sábado, 19 de marzo de 2016

El médico chino.

Escrito por Emilio Roig de Leuchsenring Publicado el 20 Octubre 2010 REVISTA Opus Habana
En esta ocasión, el articulista refiere: «Hablaré en primer lugar del famosísimo Cham Bom-biá, el Médico Chino, cuyas curaciones fueron tan extraordinarias que de él ha quedado en nuestro folklore la frase ponderativa de la suprema gravedad de un enfermo: No le salva ni el Médico Chino». Quiero, sí, hablarles de otros curanderos, de uno y otro sexo, que florecieron en épocas pasadas, y cuyos nombres y hazañas han llegado hasta nuestros días. En nuestro manicomio nacional —no me refiero, queridos lectores, al Capitolio, donde moran, discurren –muy raras veces– y hacen locuras –con demasiada frecuencia— los beneméritos padres y padrastros de la patria– se halla recluida desde hace meses la más famosa de las curanderas criollas de estos tiempos: Antoñica Izquierdo o Ñica la milagrera, la que, adaptándose a la época, tan pródiga en curanderos políticos, salvadores, a la fuerza, de sus pueblos, no se conformaba con curar los males físicos de los que a ella acudían, sino que también quiso meterse en camisa de once varas, pronunciándose, como cualquier politiquillo o apolitiquillo, contra la tan cacareada, y cada vez más lejana, Asamblea Constituyente, panacea mágica que remediará todos nuestros males políticos, económicos, etc., etc., etc. Amén. La milagrera Antoñica curaba con agua: agua de los ríos, y por eso encontró su Waterloo en La Habana donde, como bien saben y padecen sus moradores, el agua sólo existe… en las nubes y en estado de vaporización, pues ya ni siquiera llueve de vez en cuando. ¡Felices tiempos aquellos de la colonia en que la Divina Providencia, apiadada de los muy devotos habaneros, tenía siempre repletos de agua lluvia los aljibes, tinajas, tinajones y bateas! Pero no voy a referirme especialmente en estas Habladurías a la bienaventurada Antoñica, pues ustedes conocen tan bien como yo su santa vida y sus prodigiosos milagros. Quiero, sí, hablarles de otros curanderos, de uno y otro sexo, que florecieron en épocas pasadas, y cuyos nombres y hazañas han llegado hasta nuestros días. Hablaré en primer lugar del famosísimo Cham Bom-biá, el Médico Chino, cuyas curaciones fueron tan extraordinarias que de él ha quedado en nuestro folklore la frase ponderativa de la suprema gravedad de un enfermo: «No le salva ni el Médico Chino». Uno de los biógrafos de este milagrero, Herminio Portell-Vilá, refiere que Cham Bom-biá llegó a La Habana en 1858, estableciendo aquí su consulta, que era visitada por personas de todas las clases sociales. Vivió después en Matanzas, con consultorio en la calle de Mercaderes esquina a San Diego, próxima a la residencia de la familia Escoto; y por último se trasladó a Cárdenas, pasando en ella sus últimos años, hasta su misteriosa muerte. Portell-Vilá lo pinta «Hombre de elevada estatura, de ojillos vivos y penetrantes algo oblicuos; con luengos bigotes a la usanza tártara, larga perilla rala pendiente del mentón y solemnes y amplios ademanes subrayando su lenguaje figurado y ampuloso; vestía como los occidentales, y en aquella época que no se concebía en Cuba al médico sin chistera y chaqué, él también llevaba con cómica seriedad una holgada levita de dril». En Cárdenas apareció por el año de 1872, instalándose en una casa de la Sexta Avenida, casi esquina a la calle 12, junto al actual cuartel de bomberos, en la que tenía su botiquín. Cham Bom-biá, si prescindimos del aparatoso ceremonial que usaba en su consultorio y en las visitas a los enfermos, puede ser considerado, más que como vulgar curandero, como un notable hombre de ciencias de amplia cultura oriental, que mezclaba sus profundos conocimientos en la flora cubana y china, como sabio herbolario que era, con los adelantos médicos occidentales. En Cárdenas realizó curas maravillosas de enfermos desahuciados por médicos de fama de aquella ciudad y de La Habana, devolviéndoles a muchos de sus clientes la salud, la vista, el uso de sus miembros. En el ejercicio de su carrera científico-curanderil, actuaba con absoluto desprendimiento, cobrando honorarios a los ricos, y conformándose con decirles a los pobres: «Si tiene linelo paga pa mí. Si no tiene, no paga; yo siemple da la medicina pa gente poble». Las medicinas las proporcionaba unas veces de su botiquín particular, y otras mediante recetas que eran despachadas en la farmacia china de la Tercera Avenida número 211. Cham Bom-biá llegó a conquistar gran popularidad en Cárdenas y en toda la Isla, convirtiéndose, según afirma Portell-Vilá, en el sumo pontífice de la medicina, lo mismo ayer que hoy, como bien lo expresa la frase popular que sobre él perdura, ya citada más arriba, y de la que existe esta otra variante: «A ése no lo cura ni el Médico Chino». Una mañana encontraron sin vida a Cham Bom-biá, tendido en el camastro de la casa que siempre habitó solo en la Perla del Norte. Nunca pudo esclarecerse la causa de su muerte, atribuyéndola, unos, a un suicidio, y otros a algún veneno administrado por cualquiera de sus colegas, envidioso de su fama. De él quedan, además de su reputación elevada a la estratosfera, estos versos que los mataperros callejeros aplican a todos los orientales: Chino manila, Cham Bom-biá: Cinco tomates Por un reá. Casi en la misma época que el Médico Chino hacía milagrosas curaciones en Cárdenas, sobresalió por Las Villas, en el caserío de Jiquiabo, término municipal de Santo Domingo, una curandera, que desde niña era conocida por sus milagrerías: Rosario Piedrahita, llamada la Virgen de Jiquiabo o la Vieja de Jiquiabo