viernes, 29 de julio de 2011

Visita Cárdenas la imagen de la Virgen mambisa


29 julio de 2011. Como parte del recorrido que realiza por toda la Isla, visitó hoy la ciudad de Cárdenas la imagen de la Virgen Mambisa. Cientos de cardenenses recibieron con entusiasmo y visiblemente emocionados la imagen de la Virgen de la Caridad, la cual recorrió varios puntos de la Ciudad, a la que hizo su entrada procedente de Varadero, hasta llegar al parque de Colon, monumento local y sitio de fundación de la Capital de las Primicias, sitio en donde monseñor Manuel Hilario Céspedes, obispo de la diocésis de Matanzas, celebró la santa misa a las puertas de la iglesia parroquial de la Purísima Concepción. Mañana sábado, la imagen recorrerá diversos poblados del municipio de Cárdenas y luego, regresará al la Iglesia Parroquial local, desde donde partirá el domingo para continuar su recorrido por la dicésis matancera.
El Cardenense obequia a sus lectores, con motivo de este acontecimiento,fragmentos de los anexos del libro "Yo soy la Virgen de la Caridad" de Ernesto Alvarez Blanco, el cual publicó recientemente RBA libros con la colaboración de la empresa barcelonesa Praedium Desarrollos Urbanos SL y la fundación Theo Habana Collections.


Cartas del Capitán Juan Moreno, uno de los protagonistas del hallazgo de la Virgen de la Caridad, a Don Antonio Ortiz de Matienzo, Caballero de la orden de Santiago, Teniente Gobernador General de la ciudad de La Habana y Juez de Comisión, en la que defiende sus derechos y comunica la decisión de los esclavos reales refugiados en los montes de regresar al poblado de Santiago del Prado, luego de ser cumplidas las promesas de las autoridades administrativas y eclesiásticas de que no serán vendidos ni enviados a La Habana para trabajar en las obras de fortificación de esa Ciudad.
(Archivo General de Indias, Audiencia de Santo Domingo 1631, fol. 451/424-452v/425v).


Minas de Santiago del Prado, trece de julio de mil seiscientos setenta y siete.
El Capitán Juan Moreno, negro criollo y natural de las minas de Santiago del Prado del Cobre de esta ciudad de [Santiago de] Cuba, por mí y en nombre de los demás negros criollos naturales de estas minas, esclavos que somos de Su Majestad, que Dios guarde, y particularmente los que fuéremos nombrados en la división y alcance… parecemos [ante V.M.] en la mejor vía y forma que haya lugar en derecho y decimos:
Que por cuanto todos los más negros y mulatos criollos de estas minas somos casados y tenemos nuestras familias que siempre hemos sustentado quieta y pacíficamente, estando ocupados cuando se ha ofrecido en el trabajo de las minas, [las] fábricas de la Santa Iglesia, y demás en que se nos ha ocupado en ocasiones de rebate y como leales vasallos de Su Majestad hemos acudido con toda prontitud a nuestra costa y mención, guardando y obedeciendo todas las órdenes de los superiores y demás justicias de la Ciudad de [Santiago de] Cuba en que nos han ocupado así en esto como en rancherías y palenques de negros esclavos fugitivos de los vecinos de toda esta Isla [a quienes] hemos apresado. [Hemos estado] deseando siempre mayores ocasiones del Real Servicio [y] que nos ocuparan para conseguir acciones [militares] grandes. Que aunque no se nos premiaran sólo quedaremos contentos de haberlas conseguido. Y siendo como es esto tanta verdad, y se hallara entre nosotros estar con grande prevención para la ocasión y defensa de la plaza de [Santiago de] Cuba u otro cualquier lugar, que aunque es verdad que todos sus vecinos lo están también y que conseguirán cualquier acción, en todo, cuanto se ha ofrecido ocasión de alguna novedad, los Señores Gobernadores nos han ocupado haciendo memoria de nosotros, aunque [seamos] negros humildes esclavos de nuestro Rey y Señor, por haber reconocido quizá nuestro buen deseo. Y ha venido a nuestra noticia que los que llegaremos a quedar en el alcance que dicen hará nuestro Rey y Señor a nuestro amo Don Francisco en muchos esclavos [que] se han de sacar por V. M. para llevarnos a la ciudad de la Habana. Y porque parece [que] el amor de nuestra patria y nuestros trabajos nos mueven a suplicar a V.M. que si es posible se nos conceda de merced que quedemos en nuestro pueblo pagando tributo, conforme el estilo que se dispusiere, mientras buscamos [los medios] para [comprar] nuestra libertad, o lo que más bien se dispusiere por derecho en que de equidad y piedad por Vuestra Merced debemos ser amparados en nombre de nuestro Rey y Señor [y] habiendo lugar para ello. Por tanto= A V.M. pedimos y suplicamos nos haya por presentados mandando concedernos licencia, que será justicia y merced que pedimos y lo más [necesario? (ilegible].
Juan Moreno.
Proveyolo el señor Lizd. D. Anto. (SIC) Ortiz de Matiensso Cauallero (SIC) bde (SIC)la orden de Santiago Thente.(SIC) Gbnor. (SIC) general de la ciudad de la Hauana (SIC) y Juez de Comision (SIC). Por su Mgd. (SIC) Que lo rubricó. Minas de Santiago del Prado, 13 de junio de 1677 años. Leonardo de Heredia.
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Carta. Hoy lunes diez y seis del corriente recibimos una de Vmd. (sic) Por mando de Don Joseph Ibáñez y se leyó delante de la mayor parte de la gente que del presente ay en este lugar y respondiendo al cargo q. (sic) Vmd. (sic) Me sirve hacernos a todos. Por la suya Diciendo havemos (sic) desmantelado con mujeres e hijos estas minas hallamos ser ninguno que es en ella asistimos aun que algunos hay en sus estancias con sus familias y estos y nosotros cuando se ofrece la ocasión nunca faltamos con el celo ardiente a lo que numerosos Superiores nos han mandado y en esta ocasión q. (sic) venia el enemigo a esa Ciudad no fue necesario notorio es estuvieron las naos en Guaicabon y que aquel Puesto se guarneció con 73 esclavos de Smgd (SIC), vecinos de este lugar y en Cuanto a la enmienda del error q. (sic) Vmd. (sic) Por la suya y no dice y que no havemos (sic) obrado como hombres de razón nunca baemos (sic) negado la obediencia. Pues aunque no fuéramos más que vasallos qn. (_sic) Había de negar a SS (sic) Rey y Señor y en materia de ejecución q. (sic) Vmd. (sic) el día que estuvo aquí hizo en la separación con los esclavos no hay mas novedad que decir todos a veinte as. que nos sustentamos sin alivio de administrador qe. (SIC)En este tiempo avemos (SIC) asistido a las fabricas del morro quando (SIC) nos lo an (SIC) mandado y apartarnos los hijos de los padres hermanos y lo demás se deja considerar en auciencia (SIC) tan larga qual (SIC) sería el sentimiento el premio de Magd. (SIC) que Dios guarde esperamos en este punto por humildes Escluos (SIC) suyos en quantto (SIC) a el buen consejo fauores (SIC) de Vmd. (SIC) Quedamos todos en el rreconocimiento (SIC) y de ttodo (SIC) avisaremos a ntros (SIC) hermanos, compañeros y amigos pues en nombre de S. M. que Dios guarde por la suya a Vmd. lo manda y es sierto (SIC) que si alguno hubiera tenido alguna inquietud tendrá entendido viniera seguro en quanto (SIC) a el ber (SIC) a Vmd. en estando atodos (SIC) juntos lo propondremos q en todo juzgo se hará lo que Vmd. Como deseamos. Santo Dios mediante Cuya vida Guarde a Vmd. Como deseamos. Santiago del Prado, 17 de noviembre de 1677. Esclavos de S. M. que Dios gurde (SIC) y de Vmd. muy aecttos (SIC). El Capitán Juan Moreno en nombre de los demás compañeros. Sor. Don Anto. (SIC) Ortiz de Matiensso.


