miércoles, 25 de diciembre de 2013

Con la misma sorpresa que ayer.

Por: MSC Lorena Martínez. Radio Ciudad Bandera ha acompañado buena parte de mi vida cardenense ya sea como oyente, guionista, alumna, asesora, amiga o jurado de algún certamen, además de mi presencia ocasional en cualquier actividad de la emisora. Creo deberle unas líneas de cumpleaños. Esta es la oportunidad.
Me sucede en innumerables ocasiones, al escribir de temas cardenenses, no puedo dejar de hablar desde mí, defecto que quizás la literatura permita pero en periodismo nunca suele ser adecuada opción. Vuelve a ocurrirme con RCB, la radio de mi pueblo, la cual me ha acompañado buena parte de mi vida. Por eso, voy a acudir a la academia, a las historias ya escritas para no sumergirme en repetitivas añoranzas finiseculares, trataré de ser objetiva e impersonal para recoger en esta última semana de diciembre, su hacer constante por construir desde la década del veinte del pasado siglo, un nuevo tipo de cultura, manera diferente de llegar, a través del éter. Lo que, a estas alturas, todos deben saber La radio nace como un paradigma urbano propio de la modernidad, ricos y pobres, jóvenes y viejos, guajiros y ciudadanos, mujeres u hombres; se adaptan a ella con una rapidez espectacular, conformando un entramado singular. La caracterizan, en sus primeros tiempos, la presencia publicitaria de ritmos, canciones, jingles, consejos, seriales e informaciones, ilusiones prefabricadas en una realidad donde persuadir es una de sus funciones. En dicho entorno sociocultural nace la radio en Cuba (1922) y cinco años después tres entusiastas jóvenes cardenenses (Juan Hurtado de Mendoza, Atilano de la Fe y Ramón Pruneda) unen esfuerzos y conocimientos para construir una pequeña planta de transmisión. Desde la residencia del primero de ellos salen por primera vez al aire. A los pocos días se trasladan a casa de Genaro Sabater, dueño de un taller local de acumuladores, cuyas baterías garantizan la permanencia de cada trasmisión. No hay esfera de la vida de la ciudad que se libre de la influencia y fabulación de este medio, el cual queda en manos de Sabater adquiriendo nuevas dimensiones: todos quieren verse promocionados estar reflejados, en él. Tal es así que el 24 de febrero de 1930 se inaugura legalmente como emisora de radio comercial, de horario flexible y con el indicativo: CMGE, la voz de la clínica de los acumuladores. Sus primeros locutores Juan Caparó y Esther Sabater. Tradiciones campesinas y repentismo conformaron en parte su creciente popularidad: Eusebio Sánchez, El Sinsonte Matancero, mantiene por casi cuatro décadas un programa de puntos cubanos de gran audiencia. Cobra tal notoriedad que su propietario considera necesario trasladarse a un lugar más céntrico. Alquila un local de dos plantas (Céspedes # 470 entre Industria y Obispo), donde instala su taller de acumuladores. En los altos vivirá con su familia, junto a dos cabinas (locución/presentaciones artísticas). Las personas que iban a presenciar algún programa tenían que hacerlo de pie. Allí, muchos años después, teniendo trece o catorce años creo, entré por vez primera a Radio Ciudad Bandera, invitada a un programa estudiantil, allí me hicieron saber de mis pocas cualidades como locutora y la posibilidad de escribir para el mismo, lo que a su momento comencé a hacer. Sabater atendía el taller y el negocio radial; nuevos programas salieron al aire como el periódico Noticioso del Aire, silenciado por las autoridades, al igual que ocurre con otro espacio noticioso: Radio Cadena Informativa. Ambas suspensiones y otros incidentes trajeron consigo que la emisora estuviera clausurada entre el 23 de enero y el 16 de febrero de 1935. Al reabrir su dueño aprovecha experiencia y creatividad para manejar a un público que aún no ha perdido la capacidad de asombro; utiliza sus espacios no sólo para promocionar y vender, sino para educar mediante informativos musicales y apoyar causas civiles como la campaña por el abaratamiento de los servicios públicos, el Comité Pro- calles, la defensa de la cultura local. Alrededor de la década del cincuenta inicia una escasa programación nocturna. Pronto empezará a identificarse como RADIO CIUDAD BANDERA. En 1952, gracias a la aparición de un joven grupo de creativos, la influencia de la recién llegada televisión y la posible competencia amplía sus horarios de trasmisión entre las once de la mañana y las diez de la noche. Los recién llegados aportan el diseño de nuevos programas, iniciativas y esfuerzos con un significativo grado de comunicabilidad, dinamismo y respetabilidad. De ellos, Roberto Bueno llegará a convertirse en protagonista de la historia del periodismo matancero y de la investigación de la cultura local, Argilio Rodríguez lo será, fundamentalmente, en la esfera radial. Con la misma sorpresa que ayer El triunfo de la Revolución, marca una nueva etapa para Radio Ciudad Bandera, la cual es adquirida por el estado cubano a fines de diciembre de 1961. Poco a poco las condiciones laborales varían notablemente, la emisora cambia visión y misión, su objeto social se centra en el seguimiento de la labor informativa a favor del pueblo, en la educación y formación de las jóvenes generaciones. Múltiples son los ejemplos, tal y como ocurre durante la zafra del setenta, cuando origina sus transmisiones desde un campamento cañero (La Fresa) en el Central José Smith Comas y sus periodistas (Roberto Bueno y Argilio Rodríguez) realizan entrevistas, el noticiero Zafra y otros espacios. A principios de la década del setenta la emisora cambia de local para Calzada # 121, esquina a Calzada. Ya para entonces su antena de trasmisión se encuentra enclavada en Sáez entre Aranguren y Jerez. RCB es la única emisora territorial matancera que transmite en dos frecuencias (AM y FM). Concierne a la emisora formar una conciencia en los receptores, la historia y la cultura local, destacar sus principales acontecimientos, ser su constante en el dial. Programas de todas sus etapas intentan hacer realidad estos intereses. Es característico de los periodistas y realizadores de RCB el uso de recursos lingüísticos y sonoros, para recrear los géneros periodísticos, motivando la comprensión de hechos, sucesos e informaciones históricas, políticas y culturales potenciando el nivel intelectual del pueblo Por ello, premios, profesionalidad y alegrías les acompañan. Primeros lugares, menciones y lugares destacados alcanzan con sus programas, ha ostentado en reiteradas ocasiones la condición de Vanguardia Provincial del Sindicato de Trabajadores de la Cultura e incluso una de sus trabajadores alcanza la distinción de Vanguardia Nacional. Para su trabajo la emisora cuenta, actualmente con un Departamento de Programación e Información donde el reporte de noticias está a cargo de seis periodistas cuyos trabajos llenan los espacios informativos de la parrilla de programación. Un especialista en divulgación se encarga de divulgar el conocimiento de todas las informaciones según lo establecido. La investigación en la radio se realiza por un especialista que indaga en las inquietudes surgidas por el Departamento de Programación. Su dirección dirige, controla, supervisa y aprueba todos los planes o proyectos de la emisora. RCB, la radio de mi pueblo, me ha acompañado buena parte de mi vida como refería, incluso en una oportunidad me permitió ganar un premio de investigación a partir de un análisis de sus menciones radiales, tema al que posteriormente he vuelto una y otra vez. Técnicos, periodistas y realizadores de RCB se capacitan para mantenerse al día de las tecnologías más actuales, cubren periodísticamente no solo el municipio de Cárdenas y el Consejo Popular Santa Marta e Hicacos sino Martí, Perico, Jovellanos y Limonar. Sus ondas llegan a provincias vecinas. En cualquiera de sus actividades sea el Festival Municipal de la Radio, el cumpleaños de la radio, eventos científicos radiales, compañeros de algún diplomado o como profesora de alguno de sus realizadores graduados de la carrera de Comunicación Social, Radio Ciudad Bandera se encuentra en mi ámbito profesional. Allí, en RCB, aprendí a amar el radio y a amar dicha profesión, respeto a sus profesionales y a su quehacer, cada vez que entró en sus espacios siento la misma sorpresa de ayer, aquel día que siendo poco más que una adolescente me senté frente a un micrófono soñando encontrar allí el instante de mi definición mayor. Bibliografía • ECURED RCB • Documentos de RCB • Documentos de la Oficina de Historia de la localidad ofrecidos por el museólogo Ernesto Álvarez Blanco • Página web RCB • Aylet Rodríguez UMCC Departamento de Periodismo (2013). Trabajo de diploma: Un cronista de su tiempo. Acercamiento a la labor periodística de Roberto Bueno desde 1978-2002

viernes, 20 de diciembre de 2013

Nuevo libro aporta luz sobre Espejo de Paciencia.

Por Jenny Hernández Suárez Tomado de http://www.radio26.cu/2013/12/20/nuevo-libro-aporta-luz-sobre-espejo-de-paciencia/
En proceso de edición se halla el texto Felipe III y la Dorada, del investigador e historiador cardenense Ernesto Álvarez Blanco, quien por tres años transcribió al español moderno los más de ocho mil documentos consultados en el Archivo General de Indias, en Sevilla, y el Archivo Histórico General, en Madrid. Alega Álvarez Blanco que el período sistematizado, la Cuba entre 1598 y 1608, resulta el menos conocido dentro de la historiografía nacional. De ahí el valor del texto al registrar aspectos desconocidos y recapitular sobre otros para aportar mayor luz a historias y personajes de una época conocida entre los estudiosos como “la edad media de Cuba”. Uno de sus mayores logros es, sin lugar a dudas, la conexión en tiempo y espacio de Silvestre de Balboa, autor de Espejo de Paciencia, el primer poema escrito y conservado entre los cubanos, y el Obispo Juan de las Cabezas Altamirano. Pues, la credibilidad del encuentro ha generado a lo largo de los años ambigüedad y desacuerdos entre los especialistas por la ausencia de pruebas. El autor consultó legajos inéditos enviados al rey quien insistía en mantenerse al tanto de cada detalle acontecido en la Isla, por ello accedió a cartas de oficiales reales y gobernadores de las diferentes villas. Felipe III y la Dorada. Cuba entre 1598 y 1608 será publicado en formato digital e impreso por la casa editora Libros en Red, gracias a la colaboración de Praedium Desarrollos Urbanos S.L y la Fundación Theo Habana Collections. Ha sido ilustrado por el caricaturista cardenense Orlando Ramos, Orlandito, quien después de asumir el texto, reflejó la época con unas 30 imágenes. Ernesto Álvarez dijo encauzar la investigación al interesarse por un misterioso cuadro situado en el Museo Oscar María de Rojas, de Cárdenas, y en lo adelante, precisó, espera iniciar un segundo tomo, de 1608 a 1621, etapa de la que posee cuantiosa información.

¿Cómo contar la historia y no aburrir en el intento?

