lunes, 30 de junio de 2014

UN LIBRO NECESARIO.

Por: Lic. Valia Soto Espinosa. (Club martiano Néstor Ponce de León-Unión de Historiadores de Cárdenas).
En compañía del libro de Ernesto Alvarez Blanco he pasado la mayor parte de este fin de semana. CÁRDENAS PREHISTORIA DE UNA CIUDAD, publicado en el 2008 en Avilés, ciudad asturiana hermanada con la Ciudad Bandera, se hacía necesario. Un gesto más de amabilidad y solidaridad por parte de su autor, nos permite ahondar dentro de la etapa desconocida por casi todos. Primicias, personalidades, localidades y sus orígenes, nos conducen a su lectura obligatoria. Cuan necesario es también lograr que vaya de mano en mano, para que lo conozcan sobre todo los docentes y alumnos; considero de esta manera se aliviarían los programas de Historia, muchos de ellos, necesitados de algunas transformaciones, pero sobre todo, de la creatividad del profesor, a la hora de remitir a un estudiante a realizar un trabajo independiente hurgando en la localidad. Tenemos limitaciones, lo sabemos, pero no es imposible que todos imitemos para bien el ejemplo de Alvarez Blanco, cuando ante el problema económico, buscó la alternativa salvadora: la digitalización Todos no poseemos las tecnologías de avanzada, pero si cooperamos, podremos conocer mucho más de nuestra inigualable ciudad. Considero que para el nuevo curso, mejorarán los resultados de las tareas investigativas sobre Historia local y la orientación de las mismas. Se deriva además un compromiso para el autor, requerido por el Club martiano Néstor Ponce de León: una conferencia acerca de la contundente obra, que brinde otra oportunidad de disfrutar no sólo de la historia, sino, de su presencia imprescindible dentro de nuestro espacio. Mientras esperamos este momento, le damos gracias infinitas y le deseamos toda la felicidad que merece su constante quehacer intelectual.

miércoles, 18 de junio de 2014

Fotos antiguas tomadas en Cárdenas.

Por: Ernesto Alvarez Blanco.
El amigo Marcial Fernández, quien desde hace 2 años realiza una investigación sobre su familia, cuya rama materna está muy vinculada a la ciudad de Matanzas, ha hecho llegar a El Cardenense estas dos fotos relacionadas con Cárdenas. En la primera de ellas, tomada en la Perla del Norte hacia 1918 por el fotógrafo José González del Valle, aparece Dolores (Lolita) Rodríguez González, tía del amigo Marcial, la cual se radicó con posterioridad de manera definitiva en los Estados Unidos de América. En la otra, realizada en 1911 en el estudio de un fotógrafo cardenense de apellido Rodríguez, aparece retratada la hermosa joven María M. Maciques, quien residía en Cárdenas. Aprovechamos la ocasión para destacar que el fotógrafo José González del Valle, quien firmaba sus fotos como G. del Valle, era cubano. Colaboró con varias publicaciones cardenenses de la primera década del siglo XX. En el museo “Oscar M. de Rojas” de Cárdenas se conservan numerosas fotos tomadas por él en la Ciudad Bandera y en Varadero. En 1923 anunció sus servicios en el Magacín del periódico habanero “La Lucha”, dedicado a la provincia de Matanzas. Tenía su estudio en la calle de Industria No. 11 (antiguo) entre las avenidas de Real (hoy Céspedes) y Laborde.

lunes, 16 de junio de 2014

Vida e infortunios de la música campesina.