NOVENA A LA VIRGEN DE LA CARIDAD
Acto de Contrición:
Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión: por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a Santa María, siempre Virgen, a los Ángeles, a los Santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
Oración para todos los días:
Acordaos, oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que haya acudido a Vos, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. Animado con esta confianza, a Vos también acudo, oh Virgen, Madre de la vírgenes, y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante Vuestra Santísima presencia soberana. No desechéis oh purísima Madre de Dios mis humildes súplicas, antes bien, escuchadlas favorablemente. Así sea.
Día Primero (30 de agosto):
¡Dios te salve! ¡Cuánto se alegra mi alma, amantísima Virgen, con los dulces recuerdos que en mí despierta esta salutación! Llenase de júbilo mi corazón al pronunciar el Ave María, para acompañar el gozo que llenó tu espíritu al escucharla de boca del Ángel, congratulándose así de la elección que de ti hizo el Omnipotente para darnos al Señor.
Pídase el favor que se desea conseguir.
Oración Final para recitar todos los días: Oh, Señora mía, Oh Madre mía, yo me entrego del todo a ti; Y en prueba de mi filial afecto, te consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra, todo mi ser. Ya que soy tuyo, Oh Madre de piedad, guárdame y defiéndeme como cosa y posesión tuya. Amén.
Día segundo: (31 de agosto)
¡María, nombre santo! Dígnate, amabilísima Madre, sellar con tu nombre el memorial de nuestras súplicas, dándonos el consuelo de que tu Hijo, Jesús, las atienda benignamente para alcanzar pleno convencimiento en la práctica de nuestros deberes religiosos, sólida confirmación en las virtudes cristianas y continuas ansias de nuestra eterna salvación.
Día tercero: (1 de septiembre)
Llena de Gracia, ¡Oh dulce Madre! Dios te salve, María, sagrario riquísimo en que descansó corporalmente la plenitud de la Divinidad: a tus pies nos presentamos hoy para que la gracia de Dios se difunda abundantemente en nuestras pobres almas, las purifique, las engrandezca y cada día aumente más en ellos el verdadero amor a Dios y a nuestros hermanos.
Día cuarto: (2 de septiembre)
El Señor es contigo: ¡Oh Santísima Virgen! Aquel inmenso Señor, que por su esencia está en todas las cosas, está en ti y contigo de un modo muy superior. Madre mía, venga por ti a nosotros. Pero ¿cómo ha de venir a un corazón lleno de tanta suciedad. Aquel Señor que para hacerte habitación suya quiso, con tal prodigio, que no perdieses, siendo madre, tu virginidad? ¡Oh muera en nosotros toda impureza!
Día quinto: (3 de septiembre)
Bendita tú eres entre todas las mujeres. Tú eres, oh Santísima Virgen María, la gloria de Jerusalén, tú eres la alegría de Israel, tú eres el honor de nuestro pueblo. Si por una mujer, Eva, tantas lágrimas se derramó en el mundo, por ti nos llegó la redención. Por esto, tú serás siempre bendita. Alcánzanos una fe viva y operante para considerar e imitar las grandes obras que en ti y por ti obró Dios.
Día sexto: (4 de septiembre)
Bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Deploramos grandemente, purísima Virgen y amantísima Madre, que hayamos cometido tantos pecados, sabiendo que ellos hicieron morir en tu cruz a tu Hijo. Sea el fruto de nuestra oración, que no cesamos de llorarlos hasta poder bendecir eternamente a Jesús, fruto bendito de tu vientre virginal.
Día séptimo: (5 de septiembre)
Santa María, Madre de Dios. Tu mayor título de grandeza, tu mayor dignidad, oh María es haber sido elegida para Madre de Jesucristo, Hijo de Dios. De esta elección divina proceden todas tus gracias y prerrogativas. No olvides nunca que también fuiste designada por tu Divino Hijo, al pie de la cruz, como Madre espiritual nuestra. Que nunca nos falten fuerzas para mostrarnos como dignos hijos tuyos.
Día octavo: (6 de septiembre)
Ruega por nosotros, pecadores. En ti Virgen María, como en alcázar nos refugiamos. Aunque el vértigo de la vida y los enemigos del alma nos hayan despojado o puedan despojarnos de las preciosas vestiduras de la gracia, alejándonos de ti y de tu amado Hijo, nunca nos cierres las puertas de Sagrado Corazón.
Día noveno: (7 de septiembre)
Ahora y en la hora de nuestra muerte. Siempre estamos expuestos a perder la gracia de Dios y condenarnos. Haced, Santísima Virgen María, que por vuestra intercesión nunca perdamos el favor de Dios; que en esta difícil lucha por la vida encontremos en ti la protección maternal que tanto necesitamos y una Abogada en la hora de nuestra muerte.

Oración a la Virgen de la Caridad
Santa María de la Caridad
que viniste como mensajera de paz,
flotando sobre el mar.

Tú eres la Madre de todos los cubanos.
A ti acudimos, Santa Madre de Dios,
para honrarte con nuestro amor de hijos.

En tu corazón de Madre ponemos
nuestras ansias y esperanzas,
nuestros afanes y nuestras súplicas;

Por la Patria desgarrada,
para que entre todos construyamos
la paz y la concordia.

Por las familias,
para que vivan la fidelidad y el amor.
Por los niños, para que crezcan sanos
corporalmente y espiritualmente.

Por los jóvenes para que afirmen su fe y
su responsabilidad en la vida y
en lo que da el sentido a la vida.

Por los enfermos y marginados,
por los que sufren en soledad,
por los que están lejos de la Patria,
y por todos los que sufren en su corazón.

Por la Iglesia Cubana
y su misión evangelizadora,
por los sacerdotes y diáconos,
religiosos y laicos.

Por la victoria de la justicia
y del amor en nuestro pueblo.

¡Madre de la Caridad,
bajo tu amparo nos acogemos!

¡Bendita tú entre todas las mujeres
y bendito Jesús, el fruto de tu vientre!
A Él la gloria y el poder,
por los siglos de los siglos.
AMEN.
(Con licencia eclesiástica)
Oraciones finales:
Padre Nuestro, 3 Avemarías y Gloria al Padre

HIMNO A LA CARIDAD DEL COBRE
Autor: Presbítero Juan J. Roberes.

