viernes, 18 de octubre de 2019

Mujeres cardenenses de fuego, mujeres de…

No son bomberas ni incendiarias aunque apagaran o encendieran fuegos en sus hogares o desde sus espacios en la ciudad. Son mujeres cardenenses que, a su manera, enfrentaron desigualdades, defendieron identidades, conscientemente o no. De escritoras militantes locales tratan estas cuartillas de hoy. Por: MsC Lorena Martínez Faxas
Estremecen, como dice el poeta en su canción, son mujeres necesarias y conocer de ellas es importante, sobre todo en lugares como esta ciudad nuestra, cuyo patrimonio tangible e intangible se encuentra en casi total decadencia. Ellas marchan entre lo tradicional femenino, el patriotismo y los temas de género. Combinan lo fuerte y azaroso de la vida con lo patriótico y sus pasiones. La escritura es su forma de combate, su quehacer implica “la aceptación de los paradigmas de la condición femenina tradicional, inclusive como portadora de su ars poética y otras desafiándola… 1 No salieron a la calle en protesta por el sufragio universal o en favor del aborto femenino por nombrar algunas causas de las luchas emancipatorias femeninas, pero fue una de ellas Cecilia Pita Porras, quien desde su propia casa, el 19 de mayo de 1850, le canta a la bandera por vez primera en suelo nacional, al suceder el intento anexionista de N. López. Roberto Bueno, locutor, investigador literario y figura importante para la cultura de la ciudad del pasado siglo comenta en uno de sus artículos: “…Debe atribuirse a una poetisa cardenense el honor de ser la primera mujer que se inspirase en la bandera y la no menos honrosa primicia de ser quien primero le cantó en suelo patrio. Desde su hogar, situado en las calles entonces llamadas Real y O’Donell vio que se desplegaba al viento, en medio del combate, el estandarte tricolor, le dedicará unos versos que si bien no resultan una joya literaria; tiene el inmenso valor histórico de resultar el primer estudio literario dedicado a la bandera…” También desde su hogar, una jovencita Emilia Casanova, juró hacer suya la causa de la bandera y así lo hizo, convirtiéndose con los años en la primera mujer ensayista dela causa libertaria. Fue paradigma de la mambisa y mujer “de su hogar”. Esposa del literato cubano Cirilo Villaverde, puso a su familia en función de sus ideales, transitando todos juntos, desde su casa en el exilio neoyorquino, del anexionismo al independentismo. Sus cartas y memorias en pro de la independencia la convierten no en ángel débil sino en defensora de Cuba, de su rol femenino y del entorno familiar. Fue la mayor publicista de la causa cubana ante gobiernos y personalidades de Europa y América, ejemplo de cómo la literatura femenina del exilio se vincula al terreno de lo político- social. Con ella, el discurso femenino cardenense se inicia en temas políticos independentistas, llamando al sacrificio patriótico, denuncia y exige la necesaria ayuda reconociendo la inutilidad de pedir ayuda del gobierno norteamericano, quien nunca estaría de acuerdo con la verdadera libertad de la isla. En más de una oportunidad afirmaría en sus cartas y escritos que “la independencia de cada uno de los pueblos del continente debía interesar a los demás”; y que nosotros, los cubanos: “…principiamos la revolución dando la libertad a nuestros esclavos, animándolos e incorporándolos a las filas patrióticas y por esto comprenderá usted que nuestro propósito es la libertad universal, digna de la consideración de los hombres libres…” Llena a la literatura femenina en Cárdenas de epicidad, sin abandonar roles tradicionales. Defensora ferviente de lo femenino y su empoderamiento decimonónico, fue la camagüeyana Gertrudis Gómez de Avellaneda, no cardenense pero que vivió y difundió una militancia pro género en la entonces villa de un destacable auge económico. La Tula mueve su militancia literaria, promocional y de género social “entre la imagen y la historia, la utopía y el espacio concreto, lo mítico y el realismo directo” . Casada con el coronel español Domingo Verdugo, llega a Cuba como parte del séquito de Francisco Serrano, el nuevo Capitán General para la “siempre fiel isla de Cuba”. Residió en la villa hasta mediados del año 1863. Desde ella, trabajó junto a María Verdejo en los doce números de su revista femenina “Álbum cubano de lo bello y lo bueno”. Otra local que continúa la labor patriótica en torno a la bandera es Isabel Velasco, Belica, quien escribirá un extenso poema a la bandera, publicado en el periódico La Crónica del 9 de abril de 1899. No puede dejar de nombrarse la trayectoria política y de género dea pedagoga, escritora y periodista María Luisa Toledo, nacida en 1889, quien pudiera ser reconocida como paradigma del quehacer de la comunicación de género patriótica en la etapa republicana de la ciudad. A la manigua, Canto a la Bandera, A Martí y A los estudiantes de medicina todos de la década del veinte da fe de lo anterior al igual que los programas radiales y otros textos escritos posteriormente. Dentro del periodismo de género otras figuras obtuvieron mayor o menor desarrollo. No pueden dejar de nombrarse a figuras como María Luisa Massaguer, Rita Obeso y Rosa Pastora Leclere Gutiérrez, nacida el 30 de marzo de 1888, quien además fuera la primera maestra internacionalista cubana. Aurora Silvestre, residente en Recreo, actual Máximo Gómez, publica una extensa oda dedicada a los habitantes de Santa Cruz del Sur arrasado durante el ciclón de 1932. (La Antorcha 20 de noviembre de 1932). Revistas literarias de corte femenino hubo varias pero la más importante a tener en cuenta por sus temas de género, éxito, emprendimiento y exclusión fue la revista Cumbres (1941) dirigida por María Consuelo Perdomo, primera publicación para personas negras de que se tiene testimonio en la localidad, su directora una mujer negra, trataba de alzarse, desde sus limitaciones, contra la doble discriminación raza/sexo en las circunstancias de la ciudad. Poco después de 1945 empezó a escucharse una de las voces líricas, revolucionarias y permanentes de esta etapa: María Catalina Rodríguez (1913-2013), poeta de plena voz martiana, que se acerca a la bandera, a los héroes y a la historia desde su cotidianidad del hogar. María Catalina Rodríguez denuncia desde las recetas hogareñas diversos males femeninos, defendiendo una resuelta postura de género, auxiliadora de la mujer que empezaba a luchar. Dichos temas acompañan a María Catalina posterior al triunfo de enero hasta muy avanzada edad. Fue, además, ganadora de una mención en el concurso dedicado al centenario del Apóstol, una de las fundadoras del Círculo Poético Literario de 1956 y del Taller literario Municipal Fray Candil entre otros espacios poéticos locales. A partir de los sesenta, con el calor del triunfo revolucionario y la creación de referido taller (Fray Candil), sus plaquettes, eventos y otras actividades muchas mujeres se suman a los quehaceres poéticos/revolucionarios superando en cuantía a los masculinos. Entre ellas destacan jóvenes de la primera generación revolucionaria como Aleida Torres, poetisa en cuyos textos no solo se reitera la necesidad de cumplir el deber, sino la necesidad de no olvidar el pasado vivido, el cual sitúa paradigmáticamente en las manos callosas de su padre obrero, Olga Ojeda, Angélica Elías y Justina Castán, algo mayores, pertenecen a este grupo de las que reaniman su verbo y llenan la etapa de una poesía patriótica muy acorde a la realidad cubana del momento. Muchos de sus textos, son resultados de su participación en la lucha clandestina y las condiciones sociales de los primeros años revolucionarios, asumiendo, el tema social revolucionario con sensualidad, fantasía y erotismo. Una de ellas, Herminia Morales, destaca como poética de fuerza mayor integradora de