobar la falsedad del argumento; pues fueron los propios guerreristas norteamericanos quienes planearon el hecho, con el objetivo de que les sirviera de excusa para entrar en guerra contra España, eslabón más débil del sistema colonialista mundial.
En marzo de 1898, el gobierno del Presidente McKinley tenía preparada la guerra, y en abril la iniciaron sin previa declaración, con el pretexto de entregar el gobierno de la Isla a los cubanos. Los Estados Unidos pidieron ayuda militar a las tropas insurrectas, pero no reconocieron al Partido Revolucionario Cubano y a su Delegación establecida en Nueva York ni al Consejo de Gobierno presidido por el General Bartolomé Masó. Tampoco reconoció a Máximo Gómez, General en Jefe del Ejército cubano.
El 21 de abril el Presidente norteamericano McKinley ordenó a sus buques de guerra el bloqueo de las costas de Cuba, el cual se haría muy efectivo entre Matanzas y La Habana. Al amanecer del 22 de abril varias embarcaciones navegaban ya hacia Cuba. El 23 de abril, contando con la ayuda de varias naves enviadas como refuerzo, la fuerza bloqueadora extendió sus operaciones a todo el tramo de la costa norte, situado entre Bahía Honda y Sagua la Grande.
A partir de este momento y durante todo el transcurso de la Guerra Hispano – Cubana – Norteamericana, Punta de Hicacos y su vecino Cayo Piedras, se convirtieron en puntos básicos del movimiento de la Escuadra Naval norteamericana del Norte.
El 1 de mayo de 1898, una escuadrilla naval norteamericana se estacionó frente al puerto de Cárdenas, con objeto de impedir la entrada y salida de naves al mismo. El 6 de mayo, como parte de las acciones de hostigamiento que las fuerzas navales norteamericanas realizan en las costas de Cuba, es cañoneada la batería española situada en Punta de Maya, entre Matanzas y Varadero, y el día 8 es bombardeada la estación de señales de Cayo Romero, a la entrada de la Bahía de Cárdenas, entablándose un duelo artillero entre un cañonero norteamericano, el buque español Machías y dos cañoneras españolas acompañadas por un remolcador artillado.
Como consecuencia de este suceso se cavan trincheras en el litoral, las cuales fueron ocupadas de inmediato por los voluntarios y las fuerzas locales; ya que la guarnición española de la ciudad esperaba de un momento a otro una invasión y se aprestaban a defenderla.
Por otra parte, el 7 de mayo se renovó la Junta de Gobierno de la Cruz Roja Española del Distrito de Cárdenas la cual, ante la presencia constante de barcos enemigos en aguas de la bahía, se constituyó en sesión permanente. Así mismo, se establecieron en la Casa de Socorros ubicada en la Casa Consistorial y en el Hospital Santa Isabel, un numeroso grupo de médicos, practicantes, enfermeros, camilleros, farmacéuticos y personal auxiliar, con objeto de estar listos para entrar en funciones en cuanto se les necesitara.
Los turbios y verdaderos propósitos yanquis se pusieron de manifiesto en los criminales bombardeos realizados por fuerzas navales norteamericanas a indefensas ciudades cubanas. Cárdenas fue uno de los lugares escogidos para aplicar esta política de atemorización.
En la tarde del 11 de mayo de 1898 es bombardeada la ciudad por unidades de la Escuadra Naval norteamericana. La aparición de las naves fue comunicada por el Capitán del Puerto de Cárdenas al Comandante Militar. Como consecuencia de esta señal de alarma las fuerzas del Ejército y los voluntarios se pusieron sobre las armas.
A la una de la tarde ya se podían divisar perfectamente la situación de los barcos norteamericanos en la bahía. Todo parece indicar que estos eran: el cañonero Wilmington, el guardacostas Hudson y el torpedero Winslow. Inmediatamente el cañonero español Antonio López, las cañoneras Ligera y Alerta, y el vapor Cometa, se situaron convenientemente, dominando los muelles.