Por: Cristina Valdés Lescaille. Tomado de http://radiociudadbandera.wordpress.com/
En los tiempos modernos que corren resulta muy difícil contar una historia de principio a fin y no aburrir en el intento. Es que para tener éxito, se debe atrapar al oyente con datos interesantes, anécdotas, misterios, diferencias y puntos de vistas de los protagonistas, y aún así se corre riesgo. En Cárdenas, historias son las que sobran para contar, sólo que hay que saber cómo. En este punto el Museólogo e Historiador Ernesto Álvarez Blanco y su desaparecido colega, el periodista, investigador e historiador Roberto Bueno Castán encontraron el camino. Este último, a través de sus estampas, cargadas de costumbrismo. Algunas quedaron grabadas en cintas aquí en Radio Ciudad Bandera y muchos como yo, recurrimos a ellas una y otra vez para aprender cómo hacerlo. Blanco impresiona por sus hallazgos, su pericia en la búsqueda del detalle que es lo grandioso en la Historia. Así ha mostrado al mundo una ciudad de Cárdenas desconocida para la mayoría, cargada de misterios, piratería y visitas de importantes personajes en diferentes épocas. Aunque no es periodista de profesión si lo es de oficio. El periodismo se nutre precisamente de la historia y por tanto tiene que contarla, aspecto éste que tiene para la profesión una importancia crucial. ¿Por qué?…“Pues el periodismo es una pasión insaciable que sólo puede digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad”. ”Gabriel García Márquez 7 de octubre de 1996 decía: Nadie que no lo haya padecido puede imaginarse la servidumbre que se alimenta de las imprevisiones de la vida… Nadie que no haya nacido para eso y esté dispuesto a vivir sólo para eso podría persistir en un oficio tan incomprensible y voraz, cuya obra se acaba después de cada noticia, como si fuera para siempre, pero que no concede un instante de paz mientras no vuelve a empezar con más ardor que nunca en el minuto siguiente. Las corridas de toros Autor: Roberto Bueno Castán ¡Oleee! Admirados por los desconocidos pases del torero —todo arrojo y valor—, e intrigados por esa expresión, salida de las gargantas de algunos españoles aficionados al arte taurino, los cardenenses contemplaron por primera vez aquel espectáculo que fue parte de los festejos organizados para celebrar el otorgamiento del título de Villa a Cárdenas, el 21 de diciembre de 1853. La plaza para tal representación fue improvisada en Céspedes y Tenería, lugar donde esporádicamente continuó brindándose tal actividad, en vista del interés que había despertado, hasta que se eligiera ese terreno para construir una escuela convento, que no llegó a terminarse jamás. Cada fecha en que un acontecimiento revestía alguna importancia para la población, se organizaban grandes festejos y entre ellos se incluía, junto a la lidia de gallos, carreras de patos, rodeo, fuegos artificiales y bailes, la lidia de toros. La más extraordinaria y la que por más tiempo recordaron los cardenenses, fue la celebrada el 2 de febrero de 1873, en un solar contiguo al cuartel de bomberos, que ese día se inauguraba. La misma fue organizada por el empleado de la oficina subalterna de Hacienda, Juan Lucas y por el curro Cúchares, barbero de la localidad, tauricos aficionado convencidos creyentes de poder emular con los mejores “mataores” de España. La fama que ambos se habían encargado de anunciar, acaparó la atención popular, por esa razón el día señalado las improvisadas tribunas se encontraban colmadas d un público ansioso de ver las prodigiosas hazañas de Lucas y El Curro, que según ellos, en España habían causado sensación y que ahora estaban dispuestos a reeditar con la cuadrilla que habían formado con otros aficionados locales. En la azotea de la Casa Consistorial se situó la presidencia del acto, de la que formaba parte el entonces gobernador Manuel Sánchez Lamela, así como numerosas y selectas familias. También en los altos del cuartel de bomberos, varias familias, igualmente aristocráticas, se habían dado cita para contemplar la corrida, mientras los más modestos ocupaban las tribunas de la plaza. La salida al ruedo de la cuadrilla, fue recibida con estruendosa ovación y se efectuaron brillantemente la entrega de las llaves de la plaza y otras ceremonias propias del acontecimiento. Se dio la orden de salida al primer novillo, que fue lidiado sin mucha espectacularidad por Lucas, el Curro y sus compañeros, lo que hizo pensar a los asistentes que ello obedecía a la falta de práctica de los mismos, o que, quizás, reservaban con cierta inteligencia toda la elegancia, arte y maestría para el próximo toro, con el que podrían “lucirse”, pues tenía muchas condiciones y era cornudo, grande y fuerte. La salida del cornúpeto fue impresionante, tanto para los asistentes —que presenciarían una lidia al estilo Lagartijo o Pepe Illo—, como para los toreros, visiblemente sorprendidos Ante la bravura del animal, que con empuje incontenible, dejaba libre el ruedo de enemigos a los pocos segundos, con la rechifla general del público, el cual enseguida se vio precisado a emprender rápida y desordenada fuga, al saltar el toro las barreras y limpiar a su paso cuanto le estorbaba , hasta alcanzar la calle Vives, por donde llegó hasta Calzada; torció por Calvo y se internó en la Plaza del Mercado donde fue muerto, no por los temerarios toreros, sino, por varios carniceros. La alarma que produjo el hecho en la ciudad fue inolvidable y por varias semanas Lucas y el Curro se ausentaron del pueblo para evitar, no los toros, sino las burlas del defraudado vecindario. Me gusta · · Compartir

jueves, 19 de diciembre de 2013

Caracterización del cine teatro Cárdenas.

De picadero de caballos a cine-teatro, esta es una institución cultural que es un ejemplo del amor de los cardenenses por el espectáculo teatral, datos de su historia se reseñan esta semana como homenaje al aniversario de su inauguración. Por: MSC Lorena Martínez
Al decir de muchos historiadores y también de mi amigo Robertico González en su breve historia del teatro local, a solo ocho años de fundada la ciudad sus pobladores muestran interés por el teatro, tanto es así que en 1836 abre sus puertas El Corral, primitivo escenario de tablas y techo de guano. En los años posteriores otros locales, mayores o no, fueron abriendo sus puertas. Con la llegada del coronel Verdugo y su esposa Gertrudis Gómez de Avellaneda, entre l859 y l863, a la villa, crece el movimiento teatral y cultural, aparecen las llamadas pequeñas salitas. Poco después aparecen otros teatros de mayor tamaño, dato curioso en esta historia es la clausura policial del Teatro Chino local, por las quejas de los vecinos ante el subido de tono de sus espectáculos. De casta le viene… Aunque en los primeros años de vida republicana los teatros y liceos florecen, ninguno de estos resuelve las necesidades y aspiraciones de los amantes de las artes escénicas en la localidad. La inauguración del Cine Teatro Cárdenas, el 23 de diciembre de l948, representa el necesario salto de calidad y dimensiones por lo que rápidamente se convierte en centro de la vida cultural, formando parte del Circuito Teatral Cárdenas S .A. Ocupa un lugar justo al centro de la ciudad, sitio que en 1894 había existido un picadero de caballos que da paso a una casa particular cuyo dueño fuese Juan Argüelles, quien la cede a Fernando Castro, constructor de la institución cultural. Edificado a un costo de 225000,00 cuenta, en el momento de fundado, con 675 butacas de preferencias y l400 lunetas, las cuales permitían una visibilidad perfecta desde cualquier ángulo. Asientos y pasillos alfombrados evitaban el mínimo ruido, durante las representaciones. De acuerdo al texto referido y al original del historiador local R. Bueno: “… su escenario tenía siete metros de fondo por dieciocho de ancho, que permitía la presentación de cualquier compañía por numerosa que fuese. El cine teatro contaba con un equipo sonoro RCA, que en aquel momento era el más moderno del mercado...” . Los documentos del teatro cuentan como en el primer piso existía un elegante salón para fumadores y de descanso. Una cafetería llamada Cinema y servicios sanitarios de gran modernidad eran otros de los servicios que brinda el recién inaugurado teatro a sus espectadores. En el Cine Teatro Cárdenas se presentaban por igual grandes compañías, nacionales o internacionales, principalmente de zarzuelas, operetas, dramas, espectáculos de variedades y artistas de compañías locales. Desde l949, en este lugar se celebran las graduaciones del Instituto de segunda enseñanza. Los espectáculos anuales de la escuela Progresiva, las competencias y evaluaciones de las academias de danza, música y ballet presentaban allí sus actividades para beneplácito de quienes podía participar en las mismas. Allí también se brindan conferencias de ilustres personalidades de la cultura nacional, quienes ofrecen conferencias y otras actividades. Recién inaugurado el teatro mantiene un constante quehacer artístico. Quincenalmente presentan comedias y variedades y junto a ellas un popular show nombrado Buscando estrellas para el Teatro Cárdenas. Memorable para los cardenenses de entonces fue la presencia de la compañía de Enrique Arredondo, como parte de su gira nacional de l950. Ese mismo año se convirtió en centro de los Juegos Florales, realizados en Cárdenas por el centenario de la bandera los días l7, l8 y l9 de mayo los que contaron con la presencia del Presidente de la República Carlos Prìo, donde recibiera el máximo galardón la poetisa matancera Carilda Oliver Labra por su Canto a la Bandera. En 1954 la institución proyecta, por vez primera, filmes en cinemascope y con sonido estereofónico El 18 de julio de 1958 esta institución junto a su ciudad fue escenario de los primeros programas televisados que se realizaron fuera de la capital de la República por el llamado canal 2 del empresario Gaspar Pumarejo. En este espectáculo hizo historia territorial la actuación especial del cantante chileno Lucho Gatica (Chileno), de gran fama y popularidad en los cincuenta cubanos. Luego del triunfo revolucionario en el Cine Teatro Cárdenas se presentan múltiples agrupaciones, grupos, espectáculos, festivales municipales, provinciales y de carácter nacional entre los que destacan el Teatro Show de aficionados presentado en el año 1960, junto al espectáculo Bataclán de la escuela privada La Progresiva, poco antes de su nacionalización, al abandonar su dueño el país. Aunque en esta década y la siguiente primara su uso como cine, ofreciendo películas en cinemascope y de 16 milímetros, al teatro lo visitarán importantes figuras del ICRT y del movimiento teatral y danzario nacional e universal. De las muchas actividades celebradas en sus predios, los cardenenses mayores no olvidarán nunca el homenaje que la estación cardenense (RCB) brindara en 1975 al destacado actor y comediante Enrique Arredondo con motivo de su 70 cumpleaños. Durante la década de los ochenta mantuvo en alto el esplendor cultural de la ciudad, los años sin reparación, su uso casi exclusivo como cine hicieron que sufriera daños y se convirtiera en una institución decadente y muy necesitada de arreglos y adecuaciones, lo cual se acentúa durante los años del llamado Período Especial. Un necesario segundo aire Como parte de los programas de la Revolución y de la batalla de ideas, se inicia la reparación capital del coliseo, cuya reapertura al público el 23 de septiembre de 2005. Las labores se habían iniciado en enero del 2004 y costaron alrededor de $ 1 926 200.00 y en moneda convertible en $ 1 228 037.30. Actualmente el escenario alcanza 24,5 metros de largo y más de 14 metros de fondo, dotado con tecnología de punta, sistema de luces móviles actualizado, sistema de audio equipado con diferentes canales y especificidades. Su sistema de protección de incendios es considerado de lo mejor en su tipo. Dos pequeños espacios para exhibir muestras de artes plásticas, una a la entrada y otra en el piso superior, acrecentan sus posibilidades que también ha prestado servicio para representaciones teatrales de pequeño formato. Camerinos de primeras actrices y colectivos de confort se hicieron junto a un rediseño de lunetas, montaje de nuevos equipos de aire acondicionado, de gran tonelaje, la creación de un salón de protocolo son algunas de las mejoras realizadas, llegando a tener una plantilla de 77 trabajadores con un promedio de 38% de edad. Su actual misión es la de promover la diversidad de manifestaciones escénicas, en sus diferentes géneros, así como brindar otros servicios que sean necesarios a la localidad, para promover la recreación sana y mantener el gusto local por el teatro y las artes escénicas. Su objeto social es el disfrute del pueblo de una cultura general integral con una recreación sana. Una nueva dimensión dentro de su trabajo como institución cultural lo ha alcanzado su labor extensionista en la comunidad. Destaca el trabajo de llevarles espectáculos de circo y magia a los niños ingresados en el hospital local. Galas de aficionados, actividades, concursos sobre historia y teatro local, asesoría a actividades de y en los barrios, seminarios, cursos internos, conversatorios, visitas de personalidades han ayudado a hacer crecer su lugar en el desarrollo cultural cardenense: es un teatro de todos y para todos. Lo cierto es que desde septiembre del 2005 a finales de dicho año se ofrecieron quince funciones de teatro con la presencia de más de dieciséis mil personas e igual cantidad en su variante cinematográfica con alrededor de cinco mil asistentes. Durante el 2006 siguió prevaleciendo su uso teatral, con 150 funciones, mientras su inicio como subsede del festival de Cine francés v del Festival de Cine Latinoamericano, marcaron la mayoría de edad de sus equipos de proyección. Graduaciones de centros nacionales como la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), de a SUM (Sede Universitaria Municipal), de la escuela provincial de Instructores de Arte y otras muchas se han realizado en su escenario, siguiendo la tradición iniciada por José Antonio Echeverría en el lejano 1950 . Actividades como encuentros corales, cantorías infantiles, festivales de música, presentaciones de grupos de danza y representaciones teatrales, todas ellas de excelente factura ya sean a nivel local, provincial, nacional e internacional imprimen un carisma especial a su quehacer. Los espectáculos humorísticos, con frecuencia casi semanal, han traído a lo mejor y no tan bueno del humor nacional y es una de las más importantes vías de disfrute de los espectadores en la ciudad... Los niños han sido ampliamente favorecidos en estos ocho años de quehacer: actividades vacacionales, días dedicados a ellos, grupos como La Colmenita, teatro de Las estaciones, encuentro de titiriteros, giras de Liuba María Hevia y otros intérpretes de la canción infantil, espectáculos circenses y de magia, festivales de aficionados, Cantándole al sol, Domingo Tricolor y otros se dedican de manera constante a ellos. Durante el año que finaliza y en saludo a su nuevo cumpleaños se proponen trabajar por un mejor funcionamiento de la institución, lograr una mayor estabilidad y calidad en la programación, apostando por una óptima explotación de las posibilidades de la sala como de sus espacios alternativos. Bibliografía González Roberto Breve historia del teatro en Cárdenas investigación inédita. Programación cultural del año 2013 y otros documentos Papelería de divulgación del Cine Teatro Cárdenas.

