miércoles, 2 de noviembre de 2016

Juan Padrón: Yo sé que muchos quieren ver más cosas de Elpidio Valdés.

Por María del Carmen Ramón. Tomada de Cubadebate.
Elpidio Valdés está en el imaginario de los cubanos. Basta preguntar en las calles quién recuerda algún fragmento de los cerca de 18 animados que varias generaciones hemos visto por televisión, y enseguida muchos repiten frases como “Qué País”, “Yo le garantizo a usted mi general, que en la próxima aventura lo haremos…” o “Eso habría que verlo compay”. ¿Es posible que veamos nuevas versiones de Elpidio Valdés en las pantallas de la televisión o los cines cubanos? Cubadebate conversó con el Premio Nacional de Cine Juan Padrón, creador del conocido personaje, para conocer sobre sus nuevos proyectos, así como sus criterios sobre cómo visibilizar más Elpidio y otras producciones de animados en Cuba. —Próximamente el público cubano podrá ver en los cines Xip Zerep, una nueva película suya que tiene la peculiaridad de haber nacido en 1967 ¿Cómo surgió la idea y por qué se rescata ahora? —Es “Xip Zerep” porque es Pérez. Es una idea que yo tuve en el año 67 y la presenté en el ICAIC como guión para un personaje que tenía Tulio Raggi, que se llamaba el capitán Tareco, era “El capitán Tareco contra los vampiros lácteos”, pero no lo aprobó Santiago Álvarez, quien era el asesor de dibujos animados en aquella época. El día que me dieron el Premio Nacional de Cine les conté a los jóvenes que empecé mandando guiones y haciendo dibujos para el ICAIC, pero que estos nunca lograban entrar. Ahí les hablé de los vampiros lácteos y me dijeron “vamos a hacerla”. Así surgió la idea de la película. En aquel momento nunca se llegó a hacer nada e, incluso, el guión se perdió. Lo que yo hice ahora fue recordar de memoria de qué iba y agregarle cosas nuevas. Es una idea de cuando yo tenía 20 años, es decir, han pasado 50 años. Hicimos la película con Ernesto Piña como director asistente. Todos los animadores, los que hicieron los efectos especiales, se esmeraron para que quedara lo mejor posible, y a mí me gusta mucho el resultado. Incluso usamos las voces de Frank González, Irela Bravo, y de otras actrices y actores que yo siempre uso en mis películas. Yo hice algunas voces también para divertirme (entre ellas de policías) y me parece que ha quedado simpática.— ¿Cuál es el argumento de la película? —Los vampiros lácteos empiezan a asaltar la fábrica de yogurt y helado Coppelia. Se roban la leche de los niños en el círculo infantil, pero ellos quieren una leche que se pueda masticar, que no sea como la sangre, algo para comer. Xip Zerep los convence de que lo mejor es el queso, y si sigo te cuento el final de la película. Xip Zerep se presenta como un personaje del siglo XX que lo clonan para resolver situaciones. Clonan tres, pero dos fallan y queda Xip Zerep. Es toda una cosa absurda, no tiene nada que ver con ninguna historia cubana. — ¿Toma algo Zip Xerep de experiencias previas como Elpidio Valdés o Vampiros en La Habana? ¿Nos daremos cuenta de que estamos en presencia de una película de Juan Padrón cuando la veamos? —Yo creo que por el humor y los diálogos simpáticos, pero no hay nada de Elpidio Valdés, no recuerda a otras películas. Está hecha con animación digital en 2D y la gente podrá ver La Habana en el 3247. — Diversas generaciones de cubanos hemos crecido con Elpidio Valdés, y todavía incluso recordamos fragmentos de diálogos. Muchos nos preguntamos si va a regresar Elpidio en nuevos dibujos animados, libros, películas ¿Es solo un sueño que usted tiene, o hay alguna posibilidad de que Elpidio Valdés vuelva? —Yo quiero volver a hacer películas de Elpidio Valdés. Tengo incluso las ideas. A Elpidio Valdés yo lo dejé de dibujar porque ya casi lo estaba haciendo por metas. Este año son 3 ó 4, lo hacía como un propósito y no porque saliera un buen guión y tuviera el deseo de hacerlo. Incluso se lo di a otros directores para que lo hicieran. Después en Zunzún se dejó de publicar por el Periodo Especial, y tuve un tiempo que ya no dibujé más, tenía que romper la inercia. Cambiaban el tamaño de la revista, dibujaba en un tamaño y había que imprimir en otro… Y lo dejé de hacer. Dije que no iba a dibujar más a Elpidio hasta que no tuviera deseos de hacerlo. Después de eso hice una novela que se llama “Elpidio Valdés contra bala y cañón”, basada en la película, y “Cómo me hice Pepito el corneta”, otra novela de aventuras. Ahora terminé una que se llama “Pepito prisionero de los rayadillos”, que son novelas de aventuras, no películas. También quiero retomar la época de las historietas de Elpidio, no hacer una historieta de dos páginas, sino de cuarenta y sesenta, y volver a hacer la serie nueva. Pero he estado mal de salud durante estos años y no he tenido la energía para acometer este trabajo. Necesito a personas que me ayuden, recursos para hacer los personajes de una sola vez en 3D y que ya queden para siempre, porque una de las cosas que no me motivaba era que los dibujantes deforman el dibujo de Elpidio. A algunos les queda bien, pero a otros no. También me ha desmotivado que en 45 años que cumplió el año pasado prácticamente no se ha hecho nada de merchandising de Elpidio Valdés, a pesar de que a todo el mundo le gusta. Incluso hablé con gente que fabrica aquí y me han dicho que no les interesa porque les da igual, compran los productos en el extranjero ya hechos, y no se complican con cambiar a Mickey Mouse por Elpidio. No hay esa preocupación. Yo veo que a la gente le gusta, pero no puedo hacer nada por aumentar la cantidad del Elpidio, aunque yo estoy seguro de que si yo presento los guiones me van a decir que sí, que lo vamos a hacer. Ahora estoy terminando “El Libro del Mambí”, una nueva versión mas ampliada con nuevas ilustraciones a color, y que va a ser un nuevo aporte a lo patriótico militar. Cuando termine eso le meteré mano a Elpidio. El dibujo animado hay que hacerlo en equipo, pero yo quisiera un equipo de gente que le interesara hacer Elpidio Valdés, no solamente hacerlo por hacerlo, sino vincularse al proceso de creación, y eso no es fácil. — ¿Sería Elpidio Valdés en la misma época o su imaginación llega incluso a imaginar Elpidio Valdés en los tiempos actuales? —Elpidio Valdés es del siglo XIX, si lo sacamos de ahí ya no es Elpidio Valdés, es un muñequito más, la fuerza que tiene es porque no se sale de su universo. En la película “Más se perdió en Cuba” llega a los años 30 con 60 años, y para la gente eso fue una cosa que rechazaron: que Elpidio fuera un viejo, que el hijo fuera un adulto. El público le tiene cariño al personaje, tiene que ser como ellos lo quieren. Yo lo puse más viejo, y a la gente no le gustó. Hay que hacer el diseño con el que ellos quieren al Elpidio y preparar la serie para que la puedan seguir otros. Si yo me muero ¿quién lo va a hacer? Si está todo hecho, cómo se mueven, quiénes actúan, cómo son los tiros, los uniformes, si hay todo un protocolo de cómo es la cosa, otros podrán seguirlo. — ¿Usted cree que pueda haber Elpidio Valdés para rato? —Quisiera que durara para más tiempo, pero la vida es la que manda. La vida dice sí o no. Uno quiere que el personaje viva más que uno. A lo mejor Elpidio es un personaje del siglo XX y se referirán así a él; pero yo sé que a mucha gente todavía le gusta verlo y quieren más cosas de Elpidio. —Hace un tiempo leí que se hablaba de la posibilidad de llevar a Elpidio Valdés a una película de aventuras actuada con actores, ¿esto sigue siendo una idea? —Sigue siendo una idea, pero no hemos recibido propuestas de financiamiento, y entonces tú no vas a hacer un guión y empezar a hacer cosas para un proyecto para el cual no hay recursos. La idea que nosotros tenemos es hacer una película de aventuras cómica. No una comedia, más bien esas cosas que se han visto como Asterix, que es el personaje de historieta llevado al vivo. — ¿Han pensado en posibles directores, actores que quieran involucrar? Sería todo un reto para ustedes encontrar un actor que pueda representar a Elpidio Valdés. —Se hace un casting y se escoge, tendría que ser un actor joven, y se caracteriza como lo más parecido a los personajes de la historieta, pero eso es un trabajo que viene después que está el guion completo, a esa parte aún no hemos llegado. Hemos pensado parte del guion, pero no hemos escrito nada. Ahora con el sistema digital, con 20 actores vestidos de españoles con los uniformes tú puedes hacer mil. Puedes hacer que Palmiche que es un caballo actúe, puedes hacer fortines, incendios… de todo digitalmente. Yo no le tengo miedo a hacer una aventura con todos los hierros. —Elpidio Valdés es un héroe cubano, pero no vuela, no tiene poderes especiales, rompe con el arquetipo de superhéroe, y muestra de alguna manera que un buen guion, un personaje bien pensado es más importante que la tecnología que está detrás de otros proyectos. En momentos actuales en los que se producen películas animadas de todo tipo, ¿qué desafío tiene la animación digital cubana? ¿Cómo crear personajes que se conviertan en héroes cubanos de este tiempo? ¿Repetir un fenómeno como el que se dio con Elpidio Valdés es tan difícil que ocurra? —La gente piensa que crear personajes es como una tarea, el personaje sale, tú puedes pensar cuántos personajes tienen las historias cubanas, cuántos personajes que se hicieron y ya no te acuerdas de ellos. Porque los personajes agarran al público y se hacen populares, pero tú no lo haces como meta, es la gente la que lo adopta o no. Tú no puedes hacer nada contra eso. No puedes decir “este personaje es el que va a representar a la gente”. Les gusta o no les gusta. Yo nunca me imaginé que Elpidio Valdés fuera a prender así dentro de los niños e incluso los adultos. Juan Padrón — ¿Cómo se logra eso? —No sé, yo lo hice con todo mi respeto al público, entreteniéndolos, dándole cosas interesantes, haciéndolos reír, y tratando de que fuera de la mejor calidad posible. Nada de facilismos, busqué, estudié cómo eran los españoles, me leí cientos de libros de la guerra de independencia. Martí decía que uno escribe de lo que sabe y de eso yo sabía y podía. Pero tú no puedes hacer un personaje de La Habana colonial en 1700 si no sabes de aquella época, cómo eran las tazas de café, si había vasos de cristal o de vidrio, cómo era el agua. Tienes que conocer a ese mundo para hablar con propiedad. —¿Qué más se podría hacer para llevar más cerca de los cubanos la obra de nuestros animadores? —Yo pienso que sale con la cantidad. Si tuviéramos cantidad de historietas, y no se tiraran como si fuera un subproducto, hablo de una editorial de historietas cubanas… de la cantidad saldría la calidad. Nacerían tremendas historietas y personajes, porque hay una maquinaria produciendo y la gente está trabajando para eso. Cuando empezamos los dibujos animados estaba el Capitán Tareco y otros personajes. Había muchos animados y de esa cantidad salió la calidad, hubo un momento de los años 80 en que el animado cubano tuvo una calidad internacional, por así decirlo. Se podía ver en cualquier lado, eso es el resultado de hacer y hacer. Yo pienso que lo que más se parece al dibujo animado es la historieta. Si se estimula van a salir guionistas y dibujantes para la historia. Una de las cosas que yo veo en una parte de los realizadores de dibujos animados, no todos, es que algunos no se quieren superar, no quieren estudiar, y lo que hacen es copiar. Cuando hacen sus películas se están refiriendo a otras que ellos vieron, al manga, a películas que les gustaron, y entonces estamos viendo lo mismo, es un deja vu que viste en una película japonesa. Cuando ves una película de Martí con un diseño a lo Disney, pues parece una película de Disney. Una cosa que caracterizaba al dibujo animado de los 80 era que tenía un estilo, una escuela, un colorido, un sonido, que no era manga ni era Disney, era de Cuba, era de lo que nosotros hacíamos aquí, no tenía la influencia de otras maneras de hacer. Por eso la gente se acuerda del dibujo de aquella época. Estamos desapareciendo los que lo hacíamos, estamos viejos, y tampoco hay una escuela de animación. Aunque hemos tratado de hacerla no lo hemos logrado. Por otra parte, las relaciones de producción no son iguales, antes presentábamos el guión y teníamos el presupuesto, ahora hay que buscarlo, es una relación de otro tipo. Aunque yo como hago animación cada dos o tres años he perdido el toque de cómo es la cosa. Con los animadores de ahora trabajo solo cuando tengo un proyecto. — ¿Qué posibilidades tiene la animación cubana en un futuro? —Una cosa es lo que uno desea y otra lo que es. A mí me gustaría que la animación cubana siguiera haciendo cosas para Cuba, no para el mercado. Porque ya se volvería una fábrica de hacer cosas para gustarle al mercado internacional, y no sobre los problemas y las cosas que se ven aquí. Igual que cuando hacíamos historietas en la revista Pionero, siempre teníamos presente que estábamos trabajando para los pioneros y cuáles eran los problemas que teníamos que trabajar con ellos. Eso se perdió también en los años 90. En el Período Especial se rompieron puentes y alambres que unían cosas. Fue una cosa tremenda la crisis económica que hubo, pero así me gustaría que fuera el dibujo animado. Hay que gastar dinero para que la gente tenga en vez de Súper Man y en vez de Mickey Mouse a Chuncha, y tenga en vez de la bandera cubana la americana.— ¿Por qué es tan complicado algo en apariencia tan sencillo? —Porque no lo ven como una lucha ideológica. Son muñequitos, sin embargo, marcan a los niños desde que nacen. — ¿Qué relación usted ve entre los muñequitos, el dibujo animado, la historieta y lo que uno trasmite ideológicamente? Parecería para algunos que son simples animados, pero están los análisis de “Cómo leer el pato Donald”… ¿Cómo se podría explotar más esa relación en Cuba? —Eso es muy difícil y complicado, porque si tú dices los prohíbo es peor, tienes que asimilarlos, pero mezclarlos con lo tuyo. Si nosotros no tenemos las mochilas, los objetos que los padres les compran a los niños, ¿cómo vamos a competir con eso? Si nosotros mismos les estamos comprando lo que no queremos para nuestros niños. Si nosotros no gastamos dinero en eso de promover nuestra industria, si no ponemos las películas cubanas en la televisión porque hay que pagar derechos de autor. Prefieren comprar un caballito de Walt Disney para que los niños jueguen que uno de Elpidio Valdés, porque el otro que ya viene hecho de Disney por los mismos chinos. Entonces, hasta que eso no sea conciencia y los que toman decisiones lo valoren estaremos inconformes. ¿Por qué la gente tiene a los niños con Mickey Mouse, y las piñatas? porque esas son las que venden aquí, las que hay. ¿Por qué no ponen más muñequitos cubanos en televisión? Porque hay que pagar derecho de autor y la televisión no quiere pagar, prefiere poner Walt Disney. Y nadie se ocupa de eso, nadie lo regula. Aquí se han producidos alrededor de 600 animados, ¿dónde están? Se pierden, se rompen los negativos. Antes se ponían en los cines y había que esperar dos años para que estuvieran en televisión, pero ahora que hay que pagar derecho de autor. De Elpidio Valdés se pueden ver 18 porque los demás se perdieron los negativos. El único país que tiene personajes de historieta fuerte en América Latina es Cuba y Brasil, los demás no tienen, Perú tiene uno o dos, y sin embargo no le damos importancia. Primero lo de nosotros y después lo demás. Yo estoy porque la gente vea la hurraca parlanchina, Mickey Mouse, el Oso Yogui, pero que los nuestros estén en competencia, que haya pulóveres de Elpidio Valdés y de los nuestros. No estoy pidiendo que los quiten, estoy pidiendo que los nuestros tengan visibilidad también. Tú no puedes tenerle amor a Elpidio Valdés viéndolo en televisión una vez. Con Mafalda, que es un fenómeno de América Latina, Quino tiene una empresa que se dedica hasta a hacer e perfumes de todos los personajes, lápices, portalápices, mochilas, reglas, toda esa industria la maneja Quino con su personaje, y se vende. Y Mafalda tiene visibilidad en Europa, América Latina y en la parte francesa de Canadá. — ¿Qué está haciendo ahora? —Estoy ayudando a Paul Chaviano con las historias del taller en stop motion, “El Libro del Mambí” y haciendo la novela “Pepito prisionero de los rayadillos”, que ya la terminé y quiero ilustrarla, y estoy preparando un guión de animados con Tapop, el hombre prehistórico. Por el momento todo en papel.

viernes, 14 de octubre de 2016

Negro, blanco, negro: El color de una raza.