Salve, salve, delicia del cielo
Virgen pura, suprema beldad
Salve, excelsa patrona de Cuba
Madre hermosa de la caridad
Si de Cuba, en las bellas comarcas
Exigiste Señora un altar
Para hacerla mansión de prodigios
Y a tus hijos de dicha colmar
No abandones, ¡Oh Madre a tu pueblo!
Salva a Cuba de llanto y afán
Y tu nombre será nuestro escudo
Y nuestro amparo tus gracias serán

Carta de Solicitud de los Veteranos de la Guerra de Independencia a S. S. Benedicto XV
(24 de Septiembre de 1915)

SANTÍSIMO PADRE:
Los que suscriben, hijos de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana a S. S. humildemente exponen:
Que son miembros unos y simpatizadores otros, del Ejército Libertador Cubano, título que constituye el timbre de nuestra mayor gloria, por sintetizarse en él, el supremo bien de la Libertad e Independencia de nuestra Patria; que junto a ese título, ostentamos otro, que es el de pertenecer a la Iglesia Católica Apostólica Romana, en cuyo seno nacimos, al amparo de sus preceptos vivimos y de acuerdo con ellos queremos dejar de existir; y esos dos títulos hacen que hoy, reunidos en la Villa del Cobre, en donde se encuentra el Santuario de la SANTÍSIMA VIRGEN de la CARIDAD, y postrados reverentemente ante su altar, acordemos acudir a S. S. para que realice la más hermosa de nuestras esperanzas y la más justa de las aspiraciones del alma cubana, declarando Patrona de nuestra joven República a la Santísima Virgen de la Caridad del Cobre, y de precepto para Cuba, el día que lleva su Santísimo nombre, ocho de Septiembre.
No pudieron ni los azares de la guerra, ni los trabajos para librar nuestra subsistencia, apagar la fe y el amor que nuestro pueblo católico profesa a esa Virgen venerada; y antes al contrario, en el fragor de los combates y en las mayores vicisitudes de la vida, cuando más cercana estaba la muerte o más próxima la desesperación, surgió siempre como luz disipadora de todo peligro, o como rocío consolador para nuestras almas, la visión de esa Virgen cubana por excelencia, cubana por el origen de su secular devoción y cubana porque así la amaron nuestras madres inolvidables, así la bendicen nuestras amantes esposas y así la han proclamado nuestros soldados, orando todos ante ella para la consecución de la victoria, y para la paz de nuestros muertos inolvidados; y acusaría una vergonzosa ingratitud por nuestra parte, el que a los beneficios que esa Virgen excelsa nos prodiga, permaneciéramos inactivos o mudos, y no levantáramos nuestra voz ante el sucesor de San Pedro, para que haciéndose intérprete de los sentimientos del pueblo católico de Cuba y de los de su Ejército Libertador que profesan la religión de nuestros antepasados, y usando de las facultades de que se encuentra investido, declare, previo los trámites correspondientes, como Patrona de la República de Cuba a la Virgen de la Caridad del Cobre y de fiesta eclesiástica en ella, el día que lleva su santo nombre.
Por tanto,
A Su Santidad suplicamos humildemente, se sirva acceder benigno a nuestra solicitud.
Villa del Cobre a veinticuatro de Septiembre de mil novecientos quince.
(Siguen las firmas que suscriben el documento)


Carta enviada en 1936 por la Secretaría de Estado de Su Santidad al Excmo. (Sic) Sr. Fray Valentín Zubizarreta, Arzobispo de Santiago de Cuba.

Excmo. (Sic) Y Rmo. (Sic) Señor:
En reciente carta hiciste saber al Santo Padre que en el próximo mes de Diciembre, se celebraría en esa ciudad un Congreso Eucarístico, con el cuál coincidirían las solemnes fiestas de la coronación de la Beatísima Virgen María, escudo y ornamento de la república Cubana.
La religión y piedad que caracterizan a ti y a tu grey, son feliz augurio de que dichas fiestas se distinguieran tanto por su magnificencia como por los frutos que de las mismas se han de derivar.
Prudente y acertada idea ha sido la de aprovechar las indicadas festividades para establecer sólidamente la Acción Católica en tu jurisdicción, propósito que de antiguo acariciabas y para realizarlo no era posible escoger mejor ocasión. Por ventura ¿no es la Acción Católica fruto de piedad, testimonio de bondad, obra de caridad? Y ciertamente es así; porque derivándose del misterio del cuerpo místico de Cristo, todo cuanto siente y proyecta, todo cuanto desea y practica, lo deriva también de esta fuente de amor como de limpio y abundantísimo manantial. La totalidad del pueblo cristiano es regia y sacerdotal; y aunque hay diferencia entre los que han recibido orden sagrado y el resto de los fieles, todos los miembros de este cuerpo cuya cabeza es Cristo, deben unirse en diversas actividades aunque con igual empeño, para que, cimentados en una virtud sólida, transmitan a los demás el jugo de la sana doctrina y les preparen los caminos de la gracia. Y así regenerados por el agua bautismal, tendrán éxito y triunfarán, si constantes en la obediencia y trabajando con empeño, trasmiten a sus prójimos lo que, por la misericordia divina, ellos recibieron; y celosos de la salvación de los demás, merecerán su propia salvación.
Y esta vida de gracia tan robusta y exuberante, cuya difusión debemos recuperar, la estableció Cristo mediante el agua de regeneración, y la sustenta El mismo en el Misterio de la Eucaristía, donde está la mesa del Señor, el alimento de vida, el manantial de dulzura, la fuente de bondad y el sacramento de amor.
Quien desprecia este alimento no siente deseo de trabajar con empeño por la Gloria de Dios y la salvación de las almas, sino, que, languideciendo en vergonzosa inacción, se apega a las cosas terrenas que, al fin, las perderá y le perderán.
Por tanto, acertadamente has determinado trabajar con empeño a fin de que cuantos se alisten en las filas de Acción Católica, den culto, visiten y reciban la Sagrada Eucaristía. Así serán humildes en su obediencia, si con piedad y respeto contemplan la majestad del Redentor oculta bajo el velo del Sacramento, e imitarán al Hijo de Dios que se anonadó tomando la forma de siervo, haciéndose obediente al Padre hasta morir en la Cruz; y dándose en la Sagrada Comunión. Perseverarán contentos en su trabajo, si alimentados con este celestial manjar adquieren solo vigor que los haga temibles a las fuerzas enemigas: las contrariedades de la vida no harán decaer el ánimo de quienes acuden a Dios y se alimentan de Dios.
Y el hecho de brotar la bella y aromática flor de la Acción de Católica precisamente cuando la Virgen Madre del Amor hermoso va a ser honrada con esplendoroso culto, nos hace augurar su rápido incremento.
La Reina de los Apóstoles que con su presencia, consejos y fervorosas oraciones dio protección a la ardua tarea de anunciar el Evangelio en su principio, e infundió entusiasmo y fortaleza a los primeros predicadores, también, implorada su protección con abundantes súplicas y oraciones, infundirá ardiente caridad a cuantos bajo las gloriosas banderas de Cristo Rey se hagan acreedores a recompensa, y como ejército auxiliar ayudará a la Jerarquía eclesiástica, para que se extienda, robustezca y consolide el reino de Dios.
El Augusto Pontífice, deseando vivamente que todo resulte felizmente, movido de especial benevolencia hacia ti y hacia el clero y pueblo que está bajo tu dirección, os envía la Bendición Apostólica que os granjeará luz y auxilio para llevar al cabo lo que con empeño y provecho habéis comenzado.
Me profeso de tu Excelencia Rma. Afectísimo;

E. (sic )Card. (Sic) Pacellin

Autorización dada en 1936 por el Venerable Capítulo Vaticano para realizar la Coronación Litúrgica de la Santísima Virgen de la Caridad del Cobre.