o Nuestra Señora la Virgen de Jiquiabo. Esta curandera no usaba agua como Antoñica ni yerbas como el Médico Chino, sino pañitos pertenecientes a las ropas interiores del enfermo o de la persona que deseaba prosperar en sus negocios o conservar su salud. Ya en poder de esos pañitos, la Virgen de Jiquiabo se encerraba en su cuarto para hacer sus conjuros o burlarse a solas de sus crédulos pacientes, y una vez benditos los pedazos de tela los entregaba a éstos. Los pañitos, aplicados a la parte enferma, guardados en los bolsillos o conservados tras las puertas, debían resultar eficacísimos para curar una herida, un dolor, un grano, aumentar la familia y traer la paz a los matrimonios averiados.Según parece, esta embaucadora ejercía especial influencia sobre los alcaldes, pues logró catequizar a dos de éstos, uno de Villaclara, Juan Manuel Martínez, quien, según refiere Antonio Berenguer en sus Tradiciones Villaclareñas, dicho mayor, muy querido y respetado en el Municipio, ya entrado en años y cargado de achaques, acudió a los pañitos de la Virgen de Jiquiabo. Pero cansado de no obtener éxito, quiso comprobar los poderes sobrenaturales o la charlatanería de la Virgen, enviando al efecto a tres limosneros del pueblo: un chino casi ciego, un negro viejo de nación y un gallego que se hacía más el enfermo de lo que en realidad estaba, a que se consultaran con la milagrera. Regresaron los tres, y a preguntas del alcalde el chino contestó: «Señó alcalde, ya yo ve poquito menos». El negro viejo: «Yo, mi señó, llevé quebradura y un espolón en la pata y yo viene con quebradura botá y do espolón que no dejan caminá». Y el gallego: «Yo llevé mis ahorros que quise aumentar, poniéndome un paño en los bolsillos; al venir me extravié, unos ladrones me robaron y sólo me dejaron este pañito que no me sirve ni para secarme las lágrimas». Ante este triplemente desastroso resultado, cuenta Berenguer que el bueno del alcalde se encerró en su cuarto, se quitó los paños y los arrojó violentamente, diciendo: «Esa vieja es una embaucadora, hoy mismo la mando a prender». El otro alcalde engatusado por la Virgen de Jiquiabo fue, según cuenta Herminio Portell-Vilá, el mayor de Cárdenas en 1882, don José Belaunzarán y Galarraga, quien trajo a la milagrera a su casa para que lo atendiese a él en sus males y también a la señora alcaldesa, no menos estropeada en su salud que su amante compañero, el señor alcalde. Y la residencia del alcalde se convirtió en la Meca de todos los enfermos de la población; pero si la Vieja de Jiquiabo ejercía sus curanderismos sin interés alguno, el señor alcalde y la señora alcaldesa se convirtieron en managers económicos de la milagrera, cobrando tres pesos por cada pañito bendecido en el consultorio y cinco pesos si había que ir al domicilio del cliente, con honorarios mucho más altos para los ricos de la localidad. El negocio produjo tanto que algunos cardenenses lo hacen ascender a más de $20.000. Pero el cívico periodista Pedro Sust y el notable poeta Federico Torres Rangel desenmascararon a la Vieja, al alcalde y a la alcaldesa, realizando contra ellos lo que hoy se llamaría un acto de calle, con todos los enfermos, cojos y desgraciados a los que la Virgen de Jiquiabo les había tomado el pelo, y el alcalde y la alcaldesa sus dineros; y la Virgen, dando tusa se corrió hacia el Jiquiabo, y el mayor y la mayora tuvieron que dar 10.000 pesos de lo recaudado para la construcción de una sala de inválidos en el hospital de Santa Isabel. Desde entonces los cardenenses miran con prevención a todo el que viene ofreciéndoles milagros, curaciones, bienandanzas, por temor de que los tales prodigios sean «como los pañitos de la Virgen de Jiquiabo». Fernando Ortiz, en su vieja costumbre de desnucar santones, milagreros y hombres providenciales, demostró en documentado artículo que la tal Virgen de Jiquiabo ni siquiera tenía el mérito de la originalidad, pues sus pañitos habían sido usados algunos siglos antes por un ermitaño español, guardián de la Virgen de Godes, que se venera en el pueblo navarro de su nombre, para reaparecer, «siglos y mares de por medio, en las análogas maravillas de la carnal y criolla Virgen de Jiquiabo». El último curandero criollo que voy a citar figuró en tiempos republicanos, el año 1905, y era conocido por «El Hombre Dios, llamado en realidad Juan Manso, y habitaba en la loma de San Juan. Era de rústico aspecto, vestido con burda filipina oscura y provisto de hirsutos bigote y patilla. Curaba mediante pases sobre la cabeza de los pacientes». El gran periodista Manuel Márquez Sterling le dedicó un artículo en la revista El Fígaro, de aquel año, refiriendo los detalles de la visita que le hizo, «una tarde bajo los rayos de un sol que tostaba las entrañas de la tierra». Este Hombre Dios, que logró, como el Médico Chino y la Virgen de Jiquiabo, atraer a las muchedumbres ávidas de hazañas sobrenaturales, ha quedado olvidado, como lo será también, o lo es ya, Antoñica Izquierdo, y como han de desaparecer, igualmente, del recuerdo de sus pueblos, en lo que a sus providencialidades se refiere, todos aquellos santones y autores de prodigios que, ayer como hoy, han tratado de vivir de sabrosos, satisfacer su afán de lucro, sus perversos instintos o su vanidad, con la engañifa de salvadores de su pueblo, del mismo pueblo que explotan y atropellan, a su gusto, capricho y conveniencia. (Artículo de costumbres tomado de Carteles, 26 de marzo 1939) Emilio Roig de Leuchsenring Historiador de la Ciudad desde 1935 hasta su deceso en 1964

El Museo "Oscar María de Rojas" de Cárdenas cumple 116 años.

Tomado de ECURED.