Por Cristina Valdés Lescaille. Tomado del blog de Radio Ciudad Bandera. …
En un barco negrero…. Me trajeron…..caña y látigo el ingenio, sol de hierro…………..sudor como caramelo…. Pie en el cepo….. Nicolás Guillén Hablar del tema racial en Cárdenas en pleno siglo 21 es bien controversial. Te puedes encontrar los que se consideran paladines de la cultura, la solidaridad y la igualdad, y sin embargo en el momento de demostrarlo echan primero un vistazo al color de la piel. Y digo color de la piel y no raza, porque esta palabra nos incluye a todos. Entonces ¿qué nos hace diferentes?. Las experiencias vivenciales y la historia heredada. En mi búsqueda de información sobre la presencia negra en Cárdenas, entrevisté al Museólogo e investigador Ernesto Álvarez Blanco, quien aportó interesantes datos sobre el tema. cardenas“Sin lugar a dudas, Cárdenas contribuyó excepcionalmente a todo el tema de los grupos afrocubanos, la formación de la identidad y nacionalidad, lo cual fue reconocido en su momento por el sabio Don Fernando Ortiz y por Lidia Cabrera, junto a otros destacados estudiosos, entre los que se encuentra Natalia Bolivar”. “Cárdenas fue un centro muy importante de producción azucarera del siglo 19 lo que la convirtió en el centro de mayor concentración de grupos afrocubanos de ese momento en la Isla. Se calculan en 55 mil los esclavos que trabajaban en las plantaciones de azúcar, café y otras haciendas en Cárdenas, a mediados de ese siglo, momento en el que se había convertido en la mayor productora de azúcar de esclavos2Cuba, junto con el triángulo que conforma junto a Matanzas y el municipio de Colón”. “Por tanto aquí están representados todos los grupos afrocubanos incluyendo los Makua, naturales de Mozambique , que Fernando Ortiz murió creyendo que no habían llegado a Cuba. Sin embargo, cuando se revisan los registros de cimarrones, los libros de los archivos eclesiásticos de la ciudad, aflora la presencia de todos los grupos. Por supuesto ellos aportaron a la identidad local , nacional a partir de sus costumbres, tradiciones, comidas, manera de vestir y expresarse “. “ Por tanto es una contribución muy significativa que se revierte también en todo el proceso de formación de la nacionalidad cubana y también de la lucha de los cubanos por su independencia. Desde 1825, también en 1843, 1844 y aún antes del siglo 18, se habían producido levantamientos de esclavos en Cárdenas y son los primeros atisbos de este proceso de lucha del negro, primero por su libertad y luego también del cubano por su independencia”. “A Miguel Figueroa, un cardenense, se le debe que España haya abolido la esclavitud en el continente americano”. Según Ernesto Álvarez Blanco, investigador de gran prestigio en Cárdenas, algo que se debe destacar en esta relación de los grupos afrocubanos con el desarrollo y formación de la cultura cubana es la actividad de un cardenense, Miguel Figueroa, destacado orador, que nació en la Avenida de Céspedes entre Coronel Verdugo y Calzada, donde aún permanece una placa que recuerda el lugar donde nació – hoy se reconoce como un establecimiento de Foto Servi-, quien fuera amigo de José Martí. Según Álvarez fueron precisamente sus dotes de orador, sus características de patriota y ese sentimiento hacia las personas discriminadas, esclavos africanos que había conocido en Cárdenas y en otros lugares, lo que le permitió arrancar a las cortes españolas con su oratoria, las promesas de abolir la esclavitud en Cuba. “A Miguel Figueroa, un cardenense, se le debe que España haya abolido la esclavitud, porque pintó con tonos tan dramáticos y triste la vida del negro, tanto el libre como el esclavo en aquella época, que las cortes votaron a favor de abolirla en Cuba que era el último país que la poseía en el continente americano”. … Los alguaciles y el medio… cuero y cuero….de sangre y tinta mi cuerpo….cuero y cuero Nicolás Guillén Cuando hoy conocemos la magnitud numérica de cada componente de la sociedad cubana, en este repaso histórico que se ha dado en llamar el proceso de cubanía, es preciso volver a repensar ésta, para que no se columbianos escape de la mano la sustancia humana. Busco entonces el criterio de Rosendo Bernal, quien fuera director artístico de la agrupación folclórica Columbia del Puerto, reconocida nacional e internacionalmente por su propuesta. “El negro ha influido muchísimo en Cárdenas, porque uno de los centros que más trabajadores siempre tuvo fue el puerto y un gran porciento de los que allí laboraban eran negros, con grandes creencias, que se fueron manifestando en cada rincón de la ciudad”. “Se podía apreciar a través de las artes plásticas, los bailes, las comparsas que se contaban en decenas y con gran calidad, incluso el surgimiento de la agrupación Columbia del Puerto fue a partir de toda una serie de personas que procedían del puerto , con un conocimiento pleno de qué cosa era tocar una Columbia, un Bembé bien toca´o, o qué era hacer sonar un Batá o ser Abakuá”. “…..Cárdenas existen más de 26 potencias Abacuá, la mayoría de las logias la componen personas negras”….. ……Fue éste el lugar donde más negros esclavos hubo en Cuba….. …..Más de 142 ingenios existieron en la región de Cárdenas, y entre 8 y 9 cafetales que aportaron las costumbres del negro en esta ésta ciudad……. ………..Oh Cuba , mi voz entrego, en ti creo, mía la tierra que beso, mío el cielo, libre estoy, vine de lejos, soy un negro…..la yagruma de nieve y esmeralda bajo la luna”. Nicolás Guillén blanco y negroSegún el diccionario, en la biología raza se refiere a los grupos en que se subdividen algunas especies biológicas. Y tanto negros como blancos pertenecemos a la humana. ¿Será entonces utópico pensar un mundo sin segregación racial? Me tropiezo aquí con Rolando Rodríguez Bueno, Máster en Ciencias, Especialista ambiental y Licenciado en Biología, quien consideró que la eliminación de la segregación racial no lo considera utopía, sino un proceso social, cultural y biológico. “Con relación a esta última ciencia de la evolución y la genética, recientemente líderes mundiales entre los que se cuentan cubanos, desterraron el criterio o concepto de razas al referirse a la especie humana”. “Según el argumento, la existencia de las razas en la biología viene dada precisamente porque esta diversidad genética permite una mejor adaptación a los cambios ambientales. En el caso de los animales presupone también que cuando estas razas están separas por barreras biológicas, geográficas y de otro tipo, permite que nuevas especies surjan, debido a que las razas se especializan de tal manera que trae consigo una nueva especie, definiendo así la importancia de las razas en lo animal y lo biológico”. “Pero, con el desarrollo social del ser humano ¿qué barreras podíamos estar imponiendo que el hombre no sea capaz de adaptarse?.” Según Rolando cultural y socialmente , todos tenemos elementos racistas del pasado heredado , incluso en Cuba, a pesar de que la constitución y la política del estado cubano no apoyan esa tendencia , pero a pesar de ello si quedan trazas de racismo en Cuba y en Cárdenas”. Es necesario que nos veamos todos como lo que somos, seres humanos. La coexistencia de múltiples mentalidades es lo que permite explicar la unidad y la diversidad de la misma cultura, los procesos de construcción y reconstrucción de las identidades, el conflicto y el cambio. Es evidente que la cultura heredada de los distintos pueblos que de una forma u otra enriquecen nuestra identidad nacional, no tienen oportunidades por igual, incluso en los medios de difusión. Julio Blanco Escandel, escritor y presidente de la UNEAC, en Cárdenas, consideró que el racismo es un término universal y está en todo el mundo y Cárdenas forma parte de él, por lo que es imposible pensar que no existe; lo que hay es que tener conciencia de su presencia. La segregación racial es un fenómeno casi tan viejo como la propia existencia del hombre, no se supera con un apretón de manos, la cuestión es mucho más seria. Es necesario reconocer la existencia de la problemática para promover el debate social sobre el tema y buscar las soluciones. La Cultura puede ser una de ellas: … por supuesto que es fundamental la Cultura en ese concepto amplio, el conocimiento científico, las tradiciones, experiencias vivenciales de las comunidades, contribuiría de manera muy importante y esto sobre la base de estrategias de comunicación……… …..la Cultura debe ser el medio más importante donde debe moverse el cambio de la erradicación del racismo y creo debería ser la punta de lanza del movimiento…… … el momento en que la imagen peregrina de la Virgen Mambisa visita Cárdenas, fue una manera de unir a los cardenenses en torno a una imagen pero también a un símbolo de la nacionalidad cubana y de su Cultura……. ……..todos los días debemos pensar que para hacer una Patria mejor todos tenemos que seguir siendo iguales no sólo en derecho sino en realidad , en la materia de todos los días , en lo que llevamos a la mesa , en lo que vestimos y en Cultura; porque sin Cultura no hay Patria y la Patria la tienen que hacer todos….. ……….Todos los negros finos, nos hemos reunido y hemos decidio no tocar más Rumba…. Superfinos negros, superfinos negros…………

domingo, 28 de agosto de 2016

La decisión de morir o triunfar Este 29 de agosto se cumplen 60 años del encuentro en México de Fidel Castro y José Antonio Echeverría, quienes en nombre del Movimiento 26 de Julio y la Federación Estudiantil Universitaria firmaron un documento que selló la unidad en la lucha contra Batista. Wilmer Rodríguez Fernández digital@juventudrebelde.cu Noche del 28 de agosto de 1956. Un avión procedente de Costa Rica aterriza en la capital mexicana y al abrirse la escalerilla desciende un joven de 24 años. La visita es breve; las autoridades costarricenses le habían otorgado visa de tránsito a México solo por dos días. Acompañado por escaso equipaje y los recuerdos de su reciente estancia en Chile, durante un congreso de estudiantes latinoamericanos, el viajero va al encuentro con un abogado de 30 años que lo espera. Se admiran y respetan desde los primeros momentos de la lucha universitaria, pero no conversaban desde hacía más de un año, cuando se despidieron en el aeropuerto de La Habana, el día en que el exilio político separó de Cuba al mayor de los dos. Al recién llegado lo conocen por José Antonio Echeverría; quien espera en México es el doctor Fidel Castro. Uno, presidente de la Federación Estudiantil Universitaria de la Universidad de La Habana. El otro, el líder del Movimiento 26 de Julio, quien en 1953 dirigió el grupo de 151 jóvenes que asaltaron el Cuartel Moncada. Ambos son reconocidos en Cuba y conciertan la cita en el Distrito Federal. Pretenden unir esfuerzos para las conspiraciones políticas y militares contra la dictadura de Fulgencio Batista. Y con ese fin, a solicitud de Fidel, viaja a México el líder universitario. Así me lo contó, años antes de morir, Juan Nuiry Sánchez, entonces secretario general de la FEU y amigo de José Antonio: «Recuerdo que estando ingresado bajo custodia en el Hospital de Emergencia de La Habana, por la paliza que nos dieron en el Estadio del Cerro el 4 de diciembre de 1955, fue a verme María Laborde. Ella era representante del Frente Cívico de Mujeres Martianas, una compañera muy vinculada a Fidel. Llegaba de México con un mensaje: “Pregunta Fidel que si ustedes van a tumbar a Batista antes de que él regrese a Cuba”. Me explica que él necesitaba una entrevista con José Antonio, a quien le hago llegar la noticia y me dice que también pensaba ir a verlo, pues estaba invitado a varios congresos estudiantiles y a su regreso pasaría por la capital mexicana». Así va José Antonio a finales del verano de 1956 a la reunión con Fidel. De aquellas horas, el dirigente estudiantil René Anillo, quien acompañó al Presidente de la FEU, escribió detalles: «Fidel y José Antonio se encuentran a las 9 de la noche del 28 —agosto de 1956—, en la calle Pachuca, esquina A Márquez. Trabajan toda la noche. A las 10 de la mañana del día 29 nos trasladamos a la casa situada en Sierra Nevada, donde luego de una lectura del documento se requirió de añadidos y de una última versión. Luego de mecanografiada y firmada nos fuimos a almorzar. Conseguí, no sin esfuerzos, pasaje para un vuelo ese mismo día 29 de agosto, llegando a La Habana el día 30 en la madrugada. Traslado inmediatamente la Declaración, que fue ampliamente discutida en el seno de la FEU». ¿Cómo llega la carta a cuba? Muy pocos conocen que las manos de una mujer mecanografiaron la Carta de México: Teresa Casuso Morín, conocida como «Teté» Casuso, intelectual cubana, quien en la década del 30 fue esposa de Pablo de la Torriente Brau y mucho ayudó a Fidel y los futuros expedicionarios en el exilio. Guardado en los zapatos de Anillo viajó hasta Cuba el documento y vio la luz en la prensa nacional el 2 de septiembre de ese año. Pero al decir del profesor Juan Nuiry, la Carta nació con un pecado original. Al redactarla nunca le escribieron la fecha. Por ello en muchas publicaciones se lee 30 de agosto y en otras 29, omisión que ha generado polémica. No obstante, las anotaciones de René Anillo precisan, sin lugar a duda, que el documento fue mecanografiado y firmado en Sierra Nevada No. 714, en las Lomas Chapultepec, el miércoles 29 de agosto de 1956. El encuentro de México tampoco escapa al debate historiográfico. Se ha testimoniado, incluso en libros, que Echeverría firmó el documento en nombre del Directorio Revolucionario, del cual era su Secretario General. Para hacer justicia y honor a la verdad, basta con ir al original o las copias reproducidas y leer el pie de firma: por la Federación Estudiantil Universitaria, José Antonio Echeverría y por la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio, Dr. Fidel Castro Ruz. Más de una vez Nuiry narró una conversación que sostuvo con José Antonio, en la que el Presidente de la FEU le contó sobre el momento de la firma. Fidel preguntó por cuál de las dos organizaciones lo haría, y sin pensarlo, dijo: «Por la FEU». Entre otras razones, debido a su prestigio y tradición desde 1922 y porque la Federación era reconocida legalmente en Cuba y el mundo; no así el Directorio, el cual, aún siendo su brazo armado, no tenía entonces la misma relevancia en el país. Asistidos por la historia La Carta de México, en esencia, manifiesta que la Federación Estudiantil Universitaria y el Movimiento 26 de Julio «han decidido unir sólidamente su esfuerzo en el propósito de derrocar a la tiranía y llevar a cabo la Revolución Cubana». convoca «a todas las fuerzas revolucionarias del país, a los estudiantes, obreros, organizaciones juveniles y a todos los hijos dignos de Cuba para que secunden esta lucha, que está firmada por la decisión de morir o triunfar». Y en uno de sus párrafos más promisorios señala: «Enfrentada ya la Revolución en una lucha a muerte contra la tiranía, la victoria será de los que luchan asistidos por la historia». Cuando Fidel y José Antonio se despiden el 29 de agosto de 1956 acuerdan volver a encontrarse cuanto antes para precisar acciones militares que harían realidad la letra y el espíritu de la Carta. Por eso, dos meses después, a mediados de octubre, vuelve el joven estudiante de Arquitectura a México, esta vez junto a otros dirigentes de la FEU y el Directorio Revolucionario. Entre ellos también estaba el entonces estudiante de Ciencias Sociales y Derecho Público Juan Nuiry Sánchez, quien, según los relatos de su viaje, salió de Cuba junto a Fructuoso Rodríguez el 5 de octubre rumbo a Miami, para encontrarse con José Antonio. Echeverría estaba allí después de haber asistido a un congreso de estudiantes en Ceilán (actual Sri Lanka) entre el 11 y el 21 de septiembre. Días después, los tres dirigentes estudiantiles parten hacia México para sostener la segunda reunión con Fidel, mientras Faure Chomón, Joe Westbrook, Juan Pedro Carbó Serviá y José Machado salieron con ese mismo fin desde Cuba. Nuiry recordaba su llegada junto a José Antonio y Fructuoso a México: «Al arribar al aeropuerto el 10 de octubre nos esperaba el revolucionario y futuro expedicionario del Granma Jesús «Chuchú» Reyes, para conducirnos directamente hasta Fidel en la casa de la calle Fuego No. 791, en el Pedregal de San Ángel. Allí se reunirían con Raúl Castro, Juan Manuel Márquez, Antonio Ñico López, Pedro Miret, Cándido González, Faustino Pérez y Jesús Montané Oropesa. «Al término de este segundo encuentro, José Antonio, Fructuoso y yo salimos de nuevo hacia Miami, luego de despedirnos de Fidel en el aeropuerto de México el 16 de octubre de 1956. Esa fue la última vez que Fidel vería con vida a José Antonio y Fructuoso. Yo me reencontraría con él en la Sierra Maestra exactamente dos años después, para ratificar la Carta de México en el escenario de la guerra». Después de ese segundo encuentro, los jóvenes regresan a Cuba. Dos meses más tarde llegan los 82 expedicionarios en el yate Granma para iniciar la lucha en las montañas orientales. Según lo acordado, la FEU respaldaría la llegada de Fidel con importantes acciones en La Habana. Sin embargo, el apoyo de los estudiantes en la capital nunca ocurrió, a causa de la brutal represión de la dictadura. Desde finales de octubre se desencadenó una ola violenta contra los dirigentes universitarios tras el ajusticiamiento del coronel Antonio Blanco Rico, jefe del Servicio de Inteligencia Militar (SIM), en el cabaret Montmartre, el 28 de octubre, por miembros del Directorio. A esto sucedió la masacre de revolucionarios asilados en la embajada de Haití por integrantes de la Policía Nacional, donde fue herido de muerte el esbirro Rafael Salas Cañizares. También la represión a la tradicional manifestación del 27 de noviembre y el cierre de la Universidad de La Habana previo al desembarco del Granma por el sur de Oriente, figuran como hechos que imposibilitaron el desarrollo de una acción militar en La Habana para apoyar la llegada del Granma. Estos sucesos, al decir de Nuiry, entristecieron a José Antonio, por no poder cumplir lo acordado con Fidel en la histórica Carta. Tal vez por eso fue que tres meses después, el joven de 24 años, junto a quienes lo acompañaron al segundo encuentro en México, decidió tomar por asalto la emisora Radio Reloj y el Palacio Presidencial. Horas antes escribía: «Esta acción envuelve grandes riesgos para todos nosotros y lo sabemos. No desconozco el peligro. No lo busco. Pero tampoco lo rehúyo. Trato sencillamente de cumplir con mi deber. «Nuestro compromiso con el pueblo de Cuba quedó fijado en la Carta de México, que unió a la juventud en una conducta y una acción […] Creemos que ha llegado el momento de cumplirlo». Más allá de que no existieron conversaciones en Cuba como las de México para concretar acciones, lo cierto es que desde sus primeros vínculos políticos a inicios de los 50, cuando algunos estudiantes no creían en el joven de Birán, Echeverría sí. Por eso, dijo el Comandante en Jefe hace seis años en Artemisa que en medio de la arrogancia y soberbia que se notaba en la Universidad en 1952, había una extraordinaria excepción: José Antonio. Y no existen dudas de que desde aquella noche del 28 de agosto de 1956, cuando el viajero que llega de Costa Rica abraza al abogado de 30 años, se unen para siempre —a pesar de la muerte de Echeverría siete meses después— lo más digno del estudiantado cubano y lo más avanzado del movimiento revolucionario. * Periodista del Sistema Informativo de la Televisión Cubana