La coronación solemne de las imágenes de la Ssma. (Sic) Virgen y el Niño Jesús está reservada al Venerable Capítulo del Vaticano y era necesario obtener facultad especial del mismo para hacer la coronación que se deseaba.
Con el fin de hacer una petición colectiva, como convenía en un asunto de esta índole, el Señor Arzobispo reunió en su Arzobispado en el mes de Mayo a los señores Curas Párrocos y Superiores de las Órdenes Religiosas de la ciudad, como también a otros Sacerdotes seculares y regulares de gran respeto, y les comunicó el acuerdo que los señores Obispos de la República habían tomado de hacer la Coronación Nacional de la Ssma. (Sic) Virgen de la Caridad del Cobre, Patrona principal de Cuba, trayendo para ello la Imagen del Santuario del Cobre a la Alameda de Santiago de Cuba. Les leyó la solicitud que tenía escrita para el Venerable Capítulo del Vaticano, pidiendo la debida autorización para coronar la Virgen, y un documento que habían de firmar los presentes y en que se declaraba que la Imagen que se trataba de coronar tenía las condiciones necesarias de antigüedad, veneración y fama de milagros para el efecto.
Todos aprobaron el proyecto por unanimidad, firmaron el documento a que se hace referencia. Inmediatamente se enviaron la solicitud del Sr. Arzobispo y el documento de los señores Sacerdotes al Capítulo Vaticano y la respuesta no se hizo esperar. Fue como sigue:

EUGENIO, del título de los Santos Juan y Pablo, de la Santa Iglesia Romana Presbítero Cardenal PACELLI, Arcipreste de la Basílica Patriarcal del príncipe de los Apóstoles, Prefecto de la Sagrada Congregación de la Rev. (Sic) Fábrica (de S. (sic) Pedro) el Cabildo y Canónigos de la misma.
Al Ilmo. (sic) y Rmo. (Sic) Sr. Fray Valentín Zubizarreta, Arzobispo de Santiago de Cuba, salud en el Señor.
A nuestro Cabildo, al que pertenece el privilegio y honor de coronar las sagradas imágenes de la Bienaventurada Virgen María célebres por la antigüedad del culto que se les tributa o por la fama de sus milagros, acudió recientemente tu Excelencia manifestando que dentro de los límites de Tu Arzobispado y lugar que llaman “El COBRE” se venera, desde hace tres siglos, una antiquísima y devota imagen de madera que representa a la Madre de Dios, bajo el título de Nuestra Señora de la Caridad a la que anualmente se dirigen en peregrinación ya particular, ya colectiva, los fieles de toda la región, quienes se enriquecen con abundantes gracias espirituales.
Por lo cual, movido de un afecto de amor singularísimo hacia la Madre de Dios, has pedido con mucha instancia que tan Augusta imagen sea coronada, con Nuestra autorización y con rito solemne, con corona de oro; lo que constituye deseo vehemente tanto de los Obispos como de los fieles de esa Provincia eclesiástica, de numerosos Párrocos y Superiores de Ordenes e Institutos Religiosos y de todas las clases sociales de Santiago de Cuba.
Nosotros, pues, que siempre estamos prontos, cuando de honrar a la Santísima Virgen se trata, y que siempre procuramos que Ella sea más y más obsequiada por la devoción de todos los pueblos, gustosamente hemos accedido a las indicadas súplicas. Reunidos, por lo tanto, el 18 de Junio del presente año en nuestra Aula Capitular y costándonos por los documentos presentados que en dicha Ssma. (Sic) Imagen concurren todos los requisitos que para la solemne coronación se necesitan, por unanimidad hemos decretado y mandado que la Santa Imagen de la Beatísima Virgen de la Caridad del Cobre, venerada como ya se ha dicho, sea coronada solemnemente con corona de oro.
Y conferimos el cargo de llevar al cabo esta solemne coronación al Excmo. (Sic) Y Rmo. (Sic) Señor Jorge Caruana, Nuncio Apostólico en Cuba, al que facultamos para que pueda sub- delegar, si así le pareciere, en otro Arzobispo u Obispo de esa República.
En Roma a 2 de Julio año del Señor de 1936, XV del Pontificado de nuestro Señor Pío Papa XI.
Juan Bressan, Canónigo Actuario
Juan Ferraro, Canciller
En otra comunicación decía el mismo Canónigo Actuario:
“En el decreto de Coronación de la Virgen va Comprendida, aunque no se exprese, la facultad de coronar también al Niño Jesús”.
Juan Bressan, Canónigo Actuario