lunes, 16 de diciembre de 2013

Juan Bautista Leclerc de Beaume:un olvidado artista de la plástica cubano – francés.

Por: Ernesto Alvarez Blanco Trabajo presentado al Congreso de la Sociedad Internacional Napoleónica efectuado en La Habana en julio de 2014. Todo hombre tiene dos países, el suyo y después Francia. Henri de Bornier Aunque la mayoría de los escasos historiadores que se han referido a la vida y a la obra del pintor y coleccionista napoleónico Juan Bautista Leclerc de Beume, afirman que era natural de Francia, documentos conservados en el centenario museo Oscar M. de Rojas de la Ciudad Bandera de Cuba, indican que el artista nació en 1809 en el cafetal Magnolia , enclavado en las inmediaciones del sitio en que, el 8 de marzo de 1828, quedó fundado el poblado de San Juan de Dios de Cárdenas. El error es permisible, si se tiene en cuenta que el futuro creador pasó los primeros años de su vida en un ambiente afrancesado, aprendiendo a balbucear sus primeras palabras y a escribir sus primeras letras en el idioma de sus padres, tíos y primos, así como de buena parte de sus convecinos. Por esta razón, el niño nunca se interesó por aprender el español, a tal punto que, años más tarde, cuando fue propuesto para ocupar la dirección de la Academia cubana de San Alejandro, se consideró que no estaba preparado para ello, pues solo podía comunicarse en el idioma de sus progenitores. En el cafetal Magnolia, fundado por su padre, el hacendado francés Juan Leclerc, quien llegó a la región de Cárdenas a finales del siglo XVIII; huyendo, como muchos de sus coterráneos, de las consecuencias de la revolución haitiana, Leclerc vivió los primeros años de su vida. Muy pronto, el niño sorprendió a todos con sus habilidades para el dibujo, por lo que su padre, estimulado por familiares y amigos decidió, a pesar de la negativa de Ana, su esposa, enviarlo a estudiar a Francia. Allí, prohijado por unos parientes y teniendo como excelente carta de presentación sus vínculos familiares con el fallecido General Charles - Victoire - Emmanuel Leclerc , realizó estudios de pintura y dibujo con Jacques-Louis David , uno de los más afamados artistas de la época. Con rapidez, Juan Bautista, al mismo tiempo que perfeccionaba su técnica se convirtió, gracias a las influencias de sus antepasados y muy en especial, de su maestro, en un furibundo defensor de las ideas napoleónicas, a tal punto, que comenzó a coleccionar cuanto objeto vinculado con la vida y la obra del Emperador de los franceses caía en sus manos. En 1825, luego de la muerte de su maestro y mecenas, Leclerc abrió un estudio en Paris, en el que acogió a algunos discípulos y perfeccionó sus habilidades como pintor y miniaturista. Allí permaneció hasta que un infortunado suceso, relacionado con su manía de coleccionista, lo obligó a regresar a su Isla natal. El acontecimiento estuvo muy relacionado con el robo perpetrado en el Gabinete de Medallas de la Biblioteca del Rey en París la noche del 5 de noviembre de 1831; ya que, algunas de las piezas sustraídas le fueron vendidas a Leclerc, quien se vio convertido de la noche a la mañana en cómplice del lamentable suceso. En 1833, con un pequeño busto de Napoleón Bonaparte ejecutado en mármol y bronce por el famoso escultor Antonio Canova , una de las mascarillas del pequeño corso realizadas para una suscripción limitada por el Dr. Francois Antommarchi, varias de las medallas robadas y otras piezas de su colección, Juan Bautista Leclerc desembarcó en la Isla. De inmediato, se trasladó al cafetal de sus padres. En este sitio de la geografía matancera permaneció el joven pintor, junto a sus padres y a su hermana María Desideria Escolástica , hasta que, enterado de que su amigo y condiscípulo Juan Bautista Vermay se hallaba en La Habana y creyendo que el peligro que lo acechaba había pasado, se puso en contacto con él. El artista, quien había fundado en 1818 la Academia de San Alejandro, bajo el patrocinio del intendente Alejandro Ramírez, lo llamó de inmediato a su lado. Leclerc se estableció definitivamente en La Habana, comenzando a colaborar con Vermay en las tareas de dirección de San Alejandro y con los encargos que el reconocido pintor recibió hasta muerte. Juan Bautista formó parte también, en este período, junto a Vermay y a otros reconocidos artistas franceses, de los tribunales de exámenes de la Academia. Durante este período, Leclerc trabajó en La Habana con especial énfasis el retrato, las miniaturas y los temas históricos, logrando hacerse de una buena clientela, sin dejar de impartir e incluso, de recibir clases, con objeto de perfeccionar su destreza, en San Alejandro. En 1843 el pintor francés Juan Francisco Guillermo Colson , quien había estado siete años al frente de San Alejandro, solicitó licencia por un año para regresar a su tierra natal. Antes de marcharse, recomendó a la Real Sociedad Económica de La Habana que Leclerc, quien había formado parte el 25 de octubre de 1836 del tribunal que le había otorgado el cargo de Director de la Academia, ocupara su lugar, en tanto durara su autorización. Juan Bautista, en opinión de Colson, tenía todas las condiciones para ocupar la vacante dejada por él pues “… juntaba a la competencia necesaria la ventaja de ser alumno de esta misma Academia y de estar acostumbrado al sistema de enseñanza que ahí se empleaba (…)” . La Sociedad no se pronunció al respecto hasta el mes de septiembre de 1844, fecha en que enterada de que Colson había sido contratado por el gobierno francés para pintar en el Palacio de Versalles, declaró vacante la plaza de Director de la Academia de San Alejandro y convocó a un concurso para cubrirla . Los aspirantes al cargo de Director del plantel debían presentar, en un plazo de 8 meses, un cuadro y una memoria. El tema escogido fue: “… La sorpresa que causó a Colón y a sus compañeros después que se celebró la misa de Ornofay el domingo cuatro de julio de 1494, la relación del cacique anciano sobre los premios y recompensas de la otra vida (…)” . A pesar de que Francisco Camilo Cuyás y Sierra y otros artistas pretendían ocupar el cargo, solo Leclerc se presentó a los ejercicios de oposición. Finalmente, en su sesión ordinaria del 31 de marzo de 1846, la Real Sociedad Económica de La Habana acordó nombrar al único examinado, quien había aprobado todas las pruebas de suficiencia a que fue sometido. Leclerc presentó al Tribunal que lo evaluó una Memoria – de seguro en francés – sobre sí sería: “… más conveniente estudiar con toda libertad la naturaleza para formar buenas obras o ceñirse al estudio de bellos modelos que nos ha trasmitido la antigüedad (…)” , y el cuadro titulado La Primera misa que se dijo en Cuba en 1494. Este óleo fue reproducido en el Manual de Historia de Cuba de José García de Arboleda, publicado en 1852 en La Habana en la Imprenta del Gobierno. Además, fue exhibido en la Exposición de Arte Retrospectivo celebrada en la Isla en 1922 y en las muestras de arte cubano realizadas en Cuba en 1947 y 1950. El cuadro, que lució durante años en San Alejandro, se conserva en la actualidad en el Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba. Como Leclerc, calificado por algunos de sus contemporáneos como un “… hombre bilioso y renegante del trópico (…)” , aún no conocía lo suficiente - en opinión de los examinadores - el idioma español, pues acostumbraba a comunicarse en francés con sus amigos y condiscípulos, la Sociedad decidió en su sesión del 29 de abril de 1846 concederle un plazo para que completara su aprendizaje. Así mismo, acordó designar a Francisco Camilo Cuyás para que ocupara de nuevo, con carácter interino, el cargo de Director de San Alejandro, hasta que las explicaciones de Leclerc pudieran ser comprendidas a cabalidad por sus alumnos. Un año más tarde, el 23 de marzo de 1847, se informó que Leclerc, quien se había dedicado con esmero a perfeccionar su español, había aprobado satisfactoriamente el examen de este idioma. También, se acordó que tomara posesión de su cargo el 1 de abril de ese mismo año, convirtiéndose de este modo en el primer cubano en ocupar con propiedad esta designación. El 31 de marzo de 1847, en una reunión de la Real Sociedad Económica de La Habana, presidida por el Capitán General de la Isla, se dio cuenta de una solicitud de Leclerc “… concerniente a que se decida si se ratifica o no la provisión hecha por él de la plaza de Director de San Alejandro (…)” . La misma, como ya sabemos, se le aprobó, siempre y cuando el artista lograra dominar el castellano “… para hacer a los alumnos las explicaciones (sic) necesarias y trasmitir sus ideas (…)” . A pesar de que logró aprobar el examen a que fue sometido, todo parece indicar que Leclerc no logró nunca el dominio a cabalidad del español, pues tuvo que valerse más de una vez, para impartir sus clases, del auxilio que siempre le prestó su amigo, el pintor y litógrafo francés Federico Mialhe. El puesto de Director de San Alejandro parece que al final, no sabemos por qué razón, no le convino mucho Leclerc o quizás, no tuvo mucho empeño en mantenerlo, pues en junio de 1847 partió bruscamente hacia los Estados Unidos de América, sin autorización de la Real Sociedad Económica de La Habana. El pintor dejó una carta fechada el día 26 de ese mismo mes y año, en la que nombraba Director del plantel, en su ausencia, a Federico Mialhe, sin embargo, la Sociedad hizo valer la designación que ya poseía Francisco Camilo Cuyás como Director interino del mismo. Al regresar Juan Bautista a Cuba, luego de permanecer cinco meses en los Estados Unidos, en donde contrajo matrimonio, la Sociedad, que se hallaba descontenta con su actitud, le devolvió el cargo de Director de la Academia de San Alejandro, “… por pura consideración (…)” , luego de: “… una sesión tempestuosa en que el tesorero rehusaba pagarle la mitad de las asignaciones que el reglamento acordaba al director en sus ausencias, alegando que éste había partido sin autorización de la Sociedad. La decisión se sacó a votación y se acordó el pago por siete votos contra seis, habiéndose abstenido Cuyás que formaba parte del Consejo (...)” . Durante el transcurso de 1847 Leclerc pintó un retrato del presbítero cubano Félix Varela , el cual debió realizar, en opinión del importante historiador del arte cubano Jorge Rigol, basándose en otras imágenes de él, pues: “… Valera había salido de Cuba en 1821 para no volver más y a no ser algún encuentro desconocido entre el pintor y el modelo en Estados Unidos, Leclerc y Varela no se vieron nunca. El retrato, sobrio, grave, como corresponde a la personalidad de Varela, nos muestra a Leclerc en uno de sus mejores momentos (…)” . En 1847 Juan Bautista dio los pasos correspondientes para la creación en la Academia de San Alejandro de un aula de litografía y poco después, en julio de 1848, solicitó a la Real Sociedad Económica de La Habana el permiso correspondiente para marchar durante tres meses a los Estados Unidos de América, en donde su mujer y su pequeño hijo se hallaban enfermos. El Secretario de la Sección de Bellas Artes de la Sociedad comunicó el 22 de agosto de 1848 que había acordado dar esa autorización al artista, en razón de los dos