viernes, 8 de julio de 2016

Publican en EE.UU. texto de investigador cardenense.

Por: Gabriel. Torres Tomado de http://www.giron.cu/es/noticia/cultura/publican-en-eeuu-texto-de-investigador-cardenense
El hidalgo Sánchez de Moya y el Real de Minas de Santiago del Prado, un texto del museólogo e investigador cardenense Ernesto Alvarez Blanco, ha sido recientemente publicado por la editorial norteamericana Arista Publishing. El volumen, que contiene una treintena de ilustraciones realizadas por el caricaturista Orlando Ramos -Orlandito- y la Lic. Madelayne Fernández Vera, así como otras, procedentes de archivos españoles y de los fondos del autor, aborda los esfuerzos y avatares en tierras de esta Isla del hidalgo español Francisco Sánchez de Moya, fundador y primer administrador del Real de Minas de Santiago del Prado, sitio que se convertiría con el correr de los años en la afamada villa de El Cobre. Es en ese conocido poblado del oriente de Cuba donde se venera -desde hace varios siglos y gracias al accionar de Sánchez de Moya- la imagen de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba desde 1916. El autor, que contó con los esfuerzos de Maydelis Alvarez Fernández para el diseño de portada, dedicó el material al Dr. Alfonso Cirera Santasusana, presidente de Praedium Desarrollos Urbanos S.L., de Barcelona, España; a la Virgen de Montserrat -Yewá- y a la Virgen de la Caridad del Cobre -Ochún-, y otras personalidades, entre los que se incluyen familiares, amigos, doctores y técnicos del hospital de la ciudad de Cárdenas y del policlínico José Antonio Echeverría. El autor aporta en este volumen –a partir de la consulta de valiosos documentos conservados en archivos hispanos- novedosos elementos relacionados con la historia de la Isla en la última década del siglo XVI y en las dos primeras del XVII. Se trata de una obra concebida para disfrutar e instruir que será, sin dudas, del agrado de todo lector.

lunes, 20 de junio de 2016

Publican nuevo Libro del museólogo e investigador cardenense Ernesto Aramis Alvarez Blanco.

El hidalgo Sánchez de Moya y el Real de Minas de Santiago del Prado, volumen del museólogo e investigador cardenense Ernesto Aramis Alvarez Blanco, el cual acaba de ser publicado por Arista Publishing en los Estados Unidos de América, se encuentra ya disponible en Amazon y en otros sitios de INTERNET. Este libro revela los esfuerzos y avatares en tierras cubanas del hidalgo español Francisco Sánchez de Moya, fundador y primer administrador del Real de Minas de Santiago del Prado, sitio que se convirtió con el correr de los años en la villa de El Cobre. Precisamente, en ese conocido poblado se venera - desde hace varios siglos y gracias al accionar de Sánchez de Moya- la imagen de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba desde 1916. El volumen, con diseño de portada de Maydelis Alvarez Fernández, fue dedicado por el autor al Dr. Alfonso Cirera Santasusana, Presidente de Praedium Desarrollos Urbanos S.L., de Barcelona, España, a la Virgen de Montserrat (Yewá) y a la Virgen de la Caridad del Cobre (Ochún), a su esposa, a su hija y a su nieto, a María Dolores [Lola] Carrasco y a Vicente Pacheco, padre e hijo, de Tomelloso, España, a todo el personal de las salas de Terapia Intensiva e Intermedia del Hospital territorial “Julio Aristegui Villamil” de Cárdenas, y en especial a los Dres. Ernesto Malpica y Humberto Dopico, por haberle devuelto la vida, luego de transitar por un Guillain-Barré; así como, a los Dres. Ihosvany Ferrer, ortopédico, y José Manuel Planelles, neurólogo, así como al Dr. Carlos Maicas y al técnico Hinelis Fernández, de la Sala de Rehabilitación del policlínico “José A. Echeverría” de Cárdenas. Así mismo, Alvarez Blanco dedicó el libro, que contiene una treintena de ilustraciones realizadas por el caricaturista cardenense Orlando Ramos (Orlandito) y la Lic. Madelayne Fernández Vera así como otras, procedentes de archivos españoles y de los fondos del autor, a todos los amigos y familiares que se hicieron presentes e imprescindibles durante su más reciente enfermedad. El autor aporta en este volumen –a partir de la consulta de valiosos documentos conservados en archivos hispanos- novedosos elementos relacionados con la historia de la Isla en la última década del siglo XVI y en las dos primeras del XVII. Se trata de una obra concebida para disfrutar e instruir que será, sin dudas, del agrado de todo lector. Con este libro los amantes del pasado contraen una nueva deuda de gratitud con este avezado museólogo e investigador cardenense. Los interesados en adquirir este libro pueden hacerlo a través del siguiente enlace: http://www.amazon.es/dp/1945461004 Para contactar con el autor pueden hacerlo a través de cubaernesto@gmail.com o del teléfono 45523526. Datos del autor. Ernesto Aramis Álvarez Blanco. (Cárdenas, Cuba, 1968). Se graduó en 1988 como Museólogo, con el primer expediente de su curso y la máxima calificación en su Tesis de Grado, en el Centro de Superación Profesional y Artística de Matanzas. Desde el 2002 y hasta el 2010 fungió como Historiador de la Ciudad de Cárdenas. Ha obtenido cerca de un centenar de premios y menciones en eventos y concursos locales, provinciales, nacionales e internacionales y recibido varias distinciones cubanas y catalanas. Ha publicado en Cuba y España numerosos folletos, poemarios, plegables y libros, entre los que se encuentran Oscar M. de Rojas (Ediciones Matanzas, 2001), Arenys de Mar en Cuba/ Cuba en Arenys de Mar (Ediciones Matanzas, 2003), La Ermita de Montserrat de Matanzas (Fundación Catalunya-América, Cataluña, España, 2008), Cárdenas: Prehistoria de una Ciudad (Avilés, Asturias, 2008), Subiendo como un sol la escalinata (Editora Abril, 2010), Yo soy la Virgen de la Caridad (RBA LIBROS, Barcelona, 2010), Felipe III y La Dorada. Cuba entre 1598 y 1608 (Libros en red, 2014), Varadero: de caserío a centro turístico (1883- 1958) (Ediciones Matanzas, 2008) y Cataluña: encuentro de pueblos y culturas (Editorial UH, La Habana, 2013), estos últimos como coautor. Es miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), Unión de Historiadores de Cuba (UNHIC), la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), de la Asociación de Catalanistas de América Latina y el Caribe (ACAL) y de la Sociedad Internacional Napoleónica.

domingo, 5 de junio de 2016

Arechabala.

