viernes, 7 de diciembre de 2012

Las visitas del General Antonio Maceo a Cárdenas.

Por: Ernesto Alvarez Blanco.
Cuando Gerardo Castellanos Lleonart – designado por la Convención Cubana de Cayo Hueso para viajar a la Isla en calidad de comisionado de José Martí, Delegado del Partido Revolucionario Cubano – visitó Cárdenas entre agosto y septiembre de 1892, no pudo constituir en la ciudad, tal como lo había hecho ya en los principales centros urbanos de las regiones de Matanzas, Las Villas y Camagüey, un núcleo revolucionario. Sin embargo, un grupo de cardenenses le prometieron unirse lo más rápidamente posible, para dar continuidad a la labor realizada por él durante su estancia en la ciudad. Este grupo conspirativo poseía extensas ramificaciones entre los empleados y trabajadores de la Compañía del Ferrocarril de Cárdenas a Júcaro y de las fincas azucareras de la comarca; y estaban en contacto directo con los organizadores de la revolución que se gestaba. Sitio preferencial de reunión de estos patriotas fueron el Club de Cárdenas, situado en los altos del hotel La Dominica y en cuya directiva varios conspiradores ocupaban cargos prominentes, y la Logia Perseverancia, en la que se agruparon, bajo la denominación de Discípulos de Salomón, cardenenses de la estirpe de Joaquín de Rojas, Fernando Méndez Capote y Carlos María de Rojas, patriota insigne de nuestro municipio. Con estos últimos parece haber contactado el General Antonio Maceo y Grajales en el transcurso de la visita clandestina que realiza a Cárdenas en 1893, con objeto de despistar a sus perseguidores. Maceo, luego de una importante reunión que había sostenido con Martí en Costa Rica, había viajado a Cuba de forma clandestina, arribando a Cienfuegos en el mes de noviembre de 1893, con objeto de intervenir personalmente en la preparación de la insurrección que se gestaba. Desde allí, sorteando mil dificultades, se trasladó a Santiago de Cuba y a La Habana. En la capital de la Isla, el insigne mambí fue sorprendido por el alzamiento de Higinio Esquerra en Lajas. La policía española, quien había detectado su presencia días antes en la llamada acera del Louvre, comenzó de inmediato a perseguirlo. Gracias a la cooperación de un niño y de varios miembros de la sociedad secreta abakuá de La Habana, el General pudo despistar a sus perseguidores y trasladarse por ferrocarril a Cárdenas. Una vez en la Ciudad y contando con la protección de los conspiradores locales, Maceo quien se hospedó en el Hotel La Dominica y no, como se ha afirmado erróneamente en el hotel León de Oro, recorrió junto al catalán Jobita Dalmau – condueño con su hermano Faustino de La Dominica – los sitios de la ciudad vinculados a los sucesos ocurridos el 19 de mayo de 1850, fecha en que el General anexionista Narciso López y sus hombres habían tomado la población por unas horas y habían hecho ondear, en el edificio ahora ocupado por el hotel, entonces Casa de Gobierno, la bandera de la estrella solitaria Por estos días, Maceo sostiene varios encuentros con los conspiradores locales y asiste al banquete que Joaquín de Rojas y otros patriotas le ofrecen en el Hotel León de Oro, el cual estaba situado en el mismo sitio que ocupa en la actualidad el edificio de ETECSA. Poco después, con la ayuda de los miembros de la Logia Perseverancia y de varios trabajadores de la Estación de Ferrocarriles de San Martín, Maceo se trasladó a Cienfuegos, en donde enterado de la poca efectividad de los alzamientos que se habían producido por esos días, decidió embarcarse en una goleta rumbo a la isla de Caimán Grande. El 20 de diciembre de 1895 penetra en la provincia de Matanzas el Ejército Invasor, al mando del Generalísimo Máximo Gómez y de su Lugarteniente General Antonio Maceo. La ciudad de Cárdenas no vio transitar por sus calles al Ejército Invasor. No obstante, el mismo cruzó por sus cercanías, pues en su marcha hacia Coliseo, pasó por Contreras, poblado situado en su vecindad y pernoctó, el 21 de diciembre, en el ingenio Herrera, perteneciente a su jurisdicción. No obstante los cardenenses dieron su aporte a esta operación, engrosando las filas de sus huestes, hostigando a las fuerzas españolas urbanas o entorpeciendo sus movimientos, dificultando en muchas ocasiones el rápido traslado de las mismas por ferrocarril hasta los lugares de combate. El 25 de diciembre de 1895 como parte de las operaciones que realiza en el norte de la provincia para entretener habilidosamente al enemigo, el Coronel Lacret Morlot hace arder varias plantaciones, cañaverales e ingenios del valle de Guamacaro y amenaza con atacar a Cárdenas. Dos días después, el 27 diciembre los insurrectos queman las estaciones de ferrocarril de Lagunillas y Contreras. Concluido el sangriento combate de Calimete – 29 de diciembre de 1895 – las fuerzas invasoras emprenden su marcha rumbo a