meses de vacaciones de que disfrutaban alumnos y profesores de San Alejandro y de las obras que para rehacer el pavimento de las mismas, se ejecutarían por esta época en la salas de yeso y natural del plantel. El funcionario informó también a sus superiores, que había rehusado nombrar, en ausencia de Leclerc, como Director suplente a Federico Mialhe, ya que creía más conveniente que ocupara interinamente esta responsabilidad Francisco Camilo Cuyás, quien ya la había ejercido en otra oportunidad. A su regreso, Juan Bautista, calificado en algunos documentos de la época como un excelente maestro, incorporó en 1848 al plan de estudios de la Academia las clases de Imitación al desnudo y de modelado así como, logró que fueran reparadas las estatuas que servían de modelo y que se encargaran otras. Además, el artista dio un impulso notable a la enseñanza del dibujo lineal y abrió la Escuela en horario nocturno, utilizando para ello el alumbrado de gas. Por esta época, el escultor y profesor mallorquín Augusto Ferrán , quien se hallaba establecido por entonces en La Habana, aconsejó a Leclerc la adquisición de un buen número de copias en yeso de originales de la estatuaria griega, a fin de enriquecer el patrimonio de la Academia, a lo cual muy pronto accedió el capitán general de la Isla José Gutiérrez de la Concha, quien utilizó para la compra los fondos del gobierno colonial. Entre los más importantes discípulos que tuvo Leclerc en este período en San Alejandro, estuvo el importante pintor cubano Miguel Melero, en quien influyó de forma muy positiva entre 1848 y 1850, lo cual reconocera con frecuencia el artista. El 24 de octubre de 1848 se dió a conocer el nuevo reglamento de la Escuela, firmado por el eminente científico cubano Tomás Romay y por el conservador Francisco González Santos. Leclerc pintó por esta época un retrato al óleo de este último , el cual se exhibió en febrero de 1978 en el Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba, como parte de la exposición conmemorativa del 160 aniversario de la fundación de la Academia de San Alejandro. El 15 de diciembre de 1849, se develó el retrato de Tomas Romay que la Real Sociedad Económica de La Habana había encargado a Leclerc, quien lo ejecuta con la ayuda de su amigo Federico Mialhe. En 1850, los rumores del inicio de una nueva epidemia de cólera, hicieron que Leclerc, quien continuaba al frente de San Alejandro, decidiera abandonar precipitadamente La Habana, refugiándose en los Estados Unidos de América, en donde aún se hallaban su mujer y su hijo. El pintor regresó de nuevo a la capital de la Isla en noviembre de 1850 renunciando al parecer, de buena gana, a la dirección del plantel , el cual recibió en 1852 el flamante título de Academia de Nobles Artes de San Alejandro. Una vez en La Habana Leclerc se vinculó profesionalmente con el Liceo Artístico y Literario de esa Ciudad y abrió un Taller en la calle Obispo No. 54, en donde recibió encargos hasta 1854, año en el que fallece en la Capital de la Isla este olvidado artista y coleccionista napoleónico cubano - francés. Al parecer, las piezas napoleónicas que Leclerc había traído consigo a Cuba quedaron despositadas, al marchar este a La Habana para colaborar con Juan Bautista Vermay, en el cafetal de su familia. En el caso de la Mascarilla de Napoleón, esta fue donada por descendientes de la familia Leclerc – Lajonchere al Museo y Biblioteca Pública de Cárdenas después de 1921, año en que muere Oscar M. de Rojas, fundador y primer Director de la institución; pues no se ha hallado ninguna referencia al donativo en los registros que este solía llevar con sumo cuidado. Desde el 2003 se exhibe en la Sala de los Fundadores del referido museo. El busto de Napoleón Bonaparte realizado por Canova, fue regalado por los descendientes de la familia Leclerc – Lajonchere al médico cardenense Ramón Amador, quien ejerció durante años como galeno del puerto de Cárdenas. Al morir este, pasó a manos de su hijo, el importante coleccionista numismático radicado en Varadero Dr. Ramón Amador López, quien lo obsequió, junto con una medalla de plata conmemorativa de la abdicación de Napoleón, cuya procedencia desconocemos , al autor de este trabajo. Se conserva y exhibe desde hace varios años en una de las salas del Museo de Arte de Matanzas. De las medallas robadas en el Gabinete del Rey en París en 1832 y que fueron adquiridas por Juan Bautista Leclerc solo llegó a nuestros días, que sepamos, una ellas, perteneciente a la serie Grandes Hombres de Francia. Está dedicada al marino Abraham Duquesne , natural de Dieppe, ciudad que está hermanada con Cárdenas desde 1995. Fue regalada en la década del 80 del siglo XX al coleccionista cardenense Pedro Santiago García por descendientes de las familias Leclerc y Aymee, radicadas en las cercanías del poblado de Lagunillas. Santiago García la obsequió al autor de esta investigación, quien a su vez la donó en 1990, junto a su valiosa colección de numismática francesa (siglos IX - XX), al museo Oscar M. de Rojas de la Ciudad Bandera. Estas piezas, conjuntamente con otras del período napoleónico que guarda el centenario museo de Cárdenas, son ejemplo fehaciente del valioso patrimonio que de esta etapa de la historia de Francia guardan y protegen con celo los museos y coleccionistas cubanos. Entre las referidas piezas, las cuales llegaron por diferentes vías al museo Oscar M. de Rojas, se destacan por su valor las siguientes: - Colección de monedas, condecoraciones y medallas napoleónicas. Fueron donadas por diferentes personas entre 1900 y el 2014. Muchas de ellas pertenecieron a la colección personal del autor. Una representación de las mismas se exhibe desde el 2003 en la Sala de Numismática de la institución. - Colección de Medallas Conmemorativas del Bicentenario del natalicio de Napoleón Bonaparte. Fueron acuñadas en 1969 por la Casa de la Moneda de París. Fueron donadas por el autor de este trabajo en 1990. Se exhiben desde el 2003 en la Sala de los Fundadores del museo. - - Ejército napoleónico. Dibujo realizado con tinta sobre papel y cartulina. Autor: Rafael Lillo, pintor, caricaturista y editor español radicado en Cuba. Fue donado en 1913 al Museo y Biblioteca Pública de Cárdenas por el patriota cardenense Dr. Domingo Méndez Capote, quien fue Vicepresidente de la República de Cuba en Armas; según hizo constar Oscar M. de Rojas en el Tomo V, folio 546, del Libro de Actas y Correspondencia de la institución. Se exhibe en la Sala de los Fundadores del museo. - Napoleón. Óleo sobre tela. Realizado en Francia por Renee Guillon. Se desconoce el donante. Se conserva en los almacenes del museo. - Fragmento de la losa que cubrió el sepulcro de Napoleón en la isla de Santa Elena. Se desconoce el donante. Se conserva en los almacenes del museo. - Napoleón. Escultura. Yeso. Autor anónimo. Fue donado al museo en 1984 por la familia de Elvira de Rojas, sobrina – nieta del fundador de la institución. Se conserva en los almacenes del museo. - Napoleón. Escultura. Bronce. Autor Anónimo. Fue donado al museo en mayo de 1917 por Felipe R. Tomi, según hizo constar Oscar M. de Rojas en el Tomo VI, folio 57, del Libro de Actas y Correspondencia de la institución. Fuentes Consultadas. 1- Fuentes bibliográficas. - Alvarez Blanco, Ernesto: Apuntes para una historia de la pintura y el grabado colonial en Cárdenas, (inédito), Cárdenas, 1990. - -------------------------------: Operación Napoleón, (inédito), Cárdenas, 1995. - ---------------------------------: Presencia e influencia francesa en Cárdenas, (inédito), Cárdenas, 1995. - Alvarez, Rolando: Huellas francesas en el occidente de Cuba (siglos XVI - XIX), Ediciones Boloña y Editorial José Martí, La Habana, 2001. - Castro Asúnsolo, Raúl: Lcdo. Ernesto Castro Lajonchere. Presidente de la Junta Revolucionaria de Cárdenas. 1895 - 98, (ejemplar mimeografiado), Cárdenas, s/f. - Cubas, Pedro: Leclerc, un peintre acdémique contesté, en: Lettres de Cuba, No.5, Año 2007, tomado de la página web www.lettresdecubaold.cult.cu - González, Sandra: 160 aniversario de la escuela de San Alejandro, s/i, Museo Nacional de Bellas Artes, Ciudad de La Habana, 28 de febrero de 1978. - Junco Valdés, Ramón y Antonio Vale Pérez, Apuntes sobre las artes visuales en Cuba, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1991. - Lapique Becali, Zoila: La memoria en las piedras, Ediciones Boloña, Ciudad de La Habana, 2002. - Merino, Luz: Apuntes para un estudio de la Academia San Alejandro En: Letras. Cultura en Cuba, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1987, Vol. 4, pág. 311. - Rivadulla Martínez, Eladio: La herencia de Francia en la enseñanza de las Artes Plásticas cubanas, página web www.cubarte.cult.cu, 27 de mayo de 2005. - Rojas, Oscar M. de: Necrología de Cárdenas, (inédito), Cárdenas, s/f, 3 tomos. - --------------------------: Notas biográficas para la historia de Cárdenas, (inédito), Cárdenas, s/f. - --------------------------: Para los anales y necrología de San Juan de Dios de Cárdenas, (inédito), Cárdenas, s/f, 3 tomos. - Sánchez Martínez, Guillermo: Federico Mialhe: diseño biográfico y señalamientos para la estimación de su obra en: Letras. Cultura en Cuba, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1987, Vol. 4, pág. 339. 2 – Fuentes documentales. . Archivo personal del autor. Fondo: Presencia e influencia francesa en Cárdenas y en Cuba, en general. . Colección de documentos del museo Oscar M. de Rojas de Cárdenas. Fondo: Documentos de la familia Leclerc – Lajonchere. . Libros de Actas y Correspondencia del Museo y Biblioteca Pública de Cárdenas y colección numismática del museo Oscar M. de Rojas de Cárdenas. Inventario de las piezas robadas del Gabinete de Medallas, de la Biblioteca del Rey en París, la noche del cinco al seis de noviembre de 1831. Objetos de oro Un copón de seis pulgadas de diámetro con un bajorrelieve en el fondo, y medallas romanas del alto imperio incrustadas en su borde. Una copa montada en oro con el busto del Rey Sasánida gravada al relieve. Joyas que consisten en diversos objetos encontrados en el sepulcro de Childerico, tales como: abejas de oro, un anillo de oro gravado & c. más, el sello de oro de Luis XIII, una bula o sello de oro, antiguo; una medalla grande de oro de Luis XIV que representa la fachada del Louvre. Medallas de oro griegas y romanas. Medallas griegas. Medallas de oro de Siracusa en número de 53. Tres medallas de oro de los Reyes de Epiro. Un Neoptolemo y dos Pirros. Medallas romanas. La serie de Emperadores, de oro, comprendidas en ellas los medallones grandes en número de 95 piezas. Las medallas desde Sexto Pompeyo hasta el reinado de Justino II, en todo 3. 192 piezas de oro. Medallas modernas de oro Número 1- Las medallas de los Reyes de Francia desde Carlos VII hasta Luis XIII; son 37 piezas. 2- Medallas de oro de Luis XIII; son 125 piezas. 3- Medallas de Napoleón: 75 piezas. 4- Más, cuatro piezas de Luis XVIII y de Carlos X. 5- Los grandes hombres de Francia: 20 piezas. 6- La serie uniforme de Luis XIV y Luis XV son 454 piezas; o sea, colección uniforme compuesta de dicho número de piezas. 7- La serie o colección de los Papas, de oro, 65 piezas.