Por_ Ciro Bianchi.
Aseguran especialistas que Cuba fue el primer país que dio al ron la categoría de clásico. Curiosamente Cuba entró tarde en el panorama de la fabricación internacional del ron. Pero se dispuso pronto a acortar el camino. Si en 1778 la Isla exportó alrededor de 230 000 litros de aguardiente, ya a comienzos del siglo XIX, apenas 20 o 25 años después, se producían aquí más de 4,5 millones de litros. En 1861 existían 125 destilerías, en la mayoría de los casos parte de fábricas de azúcar y resultado por lo general de operaciones individuales. Es la época en que Cuba empieza a producir un tercio del azúcar mundial. El ron cubano marca una nueva época, un nuevo estilo en la fabricación de rones. En la década de 1860 se podía beber toda una gama de rones «británicos» producidos en Jamaica, Guyana y Barbados, a partir de la melaza y en alambiques de retorta. Fue entonces que Cuba importó una nueva tecnología, el llamado alambique continuo o de columna, que permitió a los destiladores cubanos crear un estilo de ron nuevo, más ligero y dulce. El primero fue Facundo Bacardí en Santiago de Cuba. Con su innovación, Cuba empezó a distinguirse del resto del Caribe, y aunque los alambiques de columna aparecieron muy pronto en el resto de las Antillas, ya el ron ligero cubano le había ganado la batalla a la competencia. En 1878 entró en el juego el vizcaíno José Arechabala Aldama, quien compró a plazos a los herederos de Joaquín de Zulueta un alambique establecido en la ciudad matancera de Cárdenas. Destilaba las mieles de siete u ocho ingenios azucareros de la zona y recibía por mar materia prima de Sagua la Grande y Yaguajay, y estaba valorado en unos 33 000 pesos oro y 167 000 pesos en billetes. El 1ro. de febrero de 1880, el nuevo propietario lo inscribía en el Registro Mercantil con el nombre de La Vizcaya. A partir del 18 de enero de 1821 operaría bajo la razón social de J. Arechabala S. A. Presidía la compañía el fundador de la firma y obraban como accionistas sus hijos Juana, Carmela, Mercedes, José Antonio y José Nicolás. Llegaría a amasar un capital enorme en el campo de la destilación de alcoholes y la refinación de azúcares y crearía el famoso ron Havana Club. En 1958 este complejo fabril ocupaba un área de 600 000 metros cuadrados y lo conformaban plantas de confituras, levadura, sirope y otras producciones derivadas del azúcar. Contaba con una fábrica de licores, almacenes de azúcar, terminal marítima, acueducto propio, servicio de cabotaje y astillero. En sus soleras se mantenían de manera permanente dos millones de litros añejándose en toneles de robles. Producía anís, aguardiente, cremas, coñac y ginebra con la marca Arechabala, los coñacs marcas Relicario y Tres Arbolitos, el ron añejo Arechabala 75 y otros tipos de rones, además del ya mencionado Havana Club. Representaba, por otra parte, el whisky Chivas Regal y otras bebidas de importación. Formaban parte de la compañía los centrales azucareros Por Fuerza y Progreso, ambos en la provincia de Matanzas. El vizcaíno y el vasco José Arechabala Aldama nació en Gordejuela, Vizcaya, el 9 de noviembre de 1847. Las fuentes consultadas no aluden a su niñez ni a su adolescencia, pero lo seguro es que no fuesen nada boyantes, pues con solo 15 años buscó en Cuba mejores horizontes. Llegó a la Isla el 21 de septiembre de 1863 y trabajó primero con su pariente Antonio Galíndez Aldama, radicado en Matanzas, y luego en la casa Bea, dedicada a la consignación de buques, la ferretería y la banca, algo frecuente entonces cuando las empresas asumían el papel de los bancos. Julián de Zulueta era ya para entonces un importante hombre de negocios y una figura política de primer orden. Marqués de Álava. Vizconde de Casa Blanca. Coronel de Milicias. Coronel de Voluntarios. Cónsul del Real Tribunal del Comercio. Consejero de Administración de Hacienda. Concejal y alcalde de La Habana en varias ocasiones. Diputado a Cortes. Senador Vitalicio del Reino. Gobernador Político interino de la Isla de Cuba. Era propietario de varios ingenios azucareros. Accionista de la firma constructora del ferrocarril de Marianao. Contratista del derribo de las murallas de La Habana e iniciador de la construcción del edificio que sería conocido como la Manzana de Gómez, donde se emplazaría —fue su idea— un gran centro comercial, similar a los actuales, donde coincidirían varios establecimientos. Constructor con su propio peculio del ferrocarril Zaza-Caibarién. Enriquecido con la trata de esclavos y de chinos, formó parte del grupo de hacendados y prestamistas de origen español que asumió el control del Diario de la Marina y lo convirtió en vocero de sus intereses. Una ciudad de la región central y una calle habanera llevan el nombre de quien fue un enemigo recalcitrante de la independencia de Cuba y uno de los grandes promotores del capitalismo en la Isla. No se puede escribir la historia de la economía cubana del siglo XIX sin mencionarlo. ¿Cómo trabaron relaciones Zulueta y Arechabala? La importancia económico-comercial que adquiría el puerto de Cárdenas, por donde Zulueta sacaba las producciones de sus centrales, lo hizo pensar no solo en el establecimiento de almacenes, sino en fomentar una destilería que aprovechara las mieles, que mermaban considerablemente por la demora en ser embarcadas. Conoció Zulueta de la laboriosidad del joven vizcaíno, de su dedicación al trabajo, inteligencia y chispa, y en 1873 lo nombró su apoderado en Cárdenas. Arechabala tenía 26 años entonces. Durante una visita a la ciudad matancera de Colón, donde tenía también grandes intereses, Julián de Zulueta cayó del caballo y quedó con la cabeza enterrada en una alcantarilla. Hubo tiempo para trasladarlo a La Habana, donde murió, el 4 de mayo de 1878. José Arechabala lo sobrevivió durante largos años; falleció el 15 de marzo de 1923. Llegó a ser propietario de la fábrica de gas que alimentaba el alumbrado público de Cárdenas y dotó a la ciudad de un teatro que llevó su nombre. Sus actos son reflejo de su devoción por la cultura y el buen gusto. La propia industria estaba enmarcada en un vasto conjunto de jardines y paseos, donde se daban la mano lo útil y lo bello, sin contar que fue una gran fuente de empleo. Cárdenas lo declaró su Hijo Adoptivo. Surge Havana Club El 19 de marzo de 1934 se inauguró la fábrica de licores y comenzó la producción de ron Havana Club. Más tarde se añadió el Alco-Elite —alcohol puro, muy demandado con fines sanitarios—. También los cordiales y el coñac. El 29 de mayo de 1935 abrieron el Bar Privado y las oficinas de la empresa en el palacio del Conde de Casa Bayona, en la Plaza de la Catedral de La Habana. El 18 de julio de 1936 pusieron en marcha la producción de confituras. Para elaborarlas se adoptó la técnica más avanzada, utilizándose materias primas selectas para dotarlas de un sabor exquisito y expenderlas con una presentación atractiva, lo que las hizo muy demandadas dentro y fuera de Cuba. En marzo de 1934, la compañía comenzó a producir el carburante conocido como mofuco. Por lo que se le considera pionera del carburante nacional, utilizando el alcohol como base. Cuando en 1943, la guerra mundial impuso rígidos controles sobre la gasolina, el Gobierno cubano reclamó el concurso de la empresa para que el transporte terrestre no se paralizara, llegando Arechabala a soportar hasta el 63 por ciento del consumo nacional. Tuvo J. Arechabala S. A. una activa participación en lograr que EE. UU. admitiera el azúcar refinado cubano. Fue una lucha denodada que entre 1928 y 1933 libró, junto con otras firmas, contra las autoridades norteamericanas, para afincar y esclarecer el derecho de Cuba a exportar ese producto a EE. UU. y evitar así el cierre de las refinerías cubanas. Sus producciones superaban las de sus competidores. En 1956 La Vizcaya produjo alrededor de seis millones de litros de aguardientes y alcohol de 95 grados, a lo que se sumaban los casi 800 000 litros obtenidos en los centrales Por Fuerza y Progreso. Le seguían en orden de producción la destilería Infierno —más de seis millones de litros— y la Licorera de Cuba, con cinco millones en las marcas de ron y cremas Aldabó, coñac Peralta y Anís del Diablo. La Compañía Cubana de Alcohol aparece con algo más de tres millones de litros, de las denominaciones Santa Cruz y Legendario, en tanto que Bacardí, en el último de la fila, aparece solo con 3 118 000 litros. Claro que hubo contrariedades y quebrantos. El fundador de la empresa perdió y rehízo su fortuna varias veces. Resultó desastroso para la ronera el huracán de 1888, que arrasó la costa norte de la Isla por la zona de Cárdenas y ocasionó pérdidas cuantiosas. Igual ocurrió con el ras de mar de 1933, causante de daños en almacenes y muelles, alambiques, tanques y toneles, edificios y embarcaciones, así como pérdida de materias primas por 258 000 pesos. Perjudiciales fueron también las dos guerras mundiales, la caída de los precios del azúcar y las crisis económicas. Y las pesadumbres morales que sacudieron a esta curiosa familia, en la que los nombres se repiten y sus miembros terminan casándose entre sí, y de la que formó parte nada más y nada menos que Carmelina Arechabala, la que dio pie a una frase que sobrevive en el imaginario del cubano, esa de «vive como Carmelina», para identificar a quien lleva una vida regalada, libre de carencias y preocupaciones. Algo no claro del todo para el escribidor sucede a finales de los años 50, cuando José Fermín Iturrioz sale o lo hacen salir de la firma que dirigía desde 1926 y presidía desde 1953, cuando le tocó sustituir a Carmen Arechabala —no es la Carmelina aludida—, hija de José Arechabala Aldama, el fundador, y viuda de José Arechabala Saiz, sobrino de su padre. Para no variar, Iturrioz, que era el propietario del Retiro Josone, en Varadero, es sustituido por José Arechabala Arechabala. Su salida implicó para la firma la pérdida del central Por Fuerza, que permaneció en manos de Iturrioz. Tenía una capacidad de molida de 250 000 arrobas diarias, 2 650 trabajadores y 768 caballerías de tierras propias. Después… Después de 1959 la fábrica recibió el nombre de José Antonio Echeverría, y en 1993, cuando se fundó la corporación Cuba Ron, una parte de su infraestructura se destinó a la creación de la Ronera Cárdenas. La cartera de producción de esta afamada bodega contempla los formatos caneca de las marcas Havana Club, ron Cubay y el aguardiente Sao Can. Produce asimismo los rones Refino y Perla del Norte; este en sus versiones de blanco, dorado y añejo, que recoge el buen y genuino saber hacer de esta ronera.

jueves, 19 de mayo de 2016

Bandera, justicia y ley: un dibujo inédito de Martí.

Por la falta de tiempo, nunca por carencia de talento natural, el Maestro no se pudo dedicar a la pintura. Sin embargo, fue un inspirado dibujante
Por: Idania Gonzalez Hidalgo - Gato y Jorge Juan Lozano http://www.juventudrebelde.cu/cuba/2016-05-17/bandera-justicia-y-ley-un-dibujo-inedito-de-marti/ El Apóstol de la libertad de Cuba encontró tres sinónimos para explicar la trascendencia de todo gran escritor: gran pintor, gran escultor y gran músico. Esta hermosa trilogía está encarnada a lo largo de la obra martiana. Por la falta material de tiempo, pero nunca por carencia de talento natural, Martí no se pudo dedicar a la pintura. Sin embargo, fue un inspirado dibujante. En la adolescencia tuvo esa especial inclinación cuando ingresó en la clase de dibujo de la Academia San Alejandro en La Habana, aunque su paso fue de apenas un mes, al inicio del curso escolar 1867-1868. De manera autodidacta desarrolló esa habilidad. Son relativamente escasos los dibujos martianos. No fueron realizados para exhibirse en público; se encuentran en sus cuadernos de apuntes, e incluso, en hojas sueltas. Ninguno parece ser una obra acabada, pueden adolecer de defectos técnicos, pero todos, en un conjunto caracterizado por la capacidad sintética de rasgos, contienen una interpretación pictórica de las ideas de aquel hombre genial: responden a la necesidad de expresar, de recordar o de documentar. Al vuelo podemos escoger algunos ejemplos. Ilustrar las palabras En Martí se puede considerar el deseo ferviente de ilustrar sus propios versos. Tal es el caso del poemario Ismaelillo, donde se comprueba que el grabador del libro siguió instrucciones del autor para confeccionar las pequeñas ilustraciones que adornan sus páginas. Una versión del poema A la palabra presenta en sus propias cuartillas originales la unión de versos y dibujos: en lo alto se encuentra el león rugiente que desciende de la montaña al valle; debajo, el árabe fiero en su dorada cabalgadura y, por último, claramente dibujada, la lira imponente, serena y alzada en la más alta cúspide de la tierra.# De otro momento, en una hoja que corresponde a la Conferencia Monetaria Internacional celebrada en Washington en 1891, constatamos la batalla entre la idea imperial y la idea de libertad: a una caricatura del Tío Sam, de hirsuta cabellera y puntiaguda barba, le acompañan los esbozos de un alegórico ex-libris compuesto por un libro abierto provisto de simbólicas alas, entre las que existen sus iniciales (JM) enlazadas, con la frase: «Por América» a manera de corona. Lo extraordinario de la página es el dibujo centrado en su parte inferior, que constituye un excelente autorretrato de contorno triangular, con frente de amplias entradas que recuerda la escultura que Juan José Sicre realizó para la hoy Plaza de la Revolución, imagen universalizada como emblema del Centro de Estudios Martianos. Encontrarse con la manifestación inédita de la creación martiana siempre conduce a la admiración bienhechora. En la papelería del insigne político y poeta se encuentra un boceto de valioso significado. El testimonio de su autenticidad está fijado con el siguiente texto mecanografiado: «Este dibujo al lápiz fue encontrado en el baúl que el Maestro José Martí entregó a doña Ángela del Castillo y Agramonte de Fernández antes de salir para Cuba en 1895. Y para constancia de ello firmo la presente en La Habana a sep. (tiembre) 15 de 1939». Emilio D. Cassi, esposo de Cocola (firma manuscrita autógrafa). Isabel Carolina Fernández del Castillo, conocida desde su infancia por Cocola, era hija de Miguel Fernández y Ledesma y su esposa Ángela, en cuyo hogar fue acogido por primera vez el revolucionario desterrado al arribar a Nueva York en enero de 1880. El patriota amigo, 17 años mayor que Martí, había compartido con este los trabajos forzados en las canteras del Presidio Político y murió en sus brazos en 1891. Su hija, que disfrutó desde su infancia el cariño del Apóstol, falleció en El Calvario, pueblo periférico de la capital, el 18 de agosto de 1939. Su viudo, Emilio D. Cassi, italiano y oficial del Ejército Libertador, cumpliendo la última voluntad de aquella, entregó pocos días después a Gonzalo de Quesada y Miranda la valija que el Apóstol había encomendado a la madre de su esposa. En esta se encontraban manuscritos y valiosos objetos, como los que conservaba el autor de los Versos Sencillos, de María García Granados: la almohadilla de olor, la breve nota que acompañaba ese obsequio y la fotografía dedicada por la Niña de Guatemala. En esa misma ocasión, el acucioso investigador martiano debió recibir el dibujo referido. «La nación empieza con la justicia» El sentido estético de José Martí se refleja en el mensaje gráfico que ahora se presenta por primera vez. La imagen consta de tres elementos principales. El primer plano es una balanza en equilibrio, cuyos brazos están identificados con los nombres latinos de Lex y justiciae. Aparece como soporte de esta un libro abierto, símbolo de la sabiduría, la cual recuerda por sus contornos a los esbozados en 1891. El fondo, que se dibujó a instancia final, corresponde a la bandera cubana; y es esta la única ocasión en que el Apóstol perfiló el pabellón de la Patria. Fue en el Maestro la bandera de los cubanos un símbolo íntimo por cariño y público por trascendencia. Recuérdese que era la única enseña latinoamericana que no representaba a una república independiente. En el Museo Casa Natal, la Fragua Martiana, el Museo Bacardí y el Museo Provincial de Ciego de Ávila, se conservan banderas cubanas que pertenecieron a Martí, desde la pequeña que durante años portase dentro de su billetera «para dignificar el dinero», hasta la que recibiera de manos de Pedro Agustín Pérez, en Guantánamo, al incorporarse a la guerra. Era frecuente que Martí la convirtiera en personal obsequio, como lo hizo con el mexicano Israel Mercado (hermano de Manuel Mercado) y con sus compatriotas Agustina Gamba, Leandro Rodríguez y Emilio Gordillo. La bandera cubana más valiosa que se conserva del Apóstol es la escarapela mambisa que perteneciera al Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes, y que resplandecía sobre su pecho, hace 120 años, en el combate de Dos Ríos. El dibujo martiano que hoy se presenta al público es una síntesis artística de la lógica de un movimiento conceptual. «El mundo es equilibrio, y hay que poner en paz a tiempo las dos pesas de la balanza»#, afirmó el Delegado del Partido Revolucionario Cubano exactamente un año después de la fundación del periódico Patria. El equilibrio, cuya imagen clásica representa la balanza, es el arte de compensar dos fuerzas que se presuponen, en este caso, la Ley y la Justicia, a través de un punto de apoyo dado por la sabiduría. La balanza es además un instrumento de medición que indica cuánta justicia está representada en la ley, no solo por el diseño de sus normas, sino por su contenido, alcance e interpretación. La armonía entre ley y justicia ha de ser, entonces, íntegra y mesurada, recta en sus intenciones y objetiva en sus juicios, para evitar extremismos, desproporciones y parcialidades. Así, como en la antigüedad existieron falsificadores de balanzas, también han existido a lo largo de la historia del mundo falsificadores de la justicia, que son los grandes causantes de los males humanos y sociales. Este peligro aún nos acecha. «No hay placer como este de saber de dónde viene cada palabra que se usa, y a cuánto alcanza»#, indicaba el Maestro. La raíz latina de la palabra equilibrio es aequus, que equivale a igual, también utilizada para equidad. Entre ley y justicia ha de existir un balance equitativo de tal magnitud, que de la propia norma irradie la esencia de probidad como representación de su grandeza y de la humanidad de aquellos que la hacen y la aplican. «La nación empieza con la justicia»#, y ello bien se representa con la presencia de la bandera de Guáimaro en el dibujo martiano, símbolo de la consecución de un sueño: la instauración en Cuba de una república con todos y para el bien de todos, donde el ejercicio político tenía necesariamente que estar regulado por la moral. «La primera cualidad del patriotismo es el desistimiento de sí propio; la desaparición de las pasiones o preferencias personales ante la realidad pública, y la necesidad de acomodar a las formas de ella el ideal de la justicia». El agradecimiento ha de cerrar la brevedad de este artículo. Es el sentimiento que los autores tienen por Elsa Montero Maldonado y Asunción Pelletier (Sucy), leales compañeras de trabajo de Celia Sánchez Manduley. *Abogada de la Organización Nacional de Bufetes Colectivos. Profesora de Filosofía del Derecho en la Universidad de La Habana y asesor de la Oficina del Programa Martiano. Miembro del Consejo Científico del Centro de Estudios Martianos Fuentes: A la palabra (Versión B). Martí, José. Obras Completas. Edición Crítica, Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2007, t.16 (Poesía III), p.165. Pobres y ricos. Periódico Patria, Nueva York, 14 de marzo de 1893. Martí, José. Obras Completas, 28 tomos, Editorial Nacional de Cuba e Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1963-1973, t.2, p.251. Prólogo a El Poema del Niágara, Nueva York, 1882. Martí, José. Obras Completas, 28 tomos, Editorial Nacional de Cuba e Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1963-1973, t.7, p.234. Los moros en España. Periódico Patria, Nueva York, 31 de octubre de 1893. Martí, José. Obras Completas, 28 tomos, Editorial Nacional de Cuba e Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1963-1973, t.5, p.333. ¡Vengo a darte patria! Puerto Rico y Cuba. Periódico Patria, Nueva York, 14 de marzo de 1893. Martí, José. Obras Completas, 28 tomos, Editorial Nacional de Cuba e Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1963-1973, t.2, p.257.

domingo, 24 de abril de 2016

Un Vicepresidente de EE.UU. juró en Limonar.