El Museo "Oscar María de Rojas" de Cárdenas debe su nombre a un destacado e influyente cardenense, que abogó de manera fehaciente por la creación y desarrollo del museo. Antecedentes El antecedente más remoto relacionado con la fundación del Museo y Biblioteca Pública Municipal de Cárdenas, data del año 1846, cuando el sabio alemán Juan Cristóbal Gundlach establece un Museo de Historia Natural en la Finca “El Refugio”, a una milla de la ciudad. Durante los primeros cuatro años, el mismo reporta más de 1000 visitantes llegados desde sus comarcas cercanas e incluso de lugares distantes para quienes la existencia de una institución de este tipo se veía como un suceso insólito y poco común. Posteriormente Gundlach traslada su museo para la finca “La Fermina” cerca del poblado de Jovellanos, distante 20 kms de Cárdenas, donde permanece hasta las postrimerías del siglo XIX, contagiando con su consagración a las ciencias de toda una generación. Resulta muy apreciable que el 3 de enero de 1900, 76 días antes de la fundación del Museo Biblioteca Municipal de Cárdenas, Juan Faz, amigo entrañable de Gundlach donara a la Comisión promotora del museo un ejemplar del Zunzún Calipte Helenae (lembeye), colectado, disecado y clasificado por el sabio alemán convirtiéndose de hecho en un enlace natural entre el museo creado por él y el nuevo centro que se gesta. Las corrientes culturales europeas de la época influyeron de manera notable, en la creación del museo, como una forma de exhibición de las colecciones. Fundación y primeros tiempos (1895 - 1906) EI 30 de abril de 1895 en la casa no. 24 de la Avenida Real (hoy Avenida Céspedes) entre Cossío y Pinillos, se reúnen previa convocatoria, 105 vecinos de la ciudad interesados en crear el Museo Biblioteca Pública Municipal. En esta histórica reunión de los representantes de las familias más influyentes de la ciudad, se toma la decisión de unir esfuerzos para la creación de dicha institución cultural, a partir del ofrecimiento que hace Francisco E. Blanes Palencia de donar sus colecciones de conchas y caracoles terrestres, marinos y fluviales. El momento escogido para la creación del museo, si bien se corresponde con las condiciones objetivas a partir de la existencia de importantes colecciones y la voluntad para emprender los trabajos fundacionales, no pudo ser más adverso desde el punto de vista político. Un factor que de inmediato influye en el destino del museo, estuvo dado en que la mayoría de las personas interesadas en crearlo, estaban a su vez implicadas de alguna manera, con los preparativos para hacer la guerra a España. El ascenso al poder en Cárdenas de prominentes representantes de la burguesía criolla independentista, resulta de extraordinaria importancia para la creación del museo, teniendo en cuenta que dichas figuras estaban vinculadas de alguna manera, a las gestiones que desde 1895, se venían haciendo con este objetivo. Al tomar posesión de sus cargos las autoridades cubanas el 16 de diciembre de 1896, se designa Alcalde Municipal a Joaquín de Rojas Cachurro, padre de Oscar, uno de los más fervientes promotores del museo, quien a partir de su influencia y recursos, se convierte en una de las personas que más hizo por su creación y desarrollo. El General Carlos María de Rojas, hijo de Joaquín y hermano de Oscar, es una figura clave, tanto para la fundación del museo como para la adquisición de piezas de gran valor con las que se forma la Sección Histórica, la cual será una de las colecciones básicas del centro. El 19 de marzo de 1900 siendo Alcalde Municipal el General Carlos M. de Rojas, se exhibe públicamente en los locales cedidos por el Ayuntamiento, la colección de conchas y caracoles terrestres, marinos y fluviales donada por Francisco Blanes. De esta manera queda oficialmente establecido el Museo y Biblioteca pública Municipal de Cárdenas, obra que se convierte a partir de esta fecha en uno de los más apreciados sueños de toda la comunidad cardenense. En los dos salones de la Casa Consistorial radicó el museo hasta el 22 de septiembre de 1900 en que dado el crecimiento experimentado por los fondos y las donaciones se determina por decreto del Alcalde General Carlos M. de Rojas entregar provisionalmente parte de locales del Cuartel de Infantería, ubicado en la calle de Jénez y Salud y compartirlo con las salas creadas. En el año 1906 se produce en Cuba la segunda intervención norteamericana, alegando la necesidad de ampliar y mejorar las condiciones de los soldados del 3er Bon. del quinto Cuerpo de Infantería del Ejército de los Estados Unidos ubicados en Cárdenas, se exige que cedieran los espacios ocupados por el museo en el antiguo cuartel. El 14 de diciembre de 1906, se decreta el desalojo del museo, proceso que culmina el 16 de enero de 1907. La ocupación se extendió hasta el 24 de febrero de 1908, fecha en que concluye la intervención norteamericana. Todos los objetos y colecciones del museo fueron trasladadas a varias casas de familias que se habían ofrecido, también se depositaron colecciones en el Cuartel de Bomberos, en el Ayuntamiento y en la escuela Llaca. La obra del Museo en el período 1907-1921 Por las circunstancias históricas que rodean el nacimiento del museo en los albores del nacimiento de la república cubana, y los desafíos que tiene que enfrentar en las primeras décadas de su existencia, lo convierten en sí mismo en un acto por la defensa y reafirmación de la soberanía y la cultura nacional. El 15 de abril de 1907 se inician los trabajos de construcción del edificio y para agosto de ese mismo año ya había alcanzado tal magnitud que se culmina con el techado de la capilla y la torre central. Paralelamente a la construcción del edificio, se continúa prestando atención a las demás actividades del Museo sobre todo las tareas para continuar engrosando los fondos con nuevas piezas y colecciones y servicio a la población. El 14 de abril ya retiradas las tropas norteamericanas, el Ayuntamiento, devuelve al comité protector, las dependencias que el museo ocupaba en el Cuartel de Infantería. De inmediato se inician los procesos de reinstalación del museo que abre sus puertas al público el 26 de diciembre de 1909. El 20 de mayo de 1918 con grandes festejos y la asistencia del Presidente de la República y del ex Presidente Don Tomás Estrada Palma, así como otras personalidades se inaugura oficialmente el museo. En esos momentos contaba con las siguientes secciones fundamentales: • Historia de Cuba – incluía la habitación de Máximo Gómez, así como varias banderas amigas y de los enemigos. Y algunas piezas de lo que