domingo, 8 de diciembre de 2013

De cómo llegó el bólido AY a Cárdenas y cuántas cosas hizo en su Casa de Cultura solamente en una tarde.

Memorias cardenenses sobre alguien que no está y que el próximo día 13 celebraría un nuevo cumpleaños. Por: Lorena Martínez Faxas.
No voy a hablarles de A. Y., autor de una obra con peso indiscutible en la literatura cubana, sino de mi amigo Albe, ese ángel endiablado o demonio angelical a estas alturas ya no sé; historia tiene comienzo a principios de los ochenta, entre noveles estudiantes de Filología de la Universidad de La Habana. Albertico y yo veníamos de situaciones tensas y recién vividas: él recién egresado de su trabajo social en un pueblito perdido de Las Tunas y de la Brigada XX aniversario en Matanzas, yo de un difícil traslado de la carrera de Filosofía a la facultad de Letras, del curso regular al dirigido. Razones estas muy loables que permitieron que rápidamente hiciéramos dúo, el cual se enriqueció hasta lo infinito cuando La Flaca (Jacqueline), sus dos hijas y Arturo junto a otros seres, del aula o circunstanciales, crearan un equipo de estudios más que especial. Dentro de él ocurrieron cosas que nunca olvidaré-olvidaremos: el Ave María de Gladis, nuestras primeras caminatas, mi bata estampada con la punta enganchada en un carro por todo Carlos III, el recibimiento que Penélope, él, en su papel de vizconde y la marquesa Viejita Linda me recibieran la primera vez que fui a 19, aquella casita de la azotea (madera y tejas que un ciclón se encargaría de abatir), “Helena la traposa”, los estudios de latín en paños más que menores, Gisela… Y aquello era sólo el inicio de una infinita aventura mayor. No imaginar nunca en cuán procelosos mares navegaba. Tratar con Albe era una de las cosas más difíciles que he debido enfrentar. No era fácil entenderlo, no traicionarlo de alguna manera, tampoco seguirlo: honesto, voluble, alegre, esencialmente espectacular. En las alturas de la azotea, donde después haría un tejado veleta remedo de pollito pito y mientras saludábamos a Eneida, inagotable vecina, conocí de Penélope, la protagonista de increíbles historia, de las cosas raras y los matojos cobraron otro matiz. Vivirlo así, de esta manera, le perdonaba todo o casi todo, hasta una monstruosa foto que circulaba por el aula y él asegurando que era yo al llegar a la pubertad. En aquella escuela pasaron meriendas mientras alguno que otro profesor daba clases, chivos, novios, hijos, frustraciones, triunfos, tesis y millones de historias pero, lo más importante, para los dos es que quedamos unidos como casi nadie de aquel loco grupo de graduados que, ¡por fin!, llegamos a ser. Al empezar a trabajar en una editorial habanera, me mudé por un tiempo a su casa, compartiéndola, fundamentalmente, con la de Gladis y Jacqueline. Conocí de otra manera los efectos de su obra, no solo era aquella con la que entretenía al pequeño Lucas sino su constante denuncia por la ecología, la igualdad, paz y la felicidad. Después abandone la calle 19 y, entonces, su figura llegaba de vez en vez a huracanar mi tranquilidad en la Editora Política. No nos abandonábamos totalmente y, cada cual conocía, más menos, la vida del otro; me convertí en analista y seguidora de sus textos y andanzas; quise saber las extrañas maneras de su hacer y deshacer amigos, cuando hacerlos felices era su gran vocación. Mientras tanto, Mirta se mudó a Alamar y luego a Cojímar; él estuvo casi un año por el para mi lejano Brasil, Viejita Linda, Pepe y después el viejo Alberto se fueron; ni por teléfono me enteré. Aunque la editora me robaba tiempo, entre bicicletas finiseculares, viajes y otros avatares nos volvimos a encontrar. Ya no me fui más de la casa del Vedado, donde sané de ciertas heridas que mejor no hablar. La vida da unas vueltas tremendas y regresé a Cárdenas, algo que nunca acabó de entender, hacía planes para a mi regreso: ser dos viejitos verdes; eran entonces los fines de semana: Massiel y Bertold Brecht, Marilyn Monroe, paseos, inventos y, sobre todo, la música de los cincuenta en ese lugar construido para que un día de septiembre lo tuvieran que encontrar Todo lo anterior era vital para llegar a una lluviosa tarde de mayo cuando, en uno de sus viajes Albe y yo aterrizáramos en la Casa de Cultura, mi nuevo centro de trabajo y lugar donde (se suponía) sería invitado desde ese entonces a dar conferencias, presentar su obra o la de otros, ser jurado…. Lo primero fue desbaratar al sentarse uno de sus sobrevivientes y añejos sillones a lo que siguió el correr por sus aún hermosos corredores, planear sobre ellos con risa de pícaro cogido en falta, descubrir la escultura inacabada de la pared del patio la cual, según él y como opinábamos otros, echaba a perder el espacio y era un capricho a la insensatez (otra vuelta a la tuerca de aquel camino infernal lleno de buenas intenciones. Penetrar en la oficina de la administración fue para él un asombro: reencontrarse con Lourdes, conocida de otras épocas, lo cual le dio ganas de poner un sombrerito y otra flor en el busto de Martí, vociferar de contento, respirarse el patio, decir que todo le era fabuloso, por supuesto no para mí que cargaba con él en un lugar donde recién me comenzaban a conocer. De un tirón se enteró (¿quizás?) de algún problema que aquejara a alguien como Milagros, a quien regaló una sonrisa y un consejo oportuno que tomó de algún lugar, con otra flor conquistó a la entonces directora de la Casa, llegando a bailar un minué sobre su buró. Cárdenas le ofrecía oportunidades colosales y a todos, nos los hizo saber. No fue una tarde fácil. Me obligó a localizar al escritor Alberto Abreu (compañero nuestro de escuela) para que viniera a nosotros y en lo que le esperábamos (lo entiendo, nunca llegó) llamó a no se cuantos amigos, sólo para decirles que estaba conmigo allí. Caminábamos por la terraza superior de la Casa, aparentemente tranquilos, cuando se rompe una teja bajo su peso, es una señal dijo de que no se puede andar juiciosamente por este lugar, arramblamos (miedo y a preocupación incluidas) con uno de los cristales art decou (encontrado medio roto en el piso) de los que alguna vez decoraron los vitrales de la institución. No dejó de trepar por todos los niveles de la azotea, a la par que diseñábamos oralmente la estructura del taller que al otro día se debería efectuar; un pedazo de la escalera cayó y se entretuvo en husmear entre viejas escenografías de teatro en las que se inventó todo tipo de diabluras, aprovechando las opciones de uno de los más agradables miradores de la ciudad. De allá arriba bajo como el bólido que era al escuchar los toques del grupo Columbia del Puerto que, casualmente, ese día estaba ensayando en el patio, y como si fuera poco estuvo “visionando” al grupo danzario de Ciencias Médicas del que se encargaba su vieja socia Marielena, compañera de la brigada XX aniversario a quien se encontró trabajando acá. Decidió convertir en habanera a una de las malangas improductivas que pernoctaban en el patio, la cual se incorporó a la teja, al cristal y no recuerdo que otra cosa más que descansaban en el maletín, instándome para que cambiara la cara y peleando por no estar aún conforme de trabajar en tan portentoso lugar. Al rato (¡cuántos siglos nadie lo sabe!) salimos de allí para irnos a caminar por la parte histórica de la ciudad, la lluvia nos cayó entonces como si envidiara nuestra alegría, el fango en cual enterramos mis zapatos, de las ampollas con que hube de acabar. Aquel día, como tantas otras veces, me parecía que una tormenta se hubiera desembocado en la tarde, aunque yo fuera la única que la sintiera, cuando el resto lo parecía disfrutar. Anexos ¿Quién fue el protagonista de esta historia? Alberto Yañez (1957-2008) narrador y poeta, graduado de Artes Plásticas en San Alejandro y de Filología en la Universidad de La habana. Miembro de la UNEAC, recibió el Premio 13 de marzo en 1979 y 1985 respectivamente. Premio Nacional de la Crítica (1997) y Premio Pinos Nuevos. Cuentan que Penélope fue su primer libro publicado, le siguen, en vida, Ese libro horroroso y sin remedio, Frenética historia de la cacerola encantada, Poco libro para tanta barrabasada, su genial cuento La perdida por la ganada o el cambio del niño por la vaca Después de septiembre del 2008 han sido publicados por su hermana, la escritora e investigadora Mirta Yañez, alrededor de cuatro títulos nuevos, hallados entre sus papeles, los cuales confirman la excelencia narrativa de este autor.