Por: Ciro Bianchi Ross • digital@juventudrebelde.cu
El senador James Buchanan que andando el tiempo (1857) resultaría electo presidente de los Estados Unidos, escribía a su amiga Cornelia Roosevelt, con motivo de la ausencia de su amigo, el también senador y más tarde vicepresidente de la nación, William Rufus King, lo siguiente: «Ahora estoy solo y solitario porque no tengo compañía en la casa conmigo. He cortejado a varios caballeros pero no he tenido éxito con ninguno de ellos. Siento que no es bueno para un hombre el estar solo, y no me sentiría asombrado de encontrarme un día casado con una solterona que me cuide cuando estoy enfermo, me provea buenas comidas cuando estoy bien y que no espere de mí ningún afecto ardiente y romántico». Muchas páginas consumieron los historiadores norteamericanos en el análisis de la relación entre esos dos ambiciosos políticos que en 1844 decidieron postularse como presidente y vice del país, lo que les impidió el Partido Demócrata, al que ambos pertenecían. Aunque algunos conocedores plantean que no había nada raro en la época en que dos hombres compartieran la misma cama, que los términos afectivos que podían utilizar en la correspondencia cursada entre ellos no significaba ningún tipo de apego romántico, y catalogan a Buchanan y a Rufus como «asexuales y solterones», la amistad entre ambos despertó la curiosidad de sus compañeros en el Congreso, que terminaron aludiendo a ellos como la «señorita Nancy» y la «tía Nancy», eufemismos empleados entonces para sugerir que un hombre era afeminado. A Buchanan y a Rufus, que llegaron a conocer de esos comentarios, nunca les importó mucho pues prosiguieron su vida en común y su trabajo como legisladores. Desde 1834 hasta que Rufus fue nombrado embajador en Francia —separación que motivó la citada carta de Buchanan a Cornelia—, compartieron en Washington el mismo techo y juntos asistían a las sesiones del Capitolio y a los actos sociales. Un legislador decía que Rufus era la «media naranja» de Buchanan, y otro se refería a ellos como los «hermanos siameses», pues siempre andaban juntos. Rufus diría que esa amistad era una «comunión». Buchanan tuvo una novia con la que rompió antes de llegar al matrimonio, interesado como estaba sobre todo, se dice, en la dote de la muchacha. A Rufus no se le conoció ninguna relación con mujeres. A la muerte de ambos —Rufus falleció en 1853, y Buchanan, en 1868— las familias respectivas destruyeron la correspondencia entre ellos. Las cartas que quedaron, sin embargo, dan mucha tela por donde cortar. El vice que no fue No es interés del escribidor, y lo expresa a toda intimidad, como solía decir un abogado notable antes de 1959 mientras se apoyaba con ambas manos en su bastón, abundar en la orientación sexual de William Rufus King. Quiere, sí, destacar un hecho inédito y hasta ahora no repetido en la historia de Estados Unidos. Rufus, décimo tercer vicepresidente de ese país —con Franklin Pierce como primer mandatario—, juró su alto cargo en la casa de vivienda del ingenio azucarero Adriadna, en Limonar, provincia de Matanzas. Se acercaba la fecha del juramento, y amigos y colaboradores se convencieron de que el sujeto, que intentaba recuperarse en Cuba, no llegaría a Washington. Estaba tan mal de salud que, para que pudiera mantenerse en pie durante la ceremonia, hubo que sostenerlo por ambos brazos. Pasó varios días más en la zona y llegó a su casa el 17 de abril de 1853. Murió al día siguiente, en su hacienda del condado de Dallas, en Alabama. Se mantuvo en el cargo apenas un mes. No pudo desempeñar ninguna de las funciones inherentes a su alta investidura. Fue el historiador matancero Raúl Ruiz, ya fallecido, quien sacó a relucir años atrás esta historia olvidada, páginas que compiló en un libro ya casi inencontrable, Aguas de la ciudad. A fines de la década de 1940 o a comienzos de la de 1950, la Alabama Historial Society quiso perpetuar el hecho con la colocación de una tarja en una de las columnas cercanas a la entrada del Palacio Municipal matancero; tarja de la que desconoce el escribidor. Aunque sus compañeros de hemiciclo se burlaban de un hombre melindroso y cursi, que solía cubrirse con pelucas empolvadas que en su tiempo estaban ya fuera de moda, Rufus fue, se dice, un legislador capaz y un orador impresionante. A su muerte, Buchanan lo ubicó «entre los mejores, más puros y más consistentes hombres públicos que he conocido», pero la recomendación venía desde muy cerca. De cualquier manera su carrera política fue meteórica. Descendiente de irlandeses y de hugonotes franceses, William Rufus King nació en el condado de Sampson, Carolina del Norte, el 7 de abril de 1786. Era la suya una familia extensa, acaudalada y con muy buenas conexiones. Hizo estudios universitarios y en 1806 fue electo diputado a la legislatura de su estado natal. Desempeñó en tres ocasiones un acta de Representante a la Cámara en Washington y participó como delegado en la convención organizada por el Gobierno del estado de Alabama. En 1819, al reconocerse ese territorio como el vigésimo segundo estado de la Unión, fue electo al Senado, cámara donde llegó a presidir la comisión de Relaciones Exteriores. A la muerte del presidente Zachary Taylor, el vice Millar Fillmore ocupó la primera magistratura, con lo que la vicepresidencia quedó vacante. William Rufus King, ya presidente del Senado, se colocó, como estipulaba entonces la Constitución, en la primera línea de la sucesión presidencial. Sus contemporáneos lo consideraron moderado en temas como esclavitud, separación entre el norte y el sur, expansión hacia el Oeste y la esclavitud. Como él y su familia eran propietarios de grandes plantaciones de algodón y de unos 500 esclavos, se dice que era un defensor de la esclavitud. Su mayor éxito fue su elección en 1852, por el Partido Demócrata, a la vicepresidencia de Estados Unidos. Un hombre enfermo A esas alturas era ya un hombre muy enfermo. Minado por la tuberculosis, los médicos le recomendaron que viajara a Cuba en busca del posible restablecimiento de la salud. Hizo el viaje inmediatamente después de su elección. Se alojó, al comienzo de su estancia en la Isla, en la residencia de William Scott Jencks Updike, propietario de un ingenio azucarero y su amigo personal. Una magnífica mansión de dos plantas ubicada en la Cumbre, actual reparto Versalles, junto a la bahía matancera. Era una zona recomendada por los médicos y allí Rufus permaneció, dice el investigador Raúl Ruiz, por espacio de dos semanas hasta que los molestos nortes, con lluvia y frío, recomendaron su traslado a otro sitio. Con los dos sobrinos que lo acompañaban y colaboradores se trasladó entonces al ingenio Adriadna, en la zona de Limonar, bien alejado de la costa y con un clima excelente, propiedad de Juan Chartrand-Dubois, padre de Esteban y Felipe, los excelentes paisajistas. Era la misma fábrica de azúcar donde, en 1851, se había instalado la sueca Fredrika Bremer, ocasión que aprovechó para escribir buena parte de su libroCartas desde Cuba, que ella misma ilustró. Rufus, en el ingenio Adriadna, ve el mismo paisaje que antes apreció la sueca y que el escribidor revive gracias a ella. Una gran ceiba en pleno vigor y magnificencia. Las guardarrayas bordeadas, unas de palmas y otras, de mangos. Los frutales. El baile de los negros los domingos, cuando se les permite un alto en el duro trabajo. El barracón de los esclavos, una especie de muralla baja, construida en torno a los cuatro lados de un gran patio, con un portón por un lado, que se cierra por la noche. Dentro de esa muralla están las viviendas de los esclavos —una habitación para cada familia, y en el centro del patio, la cocina y el lavadero. Felipe anda por los 25 años, y Esteban, que llegaría a ser el más famoso de los dos, por los 20. La señora de la casa, la esposa de Chartrand-Dubois, tiene dotes musicales y una voz que es verdaderamente un placer escuchar. Da muestras de un carácter tan tranquilo y suave, como activo y vivaz es el del marido, un francés oriundo de Santo Domingo que hizo su fortuna gracias a la suerte, y es vivo, charlatán y cortés, y posee gran agudeza y sagacidad. Con la aprobación del congreso No se ponen de acuerdo los investigadores al fijar el lugar exacto donde William Rufus King juró como vicepresidente de los Estados Unidos. Algunos insisten en que la ceremonia se efectuó en la Cumbre, la residencia de William Updike, hacendado e intérprete de la Marina española. Otros, en un barco de guerra que Washington envió a Matanzas para la ocasión. La versión oficial asegura que ese juramento se llevó a cabo en La Habana. Es poco probable porque a esas alturas Rufus se encontraba muy enfermo y en ese estado no se trasladaría a la capital de la Isla. Por otra parte, el Fulton, un buque de la Marina de Guerra norteamericana, que lo llevó a Matanzas, fue el mismo que lo regresó a Estados Unidos, y esa embarcación, con su ilustre pasajero a bordo, zarpó de la bahía de la Atenas de Cuba. Queda entonces la hipótesis sostenida por Raúl Ruiz, de que la ceremonia del juramento tuvo lugar en el predio de los Chartrand. Se acercaba la fecha de la toma de posesión, y Rufus comprendió que le resultaría imposible hacer el viaje. Sus correligionarios y amigos inician entonces las gestiones para lograr la autorización, a fin de que el juramento se efectuara en Cuba. La petición contó con la aprobación del Congreso. En virtud de la decisión, William Sharley, cónsul de Estados Unidos en La Habana, se personaría en Matanzas y tomaría juramento a Rufus en el ingenio Adriadna. Llegado el momento, hubo que sostenerlo por los brazos para cumplir con las formalidades. Concluida la ceremonia, Rufus King conversó con los asistentes y se retiró a una habitación. Doce días después partía de regreso a Estados Unidos. En el puerto de Mobile una multitud aguardaba al viajero que, tras una breve estancia en el lugar, remontó el río Alabama hasta su hacienda, en Dallas, donde murió. La legislatura territorial de Oregón creó el condado King en su nombre. Muchos años después, las autoridades de esa localidad enmendaron la designación y su logo para honrar la memoria de Martin Luther King, el héroe afroamericano que luchó contra la discriminación racial.

sábado, 23 de abril de 2016

Varadero: La historia pocas veces contada.

Por: Ernesto Alvarez Blanco. El balneario de Varadero está considerado el polo turístico de sol y playa más importante de Cuba. Fundado en el siglo XIX, el poblado, ubicado en la Península de Hicacos y a unos pocos kilómetros de La Habana, se destaca por la incomparable belleza de sus playas, por el calor de sus pobladores y por la cultura, el patrimonio y la seguridad que se respira en sus calles. Por estas y otras muchas razones, Varadero, es un paradisiaco rincón cubano en donde es posible descubrir mucho más que un entorno de sol y playa. Durante el 2014 alrededor del 44 % de los visitantes extranjeros que visitaron Cuba fueron acogidos en el balneario de Varadero, considerado el destino turístico más importante de la Isla. Sin embargo, muy pocas personas conocen los que saben curiosidades y anécdotas sobre el balneario. Ubicado en la península de Hicacos, en la costa norte de Cuba, el éxito de este lugar se debe, sobre todo, a su incomparable franja de playa, cuyas tonalidades inspiraron al famoso modista francés Christian Dior para crear el llamado Azul Varadero, que se puso muy de moda en casi todo el mundo en la década del 50 del siglo XX. Más información en el blog https://cubaholidays.co.uk/blogs/posts/115495/the-rarely-told-story-of-varadero

sábado, 19 de marzo de 2016

El médico chino.

