martes, 7 de octubre de 2008

OSCAR M. DE ROJAS Y CRUZAT


Autor: Ernesto Álvarez Blanco


(Libro publicado por Ediciones Matanzas en el 2001)






Este es un viaje al fondo del pozo de la historia.
( ... )
Este es un viaje al fondo escondido que mañana
se levantará viviente.
( ... )
Voy a hablaros de un hombre y sus preguntas,
de sus martirios y su lucha (...)
Pablo Neruda.




Al Museo "Oscar María de Rojas" en él
año de su Centenario
A Madelayne, a Maydelis y a Miriam, con todo el amor del Mundo.
A Paulette Otí de Rojas, que ha mantenido vivo
el espíritu de sus antepasados.
El Autor.




Agradecimientos:
Al escribir este libro contraje una deuda de gratitud con las siguientes personas:
Ana Gloria Mesa de la Fe, leyó pacientemente los originales e hizo oportunas recomendaciones
Urbano Martínez Carmenate, esperó con paciencia y estimuló
con largueza desde Matanzas, la redacción final.
Aleyda Torres González, me brindó generosamente toda la información que había acumulado sobre nuestro biografiado y su obra, a lo largo de casi una vida de trabajo en el museo “Oscar M. de Rojas”.
Lázaro Miranda Chirino, Director del Museo “Oscar María de Rojas” e Historiador de la ciudad de Cárdenas, y Magalys Huerta López, me permitieron revisar hasta el agotamiento el fondo bibliográfico y documental del Museo, así como disponer – durante 9 años – de todo el tiempo que me fue necesario para poner punto final a este libro; Caridad Acanda, primero, y Pedro Luis Hernández e Ivonne González, después, realizaron el trabajo mecanográfico.
A todos ellos, y a los que aquí no aparecen consignados, deseo expresarles a través de estas líneas mi más profundo agradecimiento.
El Autor.

“ Es preciso que todos contribuyan, pues desechando algo se desecha la oportunidad de encontrar en algo, un tesoro."

" Nacida esta institución al calor de la Patria cubana todo cuanto hay en ella corresponde de hecho y de derecho al pueblo cubano. Si por incongruencias del destino desaparece la Patria, desaparecerá también el Museo de Cárdenas, porque sin Patria¿ para qué queremos Museo? “.
Oscar María de Rojas.



Proemio




Recorro la Quinta de la familia Rojas, abandonada y en ruinas desde hace varios años, tratando de reconstruir en mi mente su historia y la de uno de sus más importantes inquilinos. Afuera llueve, y me refugio en las habitaciones de la mansión e intento recomponer en mi mente su perdido esplendor. Busco, leer en sus muros, el paso del tiempo para conocer mejor a quienes la habitaron; por eso, deseo revivir el pasado para de algún modo reconstruir el ambiente que rodeó a mi biografiado y así, describir y entender su paso por la vida.
La tarde cae y las sombras se adueñan del paisaje urbano que me rodea. Salgo al portal para contemplar el panorama nocturno del antiguo Paseo de las Quintas, tramo de la calle Real de Isabel II, en donde a partir de 1858, con la construcción por Eduardo Echarte y Carlos Cruzat de sus casas, las familias más pudientes de la ciudad comienzan a edificar mansiones de franco estilo norteamericano.
Comprendo la distancia que media entre mi época y la de mi biografiado. Él la vivió, yo, en cambio, sólo puedo intentar recrearla con la ayuda de las fuentes consultadas durante el proceso de investigación que precedió a estas páginas.
Por eso, consciente de estas limitaciones, los invito a leer este acercamiento a los principales momentos de la vida y la obra de Oscar María Galo de Rojas y Cruzat, Fundador y primer Director del Museo y Biblioteca Pública de Cárdenas.

Ernesto Alvárez Blanco.
Cárdenas, invierno de 1999



I
La noche estrellada, permite a Joaquín de Rojas Cachurro y a su esposa Isabel Cruzat y Urbizu, salir a disfrutar de la escasa brisa que puntualmente llega siempre, a la misma hora, hasta el portal de la Casa – Quinta, que los jóvenes esposos ordenaron construir al Maestro de Obras Jaime Cápdevila y Rigol, catalán radicado en Cárdenas.
Quince años atrás, escribirá esa noche en su Diario Joaquín de Rojas, él era sólo un joven dispuesto a hacer fortuna y a ganarse un puesto en la sociedad cubana del siglo XIX. Nacido en La Habana en 1833, en el seno de una influyente familia capitalina, había apoyado desde su status de conspirador, la acción del Pampero, organizada en 1851 por el anexionista venezolano Narciso López; el mismo que había atacado y tomado, el 19 de mayo de 1850, la ciudad de San Juan de Dios de Cárdenas, haciendo ondear en ella – por primera vez en la Isla – la enseña tricolor, que luego se convertiría en el Pabellón Nacional de Cuba.
Esa misma noche, Joaquín anotará, además, en su Diario, los detalles de cómo había llegado a Cárdenas en 1853, para encontrar aquí amor y fortuna. De esa feliz unión emergería como uno de los más prometedores comerciantes de la próspera Villa, luego Ciudad, al hacer realidad el sueño de cualquier empleado de una casa comercial: casarse con la hija del dueño de la firma para la cual trabaja. Del acontecimiento, verificado el 6 de diciembre de 1860, en la Iglesia Parroquial "La Purísima Concepción" de Cárdenas, nacería un sólido matrimonio, que tuvo como colofón la llegada de los dos primeros hijos, Carlos María e Isabel María de Rojas y Cruzat, entre 1862 y 1864.
El tercero, estaba ya por llegar, cuando Joaquín comenzó a desgranar sus recuerdos, aquella noche de septiembre 1865, en que luego de verificar que su esposa dormía, se dirigió a su biblioteca para escribir sobre las relaciones, que tanto él como Isabel, habían sostenido con la poetisa cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda y con su esposo, el Coronel Domingo Verdugo, quien había gobernado a Cárdenas de 1859 a 1863.
Una vez instalado en su escritorio y motivado por los recuerdos, le pareció, que de un momento a otro, una de sus esclavas domésticas, interrumpiría sus cavilaciones, para avisarle que el Coronel Verdugo y su esposa se acercaban a la Casa, custodiados por el tropel de lanceros y soldados, que los acompañaban siempre, en sus recorridos por el recién abierto Paseo de las Quintas. Por eso, las primeras líneas que escribió en el cuadernillo que siempre lo acompañaba, fueron para dejar constancia, de que aún conservaba fresco en su memoria él:
“... agradable recuerdo de las amistosas relaciones con la Avellaneda, asistió a mi matrimonio, al nacimiento de mi primer hijo Carlos en marzo de 1862, fue la madrina de uno de mis hijos. Fijó el matrimonio su residencia en la Casa Quinta frente a la de mi suegro, en donde nos reuníamos todas las noches. Estaba la Avellaneda tan gruesa que tocaba la obesidad, pero conservaba frescura en la tez, animación en las facciones y brillo en sus preciosos ojos. Con su habla castiza, la sonoridad de su voz, su gran facilidad en expresar sus pensamientos y su brillante imaginación, era un encanto oírla repetir sucesos de su vida privada y anécdotas de la Corte de Madrid." 1
Luego, cerrando el Diario, se dedicó a atender otros asuntos que demandaban su atención, relacionados con la próxima creación de la Sociedad Comercial "Rojas y Sauvalle", que estaría dedicada al ramo de Comisiones. Poco después, el 5 de octubre, quedaría establecida la firma, y once días más tarde, el 16, nacería el tercero de los hijos del matrimonio. Es un varón, y se le pone por nombre Oscar María Galo de Rojas y Cruzat.
El 20 de diciembre, el niño es llevado a la Iglesia Parroquial de "La Purísima Concepción", con objeto de recibir las aguas bautismales de manos del Párroco Juan Bautista Echániz Landa. Durante la ceremonia religiosa, a la que asiste lo más representativo de la sociedad local, se le designan como padrinos a su tíos José María Cruzat y Urbizu y Eulalia Sedano. Joaquín e Isabel están felices, y al término del Bautizo, invitan a los asistentes, a compartir con ellos su alegría, en los salones de la Quinta de su propiedad.
Con el correr de los meses, el pequeño Oscar María irá reconociendo, poco a poco, el entorno en donde se desarrollará buena parte de su infancia y juventud. La casa es enorme y transcurrirá mucho tiempo antes de que pueda recorrerla por sí solo. Su hermano Carlos María es más afortunado, pues ya suele jugar en los amplios jardines que rodean a la Quinta, y visitar solo, o en compañía de algún esclavo doméstico, las cocheras; pero para él su radio de acción se circunscribe a las proximidades del lugar en donde se halle su madre o la esclava doméstica encargada de atenderlo en ese instante. No obstante, muy pronto comenzará a observar cada detalle del mundo que le rodea con avidez, la misma que le permitirá años más tarde, desentrañar los secretos de la historia de su ciudad natal, y también de la Isla.
En mayo de 1866 emprende, junto a sus padres y hermanos, su primer viaje a La Habana, ciudad en la que Joaquín tiene numerosos familiares y amigos. La ocasión es propicia, para que el niño, que tiene ya seis meses, sea vacunado contra la fiebre amarilla y otras enfermedades por el Licenciado en Medicina y Cirugía José Pantaleón Machado, Vacunador Auxiliar de la Comisión Central de Vacunas de La Habana, quien asentó su nombre el 3 de mayo, en el Folio 25 del "Libro de Vacunados" en el barrio capitalino de Guadalupe.
A partir de su regreso a Cárdenas, que se produce a los pocos días, disfruta de una infancia feliz y confortable, en la que con el correr del tiempo, se refinan sus gustos y aficiones, y se le dota de una esmerada educación. Muy pronto, su madre quedará de nuevo encinta, y entre 1866 y 1872, dará a luz a cuatro de sus hermanos, de los que sólo sobrevivirán Alberto y Arturo, nacidos el 2 de abril de 1868 y el 10 de abril de 1872, respectivamente.
Por esta época, se retrata junto a Carlos María y Arturo Fitz Gibbon – luego periodista y Vice Cónsul de Inglaterra en Cárdenas – en el estudio de los fotógrafos cardenenses "Busto y Compañía", poco antes de ingresar en los Escolapios de Guanabacoa, prestigioso Colegio en el que ya estudiaba desde hacía varios meses su hermano mayor. Del retrato – el único que se conserva de su infancia y adolescencia – se sacaran varias copias, las cuales obsequiará a familiares y amigos.
Su ingreso en los Escolapios de Guanabacoa, estará marcado por la muerte de su madre, ocurrida inesperadamente a los treinta años de edad, el 30 de septiembre de 1874. El doloroso suceso fue aprovechado por la sociedad cardenense para testimoniar a Joaquín – él cual tendrá a partir de este momento la responsabilidad de cuidar y de educar a sus cinco hijos – el respeto y aprecio que por él sentían los cardenenses. Por eso, la ciudad toda los acompaña en las exequias fúnebres y en las honras que por el descanso del alma de Isabel se efectúan en la Iglesia Parroquial de Cárdenas el 19 de octubre de ese mismo año.
Durante su estancia en los Escolapios de Guanabacoa ampliará notablemente los conocimientos adquiridos durante sus largas estadías en la excelente biblioteca de su padre, y como parte de los estudios particulares que este le había proporcionado. Así mismo, aprenderá de los sacerdotes catalanes que dirigían el Colegio, el amor al terruño y a la Patria en que se nace, sentimiento que pondrá de manifiesto constantemente a lo largo de toda su vida.
Al concluir sus estudios secundarios ingresa en el Instituto de La Habana, ubicado desde su fundación en el antiguo Convento habanero de San Juan de Letrán. En este plantel obtiene buenos resultados académicos, los cuales le permiten recibir el Titulo de Bachiller, firmado por el Gobernador General de la Isla, el 17 de mayo de 1883. Poco antes, el 25 y el 27 de septiembre de 1882, realiza los Ejercicios de Grado y en ambos obtiene la calificación de Aprobado. En la Certificación Académica Personal del Instituto que recibe el 8 de septiembre, se hace constar, además, que había cursado y aprobado en esa institución escolar, todas las asignaturas correspondientes.
Durante el período en que cursa los estudios de Bachillerato, viaja a Cárdenas sólo en contadas ocasiones. No obstante, en 1879, se ve obligado a regresar, ante la prematura muerte de su hermana Isabel, hecho que ocurre el 1º de agosto, durante la terrible epidemia de cólera que azotó este año a la ciudad. Al retornar a la capital de Isla, unas semanas más tarde, llevará consigo un ejemplar de la hermosa postal necrológica que firmó, junto a su padre y sus hermanos, para dejar constancia del doloroso acontecimiento.
A finales de septiembre de 1882, vuelve a Cárdenas, pero esta vez el retorno tiene visos de alegría, la misma con que deposita en las manos de su padre el Título de Bachiller. Ese mismo día, promete a Joaquín proseguir sus estudios en la Universidad de La Habana.