La pistola-lapicero del espía.

Por: Ciro Bianchi Ross Publicado en el periódico Juventud Rebelde el 8 de diciembre de 2013.
Con motivo de la página dedicada al espía alemán capturado y fusilado en La Habana en 1942, y que apareció en este espacio hace un par de semanas, Ernesto Aramís Álvarez Blanco, quien trabajó varios años como museólogo e investigador en el Museo Óscar María de Rojas, de Cárdenas, en la provincia de Matanzas, aporta un dato de interés. Dice que la pistola-lapicero de Heinz August Kunning, conocido también como Enrique Augusto Luning, se exhibe en esa institución cultural. En el registro que se practicó en el momento de su detención, en la habitación que ocupaba en la casa de huéspedes ubicada en el segundo piso del edificio marcado con el número 366 de la calle Teniente Rey, entre Villegas y Aguacate, en La Habana Vieja, se encontraron mapas, croquis y planos de centros comerciales y un potente aparato de radio que le permitía transmitir y recibir mensajes. Había además documentos que demostraban sus contactos con otros agentes nazis y la curiosa arma aludida, que cae dentro de las llamadas «pistolas de bolsillo» y que con posterioridad a los hechos fue a parar al museo cardenense. Escribe al respecto Ernesto Aramís Álvarez Blanco: «Para las personas que visitan el museo Oscar María de Rojas resulta siempre interesante conocer detalles de la historia del arma ocupada a Luning. Mide 14,5 centímetros de largo por 2,5 de ancho. Fue fabricada en Estados Unidos de América y presenta la inscripción: “The Lake Erie Chemical Co. Cleveland Chic USA”». Precisa Álvarez Blanco que se trata de una pistola de 12 milímetros de calibre, un solo tiro y un disparador en forma de botón. «Es un arma que se puso de moda a fines del siglo XIX y que durante las primeras cuatro décadas del siglo XX fue frecuente entre viajeros, jugadores profesionales, mujeres licenciosas y espías de diversas naciones. Una curiosidad, para decirlo en una palabra». Con la detención de Luning se relaciona el mensaje de Sergio Varela Sánchez. Expone este lector lo que le contaron su madre y su abuela y escuchó muchas veces relatar a los suyos, vecinos de la ya aludida casa de huéspedes. Referían que cuando las autoridades cubanas decidieron proceder a la detención del espía, pidieron a los inquilinos de las viviendas aledañas que permanecieran en el interior de sus domicilios, preferiblemente debajo de las camas. Añade que no está de acuerdo con el norteamericano Thomas D. Schoonover, profesor de la Universidad de Luisiana, en Lafayette, cuando en su libro sobre Luning en Cuba dice que nunca supo manejar el equipo de radiotelegrafía y que por tanto jamás logró comunicarse con submarino alemán alguno. Puntualiza Varela Sánchez que siempre escuchó hablar en su casa de las jaulas con pájaros que el espía tenía en su habitación porque el piar de las aves disimulaba y encubría el sonido del transmisor. Por último inquiere el lector acerca de la participación de Cuba en la II Guerra Mundial. Victoria cubana Cuando la primera conflagración mundial, Cuba declaró la guerra a Alemania el 7 de abril de 1917. Aunque hubo cubanos que tuvieron una participación muy destacada en esa contienda, en el orden estrictamente militar la Primera Guerra solo alcanzó una repercusión interna digna de memoria: el establecimiento del Servicio Militar Obligatorio para los varones entre los 21 y los 30 años, medida que no tuvo otra consecuencia práctica que la de precipitar numerosos matrimonios. Cuando la Segunda Guerra, el Acuerdo-Ley número 7 de 1942 dispuso la ampliación y la reorganización del Ejército y la Marina cubanos y se volvió a establecer aquí el Servicio Militar, que esa vez sí se tradujo en el llamado a filas de muchos de los conscriptos aunque, al igual que en el conflicto anterior, ningún cubano salió del país para pelear en suelo extraño, salvo como voluntario. No existen datos precisos, pero se calcula que no menos de 3 000 compatriotas se sumaron a las fuerzas aliadas. De eso queda constancia en muchos relatos periodísticos y por lo menos en dos libros: Del Hudson al Elba, del voluntario holguinero Armando Díaz Fernández, y Memorias de un estudiante soldado, que valió a su autor, Roberto Esquenazi Mayo, el Premio Nacional de Literatura en 1951. Tres cubanos combatieron en las filas del ejército soviético: Enrique Vilar y los hermanos Aldo y Jorge Vivó. Aldo y Enrique encontraron la muerte en la conflagración. Los padres de ambos fueron prominentes dirigentes del primer Partido Comunista de Cuba, Jorge Vivó y César Vilar. El primero ocupó la secretaría general de esa organización política. César, el llamado «Camarada Pi», encabezó la Confederación Nacional Obrera de Cuba y, siempre desde las filas del Partido, fue delegado a la convención que elaboró la Constitución de 1940 y con posterioridad resultó electo senador de la República. Pero en 1953 sus criterios favorables sobre el ataque al cuartel Moncada y la posición política de Fidel, motivaron su exclusión de la organización a la que había consagrado su vida. La contribución cubana a la Segunda Guerra estuvo sobre todo en el mar, aunque también nuestros aviadores patrullaron el Golfo de México en el triángulo comprendido entre Mérida, La Habana y Miami. Marinos cubanos vigilaron las aguas del Caribe y del Golfo y custodiaron más de un millón y medio de toneladas de mercancías que se transportaban en buques de otros países, en misiones que los obligaron a recorrer más de 300 000 millas. Dos cargueros cubanos, Manzanillo y Santiago de Cuba, fueron víctimas de submarinos alemanes el 12 de agosto de 1942, con el saldo de 76 compatriotas muertos. No puede olvidarse la hazaña de la tripulación del cazasubmarinos CS-13, que el 15 de mayo de 1943 hundió al submarino alemán U-173 frente a la costa norte de Las Villas, a la altura del faro de Cayo Mégano. La nave nazi era comandada por Reiner Dieriksen, que había merecido la Cruz de Hierro del alto mando alemán por haber hundido más de diez buques durante los meses iniciales del conflicto. El alférez de fragata Mario Ramírez estaba al frente del cazasubmarinos cubano cuando el sonadista Norberto A. Collado, que sería el timonel del yate Granma en 1956, detectó con sus equipos la presencia del enemigo y guió a los suyos en la persecución y aniquilamiento del adversario. Combustible en carros de leche Y a propósito de los submarinos alemanes, Horacio Torres Triana pregunta desde Camagüey sobre el reabastecimiento de combustible y alimentos de dichos sumergibles, dada la enorme distancia que media entre Alemania y nuestra zona geográfica. Un cubano que falleció en Miami hace unos 25 años confesó a un colaborador de esta columna que en la finca de su familia en Camagüey se refugiaban submarinistas nazis. Había allí una barraca habilitada para ese propósito y pasaban en ella hasta dos y tres meses. Buena comida y asistencia médica; hasta extirpaciones de apéndice llegaron a practicarse en el lugar mientras el submarino permanecía camuflado en la costa. Esa fuente, cuyo nombre podría revelar, contó también a mi informante sobre la operación del combustible. Se lo robaban los fines de semana del depósito de la petrolera Shell, en La Habana, y lo transportaban hasta Camagüey en camiones de una compañía lechera propiedad de un español falangista. Unos 400 hombres, algunos de ellos figuras notables de la radio y el deporte, participaban en ella. La Policía, al mando de Manuel Benítez, nunca los descubrió o no quiso hacerlo. El periodista Juan Chongo Leiva publicó hace años —y están ya totalmente agotados— dos libros útiles e interesantes que bien merecen su reedición: La muerte viaja con pasaporte nazi, sobre Kunning, y El fracaso de Hitler en Cuba, acerca de las organizaciones fascistas que surgieron aquí. Pero el asunto del quintacolumnismo en la Isla durante la Segunda Guerra Mundial, y antes, resistiría otros acercamientos. Se le pasa por encima con demasiada celeridad y, en buena medida, datos que en su momento aportó la prensa quedaron congelados en las páginas de periódicos y revistas donde se publicaron sin que nadie se haya preocupado de rastrearlos, mientras mucho de lo que se repite acerca del tema sigue siendo parte de las suposiciones, sin que se sepa con certeza qué fue verdad y qué fue mentira. En las altas esferas del Gobierno cubano de la época no eran pocos los que simpatizaban con Hitler y su política. Sin ir muy lejos, el canciller José Manuel Cortina tuvo que renunciar a su cargo luego de que en una interpelación parlamentaria se le acusara de antidemócrata y de negociar con los pasaportes de los emigrados judíos. Por otra parte, las autoridades de Inmigración acusaban de agentes nazis a judíos ricos y los encerraban en la Estación Cuarentenaria de Triscornia, en Casablanca, para exigirles luego sumas de hasta diez mil dólares para exonerarlos de cargos, mientras que gente como el príncipe Rúspoli, director de la Beneficencia Italiana en Cuba, se movía libremente por la Isla pese a que la opinión pública cubana lo tachaba de quintacolumnista. En mayo de 1943, en el Centro Radiotelegráfico de la Secretaría (ministerio) de Comunicaciones, ubicado en el reparto Kholy, se ocuparon 17 documentos que contenían —se dice— pruebas del espionaje que funcionarios cubanos ejercían a favor de Alemania. Eduardo Chibás acusó a un ex director de ese centro, y la inculpación provocó una áspera polémica entre un hijo de este y el parlamentario en la que relucieron no pocos trapos sucios de funcionarios gubernamentales. La discusión llegó a tal punto que el fiscal del Tribunal Supremo solicitó a la Audiencia habanera el procesamiento de los contendientes. Chibás echó en cara al fiscal no haber procedido con la denuncia sustentada en los 17 documentos ocupados en Kholy. Ni procedería tampoco. Un incendio nunca esclarecido en el Centro Radiotelegráfico puso fin al asunto y el general Manuel Benítez, jefe de la Policía Nacional, asumió el control de la entidad. Cubanismo absoluto Otro mensaje electrónico, firmado por Andrés, sin apellidos, alude a la existencia de un partido nazi en Cuba a la que se refirió el escribidor en su página del 24 de noviembre pasado. Escribe el remitente: «Efectivamente, hace poco más de diez años realicé una investigación sobre el racismo en Cuba y buscando y buscando encontré que en octubre de 1938 se había creado un partido nazi en Cuba. Increíble, pero cierto. Es un capítulo de nuestra historia que se conoce poco. El partido fue creado por el periodista Juan Prohias y estaba compuesto fundamentalmente por pequeños comerciantes y algunos miembros de la clase media, portadores todos de una ideología racista, profundamente anticomunista y ultranacionalista («cubanismo absoluto», decían ellos). En sus primeros estatutos había cláusulas abogando abiertamente por la discriminación racial, por lo que al principio no fue aceptada la solicitud de inscripción por ir en contra de lo estipulado al respecto en la Constitución de 1940. Más tarde omitieron convenientemente todas las referencias raciales para poder obtener estatus legal. Además de este partido, existieron simultáneamente el Partido Fascista Nacional, la Legión Nacional Revolucionaria Sindicalista y la Legión Estudiantil de Cuba, y todas compartían la misma base ideológica. Estas organizaciones tuvieron su arraigo en La Habana y Las Villas fundamentalmente». Concluye Andrés su mensaje: «Por suerte, hubo en Cuba un fuerte movimiento antifascista».

viernes, 6 de diciembre de 2013

Un coral de honor para el cardenense Juan Elpidio Padrón Valdés.