más tarde sería la Colección Martiana. • Historia Natural – donde estaban las colecciones de numismática, caracoles, minerales, mariposas, peces, mamíferos, moluscos, cerámica y trajes. • La Armería – con armas de diversos tipos muchas de las cuales comenzaban con las de los combatientes mambises. • Arte y curiosidades. • Etnografía asiática. • Biblioteca – en esos momentos ya contaba con más de 15 mil volúmenes y libros cubanos de extraordinarios valor bibliográfico e histórico. Fue la octava biblioteca cubana pero de una casi insuperable calidad. Los esfuerzos por continuar ampliando los fondos de la biblioteca, se incrementan de manera significativa en esta etapa, hasta su instalación definitiva en 1919, en el local que se destinará a ella, en el edificio que se construye para museo. El museo sufre un gran golpe cuando el 16 de octubre de 1921 muere Oscar María de Rojas, alma aglutinadora de todas las colecciones y rector de sus principios. Conservación del proyecto original y la actividad educativa 1922-1958 Muerto Oscar María, retirado Blanes, desaparecido el Comité Protector, y muchos de los más fervientes defensores del museo, y pasados los años de mayor fervor patriótico, la institución pasa nuevamente por duras pruebas a lo largo del período republicano. La crisis económica mundial que se extiende durante los años 1920-30, lleva al país a una situación de ruina y miseria extrema, lo que unido a las consecuencias que acarrea la implantación de gobiernos dictatoriales, el ciclón que azota la ciudad de Cárdenas en el año 1933, va a crear una situación desfavorable para el museo y su funcionamiento. En los 58 años de república se forja una fuerte conciencia de la población sobre la necesidad de preservar el museo, como una de sus más elevadas creaciones. Esto explica por qué el mismo logra sobrevivir en esta incierta etapa, donde parecía estar destinado a desaparecer como centro cultural. En los primeros años de la década del 50, se desempeña como director de la Dirección General de Cultura el Doctor Raúl Roa prominente intelectual cubano, que se destaca por sus ideas avanzadas en el campo cultural y político; la actuación de Roa al frente de este departamento influye en la toma de decisiones importantes referida a la actividad de los pocos museos existentes en el país. El museo a partir de 1959 El triunfo de la Revolución Cubana el "1ro de enero de 1959", significó un vuelco total de la situación política, económica y social del país, transformando radicalmente a la sociedad. Al producirse el triunfo de la Revolución Cubana, en la etapa que va del 1959 al 1963 se disuelve el patronato de museo por decreto municipal, el deterioro en que está el edificio provoca un incendio por lo que se cierra parcialmente el inmueble. Entre 1967 y 1968 se trasladan provisionalmente algunas de las colecciones casi hacia los mismos lugares de cuando se hizo en 1906. Parte de las colecciones que poseía pasan a manos de instituciones educacionales, debido a eso y otros factores y se pierden muchos de los libros que componían la inmensa biblioteca. Desde 1968 hasta 1973, se cierra la institución, no realizándose ningún trabajo que promueva su reapertura. El 10 de octubre de 1973 se inaugura la Casa Natal de José Antonio Echeverría, como sección de historia del Museo Oscar María de Rojas y el 19 de marzo de 1979 reinaugura la institución, en el edificio del antiguo ayuntamiento, lugar donde se abrió por primera vez. El papel del museo se fortaleció en la década del 90 con la inauguración del Centro de Información, el cual cuenta con diversidad de volúmenes sobre la historia de Cuba y del territorio, con materiales e investigaciones llevadas a cabo por el personal técnico de la institución, ampliándose de esta manera los servicios que el centro pone a disposición de especialistas y estudiantes. Cuando el museo se abre al público contaba con 7 Salas de exposiciones permanentes y 4 transitorias. Como salas de exposición permanente las siguientes: • Monedas, • Medallas • Armas • Mariposas cubanas • Conquiología • Culturas Aborígenes de Cuba • Culturas Precolombinas de América Inaugurado el 19 de marzo de 1900, es el segundo museo más antiguo de Cuba, con un fondo patrimonial de alrededor de 100 000 piezas, distribuidas en 11 colecciones básicas, en las áreas de Historia, Culturas Precolombinas de América, Cultura Precolombina de Cuba, minerales, conchas y caracoles, lepidópteros, coleópteros, armas, etnología religiosa, numismática, y arte. En el período de 1959 - 2000, la vida del museo está signada por el triunfo de la Revolución Cubana, y su obra transformadora en todas las esferas de la sociedad con especial énfasis en la Educación y la Cultura. Después de más de cien años de existencia e inspirados en los mismos ideales de sus promotores el museo pone en práctica un proyecto de modernización de las exposiciones y las estructuras organizativas y de dirección. El 5 de diciembre del 2003, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz dejó reabierto al público oficialmente el museo "Oscar María de Rojas" después de una reparación capital. Este día marcó un hito excepcional en la historia de la institución, que a partir de este momento cuenta con las condiciones materiales y humanas indispensables para elevar a niveles muy superiores el trabajo en la esfera cultural y educativa. El museo es la historia de una obra que nació rodeada de amor, desinterés y profundo sentimiento de cubanía. El museo fue capaz de sortear todos los obstáculos y fundarse aun cuando no se habían apagado todos los estruendos de los combates por la independencia del yugo colonial español y el destino de la nación cubana se presentaba incierto y desalentador. Salas del Museo Oscar María de Rojas El museo Oscar María de Rojas es notable por las numerosas piezas de gran valor que acumula en sus salas. Este es un museo que cubre un amplio espectro temático de la historia de Cuba y del mundo, pasando por la numismática y teniendo presentes también variados aspectos de la historia natural. La tarea de citar las piezas más significativas entre el amplio fondo que posee el museo es muy dura, y casi imposible pues la cantidad de piezas de primer valor con que cuenta el museo hace casi imposible hacer una selección pequeña. Este museo se ha enriquecido a lo largo de más de 150 años de eficiente búsqueda y gestión de los fundadores y continuadores de la obra del museo. Cuenta con 13 salas de exposición y un pequeño salón de exposición de arte contemporáneo que son: • Sala de los fundadores. • Arqueología Americana • Arqueología cubana • Malacología • Minerales • Entomofauna Mundial • Sala de Armas • Sala de Numismática • Etnología • Sala de Historia • Sala dedicada a José Martí • Sala de Arte • Centro de Veteranos. Fuentes • Sitio de la cultura en Matanzas • Compilación: Israel Delgado, Pedro Luis Hernández. • Referencias: “Oscar María de Rojas”. Ernesto Alvarez Blanco. Ed. Centenario del Museo Oscar María de Rojas. 