II
Cumpliendo la promesa realizada a su padre, viaja a la capital en los meses finales de 1882, con objeto de matricular la Carrera de Notariado en la Facultad de Derecho Civil y Canónico de la Universidad de La Habana. Además, pretendiendo hacer dos carreras al mismo tiempo, obtiene también su admisión en la Facultad de Filosofía y Letras del alto centro docente.
En el verano de 1883, pasa en Cárdenas sus vacaciones, pero pronto regresa a La Habana para reanudar sus estudios. Lo representa en la inscripción del nuevo curso, su amigo Santos Villa y Giorgi; quien se convertirá pocos años después, en un conocido abogado y periodista. En este Año matricula varias asignaturas, pero a diferencia del primero, suspende la de Literatura General junto a algunos de sus condiscípulos.
Por tal motivo, redacta de mutuo acuerdo con varios de ellos, una carta al Gobernador General de la Sección de Fomento e Instrucción de la Isla de Cuba, con objeto de que se les concediera a todos una nueva oportunidad de examinarse. La respuesta del Gobernador, fechada en La Habana el 29 de septiembre de 1883, no puede ser más desalentadora, pues en ella les indica a los remitentes de la misiva que “... la calificación hecha por los jueces es decisiva y contra ella no se admite recurso de ninguna clase." 1
Al recibir la comunicación, la lee varias veces, tratando de buscar, sin hallarla, otra solución a su problema. Por eso, no tiene más alternativa que presentarse ante Joaquín y explicarle sus dificultades docentes.
Durante el encuentro, logra convencer a su padre para que lo deje continuar los estudios en España el próximo año; y poco después, viaja a los Estados Unidos de América en compañía de su hermano Alberto, Celestino Gaunaurd Bacot, Carlos Bacot Buisse y otros jóvenes cardenenses. Los viajeros llegan a Nueva York, el 15 de diciembre de 1883, según hace constar en sus pasaportes, el Vice Cónsul del Consulado General de España en esa ciudad.
Durante el viaje, que se prolonga hasta el mes de abril de 1884, visita en Broadway, Nueva York, el estudio del fotógrafo cardenense José María Mora. Allí, aprovecha la ocasión para hacerse una foto junto a Carlos Bacot y Buisse. Casi al finalizar el viaje, y luego de examinar monumentos, museos y otros sitios de interés de los Estados Unidos, realiza una excursión a las Cataratas del Niágara. El 21 de abril arriba al puerto de La Habana el barco que trae de regreso a la Isla a los excursionistas.
El 2 de junio, cumpliendo la promesa que ha hecho a su padre, solicita a G. del Valle, Rector de la Universidad de La Habana, la licencia correspondiente para continuar sus estudios en la Península. Sin embargo, no recibe la respuesta hasta el mes de diciembre de 1884, fecha en que es autorizado, para su tranquilidad y la de Joaquín, a examinar en el mes de junio de 1885, con objeto de que no perdiera en el segundo Año de la Carrera la asignatura de Derecho Romano, a cuyo examen no había podido presentarse por estar invalidada su asistencia al mismo, debido a su falta de puntualidad a clases.
Oscar aprovecha el tiempo que media entre su solicitud y la respuesta del Rector, para emprender un segundo viaje a los Estados Unidos de América en compañía de Domingo Zanetti y de otros excursionistas locales; junto a los cuales visita, entre otros sitios de interés, el Campo Indio de Saratoga Springs y el Monte Mac Gregor los días 1 y 2 de septiembre 1884.
El 12 de diciembre recibe – por fin – la Boleta de Traslación que lo autoriza, según el reglamento vigente al efecto en la Universidad habanera, a continuar sus estudios en la de Madrid. Poco después, embarca hacia España.
En el pasaporte que lleva consigo, el cual le fue expedido por José Rodríguez Maribona, Alcalde Municipal de Cárdenas, el 6 de diciembre de 1884, el funcionario hace constar que el viajero tenía una estatura regular, ojos pardos, pelo castaño, nariz regular y barba saliente, y que su número de Cédula Personal era el 547. Como carta de presentación para la sociedad madrileña de la época, porta una recomendación de su padre para Francisco Jiménez Gil, Diputado a Cortes.
Oscar arriba a Madrid y se matricula rápidamente en la Facultad de Derecho de la Universidad Central de la capital española. Muy pronto, visita a José Jiménez Gil, quien escribe el 27 de enero de 1885 a su amigo Joaquín para comunicarle que ha tenido el gusto de saludarlo en su casa, poniéndose a su entera disposición.
Entre el mes de enero de 1885 y junio de 1886, se consagra al estudio de la Carrera de Derecho y asiste regularmente, como todos los estudiantes de la época, a las representaciones teatrales y a las tertulias que tienen como centro los cafés madrileños. También, visita a menudo museos y galerías, sitios que ejercen sobre él una poderosa atracción.
En el verano de 1885 viaja a París en compañía de varios de sus condiscípulos. Durante su primera visita a la Ciudad Luz, asiste en el mes de agosto al tradicional Baile, que celebran cada año por esta época, los estudiantes del Barrio Latino en el “Jardín de París”; sitio en el que conoce a las famosas actrices y bailadoras francesas de Can Can, Grille d’egant y “La Goulne”, bailando un Vals con la primera de ellas.
Casi al finalizar el mes de agosto de 1885 regresa a España llevando consigo, como un preciado recuerdo, los retratos de ambas artistas realizados en París por el fotógrafo Bacard Fills y unas hojas recogidas por él, durante la visita que realizó al Cementerio Pére Lachase, del árbol que daba sombra a la tumba de Abelardo y Eloísa, célebres amantes franceses. Los retratos y las hojas del árbol fueron donados por él, con posterioridad, al Museo y Biblioteca de Cárdenas.
Durante su estancia en Madrid se aloja en una Casa de Huéspedes de la Calle Arenal, considerada en esta época la más bonita, elegante y ciudadana de la capital española. Desde allí remite varias cartas a familiares y amigos en las que no falta un retrato, el cual se hace tirar con este propósito, en junio de 1886, en el Estudio madrileño "Alviach". Entre las personas que reciben la fotografía, se hallan su hermano Carlos María y Virginia, su esposa; a quienes dedica la foto el 28 de junio, poco antes de encontrarse en Madrid, probablemente en ese mismo mes, con su amigo Santos Villa y Giorgi.
Como consecuencia directa de la poderosa atracción que sobre él ejercen los relatos que de sus viajes por Europa le hace Santos Villa, en las noches madrileñas de cafés y de tertulias; decide abandonar definitivamente sus estudios, e irse en su compañía y en la de P. Milles, a desandar los caminos de la Península Ibérica, Francia y Alemania. Durante la visita a estos países, recorre museos, monumentos y galerías, refinando e enriqueciendo constantemente su cultura, mediante el contacto directo con obras y objetos vinculados a la historia del arte y la cultura universal. Años después, establecido definitivamente en su ciudad natal, gustará narrar a familiares y amigos, relatos fantásticos de sus correrías y andanzas por Europa.
Entre los lugares visitados que más profunda huella dejaron en su alma culta y sensible, estuvo el Museo de Guerra y Marina de Madrid, el cual le servirá en el futuro de modelo para la institución museal que fundará en su ciudad natal.
En noviembre de 1886, regresa a Cuba y se traslada de inmediato a Cárdenas, con objeto de abrazar a su padre y a sus hermanos, los cuales se disputan las atenciones que todos le dispensan al recién llegado. A diferencia de lo que pensó durante la travesía que lo trajo de regreso a la Isla, Joaquín lo recibe con los brazos abiertos y lo emplea, en enero de 1887, como Secretario de la Compañía de Alumbrado de Gas de la ciudad.
Este empleo, perfectamente compatible con sus aspiraciones culturales y literarias, le permite disponer del tiempo necesario para iniciar uno de sus más anhelados proyectos, concebido durante su estancia en Europa: escribir una historia de Cárdenas. Para lograrlo, recopila valiosos datos sobre el devenir histórico, cultural, social y económico del territorio desde mucho antes de la fundación del poblado en 1828; al mismo tiempo que redacta citaciones, cartas, circulares y las actas de las Juntas de la directiva y de los accionistas de la Compañía.
En mayo de 1887 comienza la redacción de la obra, la cual titulará "Para los Anales y Necrología de San Juan de Dios de Cárdenas". Este libro, que irá creciendo con el tiempo hasta convertirse en tres volúmenes, los cuales continuará corrigiendo y enriqueciendo hasta poco antes de su muerte; se conserva inédito en el museo cardenense fundado por él.
Con anterioridad a esta obra, sólo habían aparecido en revistas y periódicos breves reseñas de la historia local, como es el caso de las publicadas por M.G.R. en 1842 en el “Faro Industrial de La Habana” y la reproducida en 1838 por la Real Sociedad Patriótica de La Habana. Así mismo, habrá que esperar a 1893, para que Carlos Hellberg ponga punto final a su “ Historia Estadística de Cárdenas”
En mayo de 1887, al iniciar esta obra, Oscar enuncia claramente sus propósitos al escribir:
“ ... Para la información del pasado y la anotación diaria del porvenir, hemos de ajustarnos a la más severa imparcialidad, dejando a los documentos de las oficinas y archivos, las actas de empresas y sociedades, cartas antiguas, periódicos y libros que han visto la luz pública; decir, nada hemos de agregar que sea de nuestra cosecha y así habremos cumplido nuestros propósitos (...)”.2
Para dejar sentado más adelante que
“... Las omisiones se irán salvando, con el aucilio (sic) que solicitamos de los que se tomen el trabajo de leer estos apuntes.”3
En el transcurso de 1887, se integra a la vida social y cultural de su ciudad natal, a la par que se consagra a sus actividades laborales. Por otra parte, desde los primeros meses del año 1888, trabaja arduamente junto a su padre y otros accionistas de la Compañía de Gas de Cárdenas, en la conformación de un expediente – el cual se presentará poco después al Ayuntamiento local – con objeto de que este apruebe la propuesta que hace la mencionada Compañía, de establecer una Planta Eléctrica en la ciudad.
A pesar de sus esfuerzos, el Ayuntamiento deniega la solicitud argumentando el hecho cierto, de que ya se le había concedido autorización con igual fin a otra Sociedad Anónima; la cual inaugurará el alumbrado eléctrico público en Cárdenas, por primera vez en Cuba, en septiembre de 1889.
Oscar pasa el verano de 1888 en el recientemente fundado poblado de Varadero. Allí, como parte de las distracciones que los temporadistas ponen en práctica, para paliar las aburridas y calurosas noches de verano; participa como actor en las funciones de teatro, que se celebran en el Coliseo que los veraneantes improvisan, en el espacio que separaba la casa de su familia, de la de los Bacot.
En este teatrico, puso a prueba sus dotes histriónicas, desempeñando el papel de médico en un juguete cómico – mímico, escrito por Santos Villa y estrenado la noche del 17 de agosto de 1888. Durante el espectáculo, con el cual quedó inaugurada la Temporada Teatral Veraniega del Balneario, recibe junto a su hermano Alberto y varios de los amigos de ambos, una larga ovación. La extensa función incluyó discursos, declamaciones y la actuación de coros, sopranos y barítonos.
Entusiasmado con su primer éxito sobre las tablas acepta, en el verano de 1889, el cargo de Secretario de Actas de la Comisión que se crea en Cárdenas con el propósito de dotar a Varadero – mediante suscripción popular – de un Teatro y de un Casino. Este proyecto no se concreta por falta de recursos monetarios suficientes, a pesar de las numerosa reuniones que se realizan en la ciudad y el Balneario, y de la promoción que se hace en ambos lugares de la idea.
Ese mismo año ingresa en el Club de Cárdenas y participa activamente en las frecuentes actividades que se organizan en esta Sociedad de Recreo, en la cual afianzará sus ideas separatistas; ya que sus salones fueron testigos, en la década del noventa del siglo XIX, de frecuentes reuniones conspirativas.
Joaquín lo integra al mundo de los negocios poco a poco, y a mediados de 1889, le facilita el capital necesario para que se convierta en uno de los principales accionistas de la Sociedad "Central Azucarero Algorta S.A", constituida el 10 de julio de este mismo año. Esta Sociedad, que dejará durante casi una década excelentes dividendos económicos a los Rojas y a otras familias locales, administraba los ingenios azucareros "San Nicolás de Algorta" y "Enriqueta", ubicados en el Término de Guanajayabo, hoy Máximo Gómez, en la provincia de Matanzas. En abril de 1890, figura ya como Vocal de dicha Sociedad y con posterioridad, es promovido a Miembro Suplente de la Directiva.
A la par de estos éxitos en el campo de los negocios, que nunca fueron centro de toda su atención, se vincula a lo más graneado de la sociedad matancera, habanera y cardenense que acude cada verano a Varadero, singular paraíso marino en el cual pasa, junto a su familia, buena parte del verano y hasta bien entrado el mes de septiembre de 1890.
En el Balneario, participa nuevamente – aunque esta vez como simple espectador – en las funciones teatrales y toma parte activa en las Veladas Culturales, que casi todas las noches se desarrollaban en su casa o en la de otras familias que vacacionaban en el caserío.
Durante una de estas tertulias, estrechará sus relaciones con Alicia Fernández Cazimajou, hija del eminente educador local Manuel Fernández Rubalcaba, bellísima cardenense a la que venía cortejando desde hacía algún tiempo. Poco después, los jóvenes se comprometen con la anuencia de sus padres. Desde entonces y hasta su muerte, vivió enamorado de esta mujer de hermosos ojos negros y pelo muy rubio, que fue su compañera inseparable y de la cual solía decir, que habría deseado siempre cubrirle su camino de flores.
A pesar de que apenas tiene tiempo libre, debido a sus actividades sociales y laborales, comienza a redactar en 1890 el libro "Notas biográficas para la historia de Cárdenas", otra de sus importantes contribuciones al conocimiento del devenir histórico de la localidad
Para lograr sus objetivos, contacta personalmente o escribe diariamente numerosas cartas, a personas vinculadas de algún modo a la historia, la cultura y el ámbito económico y social de Cárdenas, o a sus descendientes, con el propósito de que le faciliten sus notas biográficas y las de sus antepasados, acumulando en poco tiempo centenares de fichas con las que redactará este original diccionario.
Asimismo, indaga en documentos, libros y periódicos; realiza entrevistas y reúne todo aquello que pueda ser útil para el diccionario que prepara; en el cual incluye, además, notas relacionadas con la historia de las calles, plazas, construcciones, instituciones y sitios importantes de la ciudad. Este extenso volumen se conserva también, lamentablemente inédito, en el museo cardenense que lleva su nombre.
A principios de 1891 se fija para el mes de marzo la fecha de la boda de Oscar María con Alicia Fernández. Uno de los primeros en saberlo es su amigo, el periodista Santos Villa Giorgi, quien le escribe una simpática carta en la cual le dice jocosamente:
" Recibí (…) la noticia de tu matrimonio. Haré un esfuerzo para asistir. Al fin pasas el Rubicón de hombre libre. Gozarás felicidades, de seguro, en tu nueva época de vida, como crees ¡ porque eres de los duros en caer!. ! Y los tenaces en ceder, cedemos convencidos. Yo estoy hecho un mormón. Tengo cinco mujeres y una novia (...) ".4
El 18 de marzo, se verifica el enlace matrimonial en la Iglesia Parroquial "La Purísima Concepción" de Cárdenas, oficiado por el Cura Párroco Antonio Pacín. La ocasión es propicia, para que lo más importante de la sociedad cardenense presente a los jóvenes esposos el testimonio de su afecto. En la ceremonia actúan como padrinos su padre y María Alicia Cazimajou, madre de la novia.
De esta unión nace el 21 de junio de 1892 su primer y único hijo: Oscar María Luis de Rojas Fernández; el cual es bautizado el 21 de julio de este mismo año en la Iglesia Parroquial local; fungiendo Manuel Fernández, su abuelo materno, y María Josefa de Rojas, hermana esta última de Joaquín, como padrinos.
Por esta época, Oscar continuaba dedicado al comercio, sin abandonar sus responsabilidades como Miembro Suplente de la Directiva de la Sociedad Anónima Central Azucarero "Algorta" y como Secretario Tesorero de la Compañía de Alumbrado de Gas de Cárdenas, presididas ambas por su padre. Además, actúa como Vocal de la Junta Municipal de Cárdenas para el Año Económico 1892 – 1893, cargo para el que fue elegido mediante sorteo efectuado el 22 de agosto de 1892.
Además, se une en compañía de su padre y de sus hermanos Carlos María y Alberto, al grupo de conspiradores cardenenses que comienzan a reunirse en el Club de Cárdenas y en otros sitios similares de la ciudad, a raíz de la proclamación por José Martí del Partido Revolucionario Cubano. En este período, para evadir la vigilancia de las Autoridades Españolas, el núcleo conspirativo utiliza también para sus encuentros el Escritorio de la familia Rojas.
Sumergido en los trajines conspirativos y en sus actividades comerciales transcurren para él los años 1893 y 1894. En el primero de ellos, resulta designado Interventor de la mesa de la Oncena Sección Electoral de la ciudad para las Elecciones Generales de Diputados a Cortes que se celebran en Cárdenas el 5 de marzo.
En esta ocasión, a pesar de haber sido elegido Diputado por Cárdenas Camilo Polavieja, Capitán General de la Isla, los Autonomistas consideraron nulas las elecciones. Por tal motivo, se verificaron nuevos comicios el 2 de julio, en las cuales actuó nuevamente como Interventor de la Oncena Sección, cuya mesa electoral estaba ubicada en la Tenería "El Milagro". En esta ocasión resultó elegido Diputado a Cortes por la ciudad Arturo Amblard, Ministro de Ultramar.
Por esta época, establece relaciones de amistad con el joyero y malacólogo habanero Francisco Blanes y Palencia, radicado en Cárdenas desde 1874; quien soñaba con establecer en la ciudad un Museo de Historia Natural para exhibir sus valiosas colecciones particulares de conchas y caracoles. Esta idea fue asumida por Oscar con beneplácito, pues desde hace algunos años acaricia también la idea de dotar a su ciudad natal, de un museo similar a los que había visitado en los Estados Unidos de América y en varios países de Europa.