Escrito por Emilio Roig de Leuchsenring Publicado el 20 Octubre 2010 REVISTA Opus Habana
En esta ocasión, el articulista refiere: «Hablaré en primer lugar del famosísimo Cham Bom-biá, el Médico Chino, cuyas curaciones fueron tan extraordinarias que de él ha quedado en nuestro folklore la frase ponderativa de la suprema gravedad de un enfermo: No le salva ni el Médico Chino». Quiero, sí, hablarles de otros curanderos, de uno y otro sexo, que florecieron en épocas pasadas, y cuyos nombres y hazañas han llegado hasta nuestros días. En nuestro manicomio nacional —no me refiero, queridos lectores, al Capitolio, donde moran, discurren –muy raras veces– y hacen locuras –con demasiada frecuencia— los beneméritos padres y padrastros de la patria– se halla recluida desde hace meses la más famosa de las curanderas criollas de estos tiempos: Antoñica Izquierdo o Ñica la milagrera, la que, adaptándose a la época, tan pródiga en curanderos políticos, salvadores, a la fuerza, de sus pueblos, no se conformaba con curar los males físicos de los que a ella acudían, sino que también quiso meterse en camisa de once varas, pronunciándose, como cualquier politiquillo o apolitiquillo, contra la tan cacareada, y cada vez más lejana, Asamblea Constituyente, panacea mágica que remediará todos nuestros males políticos, económicos, etc., etc., etc. Amén. La milagrera Antoñica curaba con agua: agua de los ríos, y por eso encontró su Waterloo en La Habana donde, como bien saben y padecen sus moradores, el agua sólo existe… en las nubes y en estado de vaporización, pues ya ni siquiera llueve de vez en cuando. ¡Felices tiempos aquellos de la colonia en que la Divina Providencia, apiadada de los muy devotos habaneros, tenía siempre repletos de agua lluvia los aljibes, tinajas, tinajones y bateas! Pero no voy a referirme especialmente en estas Habladurías a la bienaventurada Antoñica, pues ustedes conocen tan bien como yo su santa vida y sus prodigiosos milagros. Quiero, sí, hablarles de otros curanderos, de uno y otro sexo, que florecieron en épocas pasadas, y cuyos nombres y hazañas han llegado hasta nuestros días. Hablaré en primer lugar del famosísimo Cham Bom-biá, el Médico Chino, cuyas curaciones fueron tan extraordinarias que de él ha quedado en nuestro folklore la frase ponderativa de la suprema gravedad de un enfermo: «No le salva ni el Médico Chino». Uno de los biógrafos de este milagrero, Herminio Portell-Vilá, refiere que Cham Bom-biá llegó a La Habana en 1858, estableciendo aquí su consulta, que era visitada por personas de todas las clases sociales. Vivió después en Matanzas, con consultorio en la calle de Mercaderes esquina a San Diego, próxima a la residencia de la familia Escoto; y por último se trasladó a Cárdenas, pasando en ella sus últimos años, hasta su misteriosa muerte. Portell-Vilá lo pinta «Hombre de elevada estatura, de ojillos vivos y penetrantes algo oblicuos; con luengos bigotes a la usanza tártara, larga perilla rala pendiente del mentón y solemnes y amplios ademanes subrayando su lenguaje figurado y ampuloso; vestía como los occidentales, y en aquella época que no se concebía en Cuba al médico sin chistera y chaqué, él también llevaba con cómica seriedad una holgada levita de dril». En Cárdenas apareció por el año de 1872, instalándose en una casa de la Sexta Avenida, casi esquina a la calle 12, junto al actual cuartel de bomberos, en la que tenía su botiquín. Cham Bom-biá, si prescindimos del aparatoso ceremonial que usaba en su consultorio y en las visitas a los enfermos, puede ser considerado, más que como vulgar curandero, como un notable hombre de ciencias de amplia cultura oriental, que mezclaba sus profundos conocimientos en la flora cubana y china, como sabio herbolario que era, con los adelantos médicos occidentales. En Cárdenas realizó curas maravillosas de enfermos desahuciados por médicos de fama de aquella ciudad y de La Habana, devolviéndoles a muchos de sus clientes la salud, la vista, el uso de sus miembros. En el ejercicio de su carrera científico-curanderil, actuaba con absoluto desprendimiento, cobrando honorarios a los ricos, y conformándose con decirles a los pobres: «Si tiene linelo paga pa mí. Si no tiene, no paga; yo siemple da la medicina pa gente poble». Las medicinas las proporcionaba unas veces de su botiquín particular, y otras mediante recetas que eran despachadas en la farmacia china de la Tercera Avenida número 211. Cham Bom-biá llegó a conquistar gran popularidad en Cárdenas y en toda la Isla, convirtiéndose, según afirma Portell-Vilá, en el sumo pontífice de la medicina, lo mismo ayer que hoy, como bien lo expresa la frase popular que sobre él perdura, ya citada más arriba, y de la que existe esta otra variante: «A ése no lo cura ni el Médico Chino». Una mañana encontraron sin vida a Cham Bom-biá, tendido en el camastro de la casa que siempre habitó solo en la Perla del Norte. Nunca pudo esclarecerse la causa de su muerte, atribuyéndola, unos, a un suicidio, y otros a algún veneno administrado por cualquiera de sus colegas, envidioso de su fama. De él quedan, además de su reputación elevada a la estratosfera, estos versos que los mataperros callejeros aplican a todos los orientales: Chino manila, Cham Bom-biá: Cinco tomates Por un reá. Casi en la misma época que el Médico Chino hacía milagrosas curaciones en Cárdenas, sobresalió por Las Villas, en el caserío de Jiquiabo, término municipal de Santo Domingo, una curandera, que desde niña era conocida por sus milagrerías: Rosario Piedrahita, llamada la Virgen de Jiquiabo o la Vieja de Jiquiabo o Nuestra Señora la Virgen de Jiquiabo. Esta curandera no usaba agua como Antoñica ni yerbas como el Médico Chino, sino pañitos pertenecientes a las ropas interiores del enfermo o de la persona que deseaba prosperar en sus negocios o conservar su salud. Ya en poder de esos pañitos, la Virgen de Jiquiabo se encerraba en su cuarto para hacer sus conjuros o burlarse a solas de sus crédulos pacientes, y una vez benditos los pedazos de tela los entregaba a éstos. Los pañitos, aplicados a la parte enferma, guardados en los bolsillos o conservados tras las puertas, debían resultar eficacísimos para curar una herida, un dolor, un grano, aumentar la familia y traer la paz a los matrimonios averiados.Según parece, esta embaucadora ejercía especial influencia sobre los alcaldes, pues logró catequizar a dos de éstos, uno de Villaclara, Juan Manuel Martínez, quien, según refiere Antonio Berenguer en sus Tradiciones Villaclareñas, dicho mayor, muy querido y respetado en el Municipio, ya entrado en años y cargado de achaques, acudió a los pañitos de la Virgen de Jiquiabo. Pero cansado de no obtener éxito, quiso comprobar los poderes sobrenaturales o la charlatanería de la Virgen, enviando al efecto a tres limosneros del pueblo: un chino casi ciego, un negro viejo de nación y un gallego que se hacía más el enfermo de lo que en realidad estaba, a que se consultaran con la milagrera. Regresaron los tres, y a preguntas del alcalde el chino contestó: «Señó alcalde, ya yo ve poquito menos». El negro viejo: «Yo, mi señó, llevé quebradura y un espolón en la pata y yo viene con quebradura botá y do espolón que no dejan caminá». Y el gallego: «Yo llevé mis ahorros que quise aumentar, poniéndome un paño en los bolsillos; al venir me extravié, unos ladrones me robaron y sólo me dejaron este pañito que no me sirve ni para secarme las lágrimas». Ante este triplemente desastroso resultado, cuenta Berenguer que el bueno del alcalde se encerró en su cuarto, se quitó los paños y los arrojó violentamente, diciendo: «Esa vieja es una embaucadora, hoy mismo la mando a prender». El otro alcalde engatusado por la Virgen de Jiquiabo fue, según cuenta Herminio Portell-Vilá, el mayor de Cárdenas en 1882, don José Belaunzarán y Galarraga, quien trajo a la milagrera a su casa para que lo atendiese a él en sus males y también a la señora alcaldesa, no menos estropeada en su salud que su amante compañero, el señor alcalde. Y la residencia del alcalde se convirtió en la Meca de todos los enfermos de la población; pero si la Vieja de Jiquiabo ejercía sus curanderismos sin interés alguno, el señor alcalde y la señora alcaldesa se convirtieron en managers económicos de la milagrera, cobrando tres pesos por cada pañito bendecido en el consultorio y cinco pesos si había que ir al domicilio del cliente, con honorarios mucho más altos para los ricos de la localidad. El negocio produjo tanto que algunos cardenenses lo hacen ascender a más de $20.000. Pero el cívico periodista Pedro Sust y el notable poeta Federico Torres Rangel desenmascararon a la Vieja, al alcalde y a la alcaldesa, realizando contra ellos lo que hoy se llamaría un acto de calle, con todos los enfermos, cojos y desgraciados a los que la Virgen de Jiquiabo les había tomado el pelo, y el alcalde y la alcaldesa sus dineros; y la Virgen, dando tusa se corrió hacia el Jiquiabo, y el mayor y la mayora tuvieron que dar 10.000 pesos de lo recaudado para la construcción de una sala de inválidos en el hospital de Santa Isabel. Desde entonces los cardenenses miran con prevención a todo el que viene ofreciéndoles milagros, curaciones, bienandanzas, por temor de que los tales prodigios sean «como los pañitos de la Virgen de Jiquiabo». Fernando Ortiz, en su vieja costumbre de desnucar santones, milagreros y hombres providenciales, demostró en documentado artículo que la tal Virgen de Jiquiabo ni siquiera tenía el mérito de la originalidad, pues sus pañitos habían sido usados algunos siglos antes por un ermitaño español, guardián de la Virgen de Godes, que se venera en el pueblo navarro de su nombre, para reaparecer, «siglos y mares de por medio, en las análogas maravillas de la carnal y criolla Virgen de Jiquiabo». El último curandero criollo que voy a citar figuró en tiempos republicanos, el año 1905, y era conocido por «El Hombre Dios, llamado en realidad Juan Manso, y habitaba en la loma de San Juan. Era de rústico aspecto, vestido con burda filipina oscura y provisto de hirsutos bigote y patilla. Curaba mediante pases sobre la cabeza de los pacientes». El gran periodista Manuel Márquez Sterling le dedicó un artículo en la revista El Fígaro, de aquel año, refiriendo los detalles de la visita que le hizo, «una tarde bajo los rayos de un sol que tostaba las entrañas de la tierra». Este Hombre Dios, que logró, como el Médico Chino y la Virgen de Jiquiabo, atraer a las muchedumbres ávidas de hazañas sobrenaturales, ha quedado olvidado, como lo será también, o lo es ya, Antoñica Izquierdo, y como han de desaparecer, igualmente, del recuerdo de sus pueblos, en lo que a sus providencialidades se refiere, todos aquellos santones y autores de prodigios que, ayer como hoy, han tratado de vivir de sabrosos, satisfacer su afán de lucro, sus perversos instintos o su vanidad, con la engañifa de salvadores de su pueblo, del mismo pueblo que explotan y atropellan, a su gusto, capricho y conveniencia. (Artículo de costumbres tomado de Carteles, 26 de marzo 1939) Emilio Roig de Leuchsenring Historiador de la Ciudad desde 1935 hasta su deceso en 1964

El Museo "Oscar María de Rojas" de Cárdenas cumple 116 años.