la provincia de La Habana, pues tenían entre sus planes penetrar en la misma a comienzos del año nuevo. El 10 de febrero de 1896, se hace cargo del Gobierno y de la Jefatura del Ejército de Operaciones de Cuba el General Valeriano Weyler, considerado el único hombre capaz de llevar a cabo una ofensiva contra el Ejército Libertador, que había culminado exitosamente el 26 de enero de 1896 la atrevida campaña invasora en Oriente e iniciaba la de Occidente, con el objetivo de fortalecer la lucha en esa región. Sin embargo, los planes de Weyler de encerrar al contingente invasor y a sus principales oficiales en la provincia pinareña, para perseguirlos dentro de ese territorio cerrándoles, al mismo tiempo, los puntos por donde podría obtener recursos, fueron destrozados por los Generales Gómez y Maceo, en una breve campaña que se realizó entre el 1 de febrero y el 15 de marzo de 1896, con una serie de operaciones realizadas en las provincias de Pinar del Río, Matanzas y La Habana. Recorridos exitosamente los territorios de Pinar del Río y La Habana, donde se libraron importantes combates, el 21 de febrero Gómez toma la vanguardia para dirigirse al sudeste. Con anterioridad, ambos jefes mambises habían acordado marchar rumbo a Matanzas. Cumpliendo con ese objetivo, Maceo se dirige el 24 de febrero de 1896 – primer aniversario del estallido de la guerra – hacia Cárdenas atravesando las lomas de Coliseo. A su paso por las cercanías de Cárdenas, Antonio Maceo – recibió por segunda ocasión el 24 de febrero de 1896, en su campamento del ingenio La Perla en el Valle de Guamacaro, el saludo revolucionario y el apoyo de los conspiradores y mambises cardenenses, especialmente de Carlos M. de Rojas, quien le solicitó que lo incorporara a la columna invasora a lo que el jefe mambí respondió: ... a la guerra no se viene a pedir, sino a obedecer. Usted donde es necesario, por su prestigio y valor es aquí. Este lugar es más difícil que Oriente y Camagüey para combatir. Su brigada será el orgullo de Cárdenas... . Carlos María de Rojas es especialmente comisionado en esta ocasión, como ya dijimos con anterioridad, por el Titán de Bronce para gestionar con la Junta Revolucionaria de Cárdenas, la adquisición de armas y otros materiales de guerra y para que, de acuerdo con la misma, procediera a la conducción de los referidos pertrechos, que debían ser puestos a disposición del Cuartel General del Ejército Libertador, hasta un lugar seguro. También se le encomendó la misión de recibir y auxiliar las expediciones mambisas que arribaran por la zona de Cárdenas. Al amanecer del 25 de febrero de 1896, en el mismo campamento, se produce el combate de Perla, en el que Carlos María de Rojas participa, cumpliendo órdenes de Maceo, como observador. Este propio día, Maceo y sus hombres hacen estancia en Santa Inés, sitio perteneciente al municipio de Matanzas. El 26 de febrero atraviesan la línea férrea que conducía a Jovellanos y la existente entre Guanábana y Cidra. El propio 26 de febrero Carlos María de Rojas es ascendido por orden de Maceo al grado de Comandante del Ejército Libertador. A partir de este momento, las acciones más inmediatas del Regimiento, luego Brigada, Cárdenas estarán encaminadas a apoyar la importante campaña que Maceo, auxiliado por el Generalísimo Máximo Gómez, efectuaba en los términos de la región occidental, y a la protección y recibimiento de la Expedición de Cayo Sal que se esperaba por entonces. El látigo utilizado por el General Antonio Maceo durante la llamada Campaña de Occidente se conserva en los fondos del museo Oscar M. de Rojas, en cuya Sala de las Guerras de Independencia se exhibe. Mide 48 cm de largo por 5 cm de ancho, está confeccionado en madera de bambú y presenta, en uno de sus extremos, un adorno metálico en forma de cabeza de perro mientras que del otro pende, de un asa, el látigo de cuero trenzado con terminación en forma de cinta. Este valioso exponente fue donado al Museo y Biblioteca Pública de Cárdenas por el Dr. Joaquín Oti de la Fe, esposo de Elvira de Rojas, hija del General Carlos M. de Rojas, quien fue el Jefe de la Brigada Cárdenas durante la Guerra del 95. Según certificó ante Notario el donante, a petición de Oscar M. de Rojas, fundador y primer Director del Museo que hoy lleva su nombre, el látigo lo obtuvo su padre, el ciudadano español Joaquín Oti Gutiérrez en el batey del ingenio La Julia, en el valle de Guamacaro, sitio en el que residía en la época en que tropas al mando del General Antonio Maceo sostuvieron un reñido combate el 25 de febrero de 1896.


"De amar las glorias pasadas se sacan fuerzas para adquirir las glorias

nuevas".

José Martí



“… la HISTORIA NOS AYUDARÁ A DESCUBRIR LOS CAMINOS DE HOY Y DE MAÑANA, A MARCHAR POR ELLOS CON PASO FIRME Y CORAZON SERENO Y A MANTENER EN ALTO LA ESPERANZA (...)”.

RAMIRO GUERRA