erotismo, ligereza y respeto hacia el cuerpo del amado, fundiendo en su hombre deseos, disfrute y revolución. Logra textos de despreocupada sugerencia, aérea y revolucionaria libertad propios de alguien, como ella, en ese entonces, que no quería perpetuar huellas. Caso especial son América Díaz o la poetisa Eva Marín (radicada hasta su fallecimiento en Varadero) quienes se unieron a las profesoras Ada Carballo, Silvia Hassan y Brunilda Oves. De dicho Taller, emergen voces como Estela Lau, Jacqueline Rodríguez y Elda Marín quienes supieron integrar temas patrios a su propia sensualidad manteniendo en su poesía goces amorosos a pesar la ausencia del internacionalista amado o saboreando desde el surco voluntarios de los dones del más importante de sus hombres. En cuanto a “batallas de género”, durante el periodo finisecular del pasado siglo y su periodo especial se mantuvo la escritura militante cardenense en los textos de Elvira García Mora, la poesía de Alejandrina Cué, María Luisa Rodríguez, María Dolores Arias así como las décimas patrióticas infantiles de Elsa Rodríguez, Nilda Leyva y los cuentos de Elba Ortiz las últimas representantes de las primeras generaciones revolucionarias. Con la batalla de ideas y el inicio del presente siglo muchas autoras clásicas locales se unen a la poesía militante por el regreso del niño Elian González, por el patrimonio e identidad local, siguen cantándole a la bandera, se suman a la patria que construyen desde otras miradas las más jóvenes muchachas entre las que hay obligadamente que señalar a Lizbeth Riera Leal, Maribel Morrel que integra el optimismo humanista de sus narraciones infantiles junto a la sabrosura erótica femenina de sus escasas producciones poéticas. Son guerreras de su sexo y como tal su poesía está centrada en aires feministas, a pesar de cierto pesimismo propio de quienes triunfan y ganan rehenes. Ambas abiertas a cierta cantidad de luz saben controlarla para que esta no actúe en demasía, rememorando la capacidad de triunfar ante cualquier circunstancia, cantan al vencido, a las marcas existentes entre cielo y tierra, al despojo y su víctima febril. Otras aristas militantes enfrentan poetisas de familias venidas de diferentes partes del país, llenas de carencias y oportunidades, con el sabor de su sexo como principal motivo de escribir. De crisálidas y mariposas, de una femenina identidad, abogando por sus verdades, clamando para lograr disfrute y sobrevivencia son los textos escondidos e inéditos de Rosely Rivera, residente de Boca de Camarioca, aprendiz de médica quien hace una poesía desde su ética, traumas, necesidades y deseos del cuerpo femenino. Ya para cerrar esta breve historia de fuego y nieve quedan los comprometidos versos adolescentes de Beatriz Cuellar Gutiérrez y los hogareños pero muy de género de la comunicadora Yennisleydi Torres Ramírez quien desde su abuela y ante situaciones familiares, se pregunta porqués con un optimismo increíble, y juzga aquellas cosas por las que alguien debería responder, ganándose el derecho a mantenerse erguida y digna ante los retos de la vida. Son algunas de nosotras, una primeriza visión de las poetas cardenenses y su relación con la militancia revolucionaria de género, un primer acercarse a una realidad que pocas veces es tenida en cuenta mujeres que, como decía al principio de estas cuartillas, apagaran o encendieran fuegos en sus hogares o desde sus espacios en la ciudad, cardenenses que, a su manera, enfrentaron desigualdades, defendieron identidades, conscientemente o no. A estas escritoras militantes locales se dedicaron estas cuartillas de hoy.


"De amar las glorias pasadas se sacan fuerzas para adquirir las glorias

nuevas".

José Martí



“… la HISTORIA NOS AYUDARÁ A DESCUBRIR LOS CAMINOS DE HOY Y DE MAÑANA, A MARCHAR POR ELLOS CON PASO FIRME Y CORAZON SERENO Y A MANTENER EN ALTO LA ESPERANZA (...)”.

RAMIRO GUERRA