Por Jorge Rivas Tomado del periódico Trabajadores.
Dentro de la múltiple programación artística de la Casa de la ACAA (Asociación Cubana de Artesanos Artistas), ubicada en el centro de la norteña ciudad matancera de Cárdenas, asistimos a la Peña campesina donde disfrutamos del grupo aficionado Unión campesina, cultor de este género e integrado por siete músicos y cantantes que hicieron de aquella mañana dominical inolvidable momento de remembranzas y nostalgia en torno a la décima cantada, la guajira, el son montuno, el bolero y la guaracha. Dirigidos por Andrés Díaz Díaz, quien toca el tres desde la mocedad —tiene 74 años—, la agrupación, integrada por miembros de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), está compuesta además por Rolando Fernández Carmona (güiro y cantante), Lázaro Mena Molina (campana y coro), Arturo Rodríguez Montalvo y Luis Uyola (guitarra 6), Ángel Baldón Calderón (bongó), la intérprete Migdalia Suárez Benítez, y los poetas Rodobaldo Arián Alonso y Amado Villavicencio García. Ellos sienten especial amor por esta música, fundamental para el estudio de nuestra cultura. Sin embargo, esta expresión actualmente no cuenta con suficiente apoyo institucional, sobre todo en su promoción. Esa situación ha incidido en que los jóvenes —incluso los nacidos y radicados en zonas campestres— expresen rechazo hacia la difusión de esta música en diferentes espacios de sus comunidades, declinando su interés hacia los grupos cultivadores del reggaetón, rap, hip hop, house y otros, la mayoría de ellos propagados aquí por disqueras foráneas; en tanto cada vez son menos los programas de la radio dedicados al género, mientras que en la televisión nacional solo se ha impuesto, por más de 30 años, la revista Palmas y Cañas, cuya mayor teleaudiencia se encuentra en los campos del archipiélago. “Nuestra emisora (Radio Ciudad Bandera) tenía una transmisión radial con tema campesino y nunca más salió al aire”, dijo Arturo Rodríguez (guitarra seis), quien afirmó que la dirección municipal de Cultura no apoya este tipo de música. Nunca nos programan. Debemos buscar por nuestra cuenta los lugares donde actuar. Gracias a la ACAA tenemos este espacio para la peña”. En realidad, fueron pocos los asistentes al alegre encuentro en la ACAA, situación también relacionada con la pobre promoción. “Todos somos miembros de la ANAP, pero esta organización no puede sostenernos. Antes, la Casa de cultura nos facilitaba instrumentos y mejor atención, ahora tenemos que hacer las cuerdas de las guitarras con alambras desechados de las alzadoras de caña”, precisó Andrés. Pese a los reveses, el folclor campesino se ha atesorado de generación en generación a través de los exponentes del género en sus más diversas expresiones. Unión campesina es una muestra de ello. Según afirma María Teresa Linares1, “son muchos los grupos que consolidan la expresión del punto cubano hoy. Estos poetas son el baluarte actual del punto cubano y la décima improvisada2”. Entre los números que interpreta Unión… se encuentran el popurrit de boleros con clásicos de Cuba y Latinoamérica; la célebre canción Los ejes de mi carreta, de Atahualpa Yupanqui, y la afamada Guantanamera, de Joseíto Fernández, en las que sobresale el particularísimo sello de la agrupación, caracterizada además por la actuación de Fernández Carmona con simpáticas ejecuciones de un improvisado instrumento consistente en una botella de cerveza vacía cuyos acordes semejan a los de la flauta. Las controversias son el momento clímax del espectáculo, en el que la sátira y el doble sentido, dan vida al tórrido diálogo entre los poetas. Entre canciones y alegrías trasciende el guateque campesino conducido en la ACAA por el experimentado joven Luis Enrique Pérez González, quien desde muy temprano comienza a promocionarlo con la ayuda del versátil trabajador de esa institución, Roger Rufin Valenzuela, en el impecable manejo del audio. En Cárdenas, y a través de Unión campesina, vive y trasciende, a fuerza de voluntades, un género auténticamente cubano, surgido en las comunidades rurales del archipiélago con evidente herencia hispánica, el cual alcanzó su identidad nacional a mediados del siglo XVIII. Allí corroboramos la sentencia de María Teresa Linares de que “el punto cubano, la manifestación musical más antigua en la nacionalidad cubana, tiene hoy plena vigencia y un porvenir seguro3”. 1 María Teresa Linares (La Habana, 1920). Musicóloga y pedagoga. Una de las más prestigiosas musicólogas cubanas de su generación y de las que le sucedieron. 3María Teresa Linares.Dossier: La música campesina cubana. Posible origen. La Jiribilla. Año IX. La Habana. 29 de mayo al 4 de junio de 2010. Ver más: Vida e infortunios de la música campesina http://www.trabajadores.cu/20140613/vida-e-infortunios-de-la-musica-campesina/

