Por: Ernesto Álvarez Blanco.
Nuestra enseña nacional fue creada en 1849 en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos de América, durante una reunión de la cual tomaron parte, entre otros, el escritor Cirilo Villaverde, el poeta matancero Miguel Teurbe de Tolón y el General venezolano Narciso López. La concepción general de la bandera fue aportada por López, mientras que correspondió a Teurbe de Tolón trazar el boceto original. La esposa de este último, Emilia Teurbe de Tolón, confeccionó a partir de dicho boceto la primera bandera cubana.
Un año más tarde, el 19 de mayo de 1850, una bandera similar a la confeccionada por Emilia, fue traída a Cárdenas por las fuerzas expedicionarias encabezadas por el General Narciso López, el cual la hizo ondear por primera vez en suelo patrio, al enarbolarla por unas horas, luego de ser tomado el poblado, en el edificio en donde radicaba por entonces la Casa de Gobierno del mismo.
El edificio de La Dominica, mástil en el cual ondeó por primera vez en suelo cubano nuestra Bandera.
En 1848, Alejandro Rodríguez Capote, rico hacendado local de origen canario, ordenó construir en la calle de Princesa, en el entorno de la Plaza de Fernando VII, luego de Colón, sitio en el cual se fundó en 1828 el poblado de San Juan de Dios de Cárdenas; 2 hermosas casas de cantería y tejas, de dos plantas y de estilo neoclásico. Estas edificaciones se conocieron, a partir de la década del sesenta del siglo XIX, como La Dominica y La América, nombres de los establecimientos comerciales y hoteleros que albergaron durante un largo período de tiempo.
El primero de estos edificios, fue levantado por su propietario en el mismo sitio en el que había construido, en la década del 30 del siglo XIX, una humilde casa de madera, guano y tejas, de una sola planta.
El 7 de noviembre de 1840, por gestiones de varios vecinos de Cárdenas, Ramón Casasus, Arzobispo de Guatemala y Obispo de La Habana, dispuso la traslación provisional a dicha casa de la Iglesia Parroquial de San Cipriano de Guamacaro y de su Archivo Parroquial. Por tal motivo, entre 1840 y 1846, el edificio, facilitado en usufructo por Rodríguez Capote al clero local, sirvió de Capilla provisional, mientras se construía la Iglesia Parroquial de Cárdenas.
Alejandro Rodríguez Capote alquiló también en 1846 a la Junta Municipal de Cárdenas, creada por Real Orden del 14 de noviembre de 1845, la segunda planta de la casa – construida de madera y tejas en la primera mitad de la década del 40 del siglo XIX – en la que había radicado la Capilla de San Cipriano. Por este motivo, el edificio, en el cual residía también el Teniente Gobernador y su familia, junto a otras personas, fue considerado como Casa Consistorial de la ciudad hasta 1855, año en que se traslada la sede del Gobierno colonial al Callejón de Andriani.
El 19 de mayo de 1850, al ser atacado y tomado el poblado por las fuerzas de la Expedición anexionista encabezada por el General venezolano Narciso López, como la Casa de Gobierno aún estaba situada en los altos del inmueble, reedificado en 1848 por Rodríguez Capote, el mismo fue el sitio escogido por López para hacer ondear, por primera vez en Cuba, nuestra enseña nacional.
Al ver que las llamas amenazaban con destruir la casa, cuya planta baja tenía alquilada a una sastrería, Rodríguez Capote solicitó y obtuvo del Teniente Gobernador Florentino Ceruti, que residía en el edificio, la rendición de las tropas que desde el interior del inmueble resistían el ataque de los invasores.
Dos años más tarde, a finales de 1852, su propietario cedió los salones de los altos de la edificación a la Sociedad local de Instrucción y Recreo denominada La Filarmónica, fundada este mismo año y de la cual fue uno de sus más activos miembros. Esta institución constituyó un importante centro conspirativo local durante la Guerra de Independencia (1868 - 1878) de los cubanos contra España.