Homilía pronunciada por SS Juan Pablo II en la Celebración Eucarística en la Arquidiócesis de Santiago de Cuba 24 de Enero de 1998
1. "Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor" (Sal 32, 12). Hemos cantado con el salmista que la dicha acompaña al pueblo que tiene a Dios como su Señor. Hace más de quinientos años, cuando llegó la cruz de Cristo a esta Isla, y con ella su mensaje salvífico, comenzó un proceso que, alimentado por la fe cristiana, ha ido forjando los rasgos característicos de esta Nación. En la serie de sus hombres ilustres están: aquel soldado que fue el primer catequista y misionero de Macaca; también el primer maestro cubano que fue el P. Miguel de Velásquez; el sacerdote Esteban Salas, padre de la música cubana; el insigne bayamés Carlos Manuel de Céspedes, Padre de la Patria, el cual, postrado a los pies de la Virgen de la Caridad, inició su lucha por la libertad y la independencia de Cuba; Antonio de la Caridad Maceo y Grajales, cuya estatua preside la plaza que hoy acoge nuestra celebración, al cual su madre pidió delante del crucifijo que se entregara hasta el extremo por la libertad de Cuba. Además de éstos, hay muchos hombres y mujeres ilustres que, movidos por su inquebrantable fe en Dios, eligieron la vía de la libertad y la justicia como bases de la dignidad de su pueblo.
2. Me complace encontrarme hoy en esta Arquidiócesis tan insigne, que ha contado entre sus Pastores a San Antonio María Claret. Ante todo, dirijo mi cordial saludo a Mons. Pedro Meurice Estíu, Arzobispo de Santiago de Cuba y Primado de esta Nación, así como a los demás Obispos, sacerdotes y diáconos, comprometidos en la extensión del Reino de Dios en esta tierra. Saludo asimismo a los religiosos y religiosas y a todo el pueblo fiel aquí presente. Deseo dirigir también un deferente saludo a las autoridades civiles que han querido participar en esta Santa Misa y les agradezco la cooperación prestada para su organización.
3. En esta celebración vamos a coronar la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre. Desde su santuario, no lejos de aquí, la Reina y Madre de todos los cubanos -sin distinción de razas, opciones políticas o ideologías-, guía y sostiene, como en el pasado, los pasos de sus hijos hacia la Patria celeste y los alienta a vivir de tal modo que en la sociedad reinen siempre los auténticos valores morales, que constituyen el rico patrimonio espiritual heredado de los mayores. A Ella, como hizo su prima Isabel, nos dirigimos agradecidos para decirle: "Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá" (Lc 1, 45). En estas palabras está el secreto de la verdadera felicidad de las personas y de los pueblos: creer y proclamar que el Señor ha hecho maravillas para nosotros y que su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Este convencimiento es la fuerza que anima a los hombres y mujeres que, aun a costa de sacrificios, se entregan desinteresadamente al servicio de los demás.
El ejemplo de disponibilidad de María nos señala el camino a recorrer. Con Ella la Iglesia lleva a cabo su vocación y su misión, anunciando a Jesucristo y exhortando a hacer lo que Él nos dice; construyendo también la fraternidad universal en la que cada hombre pueda llamar Padre a Dios.
4. Como la Virgen María, la Iglesia es Madre y Maestra en el seguimiento de Cristo, luz para los pueblos, y dispensadora de la misericordia divina. Como comunidad de todos los bautizados, es asimismo recinto de perdón, de paz y reconciliación, que abre sus brazos a todos los hombres para anunciarle al Dios verdadero. Con el servicio a la fe de los hombres y mujeres de este amado pueblo, la Iglesia los ayuda a progresar por el camino del bien. Las obras de evangelización que van teniendo lugar en diversos ambientes, como por ejemplo las misiones en barrios y pueblos sin iglesias, deben ser cuidadas y fomentadas para que puedan desarrollarse y servir no sólo a los católicos, sino a todo el pueblo cubano para que conozca a Jesucristo y lo ame. La historia enseña que sin fe desaparece la virtud, los valores morales se oscurecen, no resplandece la verdad, la vida pierde su sentido trascendente y aun el servicio a la nación puede dejar de ser alentado por las motivaciones más profundas. A este respecto, Antonio Maceo, el gran patriota oriental, decía: "Quien no ama a Dios, no ama a la Patria".
La Iglesia llama a todos a encarnar la fe en la propia vida, como el mejor camino para el desarrollo integral del ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, y para alcanzar la verdadera libertad, que incluye el reconocimiento de los derechos humanos y la justicia social. A este respecto, los laicos católicos, salvaguardando su propia identidad para poder ser "sal y fermento" en medio de la sociedad de la que forman parte, tienen el deber y el derecho de participar en el debate público en igualdad de oportunidades y en actitud de diálogo y reconciliación. Asimismo, el bien de una nación debe ser fomentado y procurado por los propios ciudadanos a través de medios pacíficos y graduales. De este modo cada persona, gozando de libertad de expresión, capacidad de iniciativa y de propuesta en el seno de la sociedad civil y de la adecuada libertad de asociación, podrá colaborar eficazmente en la búsqueda del bien común.
La Iglesia, inmersa en la sociedad, no busca ninguna forma de poder político para desarrollar su misión, sino que quiere ser germen fecundo de bien común al hacerse presente en las estructuras sociales. Mira en primer lugar a la persona humana y a la comunidad en la que vive, sabiendo que su primer camino es el hombre concreto en medio de sus necesidades y aspiraciones. Todo lo que la Iglesia reclama para sí lo pone al servicio del hombre y de la sociedad. En efecto, Cristo le encargó llevar su mensaje a todos los pueblos, para lo cual necesita un espacio de libertad y los medios suficientes.
Defendiendo su propia libertad, la Iglesia defiende la de cada persona, la de las familias, la de las diversas organizaciones sociales, realidades vivas, que tienen derecho a un ámbito propio de autonomía y soberanía (cf. Centesimus annus, 45). En este sentido, "el cristiano y las comunidades cristianas viven profundamente insertados en la vida de sus pueblos respectivos y son signo del Evangelio incluso por la fidelidad a su patria, a su pueblo, a la cultura nacional, pero siempre con la libertad que Cristo ha traído... La Iglesia está llamada a dar su testimonio de Cristo, asumiendo posiciones valientes y proféticas ante la corrupción del poder político o económico; no buscando la gloria o los bienes materiales; usando sus bienes para el servicio de los más pobres e imitando la sencillez de la vida de Cristo" (Redemptoris missio, 43).
5. Al recordar estos aspectos de la misión de la Iglesia, demos gracias a Dios, que nos ha llamado a formar parte de la misma. En ella, la Virgen María ocupa un lugar singular. Expresión de esto es la coronación de la venerada imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre. La historia cubana está jalonada de maravillosas muestras de amor a su Patrona, a cuyos pies las figuras de los humildes nativos, dos indios y un moreno, simbolizan la rica pluralidad de este pueblo. El Cobre, donde está su Santuario, fue el primer lugar de Cuba donde se conquistó la libertad para los esclavos.
Amados fieles, no olviden nunca los grandes acontecimientos relacionados con su Reina y Madre. Con el dosel del altar familiar, Céspedes confeccionó la bandera cubana y fue a postrarse a los pies de la Virgen antes de iniciar la lucha por la libertad. Los valientes soldados cubanos, los mambises, llevaban sobre su pecho la medalla y la "medida" de su bendita imagen. El primer acto de Cuba libre tuvo lugar cuando en 1898 las tropas del General Calixto García se postraron a los pies de la Virgen de la Caridad en una solemne misa para la "Declaración mambisa de la Independencia del pueblo cubano".
Las diversas peregrinaciones que la imagen ha hecho por los pueblos de la Isla, acogiendo los anhelos y esperanzas, los gozos y las penas de todos sus hijos, han sido siempre grandes manifestaciones de fe y de amor.
Desde aquí quiero enviar también mi saludo a los hijos de Cuba que en cualquier parte del mundo veneran a la Virgen de la Caridad; junto con todos sus hermanos que viven en esta hermosa tierra, los pongo bajo su maternal protección, pidiéndole a Ella, Madre amorosa de todos, que reúna a sus hijos por medio de la reconciliación y la fraternidad.
6. Hoy, siguiendo con esa gloriosa tradición de amor a la Madre común, antes de proceder a su coronación quiero dirigirme a Ella e invocarla con todos Ustedes:
¡Virgen de la Caridad del Cobre,
Patrona de Cuba!
¡Dios te salve, María, llena de gracia!
Tú eres la Hija amada del Padre,
la Madre de Cristo, nuestro Dios,
el Templo vivo del Espíritu Santo.

Llevas en tu nombre, Virgen de la Caridad,
la memoria del Dios que es Amor,
el recuerdo del mandamiento nuevo de Jesús,
la evocación del Espíritu Santo:
amor derramado en nuestros corazones,
fuego de caridad enviado en Pentecostés sobre la Iglesia,
don de la plena libertad de los hijos de Dios.

¡Bendita tú entre las mujeres
y bendito el fruto de tu vientre, Jesús!
Has venido a visitar nuestro pueblo
y has querido quedarte con nosotros
como Madre y Señora de Cuba,
a lo largo de su peregrinar
por los caminos de la historia.

Tu nombre y tu imagen están esculpidos
en la mente y en el corazón de todos los cubanos,
dentro y fuera de la Patria,
como signo de esperanza y centro de comunión fraterna.
¡Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra!

Ruega por nosotros ante tu Hijo Jesucristo,
intercede por nosotros con tu corazón maternal,
inundado de la caridad del Espíritu.
Acrecienta nuestra fe, aviva la esperanza,
aumenta y fortalece en nosotros el amor.
Ampara nuestras familias,
protege a los jóvenes y a los niños,
consuela a los que sufren.
Sé Madre de los fieles y de los pastores de la Iglesia,
modelo y estrella de la nueva evangelización.

¡Madre de la reconciliación!
Reúne a tu pueblo disperso por el mundo.
Haz de la nación cubana un hogar de hermanos y hermanas
para que este pueblo abra de par en par
su mente, su corazón y su vida a Cristo,
único Salvador y Redentor,
que vive y reina con el Padre y el Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos.
Amén.

Mensaje de los Obispos de Cuba a nuestros hermanos cubanos
En ocasión de los 400 años del hallazgo y presencia de la imagen de la Virgen de la Caridad entre nosotros.