miércoles, 11 de junio de 2014

Ann Sheridan, unos días en Varadero

Por: Leonardo Depestre Catony
Los cinéfilos cubanos de las décadas del 40 y del 50 del pasado siglo XX, tuvieron la oportunidad de ver numerosos filmes interpretados por la actriz norteamericana Ann Sheridan, una muy bella y elegante rubia, de estatura mediana acrecentada por sus invariables tacones, distinción natural y excelente fotogenia que hizo de ella una de las chicas pin-up, cuyos rostros se popularizaron más allá de la pantalla y cuyas fotografías acompañaban a los jóvenes a la manera de sensuales amuletos. La complementaban en aquellos filmes actores muy bien cotizados como Humphrey Bogart, James Cagney, Errol Flynn, Gary Grant, Ronald Reagan, Glenn Ford, Steve Cochran... y también tuvo de coestrellas del set a Bette Davis, Olivia de Havilland... La extensa filmografía de Ann Sheridan incluye más de 80 películas desde 1934, cuando debutó, hasta 1967, entre ellas algunos cortos. Nunca ganó un premio Oscar, algo que ha sucedido a muchas buenas actrices y actores. Sin embargo, posee una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, lo cual nos ilustra acerca de cuánto significó su presencia para los productores y cinéfilos de su época. Una breve nota de prensa La edición del 2 de junio de 1946 de la revista Carteles dio a conocer la noticia: Ann Sheridan había llegado a La Habana el viernes 31 de mayo, de paso hacia Varadero, donde se proponía pasar algunos días estudiando el libreto para una película. Era, pues la suya una visita privada, de trabajo, y la actriz eludía las entrevistas. No obstante, sí apareció su fotografía tomada en el aeropuerto capitalino. Tenía 31 años de edad y ya en ese momento los cubanos habían presenciado varios filmes. Citemos, por ejemplo, Ángeles con caras sucias (Angels with Dirty Faces), de 1938; Me hicieron criminal (They Made Me a Criminal), de 1939; Pasión ciega (They Drive by Night), 1940; El hombre que vino a cenar (The Man Who Came to Dinner), 1942; Abismo de pasión (Kings Row), 1942... Y aunque no hay referencias si sus filmes musicales (pues Ann era capaz de cantar y de hacerlo bien) se proyectaron en Cuba, en 1943 y 1944 filmó Thank Your Lucky Stars y Shine On, Harvest Moon, que la revelan en esa cuerda. Cuanto hizo en La Habana y Varadero es hoy algo que no podemos precisar. Sol y brisa, arena y mar no le faltarían, tampoco cigarrillos (la llevaron a la tumba), atmósfera devenida ideal para estudiar, prepararse y regresar —como se suele decir— con las baterías cargadas a los estudios de Hollywood a emprender un nuevo rodaje. En esa década del 40, durante su segunda mitad, filmó al menos tres de las películas que mayor reconocimiento le merecieron: La sentencia (Nora Prentiss), The Unfaithfull, las dos rodadas en 1947, es decir, poco después de su estancia en Cuba, y La novia era él (I Was a Male War Bride), de 1949. Declive El decenio del 50 marcaría un declive en la carrera Ann Sheridan. Comenzaron a escasearle las oportunidades de filmación, aun cuando en Cuba fueron vistas Cita en Honduras (Appointment in Honduras), de 1953, Al llegar la primavera (Come Next Spring), de 1956, y tal vez alguna otra que se nos escape. Filmó además Sexo opuesto (The Opposite Sex), 1956, Woman and the Hunter (1957) y The Far Out West, 10 años después, si bien no hemos apuntado su filmografía completa, sino muy parcialmente. Nacida en el estado de Texas en 1915, su verdadero nombre fue Clara Lou Sheridan, que cambió al comenzar a trabajar para los estudios de la Warner, entidad con la cual triunfó y se convirtió en una de sus grandes atracciones de taquilla. En el recuerdo Muy pocos conocen hoy que Ann Sheridan vivió un breve y olvidado capítulo en Cuba. Tuvo ella una vida relativamente breve, de 52 años. Murió el 21 de febrero de 1967. Sus películas de los años cuarenta, en blanco y negro, conservan el encanto de las producciones de una época rica en actores y actrices que han dejado su huella en la cinematografía norteamericana y en la memoria de los muchos cinéfilos que entonces esperaban con ansiedad los estrenos, acudían a las salas de cine y soñaban vivir aquellos dramas que los llevaban bien lejos de la realidad circundante.