La Filarmónica cedió, en la década del sesenta del siglo XIX, los salones que ocupaba en los altos de la casa de Rodríguez Capote a otra importante institución local, la Sociedad Artística y Literaria Unión de Cárdenas. En el inmueble también funcionó, en la segunda mitad del siglo XIX, la primera estación telegráfica que tuvo Cárdenas.
En 1861, luego del deceso de su propietario, ocurrido en su residencia de Cárdenas el 3 de mayo de 1858, a los 89 años de edad, el edificio fue convertido en un café, al cual sus primeros propietarios, los comerciantes catalanes Tió y Capdevila, denominaron La Dominica. En esa misma época, entró en el establecimiento como Dependiente, para convertirse en socio comercial y dueño en 1873, el catalán Jobita Dalmau.
Jobita Dalmau sostuvo durante años, junto a su hermano Faustino Dalmau y a Matilde Treserra, esposa de este último, el establecimiento, el cual se convirtió rápidamente en el preferido de la sociedad cardenense de la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del XX. En la década del 90 del siglo XIX, los Dalmau y sus descendientes agregaron al establecimiento la función de hotel, preparando con este fin varias habitaciones con las condiciones necesarias para alojar a los viajeros que visitaban la ciudad; en la mayoría de los casos, para trasladarse luego a la incomparable playa de Varadero, sitio que ya comenzaba a interesar a la sociedad cardenense y habanera de la época.
En diciembre de 1882 los salones de la planta alta de este edificio fueron ocupados por el Club de Cárdenas. Entre 1892 y 1898, esta sociedad se convirtió en un centro conspirativo de primer orden, ya que sirvió frecuentemente de sitio de reunión a los miembros activos de la delegación del Partido Revolucionario Cubano y de su Servicio Secreto, constituida en Cárdenas durante la Guerra del 95.
En noviembre de 1893 se hospedó en La Dominica, durante la visita que realizó clandestinamente a Cárdenas con objeto de despistar a sus perseguidores, el General Antonio Maceo. Durante su estancia en el hotel, Maceo traba amistad con Jobita Dalmau y recorre con él los sitios cardenenses que fueron escenarios, el 19 de mayo de 1850, de los principales acontecimientos vinculados al ataque y toma de Cárdenas por el General venezolano Narciso López y sus hombres.
Nuestra enseña nacional fue creada en 1849 en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos de América, durante una reunión de la cual tomaron parte, entre otros, el escritor Cirilo Villaverde, el poeta matancero Miguel Teurbe de Tolón y el General venezolano Narciso López. La concepción general de la bandera fue aportada por López, mientras que correspondió a Teurbe de Tolón trazar el boceto original. La esposa de este último, Emilia Teurbe de Tolón, confeccionó a partir de dicho boceto la primera bandera cubana.
Un año más tarde, el 19 de mayo de 1850, una bandera similar a la confeccionada por Emilia, fue traída a Cárdenas por las fuerzas expedicionarias encabezadas por el General Narciso López, el cual la hizo ondear por primera vez en suelo patrio, al enarbolarla por unas horas, luego de ser tomado el poblado, en el edificio en donde radicaba por entonces la Casa de Gobierno del mismo.
El edificio de La Dominica, mástil en el cual ondeó por primera vez en suelo cubano nuestra Bandera.
En 1848, Alejandro Rodríguez Capote, rico hacendado local de origen canario, ordenó construir en la calle de Princesa, en el entorno de la Plaza de Fernando VII, luego de Colón, sitio en el cual se fundó en 1828 el poblado de San Juan de Dios de Cárdenas; 2 hermosas casas de cantería y tejas, de dos plantas y de estilo neoclásico. Estas edificaciones se conocieron, a partir de la década del sesenta del siglo XIX, como La Dominica y La América, nombres de los establecimientos comerciales y hoteleros que albergaron durante un largo período de tiempo.
El primero de estos edificios, fue levantado por su propietario en el mismo sitio en el que había construido, en la década del 30 del siglo XIX, una humilde casa de madera, guano y tejas, de una sola planta.
