miércoles, 19 de septiembre de 2012

La hazaña de Tony Ávila.


Lo abandonó todo para cantar sus canciones


Yimel Díaz Malmierca / 16-09-2012 / Tomado del periódico Trabajadores.


El 2012 ha sido un buen año para Tony Ávila. Trovador jaranero y cubanísmo, disfrutó la sorpresa que le reportó su segundo fonograma (En tierra…, Bis Music, 2011) al ganar el Cubadisco en la categoría de trova, y también la posibilidad que este le ha dado de recorrer algunas de las ciudades más importantes del país en su primera gira nacional. Nada de azar hay en la popularidad alcanzada por él en los últimos meses, y sí mucho tesón y valentía.

Este año se festejan 40 años del nacimiento de la Nueva Trova. ¿Qué le debes a ese Movimiento?


Le debo la vida. Cuarenta años se dice fácil, pero sus fundadores, y los que les antecedieron, tienen más de un siglo de canciones comprometidas con la realidad de su tiempo.


Yo soy trovador. Desde la guitarra nace mi obra, aunque haga bossa nova, afro, son, changüí, rumba (que me encanta), o también canción, habanera, bolero… Es que la trova, más que género, es un movimiento que puede abarcar, desde la óptica del creador, distintos espacios para decir lo que le interesa. Lo que no puede faltar es el compromiso, el ancla bien aferrada a la realidad, al amor…


Me siento muy honrado de pertenecer al Movimiento de la Nueva Trova. Me costó trabajo llegar pues yo nunca quise que me llamaran trovador. No me sentía a la altura de Silvio, Pablo, Noel Nicola, Sara, Vicente... Con el tiempo me convencí de que era trova lo que estaba haciendo y mis canciones comenzaron a cambiar de color, aquellas primeras más apegadas a lo romántico transitaron por otros caminos y preocupaciones.


¿Podrías mencionar algunas de las que marcaron tu vida?


Cuatro paredes para amar porque es un resumen de lo que fui hasta ese momento. Habla de un hermano que murió en Angola, de mi esencia como ser humano, de mis padres que aún vivían cuando la escribí, de mis hijos, de mi esposa… Es una canción que me costó mucho trabajo cantar, cada vez que lo intentaba se me hacia un nudo en la garganta, no me salía. Con ella crecí y lo digo con humildad. Cuando finalmente puede cantarla de un tirón, descubrí que estaba listo.


Otros temas importantes porque me han abierto muchos corazones son Amor cromañón, una canción que ha sobrevivido todas las etapas y Madre, escrita luego de la muerte de esa mujer que es mi esencia.


El SOS timbiriche es uno de tus temas más recientes. Ahí reclamas no perder el atributo de lo cubano… ¿A qué te refieres?


El timbiriche es a mi juicio el símbolo más visible de los cambios que se han realizado últimamente en Cuba y con él me refiero a cualquier cosa que permita la autogestión y prosperidad individual. El tema SOS timbiriche es parte de una producción discográfica independiente que estamos trabajando y en él llamo a que el cubano no pierda la bondad, el sentido del humor, la hospitalidad, la solidaridad, la camaradería, la hermandad que siempre nos ha caracterizado.


¿Y por qué crees que los timbiriches hagan peligrar esas cosas?


El dinero es un enemigo común, incluso para los que no lo tenemos, porque en su búsqueda uno puede perder el norte y la brújula. Mucha gente que lo tiene se siente segura y olvida cosas esenciales, imprescindibles. Soy de los que piensan que la apertura económica es buena para el país, oxigena la economía doméstica y permite que, gracias a la iniciativa privada, la gente construya un proyecto. Pero sería importante que desde la sociedad pudiéramos influir para que la gente no se fragmente, que no haga una isla de su propia prosperidad personal. Solo de esa forma seguiremos siendo una isla grande.


Contrario a otros artistas que consideran vivir en La Habana como un escalón básico en su carrera, tú sigues en Cárdenas. ¿Por qué?


Yo veo a La Habana como una base de operaciones muy importante pero no como un destino. Si quisiera uno para mis canciones, escogería al mundo, que es más grande.


Mi carrera me obliga a permanecer cada vez más tiempo en la capital, pero no quiero irme de Cárdenas. No puedo borrar los lazos que me unen a esa ciudad matancera a donde llegué con solo dos años y han pasado 40. En ella tuve amores y desamores, perdí a mis seres más queridos, hice grandes amigos, tengo mi barrio… De todas formas, soy un tipo feliz en Santiago, Las Tunas o cualquier otro lugar que tenga carretera de ida y vuelta.


¿Cómo se inserta la Filosofía y la Historia en tu vida de trovador?


Estudié Licenciatura en Marxismo, Leninismo e Historia en el Instituto Superior Pedagógico Juan Marinello, de Matanzas. Al parecer no fui mal profesor, buscaba que fuera divertido.


Tradicionalmente la Historia se ha ofrecido de una manera muy densa, y no pocas veces se ha perdido la perspectiva del hecho histórico y de humanizar a los hombres. Muchos héroes fueron tan sacralizados que parecen inalcanzables y los alumnos terminan preguntándose cuán real puede ser una persona a la que yo, como ser humano, no puedo imitar.