2000 • Historia del Museo Oscar María de Rojas”. Lázaro Miranda Chirino. Director del Museo 1978 - 2005 • Tele Rebelde canal 2; reportaje televisivo por el 150 Aniversario del natalicio de Máximo Gómez. • Mesa, Enrique, “______” reportaje periodístico del 20/08/1986 (sin otro dato). • Alvarez Blanco, Ernesto y, García Fernández, Hugo; “Mambí Venerado” reportaje en Juventud Rebelde del 10/04/2005. • Bayona, José R.; “Reconstruyen Cuarto de Máximo Gómez” reportaje en Juventud Rebelde 31/07/1986 • González Villalonga, Reynaldo; “El postrer aposento del Generalísimo” Reportaje en Girón 09/05/2005 Radio Ciudad Bandera, 20 de marzo de 2015. Llegó el 19 de Marzo de 2015 y con él, el aniversario 115 de la apertura del Museo “Oscar María de Rojas”, segundo de su tipo en la Isla, sólo antecedido por el “Emilio Bacardí”, en el oriente cubano. Un acto político cultural congregó a sus trabajadores y fundadores, oportunidad que sirvió para agasajar a los más destacados. Magaly Huerta, Caridad Ramírez y Samuel Maciques fueron reconocidos por su apego a la institución en los primeros años después de su reapertura. Aquí se recordaron momentos que marcaron pauta en el centro, que ostenta la condición de Monumento Nacional y se prestigia con visita en 2003 del Comandante en Jefe Fidel Castro. El compromiso de continuar preservando la memoria de Oscar María de Rojas, su primer director y enriquecer las colecciones que atesora la institución se hizo patente en este encuentro de importancia trascendental para las presentes y futuras generaciones. Museo Oscar María de Rojas: un hacedor de cultura GABINO MANGUELA DÍAZ FOTOS: CORTESÍA HUGO GARCÍA Abrecartas utilizado por el Lugarteniente General Antonio Maceo, prócer de la independencia cubana. En la ciudad matancera de Cárdenas, a pocos kilómetros de la famosa playa de Varadero, un museo, el Oscar María de Rojas, desafía la curiosidad del transeúnte y se alza majestuoso como un verdadero e histórico tesoro. En lo que fuera la Casa Consistorial -sede del Gobierno español hasta 1861- y luego Ayuntamiento Municipal de esa ciudad, radica el Museo Oscar María de Rojas, un homenaje a su primer director y a la familia Rojas-Cruzat, la misma que en 1900 asumió la idea que tuvieron años antes vecinos cardenenses de fundar un museo-biblioteca. Allí se exponen hechos, fenómenos y sucesos tan dispares como la pluma con la que se firmó la Constitución de la República de Cuba el 21 de febrero de 1901; dos pulgas flamantemente vestidas –fruto de la ingeniosidad de indios mexicanos- y el garrote con que fue ajusticiado en 1851 Narciso López, el venezolano anexionista, a quien debemos nuestra Bandera Nacional. Pero también libros originales de la poetisa cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda; una copia del Título de Ciudad otorgado por la Reina Isabel II a Cárdenas; el Escudo original del municipio –único del país con la bandera cubana- la escribanía de Tomás Estrada Palma, primer presidente cubano; un generador de corriente eléctrica para la inauguración en 1889 de la electrificación de Cárdenas, primera ciudad del país con ese portentoso avance técnico. Carro fúnebre de madera y bronce. Sólo era utilizado por familias pudientes de la ciudad de Cárdenas. Al inicio mismo del recorrido, una primera sala refleja el período fundacional del Museo y más allá la arqueología, donde se pueden apreciar, entre otras piezas, una reducida cabeza de mujer -obra de indios ecuatorianos- y un esqueleto con más de 5 mil años de antigüedad encontrado en la llamada Cueva Calero, cercana a Varadero. Le siguen los espacios dedicados a la mineralogía y la entomofauna, con sus mariposas, escarabajos, cocuyos y otros insectos, que dan paso a la llamada Sala de Armas, donde se muestran piezas usadas desde la prehistoria a la Segunda Guerra Mundial. Lanzas, armas blancas, sables, revólveres, cañones, proyectiles y otros artefactos bélicos adornan el local, de sumo interés para especialistas y alquimistas de leyendas e historias de combates y duelos amorosos. La etnología religiosa, la ancestral cultura cubana, la Regla de Ocha o Santería, el Palo Monte o Mayombe y el Espiritismo, encuentran también sitio propicio para que creyentes y no creyentes demuestren su apego o curiosidad por lo que constituye un eslabón más de la nacionalidad cubana. Billetes firmados por Carlos Manuel de Céspedes, primer presidente de la República de Cuba en Armas una vez iniciada la primera Guerra de Independencia, en 1868. Más allá la Sala de la Guerra de Independencia, con piezas y objetos personales de participantes en la histórica contienda y la tribuna que le hicieron tabaqueros cubanos a José Martí, el Héroe Nacional cubano, en Tampa. También la bandera utilizada por soldados del prócer Antonio Maceo al cruzar por Cárdenas en su paso invasor hacia el occidente cubano. Asimismo se pueden apreciar claraboyas, sogas calcinadas, restos de proyectiles y otros objetos rescatados del chamuscado acorazado Maine, luego de la explosión en la bahía habanera que sirvió de maligno pretexto para la intervención norteamericana en 1898 en la guerra entre cubanos y españoles. Además de una apasionante historia de la moneda, aparece más allá, separado de todos, quizás por la luctuosa majestuosidad que le dio su uso, un coche fúnebre de madera y bronce, utilizado sólo por los muertos de las familias más ricas de Cárdenas entre 1925y 1950. Hace justamente 115 años el lugar se convirtió en museo y después de difíciles avatares en algo más de una centuria de vida, hoy se yergue majestuoso para regocijo y disfrute de la ciudad. Oscar María de Rojas y Cruzat. Considerado como el Padre de la Museología Cubana. Nació en la Ciudad de Cárdenas, ciudad a la que amó y dedicó su vida. Fundador, Director e impulsor del segundo museo general de Cuba hasta su muerte en 1921. Entre sus frases célebres se encuentra: “Nacida esta institución al calor de la Patria cubana todo cuanto hay en ella corresponde de hecho y de derecho al pueblo cubano. Si por incongruencias del destino desaparece la Patria, desaparecerá también el Museo de Cárdenas, porque sin Patria, ¿para qué queremos el Museo?" Contenido [ocultar] • 1 Inicios • 2 Primeros Viajes • 3 