domingo, 20 de octubre de 2019

Evolución perspectiva, un acercamiento a la obra escrita de Ernesto Álvarez Blanco.

Por Lic. Arnaldo Batista (Tito), director de la filial Cárdenas de la Oficina del Conservador de la Ciudad de Matanzas.
Una cosa es conocer sobre historia, la otra, es escribirla. Para ese ejercicio es necesario, ante todo, el juicio crítico de la escritura, de los procesos que le atañen, una alta dosis de pasión (de esa que no nubla la vista y ennegrece el pensamiento) y, por supuesto, la constancia. Antes de comenzar estas palabras, le pregunté a Ernesto su juicio con respecto a la que él considera su mejor obra escrita, su respuesta fue, la biografía de Oscar María de Rojas, que, aunque no se publicó en toda su extensión, es, sin dudas, un texto de altos valores, baste leer la introducción. En el caso de nuestra ciudad y el tratamiento de su historia, asumida en la conversión de la palabra escrita, es fácilmente advertible un proceso fundacional y de consolidación, hay una serie de personajes y momentos que marcan los inicios. En la obra de Ernesto hay una suerte de recurso heredado del siglo XIX, esto no significa que su escritura, aunque trate diversos aspectos de este periodo esté lastrada por la época. Una cosa es cierta, es fácilmente advertida la fuerte presencia de tres elementos que otorgan un juicio de peso: arte, tradición y oficio. Bastaría un recorrido por sus textos publicados en los más disímiles soportes para confirmar este criterio. La primera responsabilidad de la Historia es con el presente, no con el pasado. Se cuece así una vida menos telenovelera, más proyectiva, dijo Rufo Caballero, agreguémosle a esto evolución y perspectiva. Ambas presentes en los proyectos editoriales de este autor que han visto la luz desde la década de 1990, primero en formatos sencillos, íntimos, después se sumarán las entregas que avalan una época más madura, donde afloran la tenacidad y el resultado de la búsqueda, que hoy son elementos identitarios de Ernesto y que se consolidaron en una obra que, a nuestro juicio, marcó un antes y un después en la historiografía local. “Oscar María de Rojas” abre el milenio como lo cerró Carlos Hellberg en su tiempo, con su necesaria Historia Estadística de Cárdenas 1893, publicada en 1957; y lo continuaron Herminio Portell Vilá, Leonardo García Chávez, Antonio María Maicas, Alejandro Portell Vila y Lázaro Miranda, por sólo citar los más esclarecedores. De este último, Ernesto aprendió, como un gran número de sus compañeros del museo de aquella feliz época, la importancia de conectar, dicho en buen cubano, siempre en primera persona, con la historia, llegar a la ciudadanía, el valor de la oratoria, la exploración arqueológica y ante todo, que el conocimiento solo se alcanza con la humildad, una cualidad humana que le permitió protagonizar eventos de importancia, ya sea en su labor como Director-fundador del Museo a la Batalla de Ideas o como Historiador de la Ciudad, una dualidad que pocos han experimentado con tanta sapiencia.


"De amar las glorias pasadas se sacan fuerzas para adquirir las glorias

nuevas".

José Martí



“… la HISTORIA NOS AYUDARÁ A DESCUBRIR LOS CAMINOS DE HOY Y DE MAÑANA, A MARCHAR POR ELLOS CON PASO FIRME Y CORAZON SERENO Y A MANTENER EN ALTO LA ESPERANZA (...)”.

RAMIRO GUERRA