Por Luciano Castillo. Tomado de http://www.habanafilmfestival.com/
Cuando era niño y vivía con su familia en el batey del ingenio matancero Carolina, donde trabajaba su padre, Juan Padrón, nacido en el cercano valle de Guacamaro el 29 de enero de 1947, sentía miedo al ver los vampiros en las películas. Si al regresar del cine con sus amigos su hermano Ernesto gritaba: «¡Un vampiro!», todos huían asustados. Juan Manuel, precavido, antes de dormir miraba bajo la cama y cerraba la ventana del cuarto. Pensó luego que el vampiro realmente es un pobre infeliz, alérgico al ajo, impedido de salir de día y disfrutar del sol caribeño, incapaz de afeitarse porque los espejos no lo reflejan, obligado a dormir en un ataúd y que solo puede tomar sangre... Por entonces ya tenía la inquietud y la vocación de contar cuentos y dibujar. Los hermanos Padrón leían muchas historietas y las dibujaban con guiones inventados por ellos, además de filmar algunos cortos en 8 mm, con argumento propio. El joven Juan Padrón, en sus incursiones en La Habana, invitado por su primo Jorge Pucheux, asistente de cámara en el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos, visitaba el estudio de animación fundado en 1960. Sobre la marcha, en el contacto con aquellos profesionales, aprendió a solucionar los dibujos y a utilizar la tinta china, pues nunca cursó estudios de esta especialidad. Ver con detenimiento películas en moviola le permitió detectar incluso errores en obras de Walt Disney. Los dibujantes de la revista Mella, a la cual el aficionado Padrón comenzó a enviar sus caricaturas para la sección «El hueco», como también a Bohemia, se percataron del talento natural de aquel muchacho. Para él fue un entrenamiento brutal concebir desde 1963 entre 20 y 30 caricaturas de variados contenidos cuando Virgilio Martínez le asignó la página semanal, tras marcharse los antiguos encargados: el fotógrafo Newton Estapé y Silvio Rodríguez, que optó por la guitarra. Hacia 1968, mientras trabajaba en el suplemento humorístico «El Sable» del diario Juventud Rebeldedescubrió las posibilidades del humor negro tan apreciado por Padroncito en los chistes sobre verdugos y vampiros. La vida cotidiana de un vampiro desgraciado, los problemas con los niños, los conflictos con el dentista… lo convirtieron en protagonista de toda una serie de historietas. Ese provocador más de la lástima que del pavor impuso en los lectores el hábito de abrir el periódico por la página en que aparecían esos chistes. En estos años sesenta, para mantener la programación, las muy numerosas salas cinematográficas, además de una cuantiosa cifra de cintas de los países socialistas y los mejores filmes europeos, fueron invadidas por películas japonesas de samuráis. Padrón diseñaba varias historietas, una sobre el pionero cosmonauta Delfín y otra sobre el samurai Kashibashi para el semanario infantilPionero, en la que insertó a un cubano del siglo xix diseñado de un tirón sin boceto alguno, el 4 de agosto de 1970. Bautizó aquel mambí como Elpidio Valdés sin sospechar siquiera que pronto cobraría vida propia, se independizaría de aquellas tramas situadas en otros países y saltaría machete en mano a la pantalla en Una aventura de Elpidio Valdés (1974). Ese corto en el que el intrépido e ingenioso mambisito rescataba a su caballo Palmiche capturado por los españoles, significó la incorporación de Juan Padrón al ICAIC y el inicio de una exitosa serie. Elpidio Valdés descarrilaría un tren militar, explicaría la transformación del machete de instrumento de trabajo a arma de combate de los mambises, difundiría los distintos toques de corneta del Ejército Libertador, asaltaría un convoy con pertrechos de guerra, cumpliría en Nueva York la misión de que zarpara una expedición con armas para los insurrectos en la isla, entrenaría a su inseparable potrico, burlaría el cerco de las tropas, derrotaría a los rayadillos colaboradores de los «gallegos» y forzaría la trocha para llevar balas a sus compañeros de armas… Al cabo de cinco años de arrojadas acciones y divertidas peripecias, Elpidio Valdés (1979), realizado por Juan Padrón devino el primer largometraje de animación en la historia del cine cubano. Sin dejar de cabalgar en Palmiche, el emblemático personaje prosiguió sus andanzas en dos cortos (Elpidio Valdés y el fusil yElpidio Valdés contra la cañonera), hasta que en 1980, año en que realizó este título, a Juan Padrón se le ocurrió la idea de desarrollar un tipo de películas sin diálogos ni carteles capaces de ser insertadas en el mercado internacional. El proyecto pretendió sumar a la nueva serie a los caricaturistas. Aunque oficialmente la producción animada del ICAIC era solo para el público infantil, Padrón se aventuró a elaborar tres Filminutos, los llevó al estudio y con el entusiasmo de todos, consiguieron la inmediata aprobación por la dirección del ICAIC de esa línea de animación dirigida a los adultos. Padrón disfrutó mucho esa adaptación fílmica de sus chistes con efectos de sonido y colores. En sucesivas ediciones, estos Filminutos mostraron a los vampiros criollos frente a distintas disyuntivas, desde las inclemencias del calor a la indecisión de un novato acerca de si encajar los colmillos en el tradicional cuello o en el insinuante trasero de la joven escogida como víctima. Elpidio Valdés contra dólar y cañón (1983), el segundo largometraje de Juan Padrón, lo condujo al agotamiento por tanto trabajar sobre el personaje preferido de niños y adultos cubanos. Con el fin de no encasillarse ni repetirse, porque no era esa creación la única que por su innata ductilidad le interesaba, había intercalado títulos comoN’vula (1981) y ¡Viva papi! (1982). Abordaba en estos otros temas con variadas gradaciones del humor y un estilo y ritmo inconfundibles, sin traicionar su principio de que «hacer una historieta es hacer cine y viceversa». Descubrir con sorpresa en Padrón y su equipo al personal ideal para captar la línea y la psicología de cada personaje, condujo al humorista argentino Joaquín Lavado (Quino), a proporcionar sus chistes para que fueran animados con mayor efectividad aún. En los seis números de la serie Quinoscopios (1985-1987), el corrosivo humor de ese mendocino hijo de inmigrantes andaluces, fue enriquecido en la animación con el aporte de los cubanos. El creador de la tira Mafalda —que sería objeto de un largo por Padrón en 1993— manifestó su satisfacción por los resultados obtenidos en esa relación mutuamente fructífera. «¿Por qué no escriben un guion para un largometraje sobre vampiros? —preguntó un alemán de visita en los estudios de animación del ICAIC—. A mí me gustaría invertir en una película así». La respuesta de Padrón fue inmediata: «Tengo un argumento sobre vampiros que lo estoy trabajando». Y sin haber escrito una sola línea, en cuanto aquel hipotético productor se marchó, el cineasta puso manos a la obra y escribió la trama original del que se convertiría en su tercer largometraje: ¡Vampiros en La Habana!(1985). El objetivo primordial era: «Entretener y recrear los años 30; en segundo lugar, tratar un tema de carácter internacional. Quería salir un poco del rigor que implica hacer los Elpidios y reanimar un determinado período histórico. Esta película es rigurosa en su tratamiento de época (la ropa, el ambiente, los tranvías, los carros, etcétera)». Era la posibilidad de recrear los años treinta, de los cuales confiesa vivir permanentemente enamorado. «Para mí los chistes más logrados son los actuados por los personajes y los vinculados directamente con el tema de los vampiros», explicó Padrón sobre esta parodia de las películas de gángsters. Experimentó con un sonido realista, como si se tratara de una película con actores en vivo, con la mayoría de los efectos ambientales, los disparos, etcétera, contrastados con los dibujos, lo cual otorgó un tono muy divertido y constituye uno de sus principales aciertos. La simplicidad en el diseño predominó para facilitar la animación con el ánimo de concluir la cinta en el menor plazo posible. Unos tras otros se encadenan los momentos hilarantes por medio de un ritmo siempre creciente en la edición hasta alcanzar secuencias chispeantes, contrapunteadas por la excelente música compuesta por Rembert Egües. Pero los «expertos» que primero vieron la película terminada concluyeron que «no era lo que esperaban de él» —según declaraciones de Padrón—, que era muy vernácula, confusa y ruidosa. No se hizo rueda de prensa para anunciarla, ni estreno. En una revista salió una crítica que la trataba muy mal… «Estuve unos días muy deprimido, hasta que rompió el récord de taquilla (de aquella época) en una semana y la gente la comentaba entusiasmada». Después de aquella apenas promocionada exhibición iniciada el 18 de julio de 1985 en nueve salas capitalinas, ¡Vampiros en La Habana!devino pronto una auténtica «película de culto», un clásico del cine de animación, no solo cubano, por el prominente lugar ocupado en el favor del público de todas partes. Existen cinéfilos que, amén de reconocer y disfrutar las sarcásticas citas a las obras maestras del cine negro y el de horror, conocen diálogos de memoria e incorporaron a su vocabulario frases enteras y expresiones como la de «Pipirriqui». El 12 de diciembre se alzó con el Tercer Premio Coral en el 7 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. La crítica internacional llegó a situarla al lado de títulos del renombre de Yellow Submarine o Fritz the Cat y de la aclamada animación de vanguardia de Checoslovaquia y Hungría. Frente a un triunfo arrollador, incontables veces le preguntaron a Juan Padrón —comparado por algunos con Tex Avery— por qué no realizaba una segunda parte. En otro país los productores le habrían presionado, pero la dirección del ICAIC durante 18 años decidió no asumir otro largometraje de animación. El 27 de marzo de 2003 se efectuó —esta vez sí con todos los honores y la divulgación ameritados—, la première de Más vampiros en La Habana, la muy esperada secuela. La riquísima banda sonora continúa como uno de los méritos fundamentales de esta segunda entrega, a la cual contribuye no poco la efectiva música original también compuesta por Rembert Egües. El binomio Padrón-Egües no vacila en recurrir a la wagneriana «Cabalgata de las Valkirias» y bailar a paso de conga al estribillo de: «¡Hasta Berlín a pie!». El tiempo transcurrido entre los dos largos de la saga vampírica no incidió en contra de la inspiración, la inagotable reserva imaginativa y la audacia de Juan Padrón. En la inevitable comparación unos señalan que no superó las inmensas expectativas acumuladas, algunos perciben cierta pérdida del factor sorpresa inicial —como ocurre generalmente con las secuelas—; otros afirman que desmiente la socorrida frase de que «nunca segundas partes pueden ser buenas». El enorme poderío sonoro-visual de la primera está intacto en un espectáculo entretenido e irrepetible, pletórico de variopintos personajes, sobre todo los villanos, dotados de un catálogo de excelentes voces que nutren la galería personal de su hacedor. «Pienso que son bien diferentes. La primera es una comedia costumbrista y esta es una película de aventuras. Es una trama más complicada, una mezcla de película de espionaje y aventuras, rociada con choteo cubano», declaró Padrón, que presenta ahora su novelización con el título Vampirenkommando(Ediciones ICAIC) e inaugura la exposición «De eros, vampiros y otras escenas similares…» ¡Vampiros en La Habana! ocupa el primer lugar en la categoría Animación en los resultados de la encuesta de la Asociación Cubana de la Prensa Cinematográfica de los mejores filmes producidos por el ICAIC (1959-2009), seguido por Elpidio Valdés, la serie Filminutos y Elpidio Valdés contra dólar y cañón.