1. Llenos de alegría nos dirigimos a ustedes para invitarlos a celebrar el Cuarto Centenario del hallazgo de la bendita imagen de la Virgen de la Caridad en el año 1612. Hemos querido hacerlo a todos los cubanos, porque la Virgen de la Caridad es nuestra, seamos creyentes o no creyentes, católicos o protestantes, o tengamos una devoción popular que pueda ser más o menos sincrética. También nos dirigimos a nuestros hermanos cubanos que viven fuera de Cuba, porque la Virgen de la Caridad es símbolo de la Patria, es vínculo de unidad de nuestras familias, de nuestro pueblo y, ante todo, porque es la Madre de Jesucristo, el Hijo de Dios, Salvador de todos los hombres.
2. El acontecimiento que celebramos, como son las cosas de Dios, pasó inadvertido para los cronistas de la época, pero con el transcurrir de los años se convirtió en un hecho de mayor trascendencia para la fe de nuestro pueblo. Esta imagen, hallada y acogida con amor, es el símbolo religioso que expresa y manifiesta de manera privilegiada la religiosidad del pueblo cubano. Por esto, podemos decir que, desde su altar del Cobre, la Virgen de la Caridad ha estado presente en el corazón de la mayoría de los cubanos y nos ha acompañado a lo largo de nuestra historia. Los creyentes católicos la veneramos como Madre, Reina y Patrona de Cuba y, para gran parte de nuestro pueblo, su pequeña imagen evoca y recuerda a Cuba, y en ella quedan plasmados los mejores anhelos y esperanzas de los cubanos.
3. Relatan documentos antiguos que, un día no precisado, dos indios de la región central de Oriente, Rodrigo y Juan de Hoyos, y un pequeño negro esclavo del Cobre, Juan Moreno, encontraron cuando iban a buscar sal a la Bahía de Nipe, una imagen de la Virgen María flotando sobre las olas del mar. Según cuenta el mismo Juan Moreno ya con 85 años de edad, en declaraciones hechas el 1º de abril de 1687 a las autoridades de la época, la imagen flotaba sobre una tabla en la que se leía “Yo soy la Virgen de la Caridad”. Eran hombres de fe que admirados por el hallazgo, recogieron la imagen y gozosamente la llevaron al Hato de Barajagua, allí le levantaron un bohío de tablas de palma y guano y, con respeto, la pusieron sobre un improvisado y modesto altar adonde acudían a venerarla.
4. Después trasladaron a su ya querida imagen, en larga y devota procesión, hasta el poblado de El Cobre y la expusieron para veneración de los cobreros en la iglesia parroquial. Posteriormente, la llevaron a la capilla del hospital de pobres del poblado. Ya en el año 1648, le habían construido una pequeña ermita y más tarde, en el año 1680, un espacioso templo adonde acudían los pobladores de El Cobre e iban de peregrinación los de Santiago de Cuba, Bayamo y otras comarcas cercanas. El pueblo enseguida experimentó los bienes y gracias que recibía de Dios por medio de la Madre de su Hijo, María de la Caridad. Son muchos los milagros y prodigios que narran los documentos de la época.
5. Desde su Santuario de El Cobre se fue extendiendo la devoción a la Virgen de la Caridad. Conquistó el corazón de muchas personas, pues la sentían cercana y acudían ante ella para manifestarle amor y alcanzar sus favores. El Cobre se convirtió, hasta el día de hoy, en lugar de peregrinación para los devotos de toda la isla. A principios del siglo XVIII, en 1717, se levanta una ermita, hoy parroquia, a su nombre en la Villa de Sancti Spíritus. En Camagüey se construye otra ermita en el año 1734 que se convierte en lugar de coloridas fiestas populares, procesiones y peregrinaciones. En el poblado de Quemados, hoy Marianao, en ese mismo año, se levanta también una capilla bajo la advocación de Nuestra Señora de la Caridad. Lentamente la devoción a María de la Caridad se extiende de un extremo al otro de la isla y se propaga a amplios sectores de la población, sobre todo entre los criollos y principalmente entre los campesinos y los grupos más humildes. De manera que también, en el aspecto religioso, se comienza a vislumbrar la diferenciación entre lo criollo autóctono y lo peninsular. Los cubanos emigrantes por motivos económicos y familiares y los cubanos exiliados a partir de las luchas de independencia y de los conflictos que hemos tenido en la historia más reciente, llevaron consigo la devoción a la Virgen de la Caridad, levantándole altares, iglesias y santuarios. A ellos acuden, al igual que en Cuba, a venerarla como Madre y Patrona del pueblo cubano. Fuera de la Patria su condición de símbolo que evoca a Cuba, permanece siempre. Y, a través de los cubanos en distintos países la devoción a la Virgen de la Caridad se ha extendido por diversos pueblos.
6. Al disponernos a celebrar este aniversario, nuestros primeros sentimientos son de agradecimiento a Dios porque nos ha regalado a María de la Caridad, Madre de Jesucristo, como Madre nuestra y Patrona de Cuba. Dios siempre está presente en la historia y por eso muchos hombres y mujeres en nuestro pueblo experimentamos que la Virgen de la Caridad ha sido un regalo de Dios para los cubanos, porque en ella descubrimos la bondad que viene de Dios, la sentimos cercana al Señor y acudimos a Ella en busca de favores. Bajo su amparo ponemos a nuestros hijos para que los cuide y los preserve de todo mal, pedimos que proteja a nuestros ancianos, fortalezca a los presos y consuele a los enfermos. Nos sentimos acompañados por Ella en los momentos difíciles y en las
alegrías no escatimamos las muestras de gratitud orando ante su altar, llevándole flores y encendiéndole velas, Siguiendo una tradición, varias veces centenaria, peregrinamos al Cobre para pedir ante su altar el bien de los nuestros y la paz deseada para todos los cubanos.
7. Damos gracias a Dios porque la devoción a la Virgen María de la Caridad ha sostenido y conservado la fe del pueblo en todos los momentos de nuestra historia. En ella experimentamos el amor y la acogida de la madre fiel y cercana. Nos recibe mostrándonos, junto a su pecho, a su hijo Jesús, mientras sostiene en su mano derecha la cruz donde Él nos alcanzó la redención. Su imagen es una invitación permanente a acercarnos y a encontrarnos con Jesucristo. Es una invitación a seguirlo. Al contemplarla recordamos la fe de nuestros mayores: la madre que nos enseñó la primera oración y nos aconsejó poner nuestra vida en las manos de la Virgen, la estampa que preside nuestro hogar, el Bautismo que un día recibimos o la iglesia a la que de pequeños nos llevaron para que rezáramos ante su altar. Esta evocación entrañable la expresa de manera magistral y sencilla el poeta Juan Cristóbal Nápoles Fajardo (El Cucalambé), cantor de la naturaleza y del alma cubana, en las décimas dedicadas a la Virgen de la Caridad:
Cuando yo, inocente niño,
en el regazo materno
era objeto del más tierno
y solícito cariño,
cuando una mano de armiño
me acarició en esa edad,
mi madre con la ansiedad
más grata y más fervorosa,
me habló de la milagrosa
Virgen de la Caridad.
8. Los pobladores de El Cobre, la mayoría de ellos “esclavos del rey”, fueron los primeros devotos y custodios de la Virgen de la Caridad y quienes levantaron la ermita y el Santuario, convirtiéndose éste en el lugar más importante del poblado. No es de extrañar que la lectura pública de la Real Cédula donde se otorgaba la libertad a los “esclavos del rey”, fuese leída en la Plaza frente al Santuario por el Padre Alejandro Paz Ascanio, capellán del mismo y muy sensible a las demandas de los cobreros.
9. Según cuenta la tradición, la bandera de Céspedes se confeccionó con la tela azul que adornaba el altar de la Virgen de la Caridad de una casa de La Demajagua. Después de la toma de Bayamo, el Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes, se dirigió al Cobre, y en el Santuario ante el altar de la Virgen de la Caridad se arrodilló y oró en silencio por el buen fin de la lucha que había iniciado por la libertad de Cuba.
10. Abundan los ejemplos de la devoción de los mambises a la Virgen de la Caridad: en sus sombreros usaban la cinta con la medida de la imagen de la Virgen, llevaban consigo sus medallas, muchas imágenes fueron llevadas al campo de batalla. De este modo reforzaron la devoción a la Virgen del Cobre en su expansión hacia occidente. Si antes de la guerra el cariño, aprecio y devoción del pueblo a la Virgen de la Caridad estaba presente, con las guerras de independencia la identificación entre lo genuinamente cubano, la libertad de Cuba y la Virgen de la Caridad se hizo evidente.
11. Al término de la guerra de 1895, al Ejército Libertador al mando del General Calixto García se le impidió, por parte del mando norteamericano, entrar en la ciudad de Santiago de Cuba. Se entiende, entonces, que el General Calixto García enviara al Santuario de El Cobre, el día 8 de septiembre de 1898, al General Agustín Cebreco y a su Estado Mayor para celebrar oficialmente la primera fiesta de la Virgen de la Caridad en Cuba libre. En la Misa se pidió por el futuro de Cuba y por la República que se gestaba. Este acontecimiento histórico, que está recogido en acta solemne firmada por los participantes se puede considerar como el primer acto oficial de Cuba independiente.