El 7 de noviembre de 1840, por gestiones de varios vecinos de Cárdenas, Ramón Casasus, Arzobispo de Guatemala y Obispo de La Habana, dispuso la traslación provisional a dicha casa de la Iglesia Parroquial de San Cipriano de Guamacaro y de su Archivo Parroquial. Por tal motivo, entre 1840 y 1846, el edificio, facilitado en usufructo por Rodríguez Capote al clero local, sirvió de Capilla provisional, mientras se construía la Iglesia Parroquial de Cárdenas.
Alejandro Rodríguez Capote alquiló también en 1846 a la Junta Municipal de Cárdenas, creada por Real Orden del 14 de noviembre de 1845, la segunda planta de la casa – construida de madera y tejas en la primera mitad de la década del 40 del siglo XIX – en la que había radicado la Capilla de San Cipriano. Por este motivo, el edificio, en el cual residía también el Teniente Gobernador y su familia, junto a otras personas, fue considerado como Casa Consistorial de la ciudad hasta 1855, año en que se traslada la sede del Gobierno colonial al Callejón de Andriani.
El 19 de mayo de 1850, al ser atacado y tomado el poblado por las fuerzas de la Expedición anexionista encabezada por el General venezolano Narciso López, como la Casa de Gobierno aún estaba situada en los altos del inmueble, reedificado en 1848 por Rodríguez Capote, el mismo fue el sitio escogido por López para hacer ondear, por primera vez en Cuba, nuestra enseña nacional.
Al ver que las llamas amenazaban con destruir la casa, cuya planta baja tenía alquilada a una sastrería, Rodríguez Capote solicitó y obtuvo del Teniente Gobernador Florentino Ceruti, que residía en el edificio, la rendición de las tropas que desde el interior del inmueble resistían el ataque de los invasores.
Dos años más tarde, a finales de 1852, su propietario cedió los salones de los altos de la edificación a la Sociedad local de Instrucción y Recreo denominada La Filarmónica, fundada este mismo año y de la cual fue uno de sus más activos miembros. Esta institución constituyó un importante centro conspirativo local durante la Guerra de Independencia (1868 - 1878) de los cubanos contra España.
La Filarmónica cedió, en la década del sesenta del siglo XIX, los salones que ocupaba en los altos de la casa de Rodríguez Capote a otra importante institución local, la Sociedad Artística y Literaria Unión de Cárdenas. En el inmueble también funcionó, en la segunda mitad del siglo XIX, la primera estación telegráfica que tuvo Cárdenas.
En 1861, luego del deceso de su propietario, ocurrido en su residencia de Cárdenas el 3 de mayo de 1858, a los 89 años de edad, el edificio fue convertido en un café, al cual sus primeros propietarios, los comerciantes catalanes Tió y Capdevila, denominaron La Dominica. En esa misma época, entró en el establecimiento como Dependiente, para convertirse en socio comercial y dueño en 1873, el catalán Jobita Dalmau.
Jobita Dalmau sostuvo durante años, junto a su hermano Faustino Dalmau y a Matilde Treserra, esposa de este último, el establecimiento, el cual se convirtió rápidamente en el preferido de la sociedad cardenense de la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del XX. En la década del 90 del siglo XIX, los Dalmau y sus descendientes agregaron al establecimiento la función de hotel, preparando con este fin varias habitaciones con las condiciones necesarias para alojar a los viajeros que visitaban la ciudad; en la mayoría de los casos, para trasladarse luego a la incomparable playa de Varadero, sitio que ya comenzaba a interesar a la sociedad cardenense y habanera de la época.
En diciembre de 1882 los salones de la planta alta de este edificio fueron ocupados por el Club de Cárdenas. Entre 1892 y 1898, esta sociedad se convirtió en un centro conspirativo de primer orden, ya que sirvió frecuentemente de sitio de reunión a los miembros activos de la delegación del Partido Revolucionario Cubano y de su Servicio Secreto, constituida en Cárdenas durante la Guerra del 95.
En noviembre de 1893 se hospedó en La Dominica, durante la visita que realizó clandestinamente a Cárdenas con objeto de despistar a sus perseguidores, el General Antonio Maceo. Durante su estancia en el hotel, Maceo traba amistad con Jobita Dalmau y recorre con él los sitios cardenenses que fueron escenarios, el 19 de mayo de 1850, de los principales acontecimientos vinculados al ataque y toma de Cárdenas por el General venezolano Narciso López y sus hombres.