Tomado de ECURED.
El Museo "Oscar María de Rojas" de Cárdenas debe su nombre a un destacado e influyente cardenense, que abogó de manera fehaciente por la creación y desarrollo del museo. Antecedentes El antecedente más remoto relacionado con la fundación del Museo y Biblioteca Pública Municipal de Cárdenas, data del año 1846, cuando el sabio alemán Juan Cristóbal Gundlach establece un Museo de Historia Natural en la Finca “El Refugio”, a una milla de la ciudad. Durante los primeros cuatro años, el mismo reporta más de 1000 visitantes llegados desde sus comarcas cercanas e incluso de lugares distantes para quienes la existencia de una institución de este tipo se veía como un suceso insólito y poco común. Posteriormente Gundlach traslada su museo para la finca “La Fermina” cerca del poblado de Jovellanos, distante 20 kms de Cárdenas, donde permanece hasta las postrimerías del siglo XIX, contagiando con su consagración a las ciencias de toda una generación. Resulta muy apreciable que el 3 de enero de 1900, 76 días antes de la fundación del Museo Biblioteca Municipal de Cárdenas, Juan Faz, amigo entrañable de Gundlach donara a la Comisión promotora del museo un ejemplar del Zunzún Calipte Helenae (lembeye), colectado, disecado y clasificado por el sabio alemán convirtiéndose de hecho en un enlace natural entre el museo creado por él y el nuevo centro que se gesta. Las corrientes culturales europeas de la época influyeron de manera notable, en la creación del museo, como una forma de exhibición de las colecciones. Fundación y primeros tiempos (1895 - 1906) EI 30 de abril de 1895 en la casa no. 24 de la Avenida Real (hoy Avenida Céspedes) entre Cossío y Pinillos, se reúnen previa convocatoria, 105 vecinos de la ciudad interesados en crear el Museo Biblioteca Pública Municipal. En esta histórica reunión de los representantes de las familias más influyentes de la ciudad, se toma la decisión de unir esfuerzos para la creación de dicha institución cultural, a partir del ofrecimiento que hace Francisco E. Blanes Palencia de donar sus colecciones de conchas y caracoles terrestres, marinos y fluviales. El momento escogido para la creación del museo, si bien se corresponde con las condiciones objetivas a partir de la existencia de importantes colecciones y la voluntad para emprender los trabajos fundacionales, no pudo ser más adverso desde el punto de vista político. Un factor que de inmediato influye en el destino del museo, estuvo dado en que la mayoría de las personas interesadas en crearlo, estaban a su vez implicadas de alguna manera, con los preparativos para hacer la guerra a España. El ascenso al poder en Cárdenas de prominentes representantes de la burguesía criolla independentista, resulta de extraordinaria importancia para la creación del museo, teniendo en cuenta que dichas figuras estaban vinculadas de alguna manera, a las gestiones que desde 1895, se venían haciendo con este objetivo. Al tomar posesión de sus cargos las autoridades cubanas el 16 de diciembre de 1896, se designa Alcalde Municipal a Joaquín de Rojas Cachurro, padre de Oscar, uno de los más fervientes promotores del museo, quien a partir de su influencia y recursos, se convierte en una de las personas que más hizo por su creación y desarrollo. El General Carlos María de Rojas, hijo de Joaquín y hermano de Oscar, es una figura clave, tanto para la fundación del museo como para la adquisición de piezas de gran valor con las que se forma la Sección Histórica, la cual será una de las colecciones básicas del centro. El 19 de marzo de 1900 siendo Alcalde Municipal el General Carlos M. de Rojas, se exhibe públicamente en los locales cedidos por el Ayuntamiento, la colección de conchas y caracoles terrestres, marinos y fluviales donada por Francisco Blanes. De esta manera queda oficialmente establecido el Museo y Biblioteca pública Municipal de Cárdenas, obra que se convierte a partir de esta fecha en uno de los más apreciados sueños de toda la comunidad cardenense. En los dos salones de la Casa Consistorial radicó el museo hasta el 22 de septiembre de 1900 en que dado el crecimiento experimentado por los fondos y las donaciones se determina por decreto del Alcalde General Carlos M. de Rojas entregar provisionalmente parte de locales del Cuartel de Infantería, ubicado en la calle de Jénez y Salud y compartirlo con las salas creadas. En el año 1906 se produce en Cuba la segunda intervención norteamericana, alegando la necesidad de ampliar y mejorar las condiciones de los soldados del 3er Bon. del quinto Cuerpo de Infantería del Ejército de los Estados Unidos ubicados en Cárdenas, se exige que cedieran los espacios ocupados por el museo en el antiguo cuartel. El 14 de diciembre de 1906, se decreta el desalojo del museo, proceso que culmina el 16 de enero de 1907. La ocupación se extendió hasta el 24 de febrero de 1908, fecha en que concluye la intervención norteamericana. Todos los objetos y colecciones del museo fueron trasladadas a varias casas de familias que se habían ofrecido, también se depositaron colecciones en el Cuartel de Bomberos, en el Ayuntamiento y en la escuela Llaca. La obra del Museo en el período 1907-1921 Por las circunstancias históricas que rodean el nacimiento del museo en los albores del nacimiento de la república cubana, y los desafíos que tiene que enfrentar en las primeras décadas de su existencia, lo convierten en sí mismo en un acto por la defensa y reafirmación de la soberanía y la cultura nacional. El 15 de abril de 1907 se inician los trabajos de construcción del edificio y para agosto de ese mismo año ya había alcanzado tal magnitud que se culmina con el techado de la capilla y la torre central. Paralelamente a la construcción del edificio, se continúa prestando atención a las demás actividades del Museo sobre todo las tareas para continuar engrosando los fondos con nuevas piezas y colecciones y servicio a la población. El 14 de abril ya retiradas las tropas norteamericanas, el Ayuntamiento, devuelve al comité protector, las dependencias que el museo ocupaba en el Cuartel de Infantería. De inmediato se inician los procesos de reinstalación del museo que abre sus puertas al público el 26 de diciembre de 1909. El 20 de mayo de 1918 con grandes festejos y la asistencia del Presidente de la República y del ex Presidente Don Tomás Estrada Palma, así como otras personalidades se inaugura oficialmente el museo. En esos momentos contaba con las siguientes secciones fundamentales: • Historia de Cuba – incluía la habitación de Máximo Gómez, así como varias banderas amigas y de los enemigos. Y algunas piezas de lo que más tarde sería la Colección Martiana. • Historia Natural – donde estaban las colecciones de numismática, caracoles, minerales, mariposas, peces, mamíferos, moluscos, cerámica y trajes. • La Armería – con armas de diversos tipos muchas de las cuales comenzaban con las de los combatientes mambises. • Arte y curiosidades. • Etnografía asiática. • Biblioteca – en esos momentos ya contaba con más de 15 mil volúmenes y libros cubanos de extraordinarios valor bibliográfico e histórico. Fue la octava biblioteca cubana pero de una casi insuperable calidad. Los esfuerzos por continuar ampliando los fondos de la biblioteca, se incrementan de manera significativa en esta etapa, hasta su instalación definitiva en 1919, en el local que se destinará a ella, en el edificio que se construye para museo. El museo sufre un gran golpe cuando el 16 de octubre de 1921 muere Oscar María de Rojas, alma aglutinadora de todas las colecciones y rector de sus principios. Conservación del proyecto original y la actividad educativa 1922-1958 Muerto Oscar María, retirado Blanes, desaparecido el Comité Protector, y muchos de los más fervientes defensores del museo, y pasados los años de mayor fervor patriótico, la institución pasa nuevamente por duras pruebas a lo largo del período republicano. La crisis económica mundial que se extiende durante los años 1920-30, lleva al país a una situación de ruina y miseria extrema, lo que unido a las consecuencias que acarrea la implantación de gobiernos dictatoriales, el ciclón que azota la ciudad de Cárdenas en el año 1933, va a crear una situación desfavorable para el museo y su funcionamiento. En los 58 años de república se forja una fuerte conciencia de la población sobre la necesidad de preservar el museo, como una de sus más elevadas creaciones. Esto explica por qué el mismo logra sobrevivir en esta incierta etapa, donde parecía estar destinado a desaparecer como centro cultural. En los primeros años de la década del 50, se desempeña como director de la Dirección General de Cultura el Doctor Raúl Roa prominente intelectual cubano, que se destaca por sus ideas avanzadas en el campo cultural y político; la actuación de Roa al frente de este departamento influye en la toma de decisiones importantes referida a la actividad de los pocos museos existentes en el país. El museo a partir de 1959 El triunfo de la Revolución Cubana el "1ro de enero de 1959", significó un vuelco total de la situación política, económica y social del país, transformando radicalmente a la sociedad. Al producirse el triunfo de la Revolución Cubana, en la etapa que va del 1959 al 1963 se disuelve el patronato de museo por decreto municipal, el deterioro en que está el edificio provoca un incendio por lo que se cierra parcialmente el inmueble. Entre 1967 y 1968 se trasladan provisionalmente algunas de las colecciones casi hacia los mismos lugares de cuando se hizo en 1906. Parte de las colecciones que poseía pasan a manos de instituciones educacionales, debido a eso y otros factores y se pierden muchos de los libros que componían la inmensa biblioteca. Desde 1968 hasta 1973, se cierra la institución, no realizándose ningún trabajo que promueva su reapertura. El 10 de octubre de 1973 se inaugura la Casa Natal de José Antonio Echeverría, como sección de historia del Museo Oscar María de Rojas y el 19 de marzo de 1979 reinaugura la institución, en el edificio del antiguo ayuntamiento, lugar donde se abrió por primera vez. El papel del museo se fortaleció en la década del 90 con la inauguración del Centro de Información, el cual cuenta con diversidad de volúmenes sobre la historia de Cuba y del territorio, con materiales e investigaciones llevadas a cabo por el personal técnico de la institución, ampliándose de esta manera los servicios que el centro pone a disposición de especialistas y estudiantes. Cuando el museo se abre al público contaba con 7 Salas de exposiciones permanentes y 4 transitorias. Como salas de exposición permanente las siguientes: • Monedas, • Medallas • Armas • Mariposas cubanas • Conquiología • Culturas Aborígenes de Cuba • Culturas Precolombinas de América Inaugurado el 19 de marzo de 1900, es el segundo museo más antiguo de Cuba, con un fondo patrimonial de alrededor de 100 000 piezas, distribuidas en 11 colecciones básicas, en las áreas de Historia, Culturas Precolombinas de América, Cultura Precolombina de Cuba, minerales, conchas y caracoles, lepidópteros, coleópteros, armas, etnología religiosa, numismática, y arte. En el período de 1959 - 2000, la vida del museo está signada por el triunfo de la Revolución Cubana, y su obra transformadora en todas las esferas de la sociedad con especial énfasis en la Educación y la Cultura. Después de más de cien años de existencia e inspirados en los mismos ideales de sus promotores el museo pone en práctica un proyecto de modernización de las exposiciones y las estructuras organizativas y de dirección. El 5 de diciembre del 2003, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz dejó reabierto al público oficialmente el museo "Oscar María de Rojas" después de una reparación capital. Este día marcó un hito excepcional en la historia de la institución, que a partir de este momento cuenta con las condiciones materiales y humanas indispensables para elevar a niveles muy superiores el trabajo en la esfera cultural y educativa. El museo es la historia de una obra que nació rodeada de amor, desinterés y profundo sentimiento de cubanía. El museo fue capaz de sortear todos los obstáculos y fundarse aun cuando no se habían apagado todos los estruendos de los combates por la independencia del yugo colonial español y el destino de la nación cubana se presentaba incierto y desalentador. Salas del Museo Oscar María de Rojas El museo Oscar María de Rojas es notable por las numerosas piezas de gran valor que acumula en sus salas. Este es un museo que cubre un amplio espectro temático de la historia de Cuba y del mundo, pasando por la numismática y teniendo presentes también variados aspectos de la historia natural. La tarea de citar las piezas más significativas entre el amplio fondo que posee el museo es muy dura, y casi imposible pues la cantidad de piezas de primer valor con que cuenta el museo hace casi imposible hacer una selección pequeña. Este museo se ha enriquecido a lo largo de más de 150 años de eficiente búsqueda y gestión de los fundadores y continuadores de la obra del museo. Cuenta con 13 salas de exposición y un pequeño salón de exposición de arte contemporáneo que son: • Sala de los fundadores. • Arqueología Americana • Arqueología cubana • Malacología • Minerales • Entomofauna Mundial • Sala de Armas • Sala de Numismática • Etnología • Sala de Historia • Sala dedicada a José Martí • Sala de Arte • Centro de Veteranos. Fuentes • Sitio de la cultura en Matanzas • Compilación: Israel Delgado, Pedro Luis Hernández. • Referencias: “Oscar María de Rojas”. Ernesto Alvarez Blanco. Ed. Centenario del Museo Oscar María de Rojas. 2000 • Historia del Museo Oscar María de Rojas”. Lázaro Miranda Chirino. Director del Museo 1978 - 2005 • Tele Rebelde canal 2; reportaje televisivo por el 150 Aniversario del natalicio de Máximo Gómez. • Mesa, Enrique, “______” reportaje periodístico del 20/08/1986 (sin otro dato). • Alvarez Blanco, Ernesto y, García Fernández, Hugo; “Mambí Venerado” reportaje en Juventud Rebelde del 10/04/2005. • Bayona, José R.; “Reconstruyen Cuarto de Máximo Gómez” reportaje en Juventud Rebelde 31/07/1986 • González Villalonga, Reynaldo; “El postrer aposento del Generalísimo” Reportaje en Girón 09/05/2005 Radio Ciudad Bandera, 20 de marzo de 2015. Llegó el 19 de Marzo de 2015 y con él, el aniversario 115 de la apertura del Museo “Oscar María de Rojas”, segundo de su tipo en la Isla, sólo antecedido por el “Emilio Bacardí”, en el oriente cubano. Un acto político cultural congregó a sus trabajadores y fundadores, oportunidad que sirvió para agasajar a los más destacados. Magaly Huerta, Caridad Ramírez y Samuel Maciques fueron reconocidos por su apego a la institución en los primeros años después de su reapertura. Aquí se recordaron momentos que marcaron pauta en el centro, que ostenta la condición de Monumento Nacional y se prestigia con visita en 2003 del Comandante en Jefe Fidel Castro. El compromiso de continuar preservando la memoria de Oscar María de Rojas, su primer director y enriquecer las colecciones que atesora la institución se hizo patente en este encuentro de importancia trascendental para las presentes y futuras generaciones. Museo Oscar María de Rojas: un hacedor de cultura GABINO MANGUELA DÍAZ FOTOS: CORTESÍA HUGO GARCÍA Abrecartas utilizado por el Lugarteniente General Antonio Maceo, prócer de la independencia cubana. En la ciudad matancera de Cárdenas, a pocos kilómetros de la famosa playa de Varadero, un museo, el Oscar María de Rojas, desafía la curiosidad del transeúnte y se alza majestuoso como un verdadero e histórico tesoro. En lo que fuera la Casa Consistorial -sede del Gobierno español hasta 1861- y luego Ayuntamiento Municipal de esa ciudad, radica el Museo Oscar María de Rojas, un homenaje a su primer director y a la familia Rojas-Cruzat, la misma que en 1900 asumió la idea que tuvieron años antes vecinos cardenenses de fundar un museo-biblioteca. Allí se exponen hechos, fenómenos y sucesos tan dispares como la pluma con la que se firmó la Constitución de la República de Cuba el 21 de febrero de 1901; dos pulgas flamantemente vestidas –fruto de la ingeniosidad de indios mexicanos- y el garrote con que fue ajusticiado en 1851 Narciso López, el venezolano anexionista, a quien debemos nuestra Bandera Nacional. Pero también libros originales de la poetisa cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda; una copia del Título de Ciudad otorgado por la Reina Isabel II a Cárdenas; el Escudo original del municipio –único del país con la bandera cubana- la escribanía de Tomás Estrada Palma, primer presidente cubano; un generador de corriente eléctrica para la inauguración en 1889 de la electrificación de Cárdenas, primera ciudad del país con ese portentoso avance técnico. Carro fúnebre de madera y bronce. Sólo era utilizado por familias pudientes de la ciudad de Cárdenas. Al inicio mismo del recorrido, una primera sala refleja el período fundacional del Museo y más allá la arqueología, donde se pueden apreciar, entre otras piezas, una reducida cabeza de mujer -obra de indios ecuatorianos- y un esqueleto con más de 5 mil años de antigüedad encontrado en la llamada Cueva Calero, cercana a Varadero. Le siguen los espacios dedicados a la mineralogía y la entomofauna, con sus mariposas, escarabajos, cocuyos y otros insectos, que dan paso a la llamada Sala de Armas, donde se muestran piezas usadas desde la prehistoria a la Segunda Guerra Mundial. Lanzas, armas blancas, sables, revólveres, cañones, proyectiles y otros artefactos bélicos adornan el local, de sumo interés para especialistas y alquimistas de leyendas e historias de combates y duelos amorosos. La etnología religiosa, la ancestral cultura cubana, la Regla de Ocha o Santería, el Palo Monte o Mayombe y el Espiritismo, encuentran también sitio propicio para que creyentes y no creyentes demuestren su apego o curiosidad por lo que constituye un eslabón más de la nacionalidad cubana. Billetes firmados por Carlos Manuel de Céspedes, primer presidente de la República de Cuba en Armas una vez iniciada la primera Guerra de Independencia, en 1868. Más allá la Sala de la Guerra de Independencia, con piezas y objetos personales de participantes en la histórica contienda y la tribuna que le hicieron tabaqueros cubanos a José Martí, el Héroe Nacional cubano, en Tampa. También la bandera utilizada por soldados del prócer Antonio Maceo al cruzar por Cárdenas en su paso invasor hacia el occidente cubano. Asimismo se pueden apreciar claraboyas, sogas calcinadas, restos de proyectiles y otros objetos rescatados del chamuscado acorazado Maine, luego de la explosión en la bahía habanera que sirvió de maligno pretexto para la intervención norteamericana en 1898 en la guerra entre cubanos y españoles. Además de una apasionante historia de la moneda, aparece más allá, separado de todos, quizás por la luctuosa majestuosidad que le dio su uso, un coche fúnebre de madera y bronce, utilizado sólo por los muertos de las familias más ricas de Cárdenas entre 1925y 1950. Hace justamente 115 años el lugar se convirtió en museo y después de difíciles avatares en algo más de una centuria de vida, hoy se yergue majestuoso para regocijo y disfrute de la ciudad. Oscar María de Rojas y Cruzat. Considerado como el Padre de la Museología Cubana. Nació en la Ciudad de Cárdenas, ciudad a la que amó y dedicó su vida. Fundador, Director e impulsor del segundo museo general de Cuba hasta su muerte en 1921. Entre sus frases célebres se encuentra: “Nacida esta institución al calor de la Patria cubana todo cuanto hay en ella corresponde de hecho y de derecho al pueblo cubano. Si por incongruencias del destino desaparece la Patria, desaparecerá también el Museo de Cárdenas, porque sin Patria, ¿para qué queremos el Museo?" Contenido [ocultar] • 1 Inicios • 2 Primeros