Su obra • 4 El Museo o 4.1 El triunfo de la Guerra y la Primera Apertura del Museo o 4.2 El Museo: Las Intervenciones y su edificación propia o 4.3 El Nuevo Edificio • 5 Muerte • 6 Fuentes Nació en Cárdenas, Matanzas. Hijo de Joaquín de Rojas y Cachurro y de Isabel Cruzat y Urbizu. Se crio en la casa quinta de los padres en la ciudad donde se refinan sus gustos y aficiones a través de una esmerada educación que le permitieron avanzar cuando ingresó en el prestigioso colegio de los Escolapios de Guanabacoa en 1874. Este ingreso fue marcado por la temprana muerte de su madre con sólo 30 años. Estos estudios se ampliarían notablemente con lecciones particulares y el uso de la vasta biblioteca del padre. En ambos lugares se afianza el amor al terruño y a la Patria que llevaría en su corazón hasta la muerte. Al concluir los estudios secundarios ingresa en el Instituto de la Habana en el convento de San Juan de Letrán. Termina en este plantel con el Título de Bachiller el 17 de mayo de 1883, firmado por el Gobernador General de la Isla. Durante este período visita Cárdenas en pocas ocasiones, salvo en 1879 con la muerte de su hermana Isabel, víctima de la epidemia de cólera que azota la ciudad ese año. Desde 1882 promete al padre ingresar en la Universidad de La Habana, pero desaprueba el examen de Literatura General. Tras una negación del Gobernador General de la Sección de Fomento e Instrucción de la Isla de Cuba, convence al padre para estudiar en España al año siguiente y emprende su primer viaje a los Estados Unidos de América con varios amigos. Primeros Viajes El 15 de diciembre de 1883 le es acuñado su pasaporte en la ciudad de Nueva York, junto con su hermano Alberto y otros jóvenes cardenenses, por el Vice Cónsul del Consulado General de España en esa ciudad. Este viaje se prolonga hasta abril de 1884, en el mismo visita varios monumentos y museos, además de las Cataratas del Niágara. Regresa a La Habana el 21 de abril de 1884. El 2 de junio cumple con el padre y solicita al rector de la Universidad de La Habana, G. del Valle, la licencia para continuar estudios en la Península, pero la respuesta no llega hasta diciembre de ese año. Decide examinarse en el mes de junio de 1885 para no perder el segundo año de la asignatura de Derecho Romano. El tiempo que medió entre la solicitud y la respuesta, Oscar lo aprovecha para hacer un segundo viaje a los Estados Unidos de América con otros excursionistas. Ahora visitaría el Campo Indio de Saratoga Springs y el Monte MacGregor en septiembre de 1884. En Madrid se aloja en la casa de huéspedes de la calle Arenal considerada en esa época como una de las más elegantes. En el verano de 1885 visita por primera vez a la Ciudad Luz, París, allí conoce a las famosas artistas del Can, Grille d´Egant y La Goilne. También visita el cementerio Pére Lachase y la tumba de Abelardo y Eloísa, célebres amantes. Muchos de estos recuerdos serían donados posteriormente al Museo y Biblioteca Pública de Cárdenas. En las tertulias madrileñas se afianza la atracción de los viajes por los relatos que le hace Santos Villa. Finalmente decide abandonar los estudios e irse de viaje con él y P. Miles por los caminos de la Península Ibérica, Francia y Alemania. El recorrido que hace por distintos museos, monumentos y galerías; lo refina y enriquece culturalmente a través del contacto directo. Pero el efecto más sensible lo tuvo con la visita al Museo de Guerra y Marina de Madrid, donde debe haber germinado la idea y el futuro modelo del Museo que crearía en su ciudad natal. Regresa finalmente a Cuba en noviembre de 1886. El padre y la familia lo abrazan, y comienza a trabajar como secretario en la Compañía de Alumbrado de Gas de la Ciudad (que después sería la de alumbrado eléctrico público). Este trabajo simple le permitiría dedicarse a iniciar y recopilar datos para su anhelo más preciado en ese momento, escribir una historia de su ciudad natal. En mayo de 1887 comienza la redacción de su obra "Para los anales y necrología de San Juan de Dios de Cárdenas". Este manuscrito en tres volúmenes permanece inédito en los fondos del Museo que lleva su nombre. Su obra Con la redacción de su libro da inicio a la obra de salvaguardar la historia de la ciudad. Hasta ese momento sólo breves reseñas de la historia local habían aparecido en revistas y periódicos como en el "Faro Industrial" de La Habana en 1842 y la de la Real Sociedad patriótica de La Habana en 1838. Además habría que esperarse al punto final en 1893 a la "Historia Estadística de Cárdenas" por Carlos Hellberg. Durante el verano de 1888 tiene una participación cultural activa en el recién fundado pueblo de Varadero, por lo que ingresa en el Club de Cárdenas. En su salón se afianzan sus ideas separatistas (el padre apoyaba a Narciso López), y participa en las frecuentes reuniones conspirativas. Desde su puesto colabora con su padre y otros accionistas a principio de 1888, para establecer una planta Eléctrica para la ciudad. Se alega que ya existe una Sociedad Anónima que lo haría efectiva al año siguiente. Tras su matrimonio el 18 de marzo con 1891 con la joven Alicia Fernández Cazimajou, establece amistad con Francisco Blanes y Palencia. Este joyero y malacólogo habanero, radicado en la ciudad desde 1874, sería la piedra que desencadenaría la posterior creación del museo. Ambos acariciaban la idea de revivir el Primer Museo de Historia Natural que había creado en los alrededores el sabio alemán Juan Cristóbal Gundlach. Se sigue en las reuniones conspirativas gestándose la sala de armas del Dr. Alejandro Neyra, junto a otros ilustres de la ciudad como el Dr. Fernando Méndez Capote. Este último médico, fue uno de los alumnos de los estudiantes de Medicina de 1878, creador de la Primera Clínica Ginecológica de Cuba y uno de los fundadores del Primer Colegio Médico Farmacéutico de Cuba. Por esta época nace su único hijo Oscar María Luis de Rojas Fernández. El Museo El alzamiento del 24 de febrero de 1895 sacude a la ciudad de Cárdenas en toda su dimensión. Oscar, su padre y hermanos junto con otros patriotas locales convierten su núcleo conspirativo desde 1892 en una Agencia del Partido Revolucionario Cubano. Logran combinar las actividades de espionaje y el apoyo logístico con las labores de propaganda a favor de la lucha independentista. Del tiempo, ya dividido entre sus actividades comerciales y conspirativas, encuentra el necesario para redondear sus aspiraciones. Por eso no es de extrañarse que el 30 de abril de 1895 logre reunir 105 vecinos en el Escritorio de los Rojas y trazarse el objetivo de: “… unir sus