12. En los años iníciales de la nueva república y tras los trágicos acontecimientos de la denominada “guerrita de los negros”, un grupo de veteranos de la guerra de independencia consideró necesario realizar un gesto de unión que aglutinara a todos los cubanos en la búsqueda del bien de la Patria, capaz de recuperar el espíritu de confraternidad que reinó durante la contienda, en la que no importaba el origen o el color de la piel. La experiencia vivida en la manigua les hizo descubrir que el símbolo que concretaba ese ideal era la Virgen de la Caridad. Aquí se unieron la fe, la devoción y el amor a Cuba. Así pues, el 24 de septiembre de 1915, un grupo de antiguos oficiales y combatientes mambises y más de 2000 veteranos fueron a caballo desde Santiago de Cuba al Cobre. Allí durante la celebración se redactó, leyó y firmó el solemne documento de petición al Papa Benedicto XV para que declarase a la Virgen de la Caridad del Cobre Patrona de
Cuba. El grupo estuvo encabezado por los mayores generales Jesús Rabí y Agustín Cebreco, y “los firmantes eran negros, blancos y mulatos; militaban en los partidos conservador, liberal y socialista; pasaban por sobre sus diferencias políticas, a fin de limar asperezas testamentales…” En respuesta a esta solicitud, el Papa declaró el 10 de mayo de 1916 a la Virgen de la Caridad del Cobre Patrona de la República de Cuba.
13. Desde entonces, y durante toda la etapa republicana, la presencia de la Virgen de la Caridad se enraíza cada vez más en nuestro pueblo. Debido a los trabajos en las Minas del Cobre el antiguo Santuario se vio irremediablemente afectado y la imagen de la Virgen fue trasladada a la iglesia parroquial de El Cobre. Esta urgencia y la creciente devoción del pueblo cubano hicieron necesaria la construcción de un nuevo Santuario que acogiera un mayor número de fieles. Una buena parte de los gastos fueron cubiertos con las donaciones generosas de cientos de miles de fieles. El 8 de septiembre del año 1927 se inauguró el nuevo Santuario y se trasladó la imagen desde la parroquia de El Cobre en procesión solemne y devota. En 1936 la imagen de la Virgen de la Caridad fue coronada, mediante delegación papal, por el arzobispo de Santiago de Cuba Mons. Valentín Zubizarreta. El 24 de enero de 1998 el Papa Juan Pablo II la coronó personalmente como Reina y Patrona de Cuba, ante una multitud entusiasta reunida en la Plaza Antonio Maceo de Santiago de Cuba.
14. Durante los difíciles años de la década de los cincuenta y los años posteriores hasta nuestros días, los cubanos la seguimos considerando como la madre amorosa que vela por nosotros. Ella sigue siendo faro de esperanza y promesa de un futuro mejor. Sentimos que es nuestra madre y que todos los cubanos somos hermanos. En su presencia las diferencias sociales, culturales, políticas, económicas, ideológicas, raciales, o entre los que viven fuera o dentro de Cuba, desaparecen, todos son acogidos por igual. No hay acontecimiento o proceso social, ya sea alegre o doloroso que, de una manera u otra, no esté presente a través de los exvotos, promesas y recuerdos que los fieles de todo el país le llevan a la Virgen del Cobre. La historia de nuestros aciertos y fracasos, del bien que hemos hecho y del mal que hemos causado o sufrido se puede escribir a través de ellos.
15. Así se comprende que, hace más de 50 años, cuando el novelista norteamericano Ernest Hemingway, recibiera el Premio Nobel de Literatura, quisiera donar la medalla correspondiente al pueblo cubano, y consideró que el lugar más digno para depositar dicha medalla, y el que mejor representaba a todo nuestro pueblo, era precisamente el Santuario del Cobre por ser la casa de la Virgen de la Caridad, corazón del pueblo y símbolo de sus mejores aspiraciones. Hemingway tuvo la seguridad de que, al dejar la medalla en el Santuario del Cobre, su ofrenda sería patrimonio de toda la nación. Su decisión mostró su aprecio por el significado de esta bendita imagen y de su Santuario para el pueblo de Cuba.
16. La Santísima Virgen quiso quedarse entre nosotros bajo el título de “Caridad” que significa amor, y, ante su presencia materna los cubanos tomamos conciencia de la fraternidad que debe reinar entre nosotros, que nos mueve a la comprensión, el perdón, la justicia, la solidaridad, la tolerancia, el amor entre los cubanos, sin hacer distinciones. Así, únicamente, se podrá alcanzar un futuro mejor para nuestras familias y para nuestra Patria. Al Cobre podemos ir solos pero siempre tenemos presentes a nuestros familiares y amigos y, al ponernos de rodillas ante la imagen de la Virgen de la Caridad, es imposible no pensar en Cuba y pedir el bien para todos sus hijos.
17. Al comienzo de estos tres años de preparación invitamos a todo el Pueblo de Dios, sacerdotes, diáconos, religiosas y religiosos, fieles de nuestros pueblos, campos y ciudades, de grandes y pequeñas comunidades, a los mayores que han conservado la fe en los momentos difíciles y nos la han transmitido y a los que la han acogido con alegría en tiempos recientes, a todos los fieles devotos de la Virgen de la Caridad, en Cuba o fuera de Cuba, a vivir con plenitud este tiempo de gracia. A ustedes los exhortamos a ser agradecidos con Dios y a corresponder a su amor. La mejor promesa, la mejor ofrenda que podemos hacerle a la Virgen es imitarla. María es la primera discípula de Jesús, la mujer fuerte, humilde y sencilla, de fe orante y comprometida que buscaba siempre la voluntad de Dios, atenta a las necesidades de los demás. En Ella siempre hallamos los cubanos los valores que tanto necesita nuestro pueblo.
18. También para nuestros hermanos de otras Iglesias o grupos cristianos, con quienes compartimos una misma veneración a la Revelación de Dios en la Santa Biblia, la figura de María es modelo en su respuesta de fe al Señor, porque ella fue la mujer que creyó en “la Palabra de Dios que se hizo carne en su seno y habitó entre nosotros”. Por medio de Cristo, Palabra encarnada, nos ha sido dado el Espíritu Santo que nos hace hijos de Dios y nos permite dirigimos a Él llamándolo Padre. Así, pues, como miembros del pueblo de Dios que peregrina en Cuba, los invitamos a unirse a esta alegría del próximo Año Jubilar y a proclamar, por todos los pueblos, barrios y ciudades, que Jesús, el hijo de María, es nuestro único Salvador.
19. De igual forma, dirigimos nuestro pensamiento afectuoso a quienes siguen sus propias tradiciones religiosas, y que sentimos cercanos a la Iglesia Católica por el bautismo de sus hijos, la oración por los difuntos y la participación en nuestras fiestas. Ellos muestran su devoción a la imagen de Nuestra Señora de la Caridad a quien respetan y veneran, y se acercan con frecuencia a su altar para ofrecerle sus dones (flores, velas, donativos), darle gracias por sus beneficios e implorar su ayuda. Invitamos a estos creyentes a compartir nuestra alegría en estas celebraciones y deseamos que al hacerlo no se queden sólo en los atributos exteriores de su imagen o en las circunstancias de su hallazgo sobre las aguas, sino que traten de conocerla como ella es en realidad, la Madre que nos entrega a Jesucristo, el Hijo de Dios, y nos lleva permanentemente hacia El. Acercándose a Ella, conociéndola mejor, podrán llegar a descubrir el inmenso amor que Dios Padre nos tiene al entregarnos, por María, a su Hijo Jesucristo.
20. No queremos terminar sin dirigir una palabra cordial a quienes, sin tener fe, pueden reconocer la presencia benéfica de la Virgen de la Caridad a lo largo de nuestra historia y su importancia constitutiva en el proceso histórico, cultural y religioso de formación de la identidad del pueblo cubano y de nuestra nación. Les invitamos a compartir nuestro gozo y a celebrar junto a nosotros su centenaria presencia humanizadora. También les invitamos a conocerla mejor, a descubrir los valores que como mujer y madre puede sembrar en nuestro pueblo: fidelidad, fortaleza y espíritu de servicio.
21. A los Obispos de Cuba nos llena de gozo anunciar que el próximo sábado 30 de agosto, día en que se inicia la tradicional Novena de la Virgen de la Caridad en toda Cuba, tendrá lugar en la Basílica de la Caridad en El Cobre, la Solemne Apertura del trienio preparatorio para la gran celebración del Año Jubilar en el 2012, en el que se cumplen los 400 años del hallazgo de la bendita imagen de nuestra Madre y Patrona. En esta solemne celebración estaremos presentes todos los Obispos de Cuba y representantes de las Diócesis de nuestra Patria.
22. Al mismo tiempo, se ha preparado un programa pastoral para que todas las comunidades y fieles puedan gradualmente interiorizar el significado de esta gran celebración. El lema que nos convoca para el trienio y el Año Jubilar es: “A JESÚS POR MARIA, LA CARIDAD NOS UNE”. En esta celebración comenzaremos en Cuba una especial misión evangelizadora con la que nos unimos a la Gran Misión Continental a la que fuimos llamados por la 5ª Conferencia General del Episcopado latinoamericano y caribeño celebrada en Aparecida (Brasil).
23. A nuestra Madre y Patrona, la Virgen de la Caridad del Cobre, confiamos y encomendamos nuestros esfuerzos y acudimos a su intercesión para alcanzar las bendiciones que anhelamos para toda nuestra Patria.

