sábado, 19 de octubre de 2019

Palabras casi pronunciadas textualmente por la Lic. Lorena Martínez Faxas en el homenaje al museólogo e investigador cardenense Ernesto Álvarez Blanco, el cual tuvo lugar el 11 de octubre de 2019, en el museo Casa Natal de José A. Echeverría de Cárdenas.

Tengo pocos amigos a quienes les hayan hecho un homenaje, debe ser porque ellos y ellas son, como dijera Serrat, “lo mejor de cada casa”, pero ¡que bueno!, que a alguien como Ernesto Álvarez Blanco le estén haciendo en este museo, en esta Jornada de la Cultura Cubana y en esta ciudad, tan poca amiga de agasajar a quien lo vale, esta cortesía. Cada vez, a lo largo de muchos años de vida investigativa, que he necesitado de algún informe ahí estaba el archivo de Ernesto presto a brindarme la ayuda necesaria, lo que se mantiene hasta hoy. Y eso para mí es una deuda, como la externa, impagable. Cuando comencé a trabajar en cultura, Ernesto era aun director del Museo a la Batalla de Ideas. Entonces, hace mas de quince años, le conocí como autor de algunos poemas, entre los que se incluyeron los publicados por los plaquettes locales de fines de los ochenta o principios de los noventa. Los nombres de sus primeros libros Recorro mi ciudad y Llueve y sin embargo te espero, identifican a dos de los grandes amores de este homenajeado: Cárdenas y Made, también existen algunos cuentos, no llegan a un libro, uno de ellos lo releí la pasada semana, trataba de una versión ernestiana de la llegada del ser humano a la Tierra, otro, con el tiempo, sería el primer momento de Operación Napoleón, su novela histórica/policial, la cual me tocó editar en su versión primitiva. Eran tiempos en que la terraza de su casa era sede de talleres literarios. Pero Ernesto mas que un escritor imaginativo o creador de ficciones es un perseguidor de la historia, de la cardenense en primer lugar. Ahí descansa la magia de su quehacer, su importancia, ¿Qué puede aportar la fantasía a alguien que tiene la paciencia de peinar milímetro por milímetro los casi doscientos marzos de fundada la ciudad para encontrar en ellos la magia de vivir en sociedad? A ese quehacer lo favorecen un cierto matiz poético en su lenguaje claro, preciso, singular, didáctico sin pecar de aburrido… Nunca olvidare aquella presentación vespertina de Cárdenas: prehistoria de una ciudad, asombrada yo ante el regalo que nos hacia el autor de su obra, después siguieron varios libros, un listado que el licenciado Arnaldo Batista (Tito) me iba a brindar para auxiliarme, pero que el propio Ernestico fue el que me tuvo que organizar- No son pocos ¡14! Los que ha escrito y publicado este activo habitante de la calle Real, en la cual vive desde que nació. Sus tías eran compañeras de bodegas, colas, carnicería y placita de mi madre durante una eternidad de años. En su manera de historiar destaca el entrecruzamiento de factores, entornos y personajes, con un objetivo bien claro en cada ocasión: cotejar datos que permitan desentrañar el por qué de cada entuerto en que ha fijado su atención. Y es que Ernesto teje cada libro como una araña hacendosa y en él, su presa queda atrapada de adentro hacia fuera, de fuera hasta la raíz, teniendo en cuenta entorno, momento, casualidades, avatares, pero sin dejar de dibujar el hecho histórico o personaje, para de ellos aprender y aprehender. Al leer su libro sobre Oscar M. de Rojas, el cual siempre quiso que reseñase y jamás lo logré, revivió en mi la tristeza por la perdida de la quinta de los Rojas, su hermosa reja y alta escalera de mármol, ello ocurre porque en muchas oportunidades, Ernestico convierte la nostalgia por lo perdido en cartel protesta ante la impunidad de las autoridades por el desastroso panorama del patrimonio ciudadano y el acomodo de todos y todas a esa situación. Tal sucede en su Arenys de Mar en Cuba/ Cuba en Arenys de Mar, ciudad donde naciera el comerciante catalán Pablo Espriu cuyo nombre aun sigue adornando una de nuestras mas viejas calles o en el dedicado a la ermita de Montserrat de Matanzas, del cual nada puedo opinar puesto que nunca he tenido el placer de revisarlo. Subiendo como un sol la escalinata, biografía de José Antonio Echeverría, tenía el objetivo, como dice el proemio, de rescatar del olvido y de las trampas de la memoria de sus contemporáneos otros detalles de la vida y su obra ... “sin mixtificaciones. Texto excelente para quien quiera conocer de este líder revolucionario, que le implicó una búsqueda “incesante de más de 15 años en archivos y bibliotecas, en publicaciones seriadas y periódicas y en la memoria de quienes le conocieron, para intentar presentarles al José Antonio niño, adolescente y adulto”. Ese ir y venir de la metrópoli a la colonia y en ella, siempre que sea adecuado llegar a lo local, caracteriza su obra, en la cual Felipe III y La Dorada, la situación cubana entre 1598 y 1608, tiene en mi apreciación un lugar especial: brinda una visión de la vida de los artesanos, gente menuda, incluso negros y sus asociaciones, o sea, aquellos casi sin historia que el autor del libro ha logrado historiar. Manteniendo la idea de la tela de araña en sus textos, de este último deviene otra biografía titulada El hidalgo Sánchez de Moya y el Real de Minas de Santiago del Prado, primitivo nombre de las minas de El Cobre, el cual fue antecedido por su Yo soy la Virgen de la Caridad, dedicado a la patrona religiosa nacional. Felipe III y La Dorada me enseñó que el obispo fray Juan de las Cabezas Altamirano no solo fue uno de los protagonistas del suceso que diera pie a la que se cree primera obra literaria cubana, sino que jugó un activo rol dentro del entramado político que marcara las relaciones hispano/cubanas en este momento. Eso lo agradezco. Las fuentes bibliográficas, citas y anexos de los libros de Ernesto no son solo una confirmación y validez de lo contado, sino que encierran una fiesta de saberes para el lector “ingenuo” o el astuto investigador. Creo que, hasta aquí, he cumplido con mi misión de hablar, homenajear a este socio de aventuras investigativas, auxiliador de bibliografías y divulgador en su blog El Cardenense de algunos trabajos de quien escribe estas cuartillas, la cual no ha referido en sus palabras algunos de los textos de Ernesto porque, aunque los tengo, aún no he leído ni las primeras palabras de los mismos. He hoy tratado de ser catedrática, centrada en este espacio, con estas casi tres cuartillas, leyendo en mano, comportándome como diría mi amiga Irma. Si no lo logré y acabé haciendo “alguna de las mías”, como miembro oficioso de un homenaje, excúsenme, como el refrán dice genio y figura; pero tiene que ser así, porque Ernesto es Historia y la historia debe mirarse con respeto comunicativo y a la altura del momento en que una institución como esta se alumbra y tiene a buenas homenajear a alguien como él.


"De amar las glorias pasadas se sacan fuerzas para adquirir las glorias

nuevas".

José Martí



“… la HISTORIA NOS AYUDARÁ A DESCUBRIR LOS CAMINOS DE HOY Y DE MAÑANA, A MARCHAR POR ELLOS CON PASO FIRME Y CORAZON SERENO Y A MANTENER EN ALTO LA ESPERANZA (...)”.

RAMIRO GUERRA