esfuerzos para la realización del establecimiento de un Museo y Biblioteca Pública en esta ciudad; contando con el auxilio que voluntariamente ofrece el Dr. Francisco E. Blanes de donar para este fin trescientas especies de moluscos (1000 especies) científicamente clasificadas y comprometiéndose a dedicar todo su tiempo a la conservación y aumento de las colecciones de Historia Natural, contando a su vez con los afectos de conocidos naturalistas de la Isla y el extranjero con quienes sostiene activas relaciones de amistad. “ La suscripción que se inicia en ese día 30 de abril, ofrece un resultado un mes más tarde de 1185.50 pesos oro. De ellos 462.00 fueron aportados por los Rojas y específicamente 53.00 del propio peculio de Oscar María. Este año de 1895 pasa muy rápido para él, con apenas tiempo libre que le deja el empeño de la fundación del Museo. Pero surgirá una contingencia fortuita. Francisco Chenard, enviado por Tomás Estrada Palma constituye la Junta Patriótica de Cárdenas. El 26 de enero de 1896 su hermano Carlos María de Rojas y otro grupo de patriotas se lanzan al campo insurrecto. Oscar y el resto de su familia colaboran con los levantados así como con la Junta Patriótica y su Servicio Secreto. Los embates de la guerra y el hostigamiento de las autoridades coloniales los obliga a que 15 de aquellos vecinos firmen el 30 de abril de 1896 un acuerdo de suspensión de las actividades del Comité Promovedor del futuro Museo. Una delación supuestamente hecha por los gimnastas Alfredo Herrera (el Hércules Cubano) y Alberto Escalante quienes haciéndose pasar por miembros del Partido Revolucionario Cubano desmiembran a parte de la Junta Patriótica de Cárdenas y su Servicio Secreto. Algunos logran ponerse a salvo en el exilio, otros no son descubiertos y continúan su labor; Oscar y su hermano Arturo fueron a la cárcel de Cárdenas. Su otro hermano Alberto, Delegado del Partido Revolucionario Cubano en Cárdenas es salvado de su condena a muerte. Los tres se mantienen al tanto de las acciones de su otro hermano, Carlos María en la manigua. El triunfo de la Guerra y la Primera Apertura del Museo Llegó el año 1898, Cárdenas pasa por el dolor de perder algunos hijos durante el bombardeo a la ciudad por la flota naval norteamericana el 11 de mayo de 1898. Hacia el final de ese año se ven los resultados de su sacrificio. Fueron acontecimientos donde los Rojas tuvieron una participación destacada. Joaquín de Rojas y Cachurro fue nombrado alcalde el 9 de noviembre en sustitución del último alcalde colonial, Primitivo Pérez, sin la presencia de las tropas norteamericanas. El 16 de diciembre de ese año el pueblo recibe a las tropas de la Brigada Cárdenas del General Rojas. El 25 de diciembre de ese año logra reunir a 52 vecinos de aquel antiguo Comité y comienzan de nuevo su actividad en pos del Museo y Biblioteca. El principal resultado de esta reunión es que además de la confirmación de la donación de la colección de Blanes y su propio aporte en numismática, cerámica, curiosidades y reliquias históricas; otros se comprometieron a hacer lo mismo. Benito J. Rodríguez Maribona ofreció la suya de monedas; Dolores Jiménez de Tellado, la suya de conchas y caracoles; el Dr. Pedro de Jongh prometió la suya de numismática. Distintas personalidades de la guerra visitaron la ciudad, algunos por vínculos anteriores o formados en la hermandad del combate. Se establecieron nuevas relaciones de Oscar con ellas y su sueño del museo, muchas de ellas se hicieron más personales como la de Máximo Gómez La alcaldía de la ciudad Joaquín de Rojas y Cachurro la entregaría al Dr. Fernando Méndez Capote el 16 de julio de 1899. El 20 de diciembre de 1899 el Ayuntamiento de Cárdenas acuerda nombrar una comisión para atender lo relativo al establecimiento del futuro Museo y Biblioteca. Oscar despide el Siglo XIX por todo lo alto, el nuevo le traería la culminación de su sueño. Los siguientes días le traerían nuevas alegrías con el incremento de las colecciones. Ya él había comentado con amigos y familiares que con lo que contaba se podía abrir el Museo. El 2 de enero recibe una de las importantes donaciones del inicio: el primer Zunzún (aún se conserva y se exhibe en el museo), capturado y taxidermiado por Juan C. Gundlach en 1890. Algo más tarde recibiría por parte de Julio Cazimajou un Querequeté laborado por el mismo ornitólogo alemán en Varadero en 1890. La renuncia del Dr. Fernando Méndez Capote pone en el puesto a Carlos María de Rojas, éste sería reelegido posteriormente. El 19 de marzo arriba a la ciudad Francisco Blanes y ese mismo día se comienza a exhibir su colección de conchas y caracoles, camafeos y monedas antiguas. Para ello se utilizan dos salas de la propia Casa Consistorial adyacentes al Salón de Sesiones cedidas por el Ayuntamiento. Así sin ceremonias o grandes boatos se abre al público el Museo y Biblioteca Pública de Cárdenas. Oscar de una forma gratuita y Blanes por un modesto y casi exiguo sueldo se consagran a la conservación, catalogación, organización y enriquecimiento de sus colecciones. Importante resulta que tras su apertura se creó una Comisión Promovedora del Museo y Biblioteca integrada por 109 vecinos con el fin de abrir una suscripción voluntaria y recoger todo aquello que fuera de interés para el museo. El Museo: Las Intervenciones y su edificación propia Durante ese mismo año las colecciones aumentan tanto que el espacio de las dos salas resultan chicas, además parece que el lugar resulta ya un poco impropio. Debido a eso se promueve el acuerdo de ceder locales en el Antiguo Cuartel de Caballería, donde el ayuntamiento había creado varias aulas. Desgraciadamente también hubo que compartirlo con las tropas norteamericanas de la Primera Intervención Norteamericana. A pesar de algunos roces en esta primera no sucedieron desacuerdos graves. Esto quizás se debió a la presencia del médico de las tropas, el Dr. W. H. Forsythe, un dedicado presbiteriano cooperante, quien también había jugado un importante papel en la creación de la Primera Iglesia Presbiteriana Cubana en Cárdenas. Las colecciones siguen aumentando y la Comisión Promovedora realiza un excelente trabajo. Oscar va creando un grupo de corresponsales y numerarios de la Comisión. También a través de las numerosas cartas que escribe y cuyas copias y contestas comenzaría a crear el “Libro de Actas y Correspondencia del Museo y Biblioteca Pública”. De esta forma iría estableciendo un legado patrimonial para los cardenenses y los cubanos. Aún a pesar de habérsele adelantado Bacardí en el establecimiento de un Museo (1899) se