LOS OBISPOS CATÓLICOS DE CUBA
15 de agosto de 2008
Solemnidad de la Asunción de la Virgen María.

ORACIÓN A LA VIRGEN DE LA CARIDAD DEL COBRE EN OCASIÓN DEL IV CENTENARIO DEL HALLAZGO DE SU VENERADA IMAGEN.


Virgen de la Caridad del Cobre
hija amada del Padre
Madre del Señor Jesús
templo del Espíritu Santo
y Madre de todos los cubanos.
Al celebrar con alegría el cuarto centenario
de la presencia de tu bendita imagen en nuestra tierra cubana,
te alabamos y te damos gracias
por ser regalo de Dios para nuestro pueblo,
por peregrinar con nosotros mostrándonos a Jesús,
por animar siempre a la Iglesia
que guiada por el Espíritu Santo, quiere servir a su pueblo.
María de la Caridad, mujer creyente, fortalécenos en la fe;
maestra de esperanza, enséñanos a vivir esperanzados;
reina y señora de la caridad,
muéstranos el sendero del amor,
del perdón y la reconciliación entre todos los cubanos.
Acompáñanos en la oración,
enséñanos el camino de la conversión,
ayúdanos en el compromiso y en el servicio a los hermanos,
especialmente a los que más sufren.
Madre de la Caridad, que eres signo y vínculo de unidad,
te suplicamos por todos tus hijos
que, desde dentro y fuera de la patria, desean lo mejor para Cuba,
te miran como símbolo de cubanía,
y sienten que la Caridad nos une.
Cuídanos y protégenos, líbranos de todo mal.
Contigo, primera discípula y misionera,
queremos seguir anunciando a Cristo
como el Camino, la Verdad y la Vida
para que nuestro pueblo, en Él,
tenga vida abundante, verdadera y eterna.
Santa María, Virgen de la Caridad del Cobre,
ruega por nosotros a Dios.
Amén.

Leyenda popular que trata de explicar la transculturación experimentada por la Virgen de la Caridad del Cobre al ser identificada con la diosa Ochún de los cultos afrocubanos así como, el color amulatado de la imagen hallada en las cercanías de la bahía de Nipe en 1612 .

Ochún, la diosa africana del amor, de la miel, del río y de todas las cosas dulces, supo que muchos de sus hijos estaban siendo enviados a Cuba, y que allí, solitarios y tristes le echaban mucho de menos. Ochún decidió irse a Cuba a consolarlos, quería bailar y regocijarse con ellos.
Ochún estaba preocupada porque tenía miedo al viaje. Impulsada por sus temores se fue a ver a su hermana Yemanya, la dueña del mar, y le dijo: "Yemanya, tengo que cruzar el mar, tengo que ir a reunirme con mis hijos que están en Cuba pero tengo miedo al largo viaje...Pero dime, tú que has estado en Cuba, tú que llegas a todas sus orillas, a sus playas. ¿Cómo es Cuba, cómo son los cubanos?"
"Cuba se parece mucho al África, Ochún. Nunca hace frío, hay muchas palmeras y cocoteros, los ríos son mansos, las noches son largas. Sin embargo, no todos los cubanos son negros como las gentes de aquí, los hay blancos y mulatos."
Ochún, con voz apasionada, respondió a Yemanya: "Yemanya, lo que me has dicho de los cubanos me preocupa pues es algo nuevo para mí, por eso quisiera me concedieras dos dones. Suavízame y alísame un poquito el pelo con las aguas de tu océano, y aclárame un poco la piel. Así, cuando lleguemos a Cuba, no seré ni negra ni blanca y seré querida y adorada por todos los cubanos: Negros, mulatos, blancos, todos serán mis hijos."
Yemanya con majestuoso y maternal gesto le concedió a Ochún los dones, siendo los cubanos agraciados con una patrona, una madre que físicamente encarna las características de todos sus hijos...La Virgen de la Caridad...Ochún....


"De amar las glorias pasadas se sacan fuerzas para adquirir las glorias

nuevas".

José Martí



“… la HISTORIA NOS AYUDARÁ A DESCUBRIR LOS CAMINOS DE HOY Y DE MAÑANA, A MARCHAR POR ELLOS CON PASO FIRME Y CORAZON SERENO Y A MANTENER EN ALTO LA ESPERANZA (...)”.

RAMIRO GUERRA