El Soto nunca ha vivido del cuento.

Por: Fernando López Duarte Tomado del periódico Girón.
Aquel comentario se había tornado muy popular por lo insólito, y transgredió en el tiempo los límites de la ficción para inscribirse en la realidad que vivíamos 30 años atrás. Más aún, al protagonizarlo Jesús Sotolongo Hernández, profesor de relevante trayectoria profesional y revolucionaria. Se decía entonces, que el Soto, como le nombran con afecto, había renunciado a la libreta de productos alimenticios, demostrando con ello su acendrada vocación comunista. Y ahora, con sonora carcajada, aclara el mito que lo dignificó durante décadas: “Es falso. Debe haber sido por la pasión con que yo defendía el método fidelista de salvarnos, de hacernos semejantes en ese sentido. Tal vez idealizaron mi convicción marxista-leninista, porque en Cuba se ha tratado de repartir bienes por igual”. Pero lo esencial en la vida de este insigne maestro no es precisamente la anécdota con el “documento de la bodega”, sino los hechos que marcan su existencia, pues nunca ha vivido del cuento. Cardenense y de origen muy humilde, sufrió los rigores de la miseria. Seis hermanos y una madre sin trabajo para mantenerlos. “Mas, ella nos inculcó la esperanza en un mundo mejor. Escuchaba clandestinamente Radio Rebelde y, hasta su muerte, fue magnífica patriota. “Cuando triunfa la Revolución yo tenía 12 años. En 1961, Eladio de Marcos, líder comunista de Arrechabala, me insta a participar en la Campaña de Alfabetización. Estuve en Mar Verde del Turquino, actual provincia de Granma. Allí enseñé a leer y escribir a siete campesinos. QUERÍA SER PILOTO DE AVIACIÓN PERO… Tras la declaración de Cuba como Territorio Libre de Analfabetismo, Sotolongo inicia su vida laboral en la fábrica Arrechabala. Alcanza la militancia de la UJC y, con el bien ganado mérito, surge también un cuadro político: secretario general en el seccional Varadero. Pero el país atravesaba otra encrucijada. Urgía formar maestros. “Y me sumo, aunque la vocación por la Pedagogía no estaba muy bien definida. Quería ser piloto de aviación. “En enero de 1968 ya era alumno del entonces Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona, de la Capital. La graduación, en 1972, coincidió con la creación del primer contingente del destacamento Manuel Ascunce Domenech. Junto a otros 12 compañeros fui seleccionado para atender esta nueva fuerza magisterial. Y ahí mismo despertó mi verdadera disposición. “Sentí especial empatía con esa masa de jóvenes entusiastas, que resolverían un gran problema a la Educación cubana. No solo les enseñé Matemática, sino cómo comportarse en la vida. Jamás hubo indisciplinas. Fidel vive orgulloso de sus integrantes porque solucionaron dificultades con elevado decoro. “Hoy me alegra verlos en la calle o en centros docentes, incluso a aquellos que abandonaron el sector, pero cumplieron con la tarea. Mantengo respetuosas relaciones con ellos.” …GANÓ LA MATEMÁTICA Las aulas del edificio de Torriente (localidad en el municipio de Jagüey Grande), como se le denominó a la filial pedagógica Alberto Fernández Montes de Oca, han quedado grabadas en sus mejores recuerdos. “Fue una etapa feliz (1975-80), de grandes motivaciones por ser útil. Allí terminó el quinto contingente del Destacamento. Existió ma­durez temprana en esos muchachos. “Les transmití las enseñanzas de Urania Moncaleán, mi profesora de primaria, quien hacía fácil y agradable la Matemática.” Más de 40 años entre teoremas y algoritmos mantienen al Soto “firme como nuestras palmas”, consigna suya popularizada entre el alumnado, que suele lanzarles aún para animarlos. Múltiples reconocimientos avalan sus méritos: las Distinciones Rafael María de Mendive, Por la Educación Cubana, el Premio del Ministro, fundador de la Universidad de Matanzas, entre otros otorgados por el Estado y el Partido. Desde 1980 integra el claustro de la Universidad de Ciencias Pedagógicas Juan Marinello, y ostenta el grado académico de Máster en Ciencias de la Educación. “La brújula fue mi niñez, harta de miseria. Con la Revo­lu­ción despertó la justicia y, por primera vez, se respetó la dignidad de los seres humanos. Ello me incentivó a defender este proceso hasta las últimas consecuencias.”