El joven Elián.

Por: Claudia Díaz Pérez, estudiante cardenense de Periodismo Tomado de http://jovencuba.com/2013/12/03/el-joven-elin-gonzlez/
¿Quién no recuerda su mirada tras las rejas, aquel rostro de espanto en la noche del rescate o su voz infantil pidiéndole a un avión que lo regresara a Cuba? La historia de Elián González Brotons, el niño de 6 años que perdió a su madre en una travesía hacia Estados Unidos y fue retenido por familiares lejanos que se negaron a regresarlo a su padre en Cuba, ocupó en récord de tiempo los titulares de todos los noticieros. Hoy, después de 14 años muchos se preguntan por ese joven, que este 6 de diciembre cumple dos décadas de vida. Ese muchacho que aún mantiene la mirada tierna, ahora con la chispa de la felicidad accedió con disposición a esta entrevista. En un ambiente natural y cotidiano, exactamente en un banco de la Universidad de Matanzas Camilo Cienfuegos, donde estudia Ingeniería Industrial, se desarrolló este diálogo que me develó a una persona sensible que varía el tono de su voz cuando habla de la correspondencia entre cariño y exigencia de su padre, del amor desinteresado de la madre que lo acogió, de Fidel, sus escoltas y los amigos. En ocasiones interrumpimos la conversación para que saludara a compañeros y profesores o para reírnos de cualquiera de sus tantas ocurrencias, hasta quiso compartir su merienda y es que Elián desprende sencillez, sentido del humor, humildad. CD- ¿Cómo ha influido en tu vida el hecho de ser una figura pública? EG- Soy un tanto tímido, por tanto, a la hora de pararme en un lugar y saber que todo el mundo me está mirando y que soy, tal vez, el centro de atención, que muchos escogen como una guía, como un símbolo, es bastante difícil, porque entonces me cohíbo más. No es algo a lo que me acostumbré fácilmente. A mí me gustaría más pasar desapercibido. No me gusta ser, en donde esté, el centro de interés. Creo que pasar desapercibido es la forma de vivir más placenteramente, como cualquier muchacho normal, sin que nadie esté al pendiente de cualquier gesto, palabra o acción. CD- ¿Qué es Fidel Castro para Elián González? EG- Fidel Castro para mí es un padre. No profeso ninguna religión, pero de hacerlo, mi dios sería Fidel Castro. En un momento de mi vida, muy pequeño se me hizo una entrevista acerca de lo que significaba Fidel Casto para mí y lo que dije fue que era un gran barco que sabía llevar a su tripulación por un buen camino y eso es lo que sigo creyendo. Fidel Castro lo es todo para Cuba, lo es todo para el mundo porque sin ser, incluso, un Premio Nobel de la Paz nadie ha intermediado más por la paz mundial que Fidel Castro, por eso creo que más que un padre para mí debe ser un padre para el mundo entero. Tiene grandes opositores que lo ven como un monstruo, por el simple hecho que Fidel ha traído una nueva alternativa que ha frenado sus intereses de expansión, de conquista, de desarrollo, que ha puesto ante los ojos de la opinión pública mundial que se puede construir una sociedad diferente donde el bienestar del ser humano sea lo principal. Fidel no ha hecho más que traerle un alivio al mundo. CD- ¿Qué crees de la decisión tomada por tu padre? EG- Es una decisión de la cual él nunca se ha arrepentido y yo nunca le he reprochado que la haya tomado. Creo que fue lo más sabio, fue una decisión siguiendo sus ideales, fue, también, en respuesta a la confianza que depositó Fidel y la Revolución y todo el pueblo de Cuba en nosotros. Demostró que los cubanos somos personas de ideales dignos, nobles, honrados, con un gran concepto de familia que no nos dejamos comprar con dinero. Se le ofreció mucho dinero, incluso cheques en blanco, a los cuales él se le rehusó por el simple hecho que lo que deseaba era estar junto a su familia. El imperio no puede tergiversar los ideales, ni la causa, diciendo que mi papá regresó porque quedaba parte de la familia, ya que la dirección de la Revolución le dijo que si lo que deseaba era quedarse en Estados Unidos se le sacaba pasaporte a todo el mundo. Yo tenía una cotorrita y en esa oportunidad a mi papá se le dijo que si su decisión era no regresar hasta a la cotorra se le hacía pasaporte. Esto demuestra que la idea de la Revolución no era tenernos en Cuba bajo obligación, en contra de nuestra voluntad. Tal vez las personas piensen que mi papá se hizo revolucionario en ese momento. Desde muy joven perteneció a las filas de la Unión de Jóvenes Comunistas y se desempeñaba como Secretario de su Comité de Base. Él para ese momento ya era militante del Partido, es decir no era una persona desvinculada de las tareas del país, como algunos creen. Si él lo que quería era bienestar para su hijo, después de lo que yo había vivido, tomó la mejor decisión porque donde mejor podía estar un niño, en cualquier parte del mundo, era en Cuba. Iba a tener la mejor educación, los mejores tratos, el cariño más sincero. CD- ¿Qué cambiarías de tu historia? EG- Tal vez si mi madre no hubiese muerto hubiera sido un camino más fácil para transcurrir por mí. Pero después de todo yo veo que fue lo que me tocó y así hay que vivirlo. Esto es un fuerte pretexto que tenemos para demandar al gobierno de los Estados Unidos que ha cobrado muchas vidas, entre ellas la de mi madre, con la Ley de Ajuste Cubano. CD- ¿Cómo ha sido tu vida en Cuba y cómo hubiera sido en Estados Unidos? EG- En Cuba mi vida ha sido como la de cualquier joven cubano, siempre con la responsabilidad que lleva el mérito de mi familia, que es por lo que se me ha destacado. Siempre con algunas limitaciones por la protección ante el temor de cualquier represaria del imperio. Gracias a estar en Cuba pude estar con mis padres, mis hermanos, mis abuelos. Pude regresar a mi barrio, a jugar con mis amigos de siempre y no con esos nuevos amigos que no deseaba. He podido sentir el amor de mi ciudad, de toda Cuba. Sé que el pueblo norteamericano me apoyó en ese momento, pero no es igual ese amor. En cada lugar que estoy siempre hay un niño, una anciana que llega a donde estoy y me quiere conocer, no por el hecho de ser una personalidad sino porque sufrió toda la historia con mi familia. En Cuba gozo de libertades que no podría tener en Estados Unidos, incluso ese anonimato que poseo a veces, ya que por el paso de los años algunos no me conocen, me permite caminar tranquilamente por las calles de Cuba, sin que esté esa persecución de la prensa, de la gente. Si me hubiera quedado en Estados Unidos estuviera privado de ello. En Estados Unidos sería una figura mediática, tal vez me empujarían al mundo de la política, de la cultura. Quizás sería un cantante, esa sería la manera de seguir sacándome dinero. No tendría la tranquilidad que disfruto aquí.La prensa estuviera al tanto de todo lo que hago, como acostumbran ellos a tratar a los famosos. Hay personas que luchan por ser famosos, ese no es mi caso, prefiero pasar desapercibido. CD- ¿Qué personas han influenciado tu formación? EG- Para mi formación sobre todo han estado presentes mi mamá y mi papá. Es mi madrastra pero desde chiquito la llamé mamá porque me crió como su hijo, incluso me ha dado prioridades que no le ha dado a sus hijos y ha significado siempre mi apoyo.Mi padre lo ha sido todo. Ha sabido felicitarme y darme el presente que merezco, darme el aplauso que me he ganado. Pero también ha sido muy exigente. Un 90 o un 99 en una prueba no eran suficientes para él, tenía que ser un 100, tenía que brillar, no porque tenía que ser mejor que nadie sino porque tenía que enorgullecer al pueblo y a él. Siempre me dijo que tenía que estar agradecido con Fidel. Él también ha sido imprescindible en mi formación. Siempre fue a mis cumpleaños. Yo esperaba con mucho anhelo ese momento. Era la ocasión ideal para verlo. Yo soy una persona de pocas palabras, me quedaba callado cuando lo tenía delante, pero era suficiente con verlo y darle ese abrazo. Siempre recuerdo sus palabras de que yo ya era alguien, que ya se me conocía en el mundo entero, ahora lo que yo tenía era que ser bueno en algo, eso fue lo que él me pidió. A él no le importó el camino que yo tomara. Si iba a ser desde un ingeniero industrial, que es lo que estudio, o un ingeniero civil, o iba a tomar la vida militar. La intención era que tenía que ser bueno en lo que hiciera. Fidel puso a mi disposición los mejores medios de enseñanza, profesores de arte que me ayudaran a decidirme por un camino. Por eso fue también que mi papá me ha exigido tanto y por eso mi esfuerzo por complacerlo. Siempre en el momento oportuno Fidel me llamó, cuando se enteraba que salía bien en la escuela o de algún logro o distinción, me daba buenos consejos, me felicitaba, me dio ánimo desde que se enteró que me gustaba el mar, la natación. Yo gozo el privilegio de que en un momento dijo que se consideraba mi amigo. Muchas personas son amigas de Fidel y él lo ha demostrado, pero yo tengo el mérito que en acto público me llamara su amigo Participé toda mi vida, desde pequeño en el proyecto Por los caminos de la historia que me ayudó a encaminarme, a formar mi carácter como joven revolucionario, a crecerme ante las adversidades, fue un proyecto que me ayudó a superar el miedo escénico. Cuando era más pequeño no quería darle frente a la prensa y con el proyecto comprendí que la prensa era parte de mi vida. En ese proyecto tuve muy buenos profesores, como es la profesora Sarita. Otras personas que le agradezco mi formación son mis escoltas, que desde que tenía seis años me cuidaron , fueron personas que, más que un cuerpo de protección que me defendía, fueron mis amigos. En ocasiones que no tenía nadie a quien recurrir o tenía un problema que no era para contarle a un padre sino a un amigo, me acerqué a ellos. El apego se convirtió en confianza. En ese proyecto conocí a los que hoy conforman mi círculo de amigos, al principio estábamos dispersos, pero hoy se ven los frutos cuando todos han tomado distintos caminos, los años han pasado y nos seguimos reuniendo. Son amigos que me han ayudado a superar muchos obstáculos. No puedo olvidar mi paso por la escuela militar Camilo Cienfuegos de Matanzas (los Camilitos). La fuerza en el carácter, el genio, el temple de mi personalidad se lo debo a los profesores de ese centro, que me vieron transformarme de adolescente a joven, fue un período en el que cambié mucho.


"De amar las glorias pasadas se sacan fuerzas para adquirir las glorias

nuevas".

José Martí



“… la HISTORIA NOS AYUDARÁ A DESCUBRIR LOS CAMINOS DE HOY Y DE MAÑANA, A MARCHAR POR ELLOS CON PASO FIRME Y CORAZON SERENO Y A MANTENER EN ALTO LA ESPERANZA (...)”.

RAMIRO GUERRA