En opinión del prestigioso investigador cubano Gustavo Placer Cervera:
... las fuerzas navales norteamericanas intentaron realizar, en Cárdenas, una acción combinada. En la entrada de la bahía, el cañonero Machíassituado a poco más de una milla de su objetivo abrió fuego sobre la estación de señales situada en Cayo Diana y protegió el desembarco de un destacamento en dicho cayo con la misión de destruir la estación y cortar todos los cables que encontrara. Casi simultáneamente, el cañonero Wilmington, el guardacostas Hudson y el Torpedero Winslow penetraron en la bahía y se acercaron a los atracaderos en busca de las pequeñas cañoneras españolas allí basificadas para aniquilarlas. El torpedero que, por ser de los tres buques incursores el de menos calado fue el que más se aproximó al puerto, cayó de pronto bajo el fuego de los defensores y fue alcanzado por varios proyectiles que le causaron averías considerables y mataron a un oficial y a cuatro marineros fueron las primeras víctimas yanquis de la Guerra Hispano – Cubana - Norteamericana, hiriendo gravemente a otros dos. El fuego de respuesta de los buques norteamericanos fue intenso pero precipitado (...) •
Resulta importante señalar que luego de cumplir su misión, el destacamento desembarcado en Cayo Diana, el cual estaba mandado por un Alférez, arrió la bandera española que ondeaba en el lugar e izó por primera vez en suelo cubano, en un acto que sería el preámbulo de lo que ocurriría al termino de la contienda, la bandera norteamericana. A partir de las 2:05 p.m., aproximadamente, el cañoneo del enemigo sobre las embarcaciones españolas y la ciudad fue violento y sostenido. La fuerza naval española enfrentó el ataque y aunque el terrible fuego casi la destruyó, resistió la ofensiva norteamericana.
La población cardenenses fue bombardeada con la artillería de mayor calibre, hasta poco después de las 4:00 p.m. cuando se retiraron los norteamericanos, satisfechos de su hazaña, llevándose a remolque el buque averiado. Según testigos de la época más de 300 bombas cayeron sobre la ciudad. El despiadado ataque contra Cárdenas, una plaza abierta y sin fortificaciones, ocasionó enormes incendios y otros daños materiales a la ciudad. Como consecuencia del ataque varias personas resultaron heridas y se produjo la pérdida de algunas vidas humanas.
Entre los terribles testimonios de aquel insensible acto de prepotencia, está la que narra la historia de una niña de cuatro años, herida en la cabeza por la misma metralla que mató a su madre en la calle de Ceruti e Industria, cuando al sacar la cabeza del escondite en que se hallaba, una bala se la cercenó. Las funestas consecuencias que tuvo para Cárdenas el bombardeo se recogen claramente en la prensa de la época. Así, por ejemplo, el Diario de la Marina en su edición de la tarde del 16 de mayo de 1898, expuso lo siguiente:
Son numerosas las casas que han sufrido desperfectos. En el Casino, en el Teatro, en la planta eléctrica, en la plaza, en el mercado, en los cuarteles de infantería y de bomberos, puede decirse que en toda la ciudad, cayeron proyectiles.
En la fachada de la estación del ferrocarril, altos habitados por el Sr. Iribas, una granada abrió un enorme boquete.
En el despacho/ de ese mismo Sr./ situado en el edificio de la administración, cayó otra granada en el techo. Afortunadamente ninguno de los disparos causó desgracia personal alguna, por no haber nadie allí en esos momentos.
En el hermoso edificio que ocupó la tienda de ropas La Positiva una granada ocasionó en ºel balcón que da al patio una tronera abismal.
El almacén de Zulueta quedó casi disuelto, pues allí iban a dar la mayoría de los disparos dirigidos contra el Antonio López.
Una bala perforó un tanque de miel en el almacén de Echevarría, perdiéndose 130 bocoyes de ese dulce.
Otra bala, en el mismo almacén, atravesó tres bocoyes que estaban en fila, perdiéndose la miel que contenían.
La casa escuela de los R.R.P.P. Trinitarios, Ceruti Línea esquina a Coronel Verdugo, quedó deshabitada, estaba casi en el suelo.
Una bomba a las 2:30 p.m. incendió el antiguo almacén de Torróntegui, habitado por familias reconcentradas.
Las averías del cañonero Antonio López son las que siguen: deshecha la vajilla por dos veces e incendiada la guardarropía del Comandante.•
Esta criminal acción, al igual que la efectuada al día siguiente en Cienfuegos, demostró, al decir del investigador Gustavo Placer Cervera, hasta qué punto: ... las fuerzas armadas de Estados Unidos carecían de una preparación adecuada. Resalta el grado de improvisación y hasta la falta de profesionalismo de los que la dirigieron, al no llevar a cabo la exploración y no haber conocido el despliegue del enemigo que se defendía •
"De amar las glorias pasadas se sacan fuerzas para adquirir las glorias
nuevas".
José Martí“… la HISTORIA NOS AYUDARÁ A DESCUBRIR LOS CAMINOS DE HOY Y DE MAÑANA, A MARCHAR POR ELLOS CON PASO FIRME Y CORAZON SERENO Y A MANTENER EN ALTO LA ESPERANZA (...)”.
RAMIRO GUERRA