Considero que cada cual tiene su hazaña por eso intentaba que la Historia fuera una manera de comunicarme con esos adolescentes que empezaban a construir las suyas. Así fueron mis dos años de servicio social y también el quinto año de la carrera que lo pasé prácticamente frente a un aula. La pedagogía me dio herramientas para mi trabajo actual. Cuando me paro frente a un auditorio, creo que estoy dando una clase y los que me escuchan no pueden aburrirse.


Decías que cada uno tiene su propia hazaña. ¿Cuál es la tuya?


Abandonarlo todo para cantar mis canciones. Yo trabajaba en Varadero, lo que es sinónimo de dinero, son dos palabras que hasta riman: Varadero/ Dinero. Allí me ganaba la vida como músico, eso me reportaba una estabilidad a la que renuncié y cambié el esquema de mi vida personal y familiar. Mucha gente me dijo que estaba loco, pero tenía que averiguar a dónde podía llegar con mi música. Después de eso caí en picada, llegué al piso. Me vi vendiendo cosas de puerta en puerta para sobrevivir. Mis hijos no pasaron hambre porque como decía mi madre, los niños vienen con una libra de pan debajo del brazo, a ellos nunca les faltó lo primordial.


Me fui de Varadero el 15 de julio del 2007 y desde entonces cambiaron muchas cosas en mi vida, pero yo no. Soy el mismo, incluso, de antes de mi primera canción.


¿Cómo es ese Tony que se resiste a cambiar?


Un cubano común, amigo de sus amigos, buen hermano, buen vecino, sociable... Y es que, además del esfuerzo individual que he realizado, también habita en mí esa combinación del medio y la gente que he conocido. El Tony que está respondiendo a tus preguntas es igual a cualquiera de los músicos con los que trabaja, no me siento diferente, ni respiro esa atmósfera de burbuja en la que se meten algunos artistas.



sábado, 15 de septiembre de 2012

En el centenario de Gisela Hernández Gonzalo.

Por: Roberto Antonio González.


El 15 de septiembre de 1912, marcará con el devenir del tiempo, un punto de giro en la cultura y la sociedad cardenense, en una antigua casona de la calle de Jenez número 706 entre Calzada y Velázquez; y a unos pocos pasos del Ayuntamiento de la ciudad – hoy Museo Oscar María de Rojas – nace Gisela Hernández Gonzalo; quien se convertiría junto con José Árdevol , Serafín Pro y otros músicos cubanos en uno de los pilares del Grupo de Renovación Musical, en la década del 40 del pasado siglo.


La infancia y juventud de Gisela, fueron felices, ya que sus padres lograron rodearla de las mejores posibilidades para su desarrollo pleno.


Los primeros estudios musicales, estuvieron vinculados a la reconocida Academia local “Santa Cecilia”, bajo la dirección del maestro Ángel Sánchez Fiol; los que luego continuó con la profesora Luz María Maicas, hasta que en 1923 se traslada junto a su familia a La Habana; donde se incorpora al Conservatorio de Música y Declamación, centro del que se gradúa en 1928.En este renombrado conservatorio fue discípula y fiel colaboradora de la profesora María Muñoz de Quevedo.


Con un amplio conocimiento y preparación musical en el a;o 1935 ingresa en la Coral de La Habana, primero como cantora, y luego tras el fallecimiento de su directora ocupa la plaza hasta 1944.


Talento genuino de nuestra música; como creadora musical en el propio año 1944, obtiene el premio nacional de música con “Suite Coral a cuatro voces mixtas con Versos de Federico García Lorca”. Obra que se estrena en el año 1945, y que resultó muy elogiada por personalidades y críticos como Alejo Carpentier.


Su basta obra puede dividirse en tres partes: La composición, La Dirección Coral y la pedagogía; son emblemáticas sus más de cincuenta canciones infantiles, en las que entregó un valioso tesoro a los niños cubanos de todos los tiempos. En la composición y realización de música sacra, son conocidas sus grandes obras sinfónicas y corales, así como sus villancicos, en los que pone de manifiesto toda la variedad y riqueza de géneros de la música tradicional cubana.


Al triunfo de la revolución cubana, Gisela Hernández Gonzalo, al igual que otros creadores, comprendió el momento histórico de la patria y se entregó de lleno a la obra socializadora emprendida en el país. En este periodo es fundamental su aporte en la formación de las educadoras de círculos infantiles, en la asesoría brindada al ICRT y en la investigación y salvaguarda del patrimonio musical legado por compositores cubanos del siglo XIX, y el fomento y desarrollo del actual Museo de la Música.


Inmersa en toda esta actividad creativa, le sorprendió la muerte el 23 de Agosto de 1971, con su hacer y entrega legó a la cultura cubana una obra grande y hermosa, hoy insuficientemente divulgada y reconocida. De ella dijo el músico Harold Gramatges: “se caracterizaba por una basta cultura humanística y musical, iluminada por la alegría de vivir y trabajar.”




"De amar las glorias pasadas se sacan fuerzas para adquirir las glorias

nuevas".

José Martí



“… la HISTORIA NOS AYUDARÁ A DESCUBRIR LOS CAMINOS DE HOY Y DE MAÑANA, A MARCHAR POR ELLOS CON PASO FIRME Y CORAZON SERENO Y A MANTENER EN ALTO LA ESPERANZA (...)”.

RAMIRO GUERRA