III
La noticia del alzamiento del 24 de febrero de 1895 estremece a Cárdenas en la tarde de ese mismo día, por lo que Oscar, su padre y sus hermanos se dan a la tarea, junto a otros patriotas locales, de convertir el núcleo conspirativo al cual pertenecen desde 1892, en Agencia del Partido Revolucionario Cubano en la ciudad; combinando las actividades de espionaje con las de apoyo logístico y de propaganda en favor de la independencia de Cuba.
A pesar de que dedica casi todo su tiempo a sus actividades comerciales y conspirativas, comienza desde los inicios de este año a buscar apoyo entre sus familiares, amigos y conocidos para fundar el Museo y la Biblioteca que Blanes y él han proyectado. Lo ayuda incondicionalmente en sus propósitos su padre, gracias a cuyas relaciones se logra que el 30 de abril de 1895, se reúnan en el Escritorio de los Rojas más de un centenar de vecinos de Cárdenas con el objetivo:
"... de unir sus esfuerzos para la realización del establecimiento de un Museo y Biblioteca Pública en esta ciudad; contando con el auxilio que voluntariamente ofrece Dn Francisco E. Blanes de donar para ese fin trescientas especies de moluscos (1000 especies) científicamente clasificados y comprometiéndose a dedicar todo su tiempo a la conservación y aumento de colecciones de Historia Natural, contando a su vez, con los afectos de conocidos naturalistas de la Isla y el extranjero con quiénes sostiene activas relaciones de amistad.".1
En la reunión, en la que actúa como Secretario de Actas, se acordó constituir una Sociedad de Contribuyentes denominada "Museo y Biblioteca de Cárdenas", cuyos miembros entregarían 50 centavos mensuales, y solicitar a la prensa, las Sociedades de Recreo y al Ayuntamiento local todo la ayuda que pudieran prestar al proyecto; ofreciendo los Salones del futuro museo a las escuelas públicas y a los colegios privados de la ciudad.
Como colofón del encuentro, se nombró una comisión integrada por los Dres. Alejandro Neyra Rangel, Fernando Méndez Capote y Francisco Barrinat, quienes debían encargarse de los trabajos preparativos y de la redacción del Reglamento de la futura institución. Al pie del "Acta Promovedora del Museo y Biblioteca Pública de Cárdenas" estamparon sus firmas los 105 vecinos presentes en la histórica reunión.
Casi dos semanas después, el 10 de mayo, Francisco Blanes aceptó por el sueldo de 30 pesos plata al mes, hacer el servicio que demandara la institución. Asimismo, con igual fecha, solicita a Oscar que fuese designado J. Duarte como su ayudante y futuro custodio del Museo y Biblioteca.
Resulta útil explicar, que aunque la mayoría de los que han escrito sobre la historia de la institución, afirman que fue Oscar quién tuvo la idea inicial de fundarla, lo cierto es que Blanes, con quien mantuvo durante décadas nuestro biografiado una sólida y provechosa amistad, juega un papel fundamental en el proceso constitutivo; ya que ambos, antes y después del estallido de la Guerra del 95, dan forma al proyecto; aúnan voluntades, buscan piezas de interés para sus respectivas colecciones particulares – que luego destinaran al Museo – y acarician la idea de dotar a Cárdenas de una institución museal y de una Biblioteca Pública de primer orden.
Sin la experiencia de Blanes, poco, estamos seguros, hubiera podido hacer Oscar, a pesar de ser el que cuenta por entonces con los recursos financieros y las relaciones sociales necesarias para llevar a feliz término la empresa. No resulta casual entonces, que cuando se realiza la reunión del 30 de abril de 1895, ambos estén unidos ya por una estrecha amistad forjada a partir de interés comunes, vinculados al coleccionismo y a la museología. Prueba de ello, resulta el hecho de que encabecen la relación de firmas del Acta Promovedora de la institución.
Más luz sobre este asunto nos la ofrece el propio Blanes, en una carta escrita desde Key West, Estados Unidos, el 8 de diciembre de 1899, al Dr. Fernando Méndez Capote, en la cual se atribuye la idea de fundar el Museo y Biblioteca al expresarle:
"... estando yo en Cárdenas, allá por el año 1894, concebí un proyecto de museo de Historia Natural que quita por completo esa especie de lobreguez y monotonía que se nota en casi todos los museos, en unos más y en otros menos, concebí una reforma tan radical especialmente en cuanto a su interior, decorado y modo de presentar los ejemplares que se puede decir que he inventado un nuevo modelo de museo, y no crea Ud. que no es costoso, pero si (sic) es agradable, instructivo, recreativo y bello[E1] "2
Nótese que se refiere sólo a un museo dedicado única y exclusivamente a la Historia Natural; esto nos hace suponer que ante la falta de recursos monetarios para llevar a feliz término su proyecto, entusiasma con sus ideas a Oscar, que sí contaba con ellos, y se suma a sus propósitos de fundar un Museo mucho más general y que contara con una Biblioteca Pública anexa. Por eso, somos de la opinión, de que cuando se realiza la citada reunión del 30 de abril de 1895, los proyectos de ambos ya se han fundido en uno sólo.
Por otra parte, hay que recordar que por entonces, aún estaba fresco en la memoria de los cardenenses el recuerdo del Museo de Historia Natural, que hacia 1847, había establecido en las inmediaciones de Cárdenas el sabio alemán Juan Cristóbal Gundlach; a quién Oscar y Blanes conocieron. Por tal motivo, de seguro les fue relativamente fácil a ambos, entusiasmar a los cardenenses con su proyecto.
Pronto, la suscripción iniciada el 30 de abril comenzó a dar sus frutos, gracias al empeño que en su convocatoria pusieron Oscar, Blanes y Joaquín de Rojas. Un mes más tarde, el 30 de mayo, se habían reunido ya 1185.50 pesos en oro, con destino al futuro Museo y Biblioteca; aportados por la contribución voluntaria de varias familias locales. Los Rojas entregaron 462 pesos oro, de ellos 53 cedidos por nuestro biografiado de su peculio personal.
El año 1895 pasa relativamente rápido para Oscar María; pues entre los trabajos preparativos para lograr la fundación de la institución con que sueña y los trajines conspirativos en los que está enfrascado, apenas tiene tiempo libre; y el poco que le queda, lo dedica a sus labores habituales como Secretario de la Compañía de Alumbrado de Gas de Cárdenas, sociedad que fue disuelta el 30 de octubre de este mismo año por acuerdo de su Junta de Accionistas.
Por este motivo, el periódico cardenense "La Crónica Liberal" publica un suelto firmado por él, mediante el cual se convocaba a una Junta extraordinaria en el mes de noviembre, la cual debía celebrarse en el Escritorio de los Rojas, para tratar todo lo relativo a la disolución de la Compañía y a la venta de sus propiedades.
Noviembre de 1895 fue un mes importante para él y para muchos patriotas locales, debido a que gracias a la labor realizada en la ciudad por Francisco Chenard, enviado a la Isla por Tomás Estrada Palma, Delegado del Partido Revolucionario Cubano, se constituye la Junta Patriótica de Cárdenas.
A partir 26 de enero de 1896, fecha en que su hermano Carlos María, secundado por varios jóvenes y un grupo de estibadores del puerto de Cárdenas, se lanza al Campo Insurrecto; su vida y la de todos los que viven junto a él y a Joaquín en la Quinta, se ve constantemente amenazada por las fuerzas españolas de la ciudad y muy especialmente por la guarnición del Fuerte que se construye a finales de este año, en uno de los extremos del Paseo de las Quintas.
Dicha guarnición, disparó en varias ocasiones sobre la residencia durante el transcurso de la Guerra del 95, a pesar de que la esposa de Carlos María, que según ellos era su principal objetivo, había sido obligada, a mediados de 1896, a salir de la ciudad por el Gobernador Militar de la Plaza de Cárdenas; por lo que residía en México con su pequeño hijo.
A pesar de estas y otras acciones de hostigamiento que se llevan a cabo contra ellos, con el objetivo de atemorizarlos, Oscar y los suyos continúan colaborando en todo cuanto pueden con el General Rojas y sus hombres, a lo largo de la Guerra del 95; en la que desempeñan todos un activo papel como miembros de la Junta Patriótica de Cárdenas y de su Servicio Secreto. Este último, había sido constituido durante el transcurso de 1896, con el objeto de obtener información táctica y militar del enemigo; la cual era llevada inmediatamente y por diversas vías, hasta el lugar donde se hallaban en ese momento las fuerzas independentistas.
Ante el incremento de las acciones bélicas en el territorio, de mutuo acuerdo con 15 vecinos de la ciudad, Oscar decide el 30 de abril de 1896, exactamente a un año de haberse redactado el Acta Promovedora del Museo y Biblioteca, suspender temporalmente los trabajos preparatorios debido al:
"... serio incremento de la guerra, por cuyo motivo se han ausentado del país muchos vecinos, de acuerdo los que suscriben, esperan que los sucesos políticos y económicos permitan continuar la obra de dotar a Cárdenas del Museo y la Biblioteca".3
Entre los que se ausentan se halla Francisco Blanes, quién se traslada a Key West, Estados Unidos, contribuyendo desde allí a la causa independentista como miembro activo de varios clubes revolucionarios. Antes de marcharse, le dejó a Oscar dos cajas con los caracoles y conchas prometidos por él al futuro Museo, pero se llevó las llaves de las mismas, haciendo el compromiso, no obstante, de no disponer de la valiosa colección.
A mediados de 1896, Oscar y muchos de los miembros de la Junta Patriótica local son delatados, como consecuencia de la visita que realizan a la ciudad el joven gimnasta Alfredo Herrera, conocido como "El Hércules Cubano", y su ayudante, el también gimnasta Alberto Escalante. Ambos, haciéndose pasar por miembros del Partido Revolucionario Cubano frecuentaron durante varios días el Club de Cárdenas, estableciendo allí contactos con los conspiradores; a quiénes convencieron de que su actuación en el Circo de Caballitos que se hallaba por entonces en la ciudad, era la manera más segura que tenían de llevar instrucciones del Comité Central Revolucionario de la Habana a los grupos conspirativos del interior de la Isla.
Alfredo Herrera había sido Oficial de los Camisetas Rojas del Cuerpo de Bomberos de La Habana y era amigo de Pepe Jerez, Julio Sanguily, Carlos María de Rojas y otros revolucionarios cardenenses y habaneros; que asistían habitualmente a la Sala de Armas "Neyra" de Cárdenas, poco antes de la guerra. Por este motivo, Oscar y otros conspiradores depositaron en ellos su confianza y les brindaron toda la información que estos les solicitaron.
Herrera y Escalante lograron desenredar fácilmente de este modo, los hilos de la conspiración local, llegando pronto a conocer la verdadera identidad de los principales implicados en las acciones de la Junta Patriótica de Cárdenas y de su Servicio Secreto. Esta información fue vendida por ellos con posterioridad a las autoridades españolas.
Nunca se pudo poner en claro cuál de los dos fue el verdadero delator, aunque muchos, atribuyeron la traición a Escalante y exculparon a Herrera, acusándolo sólo de haber cometido la imprudencia de confiar a su compañero de labor, la información secreta obtenida durante sus actuaciones en la ciudad. Sin embargo, Oscar María, a quien el historiador y periodista cardenenses Miguel Martínez Méndez escuchó comentar el suceso, estimaba culpables a los dos.
Aunque varios conspiradores locales, pudieron esquivar las acciones represivas que preparaban contra ellos las autoridades coloniales, Oscar y su hermano Arturo fueron detenidos junto a otros revolucionarios, siendo internados en la Cárcel de Cárdenas. En este sitio permanecieron prisioneros hasta finales del mes de noviembre de 1897. No obstante, siguieron desde allí con interés, las noticias que llegaban a Cárdenas acerca del comportamiento heroico que en el campo insurrecto mantenían los hombres de la Brigada "Cárdenas", al mando Carlos María; y estuvieron muy al tanto del tratamiento que las autoridades españolas dieron a su hermano Alberto, Delegado del Partido Revolucionario Cubano en Cárdenas, quien fue también delatado y encausado en 1896.
A pesar de los constantes esfuerzos que realiza Joaquín de Rojas, el cual acude una y otra vez a amigos y conocidos, para lograr a través de ellos la excarcelación de sus hijos, nada puede hacerse por ellos durante el transcurso de 1896 ni en el primer semestre de 1897.
Desesperado, contacta con su amigo José María Gálvez, abogado, político notable y Presidente del Partido Autonomista; gracias a cuyas influencias se obtiene en la segunda quincena de noviembre de 1897, la puesta en libertad de dos de los prisioneros y poco después, la amnistía de Alberto, el cual había sido condenado a muerte por el Gobierno Colonial Español.
Mientras Arturo se embarca hacia los Estados Unidos, para regresar unos meses más tarde con la Expedición del General José Lacret Morlot, que desembarcó por Banes el 10 de abril de 1898; Alberto y Oscar se reintegran de inmediato a las actividades de la Junta Patriótica de Cárdenas. Este último se dedica, además, a pulsar las cuerdas más sensibles de la sociedad cardenense; con objeto de propiciar la reanudación, en cuanto termine la guerra, del proyecto de dotar a Cárdenas del Museo y Biblioteca Pública.
Al mismo tiempo, reúne esquelas mortuorias y fotografías de vecinos prominentes, amplia su colección de monedas y adquiere revistas y libros, periódicos y cerámicas, curiosidades y reliquias históricas; algunas de las cuales, incluso, le son enviadas desde el Campo Insurrecto, como es el caso, por ejemplo, de los casquillos de balas de cañón disparados el 4 de julio de 1898 sobre el Fuerte Camacho, situado entre Matanzas y Varadero, que le son remitidos por su cuñado Manuel R. Fernández Cazimajou, Capitán y Primer Piloto Náutico del Ejército Libertador.
El 16 de diciembre de 1898, al entrar victoriosas en la ciudad las tropas de la Brigada "Cárdenas”, concluyen para él y su familia, 6 años de esfuerzos y sacrificios a favor de la Independencia de Cuba. Aunque a todos alegra el cese de la soberanía española en la Isla, un suceso luctuoso empaña la felicidad familiar: el recuerdo del joven Arturo, que había caído macheteado por el Ejército Español en el campo insurrecto, poco antes de concluir la contienda libertadora.
Aunque nada falta a la familia Rojas para sentirse orgullosos de su contribución a la libertad de Cuba, Oscar considera que lo hecho por ellos resulta aún insuficiente, por eso, reclama el concurso de todos para revitalizar los trabajos encaminados a dotar a Cárdenas de una institución, digna de la importancia que para la Isla tenía la ciudad.
Gracia a su labor y a la ayuda que le brindan amigos y familiares, se logra reunir 52 vecinos en el Escritorio de los Rojas, el 25 de diciembre de 1898, a sólo 9 días de la entrada de la Brigada "Cárdenas" a la ciudad, con el propósito de reanudar las labores suspendidas en 1896.
Luego de una amplia discusión sobre el tema, los reunidos le concedieron un voto de confianza y acordaron designarlo para que resolviera todo lo relativo a la ejecución del proyecto. Aceptada la encomienda con agrado, informó a los presentes que ya había escrito a Francisco Blanes, con objeto de que lo ayudase a hacer realidad sus propósitos.
Como resultado del encuentro, cedió al futuro Museo sus colecciones de numismática, cerámicas, curiosidades y reliquias históricas; las cuales tenía comenzadas. También, Benito J. Rodríguez Maribona ofreció la suya de monedas; Dolores Jiménez de Tellado hizo cesión de un valioso conjunto de conchas y caracoles, y el Dr. Pedro de Jongh prometió entregar su colección numismática, en cuanto se inaugurara la institución.
Al margen de las labores preparatorias, trabaja desde diciembre de 1898 como repartidor de las raciones alimenticias que destinaba la Comisión de la calle Pinillos, adscrita a la Junta Patriótica de Cárdenas, a las familias necesitadas de Varadero y del campo. Dicha Comisión – integradas por Joaquín de Rojas, Oscar L Bacot, Carlos C. J. Maden, Samuel T. Tolón y Carlos M. de Rojas – repartió en ese período a través de él, alrededor de 1952 raciones mensuales, con lo cual resultaron beneficiadas unas 267 familias. Poco tiempo después, el 1 de enero de 1899, regresa junto a su padre y a Carlos María al mundo de los negocios, a través de la Sociedad en Comandita " Rojas y Compañía".
El 17 de febrero de 1899 llega a Cárdenas, en viaje de tránsito hacia La Habana, Máximo Gómez. Entre los que lo esperan en la Estación de Ferrocarriles de San Martín- sitio en el que se congrega espontáneamente el pueblo cardenenses para recibirlo - se hallan los Rojas, en cuya Quinta de la calle Real se alojará el General mambí. Durante la corta estancia del Generalísimo en la ciudad, Oscar participa con entusiasmo, junto a su padre, su esposa y sus hermanos, en los preparativos de la visita y en las actividades que se organizan en honor del legendario héroe.
En la mañana del 20 de febrero, al despedirse Gómez en la Quinta de sus anfitriones – momentos antes de abordar el coche que lo condujo de nuevo junto a su comitiva a la Estación de San Martín – se quitó de la levita un botón, forrado con seda con los colores de la bandera cubana, y escribió sobre él a tinta sus iniciales. Luego, se lo prendió en la solapa de la blusa a Oscar Luis de Rojas Fernández diciéndole: "... Ahí tienes un recuerdo del viejo General Gómez."4
Esta reliquia fue conservada en poder de Oscar María hasta que, al producirse el 17 de junio de 1905 el fallecimiento del Generalísimo, fue donada por él al Museo y Biblioteca de Cárdenas. En la actualidad se exhibe en el Centro de Veteranos “General Máximo Gómez” de la ciudad, formando parte de las reliquias que se conservan en la habitación en la que falleció el General mambí.
No fueron estos los únicos vínculos, que durante el transcurso de 1899, mantiene la familia Rojas con el Generalísimo. Prueba de ello, es la carta que desde La Habana remite Máximo Gómez a Alicia Fernández de Rojas el 30 de diciembre de 1899, en la cual le dice:
“... Siempre he preguntado por Ud. y su digno esposo algunas veces me han contestado que ambos, incluso el hermoso Oscar, están bien. Pensaba haber tenido tiempo de volver por esa ciudad, q. (sic) tanto me agradó, pero las cosas han venido incidiéndome de tal modo que no he podido cumplir mis deseos(...)" 5
Alicia le contestó de inmediato su carta al Gómez. El 11 de enero de 1900 este le responde la misiva y le agradece el envío del cojín ”... que me regalaron a mi paso por esa culta y simpática población."6. Más adelante, al despedirse, el Generalísimo le reitera su amistad en los siguientes términos:
"... Con mis más expresivas gracias y haciendo votos por la felicidad de ustedes todos, queda siempre su amigo."
M. Gómez " 7
Estas relaciones le serán de suma utilidad a Oscar en el futuro, para pedir con insistencia al Generalísimo o a sus familiares más cercanos, reliquias históricas vinculadas a su vida y a su labor independentista con destino al Museo.
Por esta época, participa activamente como miembro de la Comisión Central creada al efecto por el Ayuntamiento de Cárdenas, en los trabajos encaminados a convertir el terreno del antiguo Cementerio local en Plaza de Occidente; con objeto de erigir en su centro un Mausoleo, que guardara los restos de los 238 patriotas caídos en la Jurisdicción durante la Guerra del 95.
Mientras sus hermanos Carlos María y Alberto se encargan de localizar y exhumar los cadáveres, para trasladarlos provisionalmente a los sótanos de la Quinta de su familia, él tendrá a su cargo la organización y dirección del Bazar, que con el propósito de recaudar fondos para las obras, se realiza en los salones del Ayuntamiento el 16 de diciembre de 1899; fecha en que se conmemoraba el primer aniversario de la entrada de las tropas de la Brigada "Cárdenas" a la ciudad.
Ocho días antes, Francisco Blanes - a instancias suyas - remite una carta al Dr. Fernando Méndez Capote, nombrado Alcalde Municipal en julio de este mismo año por Orden del Cuartel General de las Tropas norteamericanas de Ocupación de la Isla, proponiéndole la creación del Museo y Biblioteca. En la misiva, el joyero le indicaba al Dr. Méndez Capote que:
"... si el Ayuntamiento está dispuesto a emprender esta provechosa obra; yo tendré el gusto de regalar para el Museo de la ciudad de Cárdenas la rica y extensa colección de conchas terrestres y fluviales y marinas que vengo haciendo con el mejor esmero y cuidado desde el año 1877, esta colección está con todo primor y clasificada científicamente, para demostrar a dicho Ayuntamiento la gran importancia de este trabajo laborioso de largos años, puedo manifestar que en el año de 1889, presenté para una exposición una pequeña parte de ella en la feria – exposición que se celebró en la ciudad de Santa Clara, y no sólo fue celebrada por personas y periódicos, sino también fue premiada con medalla de
plata; y de su extenso contenido tomé la cantidad de 2074 cajitas de distintos tamaños, conteniendo conchas marinas y terrestres de diferentes países, estas cajitas con sus ejemplares clasificados las doné al Colegio "San Luis" de esa ciudad, y hoy mi colección es mucho mayor (...)"8
Al día siguiente, Blanes vuelve a escribir al Dr. Méndez Capote ofreciéndole también, para la proyectada institución, sus valiosas y artísticas colecciones de camafeos, trabajos en conchas de diferentes especies y en ágata; piedras preciosas y semipreciosas y monedas antiguas de bronce, plata, y cobre, algunas de ellas del Imperio Romano y con unos 2000 años de antigüedad.
En la carta, luego de explicarle que estas piezas "... podrían ser la base de una colección muy valiosa por todos los conceptos..."9; el malacólogo, en expresión de su más profundo desprendimiento, destina al laboratorio del futuro Museo, su mesa de trabajo y sus herramientas de platería, obtenidas con bastantes esfuerzos, durante más de 25 años dedicados a la joyería. "... Ellas – dice al referirse a las herramientas – serán muy provechosas para trabajar obras de arte, de taxidermia, para lo cual prometo trabajar con empeño..."10
Más adelante, y casi al finalizar la misiva, ofrece su visión acerca de la función que debe cumplir la institución que se pretende abrir en Cárdenas:
"...confío mucho en la fundación de este establecimiento que puede contribuir al decoro y prestigio y adelanto intelectual de todo el pueblo, sin distinción de clases, ni personas, y que cuando hay empeño y buena voluntad se puede hacer mucho y muy bueno, las grandes obras cuando se hacen en colectividad, son fáciles de hacer, las hormigas son muy pequeñas y de poca fuerza, pero la unión y la constancia de ellas es una virtud potente, y con la práctica de esa valiosa virtud ejecutan grandes trabajos, los hombres nunca deberían olvidar algunos ejemplos muy buenos que dan a diario tan pequeños seres." 11
El 20 de diciembre de 1899 el Ayuntamiento de Cárdenas, bajo la presidencia por sustitución de José Martínez Moreno, 3er. Teniente de Alcalde, da cuenta de las cartas de Blanes que ya hemos citado. El Consistorio acordó aceptar las proposiciones del naturalista y nombró una comisión, compuesta por el Alcalde Municipal y por los Concejales Joaquín de Rojas y Alejandro Neyra, para que atendieran todo lo relativo al establecimiento del futuro Museo y Biblioteca. La noticia alegró notablemente a Oscar; el cual tuvo motivos más que suficientes para despedir con entusiasmo, en compañía de familiares y amigos, el siglo XIX.