!Ni el médico chino lo salva!

Por Wilfredo Alayón * Corresponsal de Prensa Latina en la provincia cubana de Matanzas.
La frase que encabeza este trabajo, por cierto con un carácter bastante lapidario, fue muy común y de uso frecuente en Cuba durante la centuria pasada aunque a fines de siglo cayó en el olvido. El proverbio servía para vaticinar el futuro de una persona aquejada por una grave enfermedad, aunque en sentido general se le estampaba a alguien con difícil situación de cualquier, índole en especial al sorprendido en la comisión de un delito. Esta máxima, que alude a un galeno de la gran nación asiática, tuvo su origen en la ciudad de Cárdenas, ubicada en la costa norte de la occidental provincia de Matanzas y a unos 150 kilómetros al noreste de La Habana. Según el libro Viejas Estampas cardenenses, publicado por Ediciones Matanzas, de Roberto Bueno Castán, la expresión surge poco después de aparecer un místico personaje, quien fijó residencia en la villa conocida como la Perla del Norte. La casa en cuestión tenía como dirección la actual avenida José Martí (Vives), entre Industria y Coronel Verdugo, donde existía por aquella época una pequeña vivienda de madera, contigua al cuartel de bomberos, acorde con la fuente. Bueno Castán expone que comenzó a crearse en torno a aquel hombre -especie de mandarín, mago, hechicero, sabio consejero y científico-, de ojos rasgados y pequeños, pobladas cejas y largos bigotes, una extraordinaria leyenda de curas milagrosas. Aún está en discusión la fecha exacta de la aparición del personaje y mientras el historiador local Miguel Martínez precisa entre 1865 y 1870, Emilio Roig de Leuchsering asegura que "por el año l872 apareció en Cárdenas". De todas formas, su presencia no significó nada extraordinario en sus inicios, pues en aquel entonces la ciudad era asiento de una numerosa colonia china, añade el texto. Aunque no los dominaba a la perfección hablaba, además del suyo, los idiomas inglés y español, lo que denotaba amplios conocimientos y vasta cultura, amplía el volumen. Otras características lo enmarcaban como cuidadoso en el vestir, tanto cuando lo hacía con el halo de su lejana tierra o a la moda imperante en Europa. Al principio -añade Bueno Castán- sólo sus paisanos acudían a él en busca de remedios para los males corporales y las aflicciones, y recetaba a los primeros sus medicamentos y prodigaba, a los segundos, sabios consejos. Profundo conocedor de la flora de distintos países, añade, y sus propiedades medicinales, empleaba sus aceites y extractos en la preparación de medicamentos. El autor de Viejas Estampas asegura que con sus fórmulas consiguió realizar numerosas curas que de inmediato los pacientes se encargaban de divulgar, tanto en la localidad como fuera de ella, por lo cual alcanzó pronto gran renombre. CHAM BOM BIA, EL MÉDICO CHINO Una publicación del también