mantiene las mejores relaciones entre Boffil y él a través de los años. Las cuales llegan al punto que Blanes presta su cooperación científica en la clasificación, catalogación y conservación de la colección malacológica de aquel museo. Poco a poco en ese lapso de seis años hasta la Segunda Intervención el amor de los cardenenses y otros cubanos crece a través de sus donaciones, algunas muy importantes. Sin embargo, Oscar no desprecia ni tan siquiera el humilde botón que cedía un niño, pues éste sabía que en algún momento su donación sería exhibida. Pero surge la Segunda Intervención en 1906. En diciembre de 1906 el Coronel Calwin B. Cowley, jefe de las tropas norteamericanas en la ciudad comunica al Presidente del Ayuntamiento, el día 20, que necesitaba más espacio para la tropa y que se debe desalojar al personal ajeno a ellos. Carlos Parquet, Alcalde Municipal acompaña a Oscar y en el trayecto se le unen el Gobernador Provincial de Matanzas. La misión era entrevistarse con Charles F. Magoon, Gobernador provisional de la Isla. La cordial y delicada entrevista por parte del Gobernador, el cual prometió enviarle un telegrama al General Bell, jefe del Ejército de Pacificación en Santiago de Cuba. Los cardenenses enviaron distintas muestras de apoyo y desacuerdo con el desalojo. A pesar de las promesas de Magoon y las protestas ciudadanas, el general Bell ordenó el 29 de diciembre, al Alcalde Municipal, el desalojo de los salones ocupados por el Museo y Biblioteca. Sí bien desde el día anterior (28) los miembros de la Comisión habían decidido abrir una suscripción y dar los pasos necesarios para dotar a la institución de un edificio propio. Con su contribución de 20 centenes oro, se dejó iniciada la suscripción acordada. También se decidió en esa reunión cambiar de nombre a la Comisión proveedora, por el de Comité Protector del Museo y Biblioteca Pública de Cárdenas. El Nuevo Edificio Oscar Maria de Rojas en el Salón de Historia Natural del Museo Las colecciones del museo, que ya contaba con más de 2000 piezas numismáticas e igual número de objetos de loza o barro, que eran las colecciones más numerosas, recibieron las muchas adhesiones y propuestas de sitios para salvaguardar estas colecciones. Aun antes de comenzar el año 1907 ya poseían docenas de aportes monetarios. Importante fue la de la sociedad anónima “Calera Larrauri” de toda la cal que necesitaran y la donación del terreno de la colonia asturiana con el compromiso del comité de construir una Capilla a la Virgen de la Covadonga, contigua al edificio del Museo y Biblioteca. El 31 de diciembre de 1906 y en el transcurso del siguiente año, Oscar, terminaría el primer volumen de una Iconografía de Cárdenas (aún inédito), y el cual continuaría hasta su muerte. Entre el Ayuntamiento y el Comité Protector alquila el 9 de enero de 1907, una casa situada en la calle Souberville entre Industria y Coronel Verdugo. A ella trasladarían las piezas y libros que formaban sus fondos. Otros van a ser almacenados en el Cuartel de Bomberos y en la Casa de Gobierno. También algunas regresan momentáneamente a sus donadores hasta tanto no se lograra el nuevo edificio. El 15 de abril de 1907, sin ceremonias ni actos se comienzan las obras de edificación, por el maestro de obra Silvestre de Delgado Ya en el primer semestre de 1908, Oscar, consigna una inversión de 12 379.17 pesos oro español, 615.18 pesos plata y 177 pesos en calderilla, entre materiales y efectivos. Oscar se mantiene escribiendo cartas, certificados de autenticidad de las piezas en su Libro de Actas y Correspondencia. También siguen incrementándose las donaciones y la labor de los corresponsales del Museo. Se trasladan las piezas (tejas, mosaico, etc.) del cuarto en que fallece el General Máximo Gómez, se comienzan a recibir las piezas de la colección Martiana, así como el rescate de piezas correspondientes al dominio colonial, arqueología aborigen y precolombina, de la esclavitud y muchas más. En diciembre de 1909, tras una ardua labor, el museo regresa provisionalmente al Antiguo Cuartel de Infantería y reabre sus puertas tras los tres años de cierre. Desde allí se sigue fomentando su crecimiento mientras vigila las obras de propia casa a escasos metros de allí. A partir del 26 de enero de 1918 varios periódicos nacionales comienzan a especular sobre cuál sería el día de la inauguración del museo. El 8 de marzo, fecha de la fundación de la ciudad, Oscar María es admitido como miembro de “The National Geographic Society, en Washington, certificado que le es remitido por su secretario. El 20 de mayo de 1918, según el programa del Ayuntamiento de Cárdenas quedo oficialmente inaugurado el edificio Propio del Inauguración del Edificio del Museo y Biblioteca Pública de Cárdenas 1918 Museo y Biblioteca Pública de Cárdenas. Según los numerosos periodistas asistentes asistieron 2000 personas, entre ellos Representantes de la Cámara de la República y otras personalidades locales y nacionales. Entre ellas estaba Emilio Bacardí Moreau, ex alcalde de Santiago de Cuba y fundador del museo de esa ciudad. Había fructificado la obra de insigne patriota cardenense y padre de la museología cubana. Muerte El 15 de octubre de 1921, un día antes de su cumpleaños 56, fallece Oscar María Galo de Rojas y Cruzat en su casa en la calle Industria 40 por una Aortitis. Su muerte fue reflejada en la prensa local y nacional. Y a pesar de las muestras que recibió su viuda, con posterioridad el ayuntamiento local no se ocupó más de ella. Y el Museo ya no fue el mismo a pesar de que algunos de sus sucesores trataron de mantener vivo su legado, no obstante cerró sus puertas por problemas en la edificación en 1952. Su memoria ha revivido a partir de 1979, logrando que su edificio actual, la antigua Casa Consistorial, donde abrió sus puertas por primera vez, fuera declarado Monumento Nacional en el 2000, año de su centenario. Fuentes • Álvarez Blanco, Ernesto. “Oscar María de Rojas” Ediciones Matanzas, 2001. • Miranda Chirino, Lázaro. “Síntesis histórica del Museo “Oscar María de Rojas” para el catalogo”. Cárdenas Ejemplar mimeografiado, 1979. • Sáez D. Argüelles, Dr. Enrique. “Museo y Biblioteca Pública de Cárdenas” Cárdenas, Imprenta “La Concha de Venus”, 1944. • Archivo del Museo “Oscar María de Rojas”. Museo Municipal "Oscar María de Rojas"


"De amar las glorias pasadas se sacan fuerzas para adquirir las glorias

nuevas".

José Martí



“… la HISTORIA NOS AYUDARÁ A DESCUBRIR LOS CAMINOS DE HOY Y DE MAÑANA, A MARCHAR POR ELLOS CON PASO FIRME Y CORAZON SERENO Y A MANTENER EN ALTO LA ESPERANZA (...)”.

RAMIRO GUERRA