IV
En los primeros días de enero de 1900, Oscar comenta con frecuencia a familiares y amigos, que con las colecciones ofrecidas por Blanes al Ayuntamiento y con las de conquiología, numismática, cerámica, curiosidades y reliquias históricas que tenía ya en su poder, en cuanto el naturalista llegara a Cuba – pues aún se hallaba en los Estados Unidos de América – el Museo podría perfectamente abrir sus puertas al público.
Apenas comenzado este año recibe – el 2 de enero – otra importante donación: el primer ejemplar de Zunzún, que capturó y taxidermió en la Isla, el ornitólogo alemán Juan C. Gundlach. De esta forma Juan de Faz, a quien el sabio le entregó la pequeña ave en 1890, daba continuidad, quizás sin proponérselo, a la tradición museológica cardenense. Acompañaban a la pequeña ave 2 cartas autógrafas del científico. Poco después, se recibía también, de manos de Julio Cazimajou, un Querequeté preparado en 1890 por Gundlach en Varadero.
Los tres primeros meses de este año fueron de intensa actividad para él, ya que unas veces sólo y otras, ayudado por familiares y amigos, implora al Ayuntamiento ayuda, aúna voluntades y solicita nuevas donaciones.
Al ser aprobada definitivamente por el Consistorio local, el 10 de enero de 1900, la proposición hecha al mismo en 1899 por Francisco Blanes; Joaquín de Rojas, a instancias de su hijo, se lo hace saber de inmediato al joyero; el cual promete embarcar hacia Cárdenas en cuanto concluya los trabajos de platería que tenía pendientes. Oscar, por su parte, está desesperado, y aunque en carta fechada el 15 de febrero en Key West, el naturalista le afirma que se embarcará muy pronto, teme que algún contratiempo lo retenga por más tiempo en los Estados Unidos.
Por estos días, la renuncia del Dr. Fernando Méndez Capote, coloca al frente del Ayuntamiento de Cárdenas al General Carlos María de Rojas; el cual remueve cielo y tierra para que se cumpla el sueño de su hermano.
Por fin, el 19 de marzo de 1900, llega a la ciudad Francisco Blanes, y ese mismo día, para complacencia de Oscar y de sus colaboradores, comienza a exhibir en la Casa Consistorial sus colecciones de conchas y caracoles fluviales y marinos, camafeos y monedas antiguas, en dos salas adyacentes al Salón de Sesiones, cedidas con este propósito por el Ayuntamiento.
Así, sin pompas ni ceremonias, se hace realidad el sueño de Oscar, de Blanes, y de quienes los secundaron en los esfuerzos iniciales. Abierto el Museo, Oscar, de manera gratuita, y Blanes, devengando un modesto y casi simbólico sueldo, se consagran desde el primer momento a la conservación, catalogación, organización y enriquecimiento de sus colecciones.
Muy importante, resulta la constitución por Oscar en marzo, de la Comisión Promovedora del Museo y Biblioteca, de la cual será Secretario hasta su muerte. Dicha Comisión, integrada por 109 miembros, acuerda en este mismo año, bajo la Presidencia de Eduardo A. de Zaldo, abrir una suscripción voluntaria entre los amantes de la idea del Museo y recoger para el mismo todo aquello que pudiera resultar de interés.
Por esta época, ingresa como Socio Numerario en la Asociación de Veteranos de la Independencia de Cárdenas y poco después, en el mes de mayo, aunque su foto no aparece reproducida – la de Blanes sí – en el número especial que la revista cubana "El Fígaro" dedica a su ciudad natal, lee con entusiasmo la nota que sobre el Museo publica la misma. Al interés de esta revista por su obra, se sumará a lo largo de 1900 el de otras revistas y periódicos locales y nacionales; los cuales constantemente lo destacan como el principal promotor de la idea de establecer un Museo y Biblioteca en Cárdenas, sin demeritar los esfuerzos realizados en este sentido por Blanes.
Como resultado de las continuas donaciones que se reciben, muy pronto se comprueba que los dos locales cedidos por el Ayuntamiento a principios de año, resultan insuficientes. Por ese motivo, gestiona y obtiene de su hermano, la autorización necesaria para trasladar la institución al antiguo Cuartel de Infantería, convertido en Escuela Pública.
Enfrascado en estas labores de traslado, recibe en el mes de agosto el nombramiento de Vice - Cónsul de la República de Argentina en Cárdenas. Este cargo, que había sido ocupado en el período colonial por su hermano Carlos María, le fue reconocido por el Presidente de los Estados Unidos de América; el cual lo autorizó a ejercerlo, mientras durase la ocupación norteamericana de la Isla.
Dos años más tarde, al quedar constituida el 20 de mayo de 1902 la República de Cuba, recibe nuevamente la ratificación del Vice – Consulado. Esta responsabilidad le reporta algunos dividendos económicos hasta el 28 de enero de 1906, fecha en que resulta suprimido el cargo por el gobierno de la República Argentina.
Para satisfacción de Oscar y de la Comisión Promovedora el traslado del Museo hacia el edificio del Cuartel concluye el 22 de septiembre. Ese mismo día, recibe en calidad de depósito los Gabinetes de Física y de Historia Natural del desaparecido Colegio local "San Luis Gonzaga".
Muy importante, será la relación epistolar que establece por esta época con el Generalísimo Máximo Gómez; y aunque este no cumple su promesa de remitirle algún objeto de su uso personal para el Museo; la obtención de sus recuerdos se convierte para él en una obsesión, la cual se traduce en la valiosa colección vinculada a la figura de Gómez que atesora desde hace varias décadas la ciudad de Cárdenas.
El deseo de ver constantemente enriquecidas las colecciones de la institución que dirige, lo llevan a solicitar y obtener del Ayuntamiento local, la emisión de una circular dirigida a todos los Consistorios de la Isla, con el propósito de estimular la remisión por estos de todo cuanto tuvieran en su poder que pudiera resultar de interés para el Museo. Los resultados no se hacen esperar y nuevas piezas se incorporan a sus fondos; incrementados también por las frecuentes gestiones y donaciones que realizan los Miembros Numerarios y Corresponsales de la Comisión Promovedora.
Fiel a sus ideas independentistas y liberales, participa el 28 de diciembre en una reunión convocada por la Comisión Organizadora de la Asociación de Libres Pensadores "Antonio Maceo". En el encuentro fue elegido Vocal de la Junta Directiva de la Agrupación, la cual tenía el propósito de contribuir al desarrollo de la instrucción, sin distinción, de todas las clases sociales cardenenses.
El inicio de 1901 estará marcado por la aprobación por el Ayuntamiento de Cárdenas – luego de insistir Oscar durante varios meses en el asunto – del Presupuesto del primer Año Económico del Museo y Biblioteca. En esta ocasión, aunque la suma es exigua, alcanza al menos para pagar mensualmente el sueldo prometido por el Consistorio a Blanes y para hacer frente, más o menos, a los gastos más importantes que ocasionaba el sostenimiento de la institución.
Sin embargo, para el principal promotor de la institución, a la que dedica casi todo su tiempo, no aparece consignado ni un solo centavo; pero a él poco le importa, porque aún las rentas y alguna que otra ocupación comercial, le dan lo suficiente para mantener a su mujer e hijo.
A pesar del presupuesto aprobado, la Comisión Promovedora tendrá que seguir recurriendo a la organización de suscripciones entre sus miembros y vecinos de la ciudad, como única manera de resolver las crecientes necesidades de la institución. Bien lo sabe él, pues más de una vez tiene que recurrir a su peculio particular para sufragar los gastos de la abundante correspondencia o de los fletes de las piezas y libros remitidos al Museo.
A principios de este año, dando muestras de una intensa vida social, la cual le permite ganar constantemente soldados para su causa y adquirir nuevos donativos, ingresa en la Sociedad "Cárdenas Sport Club”, presidida por su hermano, el General Carlos María de Rojas.
Sin embargo, la actividad que más ocupa su tiempo, es la redacción de innumerables cartas que contesta con la misma rapidez con que las recibe. Se trata de un largo diálogo epistolar, interrumpido sólo por la enfermedad que provocó su muerte, y que crecerá – año tras año – en la misma medida en que implora, suplica, pide o casi mendiga, con insistencia, objetos y documentos de las más variadas características. Asimismo reclama, con igual interés libros, folletos y periódicos para el Departamento de Biblioteca.
Todo le parece poco, y allí a donde no puede llegar o en donde sus letras amables no causan el efecto deseado, se vale de sus amigos o de los de su familia y amistades, o de la influencia de los Miembros Corresponsales de la institución; con tal que se cumplan sus propósitos de hacer del Museo y Biblioteca de Cárdenas un Templo en el que se conserve lo más preciado de la naturaleza, la cultura y la historia cubana y universal.
A mediados de junio de 1901, se muestra visiblemente preocupado por el futuro de la institución, ya que el Ayuntamiento Municipal, comisiona por esta época a dos de sus Concejales, para que rindan un informe al Consistorio sobre el funcionamiento del Museo y Biblioteca en el transcurso de su primer Año Económico.
No obstante, su preocupación es infundada, puesto que, gracias a su labor y a la de Blanes, los comisionados pueden informar al Ayuntamiento, sin temor a equivocarse; que la institución constituía una gallarda prueba de todo lo que podía hacerse cuando aunadas, la inteligencia y la voluntad, se ponía al servicio de una buena causa.
Este criterio se sustentaba en el hecho de que, a poco más de sólo un año de fundado, el Museo agrupaba ya, en diferentes secciones, varios miles de piezas cubanas y extranjeras; mientras que la biblioteca contaba con un fondo bibliográfico de 3400 volúmenes, folletos y periódicos.
Alentado por los resultados obtenidos durante la inspección, concibe la idea de redactar los catálogos de las diferentes colecciones y secciones del Museo, empresa de la cual se ocupará sistemática y cotidianamente durante dos décadas. A finales de este año, escribe el primero, dedicado a la Sección de Bellas Artes, integrada por valiosas piezas de artes plásticas y decorativas, esculturas y joyas.
Dedicado a la clasificación de las distintas colecciones pasa los últimos meses de 1901, año en el que el Museo y la Biblioteca crecen, en la misma medida en que ganan los elogios de todos cuantos tienen la posibilidad de admirar sus secciones y su magnífica bibliografía cubana y universal.
Al iniciarse 1902, Oscar María asume la presidencia del Comité de Protección Permanente del Asilo Casa - Industrial de Cárdenas, fundado en transcurso del mes de enero de ese mismo año. A la mencionada institución, creada por el misionero norteamericano Elmer Hubbard con el objetivo de proteger la niñez desvalida y sin amparo filial de la ciudad y sus alrededores, dedicará - a partir de este momento y durante varios años – parte del escaso tiempo que le deja libre su labor al frente del Museo y Biblioteca y del Vice – Consulado de Argentina en Cárdenas.
En 1902 se sistematizan e incrementan las reuniones de la Comisión Promovedora, con el propósito de demandar a sus miembros una mayor actividad. En estos encuentros, cuyas actas levanta siempre cuidadosamente, en su carácter de Secretario de la Comisión; se tratan, cada vez con mayor frecuencia, temas vinculados a la vida interna del Museo y Biblioteca; se nombran nuevos Miembros Numerarios y Corresponsales; y se da lectura a la correspondencia y a la relación de donativos recibidos.
Durante el transcurso de estas sesiones, reconoce, con relativa frecuencia, que aquello que parecía en 1895 un proyecto imposible de realizar, constituía una hermosa realidad, sobre todo, a partir de momento en que el Ayuntamiento había cedido a la institución varios salones en el antiguo Cuartel de Infantería. Por otra parte, la Biblioteca continuaba creciendo, sobre todo después que se había tenido la iniciativa, a mediados de año, de enviar una circular a numerosos escritores cubanos, solicitándoles obras de su autoría para enriquecer la bibliografía nacional que atesoraba la misma.
1903 transcurre rápidamente para él, pues dedicado a dar contestación a las cartas que se acumulan sobre su escritorio y a la redacción de las que escribe por su cuenta, suma cada día decenas las cuartillas que son remitidas, con rapidez, a los más insospechados rincones de Cuba y el mundo. Además, actualiza y enriquece constantemente sus obras sobre la historia de Cárdenas y reúne cada mes, cuidadosamente, los documentos que pasarán a formar parte a partir de 1908, de los XV Tomos del " Libro de Actas y Correspondientes del Museo y Biblioteca de Cárdenas".
Los trabajos de reinstalación del Museo en el antiguo Cuartel de Infantería concluyen en el mes de septiembre y unas semanas después, el 5 de octubre de 1903, con la presencia de Tomás Estrada Palma, Presidente de la República de Cuba, y de otras personalidades, queda oficialmente establecida la institución en su nueva sede. Todos y cada uno de los distinguidos visitantes presentes en el acto de apertura, fueron atendidos personalmente por él; demostrando una vez más su entusiasmo sin límites y su profunda erudición.
A partir de este momento, cada domingo se abre al público el Museo, el cual es invadido rápidamente por numerosos cardenenses y visitantes foráneos, que no pierden la oportunidad de recorrer sus salas. De ello dará cuenta con frecuencia a los miembros de la Comisión Promovedora, a los que informa, además, haber oído de labios del Presidente de la República durante la ceremonia inaugural, frecuentes elogios a la institución y en especial, a sus fundadores y promotores.
En diciembre, considerando el alto valor pedagógico que tenía el Museo y Biblioteca para los escolares cardenenses, resulta electo miembro de la Junta Municipal de Educación, presidida por el patriota Ernesto Castro Lajonchere.
En el primer semestre de 1904, reanuda junto con Blanes, el perfeccionamiento del montaje museográfico de las colecciones en exhibición. Con objeto de aumentar las mismas, viaja a Matanzas en el mes marzo, en compañía de uno de los miembros de la Comisión Promovedora, y recoge varios objetos históricos en el Castillo de San Severino.
En abril, pretende obtener el Vice – Consulado de la República de Venezuela en Cárdenas pero, a pesar de las gestiones que realiza a su favor su amigo, el General Pedro Betancourt, el cargo le es denegado por el Cónsul General de ese país latinoamericano en Cuba, al considerar que el mismo resultaba incompatible con el de Argentina que desempeñaba desde 1900.
Con fin de ampliar la colección de fósiles del Museo visita, en el transcurso de este año, el poblado de San Diego de los Baños, en Pinar del Río. De regreso, trae 6 ejemplares fosilizados de erizos, frutos y semillas, los cuales fueron hallados por él durante la exploración que realiza de la Cueva del Indio. Estas piezas fueron examinadas y clasificadas con posterioridad, por el naturalista matancero Dr. Carlos de la Torre y Huerta.
El 21 de diciembre, luego de permanecer gratuitamente por cuatro años consecutivos al frente de la institución, el Ayuntamiento de Cárdenas acuerda, en atención a sus méritos y a los servicios que había prestado a la ciudad, concederle un nombramiento, que a la vez que se considerara un premio, le diera también injerencia en la dirección e inspección del establecimiento fundado por él.
Sin embargo, no recibe el mismo hasta el 28 de diciembre de 1904, fecha en que se decide darle el "Director y Protector del Museo y Biblioteca Pública de Cárdenas", el cual acepta en los primeros días de mes de enero de 1905; en medio de las gestiones que realiza para lograr, sin tener recursos monetarios para ello, la reparación de los locales que ocupaba la institución en el Cuartel de Infantería.
Lo ayudan en el empeño, su padre y su hermano Alberto, los cuales solicitan a F. Busquet, funcionario de la Cámara de Representantes de la República de Cuba; que solicite a ese órgano de gobierno el dinero necesario par acometer las obras.
En este período no desaprovecha oportunidad de obtener nuevos donativos. Por tal motivo, viaja a La Habana a principios del mes de marzo, para trasladarse desde allí a San Diego de los Baños, Pinar del Río, con el objetivo de recibir de manos de Valentín Ferrer, el revólver usado en 1851 por el voluntario Juan Hernández Ortega en la persecución y captura de Narciso López.
En el mes de septiembre de este año, estimulado por su hermano Carlos María, pretende obtener – sin resultados positivos - la candidatura a Consejero Provincial. El revés no le causa ninguna afectación, puesto que su máxima aspiración no está relacionada con la obtención de cargos políticos sino en lograr, como lo demuestra fehacientemente el informe que rinde el 5 de noviembre a los miembros de la Comisión Promovedora, el constante enriquecimiento del Museo y Biblioteca.
Según esta comunicación la institución exhibía al público, a finales de 1905, 2000 piezas numismáticas y e igual número de objetos de loza o de barro, para sólo citar las colecciones más numerosas. Por tal motivo, el Licenciado Ernesto Castro Lajonchere, Presidente de la Junta Municipal de Educación, le cedió un aula más, con lo cual se elevaron a 6 el número de salones que ocupaba la institución, en el antiguo Cuartel de Infantería.
A principios del mes de noviembre, enferma Joaquín de Rojas, y aunque asiste, junto a él y a sus hermanos, al mitin político y al Banquete de 80 cubiertos que se celebra en Cárdenas por estos días, con la presencia de los doctores Fernando y Domingo Méndez Capote, y los Generales Pedro Betancourt y Fernando Freyre Andrade, quienes visitan en su compañía el Museo, el desenlace – que se produce el 29 de noviembre – es fatal.
Ese día, numerosos periódicos anuncian el deceso del fundador de una estirpe de hombres útiles a la Patria. A partir de este momento recibe, junto a sus hermanos, durante los funerales y luego, en el transcurso de varias semanas, numerosos mensajes de condolencia firmados por las autoridades y por numerosas personalidades locales, provinciales y nacionales.
Aunque durante varios días los periódicos publican numerosas reseñas laudatorias de la vida de Joaquín, será él el encargado de ponerlo en el justo lugar que merecía en la historia local, al escribir:
"...Ha promovido con desinterés el progreso moral y material de Cárdenas durante los 50 años que vivió aquí sin desalentar un momento, raro caso de perseverancia sin retribución moral que sólo alcanzó después de muerto." 1
Poco días después, los hermanos Rojas, reciben una comunicación oficial del Ayuntamiento de Cárdenas mediante la cual se les hace saber que en su Sesión Ordinaria del 8 de diciembre, la Corporación Municipal había acordado testimoniarles el profundo dolor y la consternación general que la muerte de su padre había provocado en la ciudad. Al mismo tiempo, se les informaba la decisión del Consistorio de ponerle el nombre de Joaquín, a la pequeña plaza que rodeaba al Fuerte emplazado al final de la Avenida de Céspedes.
La muerte vuelve a tocar a su puerta el 24 de diciembre de 1905; pero esta vez será para llevarse a su único hijo, Oscar Luis de Rojas Fernández, de 13 años, el cual fallece durante una operación quirúrgica en la que participaron doce de los mejores cirujanos de la Isla, entre los cuales se hallaba su amigo, el Dr. Fernando Méndez Capote.