cardenense D. Jácome, suministrada por el historiador Ernesto Álvarez Blanco, destaca que en realidad hubo más de un médico chino en la historia de Cuba, pero reconoce que la mayor popularidad la alcanzó Cham Bom Bia. Su verdadero nombre era Chang Pon Piang, pero según los historiadores Roig de Leuchsenring y Portell Vilá, el habla popular cubana lo transformó en Cham Bom-biá que significa, según la fuente, "Sol Amarillo". En Cárdenas realizó curas maravillosas de enfermos desahuciados por médicos de fama de aquella ciudad y de La Habana, devolviéndoles a muchos de sus clientes la salud, la vista y el uso de sus miembros, agrega. Su llegada a la también conocida como ciudad de las primicias está envuelta en cierto hálito de misterio, ya que estuvo precedida de un periplo donde incluso fue acusado de práctica ilegal. Llegó a La Habana en 1858, apunta Jácome, con un contrato para realizar trabajos agrícolas en la localidad de Coliseo, en la provincia de Matanzas. No obstante, se las ingenió para continuar sus estudios hasta graduarse de Doctor en Medicina y de inmediato comenzó a ejercer como médico rural en el mismo lugar, añade. Cham Bom-biá, perteneciente a la etnia Jaca, del sur de China, como tantos de sus compatriotas, añadió a su nombre el patronímico cristiano de Juan. Acosado por denuncias de ejercicio ilegal de la medicina se traslada a Matanzas, cabecera provincial, con consultorio en la calle de Mercaderes, esquina a San Diego, en cuya urbe ejerció con no menos popularidad que en La Habana. Una nueva acusación hace que en 1872 se traslade a Cárdenas, por ser esta localidad en esos tiempos asiento de un gran número de chinos, lo que le garantizaba una mayor aceptación, precisa Jácome. En el ejercicio de su carrera, indican los investigadores, actuaba con absoluto desprendimiento, cobraba honorarios a los ricos, y se conformaba con decirles a los pobres: "Si tiene linelo, paga pa mí. Si no tiene, no paga". Ni Bueno Castán ni Jácome especifican en sus obras el día de la muerte de la pintoresca persona. Ambos coinciden en que tendido sobre su cama, una mañana Chambombián (aparece su patronímico indistintamente escrito de esta forma), fue encontrado sin vida. Nadie conocía que se encontrara enfermo, por lo que muchas versiones fueron propaladas; unos pensaron en envenenamiento por algún enemigo anónimo, otros en el suicidio y un tercer grupo adujo intoxicación al probar uno de sus preparados. Lo cierto es que aún se desconoce la causa de la muerte de quien, como afirma Jácome, dejara el estribillo: "Chino manila, Cham Bom-biá: Cinco tomates por un reá".


"De amar las glorias pasadas se sacan fuerzas para adquirir las glorias

nuevas".

José Martí



“… la HISTORIA NOS AYUDARÁ A DESCUBRIR LOS CAMINOS DE HOY Y DE MAÑANA, A MARCHAR POR ELLOS CON PASO FIRME Y CORAZON SERENO Y A MANTENER EN ALTO LA ESPERANZA (...)”.

RAMIRO GUERRA