Viajes • 3 Su obra • 4 El Museo o 4.1 El triunfo de la Guerra y la Primera Apertura del Museo o 4.2 El Museo: Las Intervenciones y su edificación propia o 4.3 El Nuevo Edificio • 5 Muerte • 6 Fuentes Nació en Cárdenas, Matanzas. Hijo de Joaquín de Rojas y Cachurro y de Isabel Cruzat y Urbizu. Se crio en la casa quinta de los padres en la ciudad donde se refinan sus gustos y aficiones a través de una esmerada educación que le permitieron avanzar cuando ingresó en el prestigioso colegio de los Escolapios de Guanabacoa en 1874. Este ingreso fue marcado por la temprana muerte de su madre con sólo 30 años. Estos estudios se ampliarían notablemente con lecciones particulares y el uso de la vasta biblioteca del padre. En ambos lugares se afianza el amor al terruño y a la Patria que llevaría en su corazón hasta la muerte. Al concluir los estudios secundarios ingresa en el Instituto de la Habana en el convento de San Juan de Letrán. Termina en este plantel con el Título de Bachiller el 17 de mayo de 1883, firmado por el Gobernador General de la Isla. Durante este período visita Cárdenas en pocas ocasiones, salvo en 1879 con la muerte de su hermana Isabel, víctima de la epidemia de cólera que azota la ciudad ese año. Desde 1882 promete al padre ingresar en la Universidad de La Habana, pero desaprueba el examen de Literatura General. Tras una negación del Gobernador General de la Sección de Fomento e Instrucción de la Isla de Cuba, convence al padre para estudiar en España al año siguiente y emprende su primer viaje a los Estados Unidos de América con varios amigos. Primeros Viajes El 15 de diciembre de 1883 le es acuñado su pasaporte en la ciudad de Nueva York, junto con su hermano Alberto y otros jóvenes cardenenses, por el Vice Cónsul del Consulado General de España en esa ciudad. Este viaje se prolonga hasta abril de 1884, en el mismo visita varios monumentos y museos, además de las Cataratas del Niágara. Regresa a La Habana el 21 de abril de 1884. El 2 de junio cumple con el padre y solicita al rector de la Universidad de La Habana, G. del Valle, la licencia para continuar estudios en la Península, pero la respuesta no llega hasta diciembre de ese año. Decide examinarse en el mes de junio de 1885 para no perder el segundo año de la asignatura de Derecho Romano. El tiempo que medió entre la solicitud y la respuesta, Oscar lo aprovecha para hacer un segundo viaje a los Estados Unidos de América con otros excursionistas. Ahora visitaría el Campo Indio de Saratoga Springs y el Monte MacGregor en septiembre de 1884. En Madrid se aloja en la casa de huéspedes de la calle Arenal considerada en esa época como una de las más elegantes. En el verano de 1885 visita por primera vez a la Ciudad Luz, París, allí conoce a las famosas artistas del Can, Grille d´Egant y La Goilne. También visita el cementerio Pére Lachase y la tumba de Abelardo y Eloísa, célebres amantes. Muchos de estos recuerdos serían donados posteriormente al Museo y Biblioteca Pública de Cárdenas. En las tertulias madrileñas se afianza la atracción de los viajes por los relatos que le hace Santos Villa. Finalmente decide abandonar los estudios e irse de viaje con él y P. Miles por los caminos de la Península Ibérica, Francia y Alemania. El recorrido que hace por distintos museos, monumentos y galerías; lo refina y enriquece culturalmente a través del contacto directo. Pero el efecto más sensible lo tuvo con la visita al Museo de Guerra y Marina de Madrid, donde debe haber germinado la idea y el futuro modelo del Museo que crearía en su ciudad natal. Regresa finalmente a Cuba en noviembre de 1886. El padre y la familia lo abrazan, y comienza a trabajar como secretario en la Compañía de Alumbrado de Gas de la Ciudad (que después sería la de alumbrado eléctrico público). Este trabajo simple le permitiría dedicarse a iniciar y recopilar datos para su anhelo más preciado en ese momento, escribir una historia de su ciudad natal. En mayo de 1887 comienza la redacción de su obra "Para los anales y necrología de San Juan de Dios de Cárdenas". Este manuscrito en tres volúmenes permanece inédito en los fondos del Museo que lleva su nombre. Su obra Con la redacción de su libro da inicio a la obra de salvaguardar la historia de la ciudad. Hasta ese momento sólo breves reseñas de la historia local habían aparecido en revistas y periódicos como en el "Faro Industrial" de La Habana en 1842 y la de la Real Sociedad patriótica de La Habana en 1838. Además habría que esperarse al punto final en 1893 a la "Historia Estadística de Cárdenas" por Carlos Hellberg. Durante el verano de 1888 tiene una participación cultural activa en el recién fundado pueblo de Varadero, por lo que ingresa en el Club de Cárdenas. En su salón se afianzan sus ideas separatistas (el padre apoyaba a Narciso López), y participa en las frecuentes reuniones conspirativas. Desde su puesto colabora con su padre y otros accionistas a principio de 1888, para establecer una planta Eléctrica para la ciudad. Se alega que ya existe una Sociedad Anónima que lo haría efectiva al año siguiente. Tras su matrimonio el 18 de marzo con 1891 con la joven Alicia Fernández Cazimajou, establece amistad con Francisco Blanes y Palencia. Este joyero y malacólogo habanero, radicado en la ciudad desde 1874, sería la piedra que desencadenaría la posterior creación del museo. Ambos acariciaban la idea de revivir el Primer Museo de Historia Natural que había creado en los alrededores el sabio alemán Juan Cristóbal Gundlach. Se sigue en las reuniones conspirativas gestándose la sala de armas del Dr. Alejandro Neyra, junto a otros ilustres de la ciudad como el Dr. Fernando Méndez Capote. Este último médico, fue uno de los alumnos de los estudiantes de Medicina de 1878, creador de la Primera Clínica Ginecológica de Cuba y uno de los fundadores del Primer Colegio Médico Farmacéutico de Cuba. Por esta época nace su único hijo Oscar María Luis de Rojas Fernández. El Museo El alzamiento del 24 de febrero de 1895 sacude a la ciudad de Cárdenas en toda su dimensión. Oscar, su padre y hermanos junto con otros patriotas locales convierten su núcleo conspirativo desde 1892 en una Agencia del Partido Revolucionario Cubano. Logran combinar las actividades de espionaje y el apoyo logístico con las labores de propaganda a favor de la lucha independentista. Del tiempo, ya dividido entre sus actividades comerciales y conspirativas, encuentra el necesario para redondear sus aspiraciones. Por eso no es de extrañarse que el 30 de abril de 1895 logre reunir 105 vecinos en el Escritorio de los Rojas y trazarse el objetivo de: “… unir sus esfuerzos para la realización del establecimiento de un Museo y Biblioteca Pública en esta ciudad; contando con el auxilio que voluntariamente ofrece el Dr. Francisco E. Blanes de donar para este fin trescientas especies de moluscos (1000 especies) científicamente clasificadas y comprometiéndose a dedicar todo su tiempo a la conservación y aumento de las colecciones de Historia Natural, contando a su vez con los afectos de conocidos naturalistas de la Isla y el extranjero con quienes sostiene activas relaciones de amistad. “ La suscripción que se inicia en ese día 30 de abril, ofrece un resultado un mes más tarde de 1185.50 pesos oro. De ellos 462.00 fueron aportados por los Rojas y específicamente 53.00 del propio peculio de Oscar María. Este año de 1895 pasa muy rápido para él, con apenas tiempo libre que le deja el empeño de la fundación del Museo. Pero surgirá una contingencia fortuita. Francisco Chenard, enviado por Tomás Estrada Palma constituye la Junta Patriótica de Cárdenas. El 26 de enero de 1896 su hermano Carlos María de Rojas y otro grupo de patriotas se lanzan al campo insurrecto. Oscar y el resto de su familia colaboran con los levantados así como con la Junta Patriótica y su Servicio Secreto. Los embates de la guerra y el hostigamiento de las autoridades coloniales los obliga a que 15 de aquellos vecinos firmen el 30 de abril de 1896 un acuerdo de suspensión de las actividades del Comité Promovedor del futuro Museo. Una delación supuestamente hecha por los gimnastas Alfredo Herrera (el Hércules Cubano) y Alberto Escalante quienes haciéndose pasar por miembros del Partido Revolucionario Cubano desmiembran a parte de la Junta Patriótica de Cárdenas y su Servicio Secreto. Algunos logran ponerse a salvo en el exilio, otros no son descubiertos y continúan su labor; Oscar y su hermano Arturo fueron a la cárcel de Cárdenas. Su otro hermano Alberto, Delegado del Partido Revolucionario Cubano en Cárdenas es salvado de su condena a muerte. Los tres se mantienen al tanto de las acciones de su otro hermano, Carlos María en la manigua. El triunfo de la Guerra y la Primera Apertura del Museo Llegó el año 1898, Cárdenas pasa por el dolor de perder algunos hijos durante el bombardeo a la ciudad por la flota naval norteamericana el 11 de mayo de 1898. Hacia el final de ese año se ven los resultados de su sacrificio. Fueron acontecimientos donde los Rojas tuvieron una participación destacada. Joaquín de Rojas y Cachurro fue nombrado alcalde el 9 de noviembre en sustitución del último alcalde colonial, Primitivo Pérez, sin la presencia de las tropas norteamericanas. El 16 de diciembre de ese año el pueblo recibe a las tropas de la Brigada Cárdenas del General Rojas. El 25 de diciembre de ese año logra reunir a 52 vecinos de aquel antiguo Comité y comienzan de nuevo su actividad en pos del Museo y Biblioteca. El principal resultado de esta reunión es que además de la confirmación de la donación de la colección de Blanes y su propio aporte en numismática, cerámica, curiosidades y reliquias históricas; otros se comprometieron a hacer lo mismo. Benito J. Rodríguez Maribona ofreció la suya de monedas; Dolores Jiménez de Tellado, la suya de conchas y caracoles; el Dr. Pedro de Jongh prometió la suya de numismática. Distintas personalidades de la guerra visitaron la ciudad, algunos por vínculos anteriores o formados en la hermandad del combate. Se establecieron nuevas relaciones de Oscar con ellas y su sueño del museo, muchas de ellas se hicieron más personales como la de Máximo Gómez La alcaldía de la ciudad Joaquín de Rojas y Cachurro la entregaría al Dr. Fernando Méndez Capote el 16 de julio de 1899. El 20 de diciembre de 1899 el Ayuntamiento de Cárdenas acuerda nombrar una comisión para atender lo relativo al establecimiento del futuro Museo y Biblioteca. Oscar despide el Siglo XIX por todo lo alto, el nuevo le traería la culminación de su sueño. Los siguientes días le traerían nuevas alegrías con el incremento de las colecciones. Ya él había comentado con amigos y familiares que con lo que contaba se podía abrir el Museo. El 2 de enero recibe una de las importantes donaciones del inicio: el primer Zunzún (aún se conserva y se exhibe en el museo), capturado y taxidermiado por Juan C. Gundlach en 1890. Algo más tarde recibiría por parte de Julio Cazimajou un Querequeté laborado por el mismo ornitólogo alemán en Varadero en 1890. La renuncia del Dr. Fernando Méndez Capote pone en el puesto a Carlos María de Rojas, éste sería reelegido posteriormente. El 19 de marzo arriba a la ciudad Francisco Blanes y ese mismo día se comienza a exhibir su colección de conchas y caracoles, camafeos y monedas antiguas. Para ello se utilizan dos salas de la propia Casa Consistorial adyacentes al Salón de Sesiones cedidas por el Ayuntamiento. Así sin ceremonias o grandes boatos se abre al público el Museo y Biblioteca Pública de Cárdenas. Oscar de una forma gratuita y Blanes por un modesto y casi exiguo sueldo se consagran a la conservación, catalogación, organización y enriquecimiento de sus colecciones. Importante resulta que tras su apertura se creó una Comisión Promovedora del Museo y Biblioteca integrada por 109 vecinos con el fin de abrir una suscripción voluntaria y recoger todo aquello que fuera de interés para el museo. El Museo: Las Intervenciones y su edificación propia Durante ese mismo año las colecciones aumentan tanto que el espacio de las dos salas resultan chicas, además parece que el lugar resulta ya un poco impropio. Debido a eso se promueve el acuerdo de ceder locales en el Antiguo Cuartel de Caballería, donde el ayuntamiento había creado varias aulas. Desgraciadamente también hubo que compartirlo con las tropas norteamericanas de la Primera Intervención Norteamericana. A pesar de algunos roces en esta primera no sucedieron desacuerdos graves. Esto quizás se debió a la presencia del médico de las tropas, el Dr. W. H. Forsythe, un dedicado presbiteriano cooperante, quien también había jugado un importante papel en la creación de la Primera Iglesia Presbiteriana Cubana en Cárdenas. Las colecciones siguen aumentando y la Comisión Promovedora realiza un excelente trabajo. Oscar va creando un grupo de corresponsales y numerarios de la Comisión. También a través de las numerosas cartas que escribe y cuyas copias y contestas comenzaría a crear el “Libro de Actas y Correspondencia del Museo y Biblioteca Pública”. De esta forma iría estableciendo un legado patrimonial para los cardenenses y los cubanos. Aún a pesar de habérsele adelantado Bacardí en el establecimiento de un Museo (1899) se mantiene las mejores relaciones entre Boffil y él a través de los años. Las cuales llegan al punto que Blanes presta su cooperación científica en la clasificación, catalogación y conservación de la colección malacológica de aquel museo. Poco a poco en ese lapso de seis años hasta la Segunda Intervención el amor de los cardenenses y otros cubanos crece a través de sus donaciones, algunas muy importantes. Sin embargo, Oscar no desprecia ni tan siquiera el humilde botón que cedía un niño, pues éste sabía que en algún momento su donación sería exhibida. Pero surge la Segunda Intervención en 1906. En diciembre de 1906 el Coronel Calwin B. Cowley, jefe de las tropas norteamericanas en la ciudad comunica al Presidente del Ayuntamiento, el día 20, que necesitaba más espacio para la tropa y que se debe desalojar al personal ajeno a ellos. Carlos Parquet, Alcalde Municipal acompaña a Oscar y en el trayecto se le unen el Gobernador Provincial de Matanzas. La misión era entrevistarse con Charles F. Magoon, Gobernador provisional de la Isla. La cordial y delicada entrevista por parte del Gobernador, el cual prometió enviarle un telegrama al General Bell, jefe del Ejército de Pacificación en Santiago de Cuba. Los cardenenses enviaron distintas muestras de apoyo y desacuerdo con el desalojo. A pesar de las promesas de Magoon y las protestas ciudadanas, el general Bell ordenó el 29 de diciembre, al Alcalde Municipal, el desalojo de los salones ocupados por el Museo y Biblioteca. Sí bien desde el día anterior (28) los miembros de la Comisión habían decidido abrir una suscripción y dar los pasos necesarios para dotar a la institución de un edificio propio. Con su contribución de 20 centenes oro, se dejó iniciada la suscripción acordada. También se decidió en esa reunión cambiar de nombre a la Comisión proveedora, por el de Comité Protector del Museo y Biblioteca Pública de Cárdenas. El Nuevo Edificio Oscar Maria de Rojas en el Salón de Historia Natural del Museo Las colecciones del museo, que ya contaba con más de 2000 piezas numismáticas e igual número de objetos de loza o barro, que eran las colecciones más numerosas, recibieron las muchas adhesiones y propuestas de sitios para salvaguardar estas colecciones. Aun antes de comenzar el año 1907 ya poseían docenas de aportes monetarios. Importante fue la de la sociedad anónima “Calera Larrauri” de toda la cal que necesitaran y la donación del terreno de la colonia asturiana con el compromiso del comité de construir una Capilla a la Virgen de la Covadonga, contigua al edificio del Museo y Biblioteca. El 31 de diciembre de 1906 y en el transcurso del siguiente año, Oscar, terminaría el primer volumen de una Iconografía de Cárdenas (aún inédito), y el cual continuaría hasta su muerte. Entre el Ayuntamiento y el Comité Protector alquila el 9 de enero de 1907, una casa situada en la calle Souberville entre Industria y Coronel Verdugo. A ella trasladarían las piezas y libros que formaban sus fondos. Otros van a ser almacenados en el Cuartel de Bomberos y en la Casa de Gobierno. También algunas regresan momentáneamente a sus donadores hasta tanto no se lograra el nuevo edificio. El 15 de abril de 1907, sin ceremonias ni actos se comienzan las obras de edificación, por el maestro de obra Silvestre de Delgado Ya en el primer semestre de 1908, Oscar, consigna una inversión de 12 379.17 pesos oro español, 615.18 pesos plata y 177 pesos en calderilla, entre materiales y efectivos. Oscar se mantiene escribiendo cartas, certificados de autenticidad de las piezas en su Libro de Actas y Correspondencia. También siguen incrementándose las donaciones y la labor de los corresponsales del Museo. Se trasladan las piezas (tejas, mosaico, etc.) del cuarto en que fallece el General Máximo Gómez, se comienzan a recibir las piezas de la colección Martiana, así como el rescate de piezas correspondientes al dominio colonial, arqueología aborigen y precolombina, de la esclavitud y muchas más. En diciembre de 1909, tras una ardua labor, el museo regresa provisionalmente al Antiguo Cuartel de Infantería y reabre sus puertas tras los tres años de cierre. Desde allí se sigue fomentando su crecimiento mientras vigila las obras de propia casa a escasos metros de allí. A partir del 26 de enero de 1918 varios periódicos nacionales comienzan a especular sobre cuál sería el día de la inauguración del museo. El 8 de marzo, fecha de la fundación de la ciudad, Oscar María es admitido como miembro de “The National Geographic Society, en Washington, certificado que le es remitido por su secretario. El 20 de mayo de 1918, según el programa del Ayuntamiento de Cárdenas quedo oficialmente inaugurado el edificio Propio del Inauguración del Edificio del Museo y Biblioteca Pública de Cárdenas 1918 Museo y Biblioteca Pública de Cárdenas. Según los numerosos periodistas asistentes asistieron 2000 personas, entre ellos Representantes de la Cámara de la República y otras personalidades locales y nacionales. Entre ellas estaba Emilio Bacardí Moreau, ex alcalde de Santiago de Cuba y fundador del museo de esa ciudad. Había fructificado la obra de insigne patriota cardenense y padre de la museología cubana. Muerte El 15 de octubre de 1921, un día antes de su cumpleaños 56, fallece Oscar María Galo de Rojas y Cruzat en su casa en la calle Industria 40 por una Aortitis. Su muerte fue reflejada en la prensa local y nacional. Y a pesar de las muestras que recibió su viuda, con posterioridad el ayuntamiento local no se ocupó más de ella. Y el Museo ya no fue el mismo a pesar de que algunos de sus sucesores trataron de mantener vivo su legado, no obstante cerró sus puertas por problemas en la edificación en 1952. Su memoria ha revivido a partir de 1979, logrando que su edificio actual, la antigua Casa Consistorial, donde abrió sus puertas por primera vez, fuera declarado Monumento Nacional en el 2000, año de su centenario. Fuentes • Álvarez Blanco, Ernesto. “Oscar María de Rojas” Ediciones Matanzas, 2001. • Miranda Chirino, Lázaro. “Síntesis histórica del Museo “Oscar María de Rojas” para el catalogo”. Cárdenas Ejemplar mimeografiado, 1979. • Sáez D. Argüelles, Dr. Enrique. “Museo y Biblioteca Pública de Cárdenas” Cárdenas, Imprenta “La Concha de Venus”, 1944. • Archivo del Museo “Oscar María de Rojas”. Museo Municipal "Oscar María de Rojas"


"De amar las glorias pasadas se sacan fuerzas para adquirir las glorias

nuevas".

José Martí



“… la HISTORIA NOS AYUDARÁ A DESCUBRIR LOS CAMINOS DE HOY Y DE MAÑANA, A MARCHAR POR ELLOS CON PASO FIRME Y CORAZON SERENO Y A MANTENER EN ALTO LA ESPERANZA (...)”.

RAMIRO GUERRA