A partir de este día infausto se convierte en otro hombre. Deja de sonreír, de contar historias fabulosas acerca de sus viajes por Europa, de frecuentar los salones y las actividades sociales. Ni el amor de su mujer que adoptó la resignación como paliativo a su tristeza, y se consagró a él con más fuerza y menos vida; ni la segura permanencia a su lado en el dolor de familiares y amigos, hacen que vuelva a ser el "Don Oscar" de antes. Era preciso vivir y ser útil a la Patria y a la Familia, le decían en sus cartas los amigos más cercanos; pero cómo, se preguntaba él, que en su hijo, había depositado sus más caros anhelos y esperanzas.
Y aunque no halló un remedio efectivo para su infinita tristeza, encontró en el Museo el modo de ser útil; a pesar de que, desde la muerte de Oscar Luis, se había convertido en una mera forma vegetante, de cuyo centro se escapaba la vida al influjo de la trágica succión de una tristeza infinita, alimentada por los mensajes de condolencia que continuamente recibe y que mucho agradece.
El 9 de enero se ve obligado a asistir a la constitución del "Ateneo Rojas". Durante la reunión acepta, a regañadientes, el cargo de Vocal para el cual es electo. Con posterioridad, como consecuencia de su pésimo estado de ánimo, incumple reiteradamente con sus obligaciones en el seno de esa institución. No obstante, el 2 de junio de 1906 asiste al acto oficial de inauguración de la misma.
Poco a poco, se va sumergiendo de nuevo en sus actividades habituales. Por eso, primero con lentitud, y luego con el ritmo habitual en él, escribe durante el primer semestre de este año varias cartas a personas poseedoras de objetos y libros de interés para la institución que dirige.
El 14 de mayo ocupa el cargo de Secretario de la Comisión que tendría a su cargo la conclusión del Mausoleo de los Mártires de la Independencia de Cárdenas. Desde esta fecha y hasta 1912, trabajará arduamente para lograr su terminación. Como parte de su labor, escribe el 2 de diciembre de 1909 a José Vilalta de Saavedra, importante escultor cubano radicado en Roma; con objeto de que ejecutara el grupo escultórico que debía rematar el montículo del Mausoleo. El artista aceptó su encargo, el 20 de diciembre de ese mismo año, comprometiéndose a esculpir en mármol de Carrara, por la suma de 2350 pesos oro español, el monumento titulado " El último beso a la bandera "
En noviembre de 1911 todavía ocupan su atención asuntos relacionados con este monumento. Uno de los más preocupantes, es la demora que experimenta el envío del importe que se le adeuda a Vilalta de Saavedra. Por tal motivo, apremiado por la carta que el artista le escribe desde Roma el 26 de noviembre de este año, ocho meses después de haber embarcado el grupo escultórico hacia Cárdenas, gestiona con la Comisión Pro Mausoleo el abono de dicha suma, lo cual fue realizado de inmediato. A partir de este momento, el camino quedó libre para emprender los trabajos de colocación de la obra sobre el montículo de tierra que coronaba la cripta funeraria.
Diciembre de 1906 trae para él una terrible noticia: las tropas norteamericanas de la segunda intervención, que se alojan en Cárdenas en el mismo edificio que ocupa el Museo y Biblioteca, necesitan más espacio; por lo que en un acto de prepotencia, su jefe, el Coronel Calwin B. Cowles, informa verbalmente al Presidente del Ayuntamiento el día 20, que se hacía imprescindible desalojar la institución.
El Consistorio acordó que viajara de inmediato a La Habana en compañía de Carlos Parquet, Alcalde Municipal, para entrevistarse con Charles E. Magoon, Gobernador Provisional de la Isla. En el camino se les une el Gobernador Provincial de Matanzas, el cual asiste también al encuentro.
Magoon atendió a los comisionados con delicadeza y les prometió enviar un telegrama al General Bell, Jefe del Ejercito de Pacificación, el cual se encontraba en Santiago de Cuba, para que de mutuo acuerdo con ellos y con otros interesados en este asunto, hallara una solución favorable al conflicto.
De regreso, comprobó con satisfacción, la admiración y el respeto que sentían los cardenenses por su Museo y Biblioteca y recibió de todas partes numerosas muestras de oposición al desalojo. La prensa local se encargó también de poner la opinión pública en favor de la idea de impedir a toda costa, la acción que pretendían realizar los norteamericanos.
A pesar de las promesas de Magoon, el 29 de diciembre el General Bell ordenó al Alcalde Municipal que procediera sin dilación a desocupar los salones del Museo y Biblioteca. La despótica orden no tomó desprevenido a los miembros de la Comisión Promovedora, los cuales habían acordado, el día anterior, comenzar a dar los pasos necesarios para dotar a la institución de un edificio propio. Durante la reunión fue comisionado, para que junto a Manuel Martínez, diese forma al proyecto e iniciara una suscripción pública, con el objetivo de recaudar los fondos necesarios para acometerlo.
Por tal motivo, aprovechó la oportunidad para manifestar a los miembros de la Comisión, la enorme gratitud que hacia todos sentía por los servicios que desde 1900 venían prestando; proponiéndoles, además, ante la magnitud de la tarea que se avecinaba, que la Junta tomara el nombre de " Comité Protector del Museo y Biblioteca Pública de Cárdenas". La propuesta fue aprobada con entusiasmo y por unanimidad por todos los presentes.
El 28 de diciembre al suscribirse con 20 centenes oro, dejaba iniciada la suscripción acordada. A partir de este momento, poseído de una inimaginable actividad, escribirá cientos de cartas encaminadas a hallar en Cuba y en otras regiones del planeta respaldo a la obra descomunal que el Comité, y muy especialmente él, tenían por delante.
Muy pronto, llegan numerosas adhesiones, y antes que finalice 1906, contabiliza docenas de contribuciones monetarias, la donación por la Sociedad Anónima local “Calera Larrauri”, de toda la cal que hiciera falta para las obras constructivas y la cesión por la colonia asturiana de Cárdenas del terreno, que en la Avenida de Vives, tenía destinado a la construcción de una Capilla a la Virgen de la Covadonga, la cual se comprometió a construir el Comité, contigua al edificio del Museo y Biblioteca.

