Otras personalidades que se alojaron en el hotel durante el transcurso de la última década del siglo XIX y el presente fueron, entre otros, la escritora Renee Méndez Capote y su padre, el General del Ejército Libertador Domingo Méndez Capote, quién fue Vicepresidente de la República de Cuba en Armas; los poetas Raúl Ferrer y Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí; el periodista Julio Batista, Premio Nacional de Periodismo José Martí y la escritora y periodista Mercedes Santos Moray. También, el edificio ha alojado en sus habitaciones durante más de dos décadas a los cardenenses ausentes que visitan cada año la ciudad con motivo de la celebración de la Semana de la Cultura Cardenense.
En la década del 60 del siglo XX La Dominica fue incluida por la Comisión Nacional de Monumentos en la Lista Parcial de Edificios, Lugares y Objetos de interés artístico, histórico ambiental en todo el territorio de la República de Cuba. No obstante, el edificio se deterioró notablemente durante las décadas del 60 y 70 del siglo XX. Por este motivo, al instaurarse los Organos del Poder Popular en la ciudad en 1974, los electores cardenenses elevaron a ese órgano, como una de sus primeras peticiones, la que solicitaba que se restaurara el histórico edificio.
El 31 de diciembre de 1978 fue reabierto al público el establecimiento como pizzería, pero esta función duró pocos años, pues en septiembre de 1981 fue necesario cerrarlo nuevamente por el pésimo estado de conservación que presentaba el inmueble. En 1984 se reiniciaron los trabajos de restauración del edificio por el Poder Popular en coordinación con la Dirección Municipal de Gastronomía. El Hotel – Restaurant La Dominica fue reabierto en el mes de mayo de 1987 (en la actualidad el edificio se encuentra en desuso y en espera de una restauración capital).
El 8 de marzo de 1991, al ser declarado Monumento local por la Comisión Nacional de Monumentos el Parque de Colón y su entorno, el inmueble de La Dominica quedó dentro de la zona protegida por esta declaratoria. Nueve años más tarde, el 19 de mayo del 2000, en ocasión de conmemorarse el 150 aniversario del izamiento por primera vez en suelo cubano de nuestra enseña nacional, el edificio fue declarado Monumento Nacional por la mencionada Comisión, en acto público y solemne al que asistieron numerosos cardenenses y personalidades invitadas.
Nuestra bandera, Símbolo Nacional.
A partir de su izamiento en Cárdenas, los simpatizantes con la independencia de Cuba, identificaron a la bandera enarbolada por López – a pesar del carácter anexionista que poseía la Expedición que la había traído por primera vez a la Isla – con las ansias de libertad que los animaba a luchar por la definitiva liberación de nuestra Patria del yugo colonial español.
Por tal motivo, al celebrarse la Asamblea de Guáimaro, en abril de 1869, se tomó el acuerdo de que la enseña de la República de Cuba en Armas fuera la izada en 1850 en Cárdenas, en tanto la de la Demajagua era considerada por los presentes, parte importante del Tesoro de la naciente República cubana.
La decisión anterior se debió, al decir del prestigioso profesor Salvador Morales, al hecho cierto de que:
"Cuando estalló la insurrección de La Demajagua levantando un pabellón diferente, inspirado en el de Chile que había extendido su solidaridad y cooperación en los preparativos independentistas, ya la bandera de López tenía sus mártires y antigüedad y la bandera de Yara, cedió en Guáimaro su lugar al pabellón, dice Martí, saneado por la muerte de López y Agüero"[1]
En la actualidad, ambas banderas presiden las sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, según se acordara en la sesión inaugural de este órgano de gobierno, efectuada el 2 de diciembre de 1976, y son expresión genuina de los más de cien años de lucha del pueblo cubano por obtener su verdadera y definitiva independencia.
[1] Morales, Salvador E. ²Acercamiento a la Bandera². En: Revolución y Cultura. Ciudad Habana, 1990. No.8. Pág 12.