V
A pesar del futuro incierto que se cierne, a finales de 1906, sobre la institución que dirige, Oscar continua trabajando incansablemente, en la organización de la documentación que sobre la historia de Cárdenas atesoraba la misma. Prueba de ello es la conformación, a partir del 31 de diciembre de ese año y durante el transcurso de 1907, del primer volumen de una "Iconografía de Cárdenas", obra que seguirá ampliando hasta su muerte, pues consideraba que:
"Nada debe ser más interesante para los cardenenses que ver reproducidos fotográficamente los edificios y los moradores de la ciudad, apreciar los rasgos fisonómicos de sus hombres, agrupados desde 1828, año de la fundación del pueblo – en profesionales, comerciantes, autoridades, industriales, artistas, benefactores, hijos ilustres, maestros, sacerdotes, personalidades, que nos visitaron, grupos que significan un suceso más o menos importante, pero histórico, la indumentaria usada, los usos y costumbres que se sucedan, tipos populares y diversos asuntos, por eso la dirección del Museo, abre en el Archivo, este 1er. tomo y luego los otros, para conservar en sus paginas esos retratos, esas vistas que un día sirvan par la Iconografía local (...)"1
En estos días leerá con interés en los periódicos locales, más de un articulo defendiendo, una y otra vez, la institución que dirige. Entre los defensores más apasionados, se haya su médico y amigo personal, el Dr. Luis Ros, el cual - bajo el seudónimo de "Un Cardenense Honorario" - destaca la decisión del Comité Protector de contribuir a la erección de un edificio propio para el Museo y Biblioteca, indicando: "... así es como se hace Patria, así es como contestan los pueblos viriles a los extranjeros, que creen y proclaman que los cubanos no tenemos necesidad de Museos ni Cultura para apreciarlos(...) "2
El 9 de enero de 1907, el Ayuntamiento y el Comité Protector alquilaron una casa en la calle Souberville # 216 (antiguo) entre Industria y Coronel Verdugo, con el objeto de trasladar a ella las piezas y los libros que atesoraba la institución. Otros volúmenes, documentos y objetos se almacenaron en el Cuartel de Bomberos y en la Casa de Gobierno de la ciudad. Concluido el traslado, Oscar entregó las llaves del local al Capitán de la Guardia de las Fuerzas Americanas destacadas en la Plaza de Cárdenas.
En los primeros días de abril de este año, las tropas del Ejercito de Pacificación que habían alquilado la Quinta de los Rojas para sus oficiales desde 1906, comienzan a repararla; por lo que, el día 5, Edies Hatman, Capitán del 5to. Cuerpo de Infantería, le ruega que:
"... por orden del Coronel C. D. Cowles, se sirva pasar por esta oficina "Quinta Rojas" a fin de que Ud. presencie las reparaciones que son imprescindibles en esta casa de su propiedad."3
Como resultado de la labor de la Comisión Central, creada el 24 de marzo por el Ayuntamiento de Cárdenas para trabajar en todo lo relativo a la construcción del edificio propio del Museo y Biblioteca y de la cual era Vicepresidente; se inician el lunes 15 de abril de 1907 – sin ceremonias ni actos – las labores constructivas, bajo la dirección del Maestro de Obras Silvestre Delgado.
El edificio y la Capilla Anexa se concibieron inicialmente, con un estilo árabe y a un costo de 15 500 pesos. No obstante, la práctica demostró que estos cálculos fueron muy conservadores; ya que en realidad, se invirtió en su construcción una suma mucho mayor que la proyectada. Por otra parte, la falta de un Presupuesto Municipal para las obras, hizo que las mismas se ejecutarán muy lentamente durante el transcurso de este año, a pesar de los esfuerzos que para recaudar fondos se realizan constantemente.
Ocupado en las labores constructivas Oscar María apenas tiene tiempo, en el segundo semestre de 1907 y en el primero de 1908, de escribir cartas, Certificados de Autenticidad de piezas y otros documentos similares; pero cuando lo hace, no pierde la oportunidad de dejar en ellos constancia escrita de cuanto gira alrededor de la edificación, en la cual se habían invertido 12 379.17 pesos oro español, 615.18 pesos plata y 177 pesos en calderilla, entre materiales y efectivo.
Lo anterior contrastaba, con la actitud asumida con respecto a las obras por el gobierno Interventor Norteamericano, al cual se había dirigido en 1906, pidiéndole auxilio económico; gestiones que también realizaron, sin resultados positivos, el Ayuntamiento de Cárdenas; Antonio San Miguel, Director del periódico habanero "La Lucha"; varias personalidades locales y más de mil vecinos de la ciudad, los cuales habían unido sus firmas con este propósito. Ante el prolongado silencio de Magoon, se tuvo que reiniciar la suscripción popular emprendida en 1906 y en la que habían tomado parte, hasta el mes de marzo de 1908, 348 persona e instituciones.
A pesar de su responsabilidad como principal controlador y fiscalizador de los recursos monetarios y materiales, que se reúnen para llevar el proceso constructivo, asiste, en representación del Asilo de niños Casa Industrial y del Hospital Santa Isabel de Cárdenas, a las sesiones de la Séptima Conferencia Nacional de Beneficencia y Corrección de la Isla de Cuba. El evento, que se efectúa en Cárdenas del 18 al 20 de abril de 1908, tuvo como objetivo fundamental la búsqueda de alternativas para proporcionar recursos a las familias pobres del país.
Al mes siguiente, ingresa en el Partido Conservador Nacional, el cual fue organizado en Cárdenas el 15 de junio, por una Comisión de personalidades locales, entre los cuales se hallaban su hermano Alberto y varios de sus amigos más íntimos.
El 9 de agosto, asiste a la reunión que efectúa el Comité Protector, con el propósito de elegir un nuevo presidente, debido al fallecimiento de Eduardo A. de Zaldo, el cual legó 1000 pesos al Museo y Biblioteca. Durante la sesión, presidida por Jorge B. Deschapelles, en ausencia de Septimio Sardiña, se aprobó por los 50 miembros presentes la nueva directiva compuesta por él, Septimio Sardiña, Jorge B. Deschapelles, Enrique Saéz y Bringuier como Secretario, Presidente, Vicepresidente y Tesorero, respectivamente.
El 24 de septiembre es designado miembro de la Comisión que se crea, en el seno del Comité Protector, para propiciar la acuñación de medallas conmemorativas de acontecimientos históricos locales, con destino a las Sección de Numismática del Museo; y tres meses después, el 24 de diciembre, recibe, en su carácter de Presidente del Comité de Auxilios del Asilo de niños Casa Industrial de Cárdenas, los 1000 pesos en oro español, legados a los niños pobres y desvalidos de Cárdenas por Antonio Gómez Araujo, hacendado y benefactor cardenense fallecido recientemente. Dicho Comité estaba integrado en esta época por numerosas personalidades locales, las cuales aportaban mensualmente 50 centavos plata a la institución que protegían.
El 31 de enero de 1909, informa a su hermano Alberto, elegido recientemente Alcalde Municipal, que el Museo y Biblioteca Pública a su cargo, había sido dividido por él en los siguientes Departamentos: Historia Natural, Bellas Artes, De la Historia, Cerámica, Asiático, Numismática, Armería y Curiosidades, y Biblioteca
Los meses de febrero y marzo de este año, los ocupa en preparar toda la documentación que permita aceptar definitivamente al Ayuntamiento de Cárdenas y al Comité Protector, la donación de terrenos que le hizo en 1906, la Sociedad de Beneficencia Asturiana local. Los documentos, fueron puestos el 12 de marzo a consideración del Comité; el cual autorizó al Alcalde Municipal, para que en representación del Ayuntamiento, compareciera ante un Notario Público, con objeto de legalizar el donativo.
Tres meses después, el 10 de junio, informa a los miembros del Comité que ya el Museo era propietario de los solares en los que se construía el edificio, pues el día anterior se había firmado la Escritura de Dominio del área. La noticia agradó tanto a los presentes en la reunión, que le solicitaron que la hiciera constar en el Acta de la misma, para que sirviera:
"... de estímulo a los que nos sucedan en esta Junta para continuar la obra de elevar la institución a una altura grandiosa toda vez que se deja demostrado que con perseverancia se puede alcanzar todo lo que se quiera..."4
Como parte de la sesión, anunció que había invitado a Urbano Gómez, hijo Generalísimo Máximo Gómez, a visitar la habitación en la cual había fallecido su padre; la cual estaba ya reconstruida en el sitio en el que se erigía el nuevo edificio. La invitación tenía como objetivo apremiarlo en la remisión de la cama y otros objetos que había ofrecido la familia del General mambí para completar el mobiliario del cuarto.
Poco antes, en el mes de mayo, había contribuido monetariamente a la erección en Sagua la Grande de una Estatua al notable médico cubano Joaquín Albarrán; y recibido – como resultado de las campañas que a favor del Museo realiza, apoyado por amigos y colaboradores de la institución – un modesto donativo para el edificio en construcción recogido, centavo a centavo, por 44 vecinos, empleados y dueños del ingenio "Carolina", hoy Central “Granma”, ubicado en Coliseo, Matanzas.
Luego de varios meses de intenso trabajo, en la segunda quincena de diciembre de 1909, todo se encuentra listo para que el Museo reabra sus puertas, después de permanecer cerrado al público durante tres años, en sus salones del antiguo Cuartel de Infantería; los cuales le habían sido devueltos a la institución por el Ayuntamiento, al producirse el cese de la segunda intervención norteamericana de la Isla.
Por tal motivo, el periódico cardenense "Patria" publicó en su edición del 21 de diciembre, bajo su firma, un anuncio en el que se hacía saber a los cardenenses; que de acuerdo con el Alcalde Municipal, la institución atendería al público a partir del 26, todos los domingos, de 12 a 4 de la tarde. De lo anterior, se hizo también eco el periódico cardenense "El Popular"; el cual, en su edición del 23 de este mismo mes, invitó a los cardenenses a visitar la institución y auguró que los visitantes:
" ... unos y otros, todos en el parecer unánime, reconocerán la gran obra patriótica que en beneficio y para galardón de Cárdenas ha llevado a cabo la constancia ejemplarísima y el raro civismo del Señor Oscar de Rojas, cuya modestia de seguro que hallará en la sola realización de su proyecto, la debida satisfacción a sus empeños; pero que reclama en justicia para su obra, en esta la de hora de la aproximación del triunfo. ¡ Ya advertido, al fin! el homenaje admiración de los cardenenses y el aplauso, que gustosos le tributamos.
(...)
Compensará en nuestro estimado amigo ampliamente ese tributo de sus conciudadanos los ratos amargos que ha sufrido en el tiempo que ha llevado a cuestas la cruz que hoy planta radiosa en la cima del ideal satisfecho, para honor de todos y para confusión vergonzosa de los que recibían con desdén y hasta con risa y burla lo que ahora han venido a comprender una vez realizado.
Honor a quién honor se debe (...) 5
En los primeros días de 1910 establece comunicación epistolar con los 88 Miembros - Fundadores, los 16 Numerarios y los 24 Corresponsales del Comité Protector, con objeto de invitarlos a que trabajaran en la búsqueda y obtención de nuevas piezas y libros para la institución. Fruto de esta labor son los continuos donativos que se reciben en el primer semestre de este año.
El 28 de enero el Comité Protector acordó enviar una felicitación al notable naturalista Dr. Carlos de la Torre y Huerta, por haber descubierto en la Sierra cubana de Jatibonico restos fósiles del Perezoso Cubano (Megalocnus Rodens), acontecimiento científico que demostró la naturaleza continental de Cuba a principios de la Era Cuaternaria.
Oscar remitió de inmediato la felicitación al sabio, el cual le contestó su misiva, el día 31, llamándolo discípulo y amigo, y le manifestó que
"... de todas las felicitaciones que, con motivo de mis recientes hallazgos he recibido, ninguna creo más sincera y espontánea que la que, por tan grato conducto, ha tenido a bien enviarme esa benemérita institución que, por iniciativa privada, ha sabido mantener vivo el fuego sagrado de la Ciencias y de las Letras en medio de las candentes pasiones política que nos devoran y ahogan los más nobles empeños. Y ya que ha sido Ud. el vocero y seguramente el más entusiasta de los miembros del "Comité", sírvase comunicar a sus dignísimos compañeros, la expresión de mi más profunda gratitud por la alta distinción de que he sido objeto(...)".6
El 21 de febrero, renuncia Septimio Sardiña a su cargo de Presidente del Comité Protector y se nombra en su lugar al Dr. Daniel Gutiérrez Quirós. Este último, en compañía de Oscar, de Manuel Martínez y del Dr. Enrique Saéz, recibió el 2 de marzo, a la entrada de la institución, a José Miguel Gómez, Presidente de la República de Cuba y a sus acompañantes; y los acompañó durante el recorrido que realizaron por las diferentes Secciones del Museo. Poco antes, Oscar había participado en el recibimiento que se le tributó al mandatario en la Estación de Ferrocarriles de Cárdenas y en el almuerzo que su hermano Alberto, Alcalde Municipal, le ofreció en la Casa Consistorial de la ciudad.
A finales de marzo, viaja a Madruga y recibe, el 30, para la Sección de Numismática una de las medallas utilizadas por los regidores de ese Ayuntamiento habanero. Durante su estancia en el poblado se hospeda en el hotel San Carlos, propiedad de Manuel Arango.
Muy importante para la labor futura de ambos instituciones, resulta la visita que Francisco Comas Bolfa, entusiasta miembro del Comité Protector, realiza el 6 de abril de 1910 al museo Bacardí de Santiago de Cuba. De regreso a Cárdenas, Comas Bolfa se encargará de ponerlo en contacto con José Boffil, Director de la mencionada institución santiaguera.
Durante el transcurso de los meses de mayo a julio de este año; atiende la vida interna del museo y escribe una abundante correspondencia encaminada a obtener nuevas donaciones. Además, extiende el 1 de mayo, el nombramiento de Miembro - Corresponsal del Museo y Biblioteca de Cárdenas en Santiago de Cuba al Director del Museo Bacardí; escribe los catálogos de diferentes secciones y colecciones de la institución, y reanuda la publicación en el periódico cardenense “ El Popular “, de las listas de donativos recibidos para la Biblioteca.
En noviembre, autoriza a Francisco Blanes a viajar a Santiago de Cuba, con motivo de la Convención de Iglesias Protestantes que se efectúa en este mismo mes esa ciudad oriental. Aprovechando su estancia en Santiago, Blanes recorre las salas del Museo Bacardí "... haciendo derroche - al decir del periódico santiaguero "El Cubano Libre"- de sus conocimientos prácticos y científicos."7
Durante la visita, el naturalista clasificó varios ejemplares de conchas y caracoles colectados por el Director del Bacardí, en sus excursiones por el Níspero y otros sitios del litoral santiaguero; adicionándoles, como parte del proceso de clasificación, al nombre científico de los mismos, su apellido y el de Bofill.
Como parte de su metódica labor de promoción de la obra del Museo y de sus colecciones, Oscar María escribe y publica en 1910 un Catálogo de la Sección de Historia Nacional, del cual, que sepamos, no se conserva ningún ejemplar. El folleto fue remitido gratuitamente por él a 98 personas e instituciones cubanas y extranjeras. Con motivo de esta publicación recibe, en febrero de 1911, la felicitación del Secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes de la República de Cuba.
El Catálogo contenía una relación numerada de los objetos relativos a la Historia de la Isla, y estaba dividido en tres grupos formado por: 196 piezas de la dominación española en Cuba; 307 piezas relacionadas con la labor revolucionaria cubana, las Guerras Separatistas, la Primera Intervención norteamericana y el período de Constitución de la República de Cuba; y 91 piezas que recordaban las personalidades que se habían distinguido en Cuba en las Ciencias, las Letras y las Bellas Artes.
Entre las instituciones a las cuales remite el folleto, se encontraba la Unión Panamericana Internacional de las Repúblicas de América. Francisco J. Yanez, Subdirector de la misma, le agradeció el envío el 12 de febrero de 1912, a nombre de John Barreff, Director de esa institución. Según esta carta, el Catálogo fue colocado en la Sección Cubana de la Biblioteca de la mencionada Unión. También lo remitió, el 28 de diciembre de 1912, a José Villegas, Director del Museo del Prado de Madrid, a cambio del "Catalogue des Tableux du Musíe del Prado" de Pedro Madrazo.
El 28 de diciembre de 1910, tiene a su cargo la responsabilidad de informar a los miembros del Comité Protector, reunidos al efecto, los detalles de la muerte del Dr. Daniel Gutiérrez Quirós. Para sustituirlo en el cargo se nombró al Dr. José María Verdeja y Martínez.
El 17 de enero de 1911, recibe en el Museo, con motivo de la instalación en la ciudad de la Logia Cárdenas, la visita de Aurelio Miranda, Gran Maestro de la Gran Logia de Cuba, y de un numeroso grupo de masones. Poco después, la revista “La Gran Logia” dedica un elogioso artículo a la institución y a la labor de su Director; lamentándose de lo poco conocida que eran ambas para los cubanos.
El 19 de abril, coloca en la Biblioteca del Museo – en presencia de los empleados de la institución – un Retrato en cromo del Libertador Simón Bolívar “... en señal de profundo respeto a la memoria del que dió su nombre a la primera conspiración cubana". 8
Como parte de la labor de catalogación que realiza este año, escribe en julio con el título de "Camafeos", un trabajo sobre esta colección, en el que incluye una reseña histórica de la misma, así como el listado de las piezas que la conformaban indicando sus donantes.
Agosto de 1911 resulta propicio para la publicidad que se trata de hacer al Museo, pues mientras F. M. Verdugo, profesor del Colegio "Perseverancia", del que fuera discípulo su hijo, le escribe el 26 desde La Habana, para solicitarle datos sobre la institución con objeto de escribir una crónica; la revista habanera "El Fígaro" publica el día 27,en su número 35, año 27, un artículo de tres páginas firmado por Carlos de Velazco Pérez, titulado "El "Museo de Cárdenas" e ilustrado por Charles Leutold, fotógrafo suizo radicado en Cárdenas.
Entre el 21 de septiembre y el 20 de octubre, Alicia Fernández de Rojas, siguiendo la tradición de los Rojas de entregar todo cuanto puede ser útil a la institución, dona a la misma, para complacencia de su esposo, su colección de sellos, compuesta de mil ejemplares, pegados en hojas de cartulina y organizados por estados y países.
El 2 de enero de 1912, el periódico "El Pueblo" de Ciego de Avila, publica una "Carta – Abierta" del Miembro Corresponsal de la institución en esa ciudad; el cual acusa recibo del "Catálogo de la Sección de Historia" del Museo, anotando con relación al autor del folleto: "Los hombres que como el señor Rojas y Cruzat en Cárdenas, dedican sus actividades a obra tan meritoria, merecen plácemes y el agradecimiento de sus conciudadanos".9
El 1º de febrero, realizando un acto de justicia con el infatigable científico y taxidermista Francisco Blanes, que desde su puesto, brinda calladamente todo su apoyo a la institución que dirige; ruega a su hermano Alberto, Alcalde Municipal de Cárdenas, que le aumente su salario mensual en el Presupuesto del nuevo Año Económico 1912 – 1913, "…por considerarlo equitativo y por virtud de los servicios que viene prestando a la institución"10. El Ayuntamiento acordó que no se podía acceder al aumento de sueldo solicitado. Lo anterior le fue comunicado por Francisco Lanier, Presidente del Consistorio local, en carta fechada el 15 de febrero.
De singular importancia para la historia del Museo y Biblioteca resulta la visita que realiza al mismo en la mañana del 22 de febrero, como parte de su estancia en la Cárdenas, el famoso ajedrecista cubano José Raúl Capablanca. Según una nota publicada con igual fecha en el diario cardenense "El Popular", Oscar le sirvió de Cicerone y tuvo el gusto de oír de sus labios, numerosos elogios para su obra.
Dos días más tarde, toma una decisión imperdonable: destruir el Libro – Copiador de las cartas que remitió entre 1899 y 1912, a 220 cubanos o extranjeros, a quienes pidió su concurso para la creación, sostenimiento y aumento del Museo, incluyendo El Departamento de Biblioteca.
"Al destruir el libro copiador de las cartas – escribirá en el Tomo IV del "Libro de Actas y Correspondencia del Museo y Biblioteca de Cárdenas" – por considerar inútil su conservación, he sacado la relación de personas a quienes se le han dirigido con objeto de que conste la difusión que se le ha dado a la idea de fundar el museo"11
Esta decisión explica quizás, el hecho de que se conozcan y conserven apenas una docena de cartas escritas por él en este período, mientras que por el contrario, la correspondencia que recibió entre 1895 y 1921, se halla completa y organizada por él en el Museo local que lleva su nombre.



VI
En marzo de 1912, Oscar María viaja en compañía de su esposa a Camagüey y a la región oriental del país, en un periplo rápido que lo lleva hasta Santiago de Cuba. Allí, lo recibe José Boffil, Director del Museo Bacardí, el cual le reprocha en carta fechada el 2 de abril, la rapidez de su viaje:
"… me dejó, como dicen, con la miel en los labios – le escribe Boffil – tenía el propósito de llevarlo a Puerto de Boniatos, Morro, Minas de Juraguá… pero la traidora agua del cielo y del acueducto tienen la culpa."1
Al regresar a Cárdenas trajo consigo, un interesante conjunto de objetos para el Museo, los cuales le fueron donados a la institución por veteranos de las Guerras de Independencia y vecinos de los sitios visitados.
Con el objetivo de completar el riguroso orden científico que seguían las colecciones de Ciencias del Museo, el 7 de abril visita la institución el eminente naturalista Dr. Carlos de la Torre y Huerta, a quien sometió:
"…ciertos puntos oscuros para nosotros, relativos a clasificación y orden de colocación de las secciones y ejemplares de Historia Natural en el nuevo edificio en el que han de quedar definitivamente instaladas. Aclaró de manera que no deja duda la necesidad de colocar los animales disecados en la posición que le son naturales para preservarlos y hacerlos duraderos".2
Diez días después, se persona en el Museo Antropológico de la Universidad de La Habana con objeto de intercambiar con el Dr. Luis Montané, su fundador, un cráneo típico asiático por otras piezas para el Museo; y poco después, colabora con Miguel Antonio Alcovery, Director del Archivo Nacional de Cuba, en la preparación del libro "Monumentos de Cuba"; enviándole desde Cárdenas la información y las fotografías de varios monumentos locales así como, de Francisco Llaca y Otero y de otros benefactores de la ciudad. Estas últimas debían ilustrar el artículo, que sobre los principales benefactores cubanos, Alcovery pensaba publicar en el Boletín del Archivo Nacional.
Colabora también en este mes con el político Alfredo González Bernard, en la elaboración de un proyecto de Ley a través del cual se pedía a la Cámara de Representantes de la República un crédito suficiente para terminar el edificio en construcción del Museo y Biblioteca. Pública de Cárdenas. El proyecto, que no prosperó,
fue publicado en los periódicos "La Discusión" de La Habana y “El Popular” de Cárdenas, los días 21 y 22 de abril.
El 19 de mayo, al cumplirse el 62 aniversario de la invasión del General Narciso López a Cárdenas, asiste a la reunión que se efectúa en la ciudad con objeto de constituir una Comisión para erigirle un monumento al General venezolano. Durante el encuentro, que se efectuó en su casa de la calle Industria # 40, se le nombró Secretario de la Comisión Gestora de la iniciativa, la cual no llegó a concretarse.
En julio contacta con las redacciones de varios periódicos cubanos, con objeto de adquirir colecciones y suscripciones gratuitas de los mismos para la Biblioteca del Museo. Sus gestiones dan los resultados esperados, pues muy pronto, "La Correspondencia" de Cienfuegos, "El Republicano Conservador" de Matanzas, "La Lucha" de La Habana y otros diarios comienzan a enviar gratuitamente sus ejemplares a la institución.
Durante el transcurso de este año, reanuda la confección de catálogos de colecciones e índices de atados de documentos del Archivo del Museo. Entre ellos se destaca, por su calidad y utilidad, el de la Colección de vistas y retratos de Cárdenas, la ciudad, sus alrededores, sus edificios públicos, establecimientos, escenas y recuerdos de sucesos, sus hombres, autoridades, etc.; que conformaban el núcleo inicial de su ya citada obra inédita "Iconografía de Cárdenas"; la cual agrupa en V tomos, con notas aclaratorias de su puño y letra, varios cientos de valiosas fotografías locales.
Continuando con esta labor, conforma en el mes de diciembre de 1912 el "Catálogo de la Galería Universal de Retratos de Hombres Célebres del Mundo", iniciada por él, y que reunía 195 fotografías; entre ellas, 5 retratos de fenómenos físicos (gigantes, enanos, mujeres con barba, etc. ), y el de la Colección de Minerales, compuesta de 1370 ejemplares cubanos y extranjeros. Este último, estaba precedido de una introducción que indicaba, que dicha colección se inició en 1900 al establecerse la institución en el antiguo Cuartel de Infantería.
El 31 de diciembre asiste a la última reunión de este año del Comité Protector y explica a los miembros presentes, que los progresos obtenidos en las obras constructivas durante el transcurso de 1912, se debían sólo a la generosidad de los amigos de la institución.
Así mismo, informó que la sección de Numismática había experimentado un crecimiento notable durante el año que finalizaba, pues contaba ya con 4020 piezas diversas de distintos metales y países; y que la Biblioteca, también había incrementado sus fondos a 12 066 volúmenes, pero por no estar abierta prestaba todavía "... muy pocos auxilios al vecindario"3. Seguidamente dio a conocer que hasta este mes y año se habían:
"... recaudado e invertido en el edificio en construcción $ 20.153.55 centavos oro español, incluyendo la cantidad de $ 6 000 en que se valoró el terreno cedido por la Sociedad de Beneficencia Asturiana de Cárdenas y el legado de $1 000.00 del Sr. Eduardo A. de Zaldo Q.E.P.D. de manera (sic) sea que este vecindario ha contribuido con $13. 643.35 a la obra en los seis años que llevamos de trabajo por lo que podemos manifestar con orgullo que el edificio la había hecho el pueblo por suscripción voluntaria, lo que da una alta idea del altruismo y cultura de esta sociedad que eleva por si propia, el primer templo, que en el territorio nacional se ha hecho, para las ciencias y las artes." 4
De vital importancia para comprender la evolución de su pensamiento museológico y de sus criterios de selección de las piezas a exhibir en el Museo, son las consideraciones que hace al rechazar un cuadro – de pésima factura y peor gusto artístico– donado a la institución, entre el 29 de octubre y el 31 de diciembre de 1912, por su autor, el joven cardenense Agustín Rosell.
Al explicar las razones que lo motivaron a rechazar la obra, escribió lo siguiente:
"... debemos dejar consignado que otros espíritus artísticos impulsados por el deseo de enriquecer la Sala de Arte del Museo han traído obras mal ejecutadas (arte pictórico y escultural), poniendo a la institución en el desagradable trance de tener que rechazarlas, nublando esperanzas y matando iniciativas inspiradas en las mejores intenciones. Estas cosas son el resultado del efecto que produce en los jóvenes del pueblo la vista de las pocas obras de arte que exhibimos en la Galería respectiva del Museo lo que demuestra la utilidad de estas exhibiciones que inspiran siempre el deseo de estudiar para poder ejecutar, despiertan el sentimiento de lo bello y predisponen el alma para la realización de buenas obras, abriendo la inteligencia al cultivo de las artes y colocando al hombre en el camino de la cultura universal elevando su nivel moral." 5
En enero de 1913 Oscar María establece relaciones con la Dirección del Museo Nacional que se proyectaba inaugurar en La Habana. Por tal motivo, el 14 de enero, le es remitido por Emilio Heredia, su Comisionado, el Plan General de la institución, que había sido aprobado por el Secretario de Instrucción Pública de la Isla.
Ante la inminencia del establecimiento de esa institución, aclara, en el Tomo V del "Libro de Actas y Correspondencia del Museo y Biblioteca de Cárdenas" que "... la fundación del Museo Nacional de La Habana no implica absorción de los otros Museos
que existen en el país"6. Además, consigna en el volumen que el Museo que él dirige
le “... ha ofrecido por medio de su dirección su modesto concurso(...)"7
Por su parte, Emilio Heredia al contestarle el 22 de enero la carta que le había enviado ofreciéndole su colaboración, reconoce el valor de la obra realizada por él y sus colaboradores, al expresarle:
"Los cardenenses se han adelantado a todos los cubanos en una (...) demostración de progreso y de amor a Cuba y deben ellos y usted también, Sr. Rojas recojer (sic) el justo aplauso de sus compatriotas nunca como secundarios y sí como pioneros 8
Para agregar más adelante:
" ... deseo su ayuda material, con duplicados o con cualquier otra forma, tenga la certesa (sic) de que al pedir en lo adelante pediré para Ud. también (...) Créame su admirador sincero (...)” 9
A diferencia de Oscar, José Bofill se muestra intranquilo ante la confirmación de la noticia de que en breve sería inaugurado el Museo Nacional; por tal motivo el 27 de marzo le escribe una carta fechada en Santiago de Cuba, en la cual le recomienda, luego de agradecerle el envío que le ha hecho Blanes de una caja de caracoles, que”... debemos estar muy unidos al frente del pulpo del Museo Nacional que lo quiere todo"10
Más adelante, le ruega que le cuente:
“... algo de su museo, sus adelantos, nuevas adquisiciones, en este año hemos aumentado de una manera asombrosa Bacardí trajo de Egipto una colección valiosa, tenemos momia - ¡ por fin el Ayunta (Ayuntamiento) se ocupa de un nuevo local!” 11
De la preocupación de Bofill se hace eco también el Comité Protector, por lo que el 30 de marzo, luego de informar a sus miembros que se continuaba lentamente el traslado de las secciones de Historia Nacional y Natural del Cuartel de Infantería al nuevo edificio; se vio precisado a asegurarles:
"... la fundación de aquella institución en nada merma o disminuye la importancia del museo de Cárdenas, que desde luego se levanta un contrincante gigante pa (sic) el porvenir, pero que el campo de lucha está abierto y que con armas nobles puede lucharse y se luchará; no en vano llevamos doce años de trabajos, lo hecho, hecho está, la labor que tiene que hacer el Museo Nacional es ímproba y Santiago de Cuba y Cárdenas intervendrán en ella como aliados o como competidores – nunca como enemigos, pues estas instituciones son hermanas, quieren lo mismo, aman la patria y la quieren culta no pueden ni deben estorbarse en sus trabajos de engrandecimiento respectivo.” 12
Prueba de lo anterior, resultaba el hecho de que durante la visita que realizó este año al Museo Nacional, su Director le entregó para el de Cárdenas; la quilla del bote en que cruzó Maceo, por la bahía del Mariel, la célebre Trocha española. Dicho bote se conservaba en esta época en la institución capitalina.
La necesidad de terminar las obras constructivas, hace que en febrero se emprenda una nueva suscripción, que dió como resultado la obtención de 35 pesos con 95 centavos. Oscar María encabeza la lista de los 61 contribuyentes.
En la primera quincena de abril, viaja a La Habana. Al retornar a Cárdenas el 18, se encuentra en la Estación de Ferrocarriles de la capital del país con un periodista del Diario "La Discusión"; a quien comenta los esfuerzos que realiza, para presentar en breve al público, las diferentes secciones del Museo y Biblioteca Pública de Cárdenas en su nuevo edificio.
La noticia despierta el interés del reportero, el cual publica al día siguiente un suelto titulado "El Museo de Cárdenas", en el que se destaca su labor en los últimos doce años para dotar a la institución de edificio propio; lamentándose el periodista de que aún no lo auxiliaban todos aquellos que estaban en la obligación de hacerlo, afirmando que
"... contribuir a la obra de Rojas enriqueciendo su Museo, es premiar la constancia y paciencia de un hombre que queriendo mucho a Cárdenas, ha tratado de legar una obra que perpetúe su memoria.” 13
Durante los meses de abril y mayo, auxiliado por Francisco Blanes, redacta el Catálogo de la Sección Malacológica del Museo y una reseña histórica de la colección; compuesta por 12563 ejemplares tasados en 12563 pesos. La colección, iniciada por el naturalista en la década del noventa del siglo XIX, fue enriquecida con posterioridad por valiosos donativos de coleccionistas, corresponsales y amigos de la institución.
El 30 de mayo de 1913, recibe junto al Museo un duro golpe, debido a que en esta fecha presenta Blanes, por razones de salud, la renuncia a su cargo. El reconocimiento oficial a la obra del sabio, se limitó al documento que se le extiende, con autorización del Alcalde Municipal Carlos Parquet, certificando que:
“ ... desde el 19 de marzo de 1900 hasta el 31 de mayo de 1913, ha prestado su concurso al Museo desempeñando con verdadera eficacia y honorabilidad el cargo de encargado conservador del Museo, contribuyendo, además, al adelanto de la institución con trabajos de taxidermia y de artes, por lo que la dirección que suscribe, tiene el gusto de consignarlo para que sirva de satisfacción al Sr. Francisco E. Blanes en todo tiempo y lugar".14
Poco después, el Alcalde Municipal de Cárdenas, le propone a Oscar que se haga cargo:
"... provisionalmente, de cubrir aquella vacante que desempeñará con percibo de haber correspondiente; y sin perder por tales circunstancias su condición de Director de dicho Departamento" 15
El 5 de julio, informa al Comité Protector la renuncia de Blanes, destacando que su decisión significaba:
"... una gran pérdida para la institución, pues el Sr. Blanes se excedía en el cumplimiento de los deberes que tenía – que además de la inteligente labor que desplegó en los trece años de concurso a esta obra, había demostrado verdadera competencia en la preparación de ejemplares de historia natural, distinguiéndose muy especialmente en la disecación (sic) de quelonios, crustáceos, peces y mamíferos – deja ahí en el Salón de referencia, buenas pruebas de su inteligencia y arte, para largos años".16
Seguidamente, manifestó que nadie más que él, podía apreciar el valor de la pérdida que representaba para el Museo y Biblioteca el retiro voluntario del malacólogo, conservador y taxidermista afirmando más adelante que:
"...no se equivocó quién desde 1895, antes de la Guerra de Independencia escojió (sic) a Blanes para esta obra grande de dotar a Cárdenas de un Museo y Biblioteca; hace más de un año que el Sr. Blanes quería retirarse a virtud de cierto mal que sufría su salud – no obstante él ha ofrecido no olvidar a esta institución y ayudarla desde donde quiera que la suerte lo lleve – se retira de nuestro lado pobre y enfermo".17
Además, propuso a la Junta, que se le designara Miembro de Mérito del Comité Protector, nombramiento que fue aprobado por unanimidad en atención a “... los grandes y señalados servicios " 18 que había prestado a la institución; y dio a conocer que había puesto el nombre del naturalista a la colección Malacológica del Museo.
Con anterioridad a esta reunión, había sido elegido el 21 de junio a propuesta del Ateneo y Círculo de La Habana, representante en Cárdenas del Comité Ejecutivo del homenaje nacional que se le tributaría a Rafael Montoro, notable abogado y orador autonomista cubano. La institución habanera había tenido en cuenta al designarlo, su alto prestigio y las influencias sociales de que disfrutaba en su ciudad natal y en otras poblaciones de la Isla.
El 14 de noviembre de 1913 Carlos Parquet, Alcalde de Cárdenas, eleva a la Cámara Municipal un mensaje especial en el cual solicitaba la refundición en uno solo de los cargos de Director y de Encargado del Museo y Biblioteca. El Consistorio aprobó en la sesión de este mismo día, la fusión, asignándosele un sueldo de 1200 pesos anuales, en moneda americana. Así se lo hace saber el Alcalde el 3 de diciembre este año.
Al día siguiente, al agradecer el nombramiento manifiesta que tenía:
" ... verdadero gusto en hacerle saber la satisfacción que me produce, por cuanto, a la par, que eso me permite continuar, indefinidamente, al frente de la institución de mis amores, asegura la estabilidad de mi vida económica". 19
Sin embargo, hasta el 1 de julio de 1914 no ocupa oficialmente este cargo, según consta en su Expediente Personal de Trabajo; devengando un salario mensual de 76 pesos con 80 centavos.
Desde los primeros días de 1914 mantiene una fluida correspondencia con Vicente Font, Miembro Corresponsal del Museo en La Habana, el cual intenta por todos los medios a su alcance que Urbano Gómez Toro, hijo del Generalísimo Máximo Gómez, cumpla su promesa de entregar a la institución cardenense los muebles de la habitación en donde falleciera su padre.
Gracias a esta labor 16 de febrero, cuando se reúnen en el edificio propio del Museo y Biblioteca los miembros del Comité Protector, bajo la presidencia del Dr. José María Verdeja y Martínez, puede conducirlos hasta:
"... la puerta que da acceso a la habitación en que falleció el Gral. Máximo Gómez y Báez, mostrando los muebles que ya están colocados dentro y que son los mismos y únicos que había en esa pieza cuando ocurrió su muerte, el día 17 de junio de 1905 ~ consistente en la cama de hierro, de columnas cortas, de bastidor de alambre, su escaparate, su mesa de noche y silla de noche con su vasija de loza para uso privado dentro, esta, de pino pintado de oscuro – el escaparate – armario o guardarropa – es de madera de pino enchapado de roble, color amarillo y la mesa de noche, de madera dura estilo francés con los mármoles color cenizo..."20
Como parte de la visita informó a los presentes, que los muebles habían sido recibidos por ferrocarril, embalados en tres cajas, el 7 de febrero. Lo anterior se hizo constar en el Acta Notarial levantada al efecto por Domingo Pérez Manso, ante el Alcalde Municipal.
Además, reconoció que tanto la habitación como los muebles, eran conservados por el Museo y la ciudad de Cárdenas gracias a:

"... las generosas, patrióticas y desinteresadas gestiones de los hijos de este pueblo Benito Lagueruela y Rubio y Vicente Font y Amador, en cuyo honor y homenage (sic) a la verdad histórica había encargado construir una lápida de mármol en la que constase para siempre lo que se deja escrito" 21


















VII
En febrero de 1914, Oscar María dona 100 pesos de su peculio particular, con el objetivo de sumarlos al dinero reunido por el Consejo Provincial de Matanzas, el Ayuntamiento de Cárdenas y el Comité Protector; para adquirir, con destino a la Sección de Numismática de la institución, parte de la valiosa colección de monedas antiguas y modernas del coleccionista Juan Martínez y Pérez, fallecido en este mismo mes y año.
El domingo 13 de abril, su edición de la mañana, el periódico habanero "Cuba", publicó el artículo titulado "Desde Cárdenas visitando el museo", escrito por José María Villaverde, Presidente de la Empresa de ese Diario. En su artículo, luego de prodigar numerosos halagos a la institución; Villaverde destaca, que su Director unía a su "... gran sencillez y modestia exquisita, afabilidad y dulce trato"1 agregando, más adelante, que solo observando el museo detenidamente podía formarse el visitante:
"... una idea aproximada de la meritosísima labor llevada acabo por el señor Oscar María de Rojas, alma del museo más que su director, es el enamorado entusiasta y fervoroso de su alma, a la que dedica mil afanes cuidándole con esmero, buscándole para ella cuanto pueda serle útil y completar sus méritos. Parece mentira que haya podido resistir a tan abrumadora tarea y que cuando ya esta le es posible mostrarla en su verdadera importancia, prosiga sus trabajos de investigación como en los primeros años, sin desmayos, sin cansancios, con nuevos juveniles arrestos".2
Importante para la integridad de las colecciones del Museo, resulta la decisión que hace constar al pie de una carta que le remite el Comité local "Pro Avellaneda", con el propósito de que se le facilite el Retrato que de la poetisa hizo el pintor matancero Alejandro Odero; para colocarlo en el Hospital "Santa Isabel", durante el acto de develación de una lápida dedicada a la memoria de la insigne escritora. En la referida nota indicó, como advertencia para futuras peticiones de este tipo, que:
"Con sentimiento fue negada la solicitud por no poderse extraerse (sic) del Museo ningún objeto por ningún motivo" 3
Esta determinación será mantenida por él hasta su muerte, preservándose intactas de este modo, hasta 1921, las colecciones coladas bajo su cuidado y custodia.
En la sesión del Comité Protector del Museo y Biblioteca de septiembre informa a sus miembros que
"Las obras de adaptación en el nuevo edificio están terminadas pero
faltan algunos muebles, que se están lentamente construyendo, por falta de recursos y en cuanto estén - abriríase al público el Museo". 4
Los días 17 y 18 de septiembre, reinicia la publicación en el Diario cardenense “El Popular” de las listas de donativos recibidos para la Biblioteca de la institución. En la primera de ellas, publicada el 17, aparece con el número 1802, habiendo entregado en esta ocasión, varios ejemplares de la revista local “Muecas” y del "Boletín Mercantil de Cárdenas" (1851-1867), entre otros folletos y revistas; siendo esta la donación 103 que hacía al mencionado Departamento.
El 17 de octubre, solicita a Carlos Parquet, Alcalde Municipal, licencia para viajar a La Habana con objeto de recoger en el "Libro de Oro" donado a la institución por el Dr. Antonio Zanetti, las firmas de varios expresidentes de la República y resolver otros asuntos inherentes a su cargo.
Dos días después, le escribe desde Madrid José Ortega Munilla, renombrado publicista, escritor y periodista cardenense. El novelista le remite la primera cuartilla de su más reciente novela, junto con un ejemplar publicado de la obra, y le manifiesta su interés de obtener los libros que sobre la historia de Cárdenas hubieran sido publicados en la ciudad. Además, le indica que constituía para él "... un grato ensueño el hacer un viaje a esa ciudad. ¡Quiera el cielo favorecerme permitiéndome realizarlo!" 5
En los primeros días del mes de enero de 1915, recibe otra carta del escritor; el cual le comunica desde Madrid, el 22 de diciembre del año anterior, sus deseos de:
"... escribir una historia de Cárdenas. He reunido algunos elementos, pero necesito más. Si U. me los proporciona me prestaría un señalado servicio. Quisiera que mi modesto nombre fuera unido a un libro en el que se trazara la historia de mi pueblo natal". 6
Que sepamos, el propósito de este escritor nunca pudo concretarse, a pesar de que le envió de inmediato los datos y las publicaciones solicitadas. No obstante, siguió colaborando con la obra del Museo y Biblioteca de Cárdenas, cada vez que las circunstancias se lo permitieron.
El 21 de diciembre, comunica al Alcalde Municipal de Cárdenas que durante 1914 "... todas las secciones del museo han tenido un espléndido crecimiento, gracias a las generosas iniciativas de diversos vecinos y amigos de la institución..." 7
Lo anterior, fue también informado por él el 31 de diciembre de este año al Comité Protector destacando:
"... la necesidad que existe de hacer un nuevo esfuerzo para construir alguna pieza nueva, donde colocar alguna de las secciones que se guardan en el edificio antiguo (Cuartel) señalando la urgencia de instalar la Biblioteca que se encuentra en las peores condiciones en el lugar que hoy ocupa – hasta esta fecha tenemos 13781 volúmenes habiéndose obtenido durante el año un aumento de 1715 volúmenes”. 8
Compulsado por la opinión pública local a terminar el edificio propio de institución, el Ayuntamiento de la ciudad acordó, en su sesión ordinaria del 16 de enero de 1915; vender en pública subasta, con objeto de reunir los fondos necesarios, cuatro solares de su propiedad, los cuales fueron tasados por el Arquitecto Municipal Julio Pérez en 3000 pesos cada uno.
Poco después, el 3 de marzo, "El Popular" publica un suelto titulado "El Museo", en el que se afirma que se estaba generando en Cárdenas un movimiento en favor de la institución dirigida por Oscar, con objeto de dar conclusión definitiva a las obras constructivas.
Ese mismo día, el Diario de la Tarde "El Derecho" publica, con igual propósito, un extenso artículo sobre el Museo, el cual motivó a Oscar a calificar a la publicación como "... una de las voces que se levantan en el coro general de esfuerzo que hacen los cardenenses para terminar de instalar en el nuevo edificio las secciones que se tienen almacenadas en el Cuartel" 9
El autor del artículo, Carlos de Rojas, se extiende en consideraciones acerca de él y de su obra, indicando que en su dedicación a la institución había:
“... la ternura incomparable de un padre cariñoso hacia el ser a quien dió vida, o las abnegadas manifestaciones de los espíritus generosos cuando llenan, con las sublimes aspiraciones del bien las oquedades que el dolor abre frecuentemente en la existencia.
Con una laboriosidad que envidiarían las pacientes hormigas, ha ido el Señor Rojas acumulando riqueza de datos de gran mérito para la cristalización de su magno proyecto." 10
El 4 de marzo, el Diario cardenense "El Popular" comenta favorablemente, el artículo que sobre el Museo y Biblioteca había publicado el periódico "El Derecho" el día anterior, indicando que:
"Ese museíto, del que se llegó a decir en pleno Consistorio que lo componían unos cuantos pescados y media docena de cangrejos, vale más de un millón de pesos.
Esto lo saben – y lo han dicho – los muchos hombres de ciencia y de alta cultura que han visitado el Museo, que, gracias a Dios y al Sr. Oscar de Rojas, nos absuelve ante el juicio universal del crimen de haber querido convertir una Escuela en Cuartel..." 11
"El Derecho" volvió a ocuparse el viernes 5 de marzo de la institución, pero en esta ocasión lo hace solo para comentar y reproducir, los artículos que sobre la misma habían publicado con anterioridad los periódicos cardenenses “La Unión” y “El Popular”. En el artículo el periodista expone su:
"... asombro por esta apatía general que nos aflige y protestando de esa falta de táctica de nuestros altos Poderes gubernamentales que dan mucho dinero, pero demasiado, y lo reparten mal, muy mal, porque excluyen de los beneficios merecidos a ciertos esfuerzos individuales que honran, no solo a las localidades donde se realizan, sino a toda la nación, por la singularidad ejemplarísima del exponente que aportan a la cultura del país y a la gloria de la Patria.
El Museo - Biblioteca de Cárdenas está por terminar. Diez mil pesos solamente hacen falta para la terminación de la obra; obra grande como grande es el alma de su autor, Oscar de Rojas.
Este cardenense ilustre y modesto al mismo tiempo, ha consagrado las energías de su espíritu y el cariño de su generoso corazón al Museo de Cárdenas. Paso a paso, pidiendo aquí objetos interesantes, allá libros y periódicos; a este, monedas históricas, al otro pergaminos, a todos los que a su conocimiento llegara la posesión de alguna cosa que sirviese para su museo, una súplica, una petición de humilde sacerdote que en peregrinación eterna recorre los campos de la indiferencia para ennoblecer el pensamiento colectivo e interesar en una religión hermosa y sublime a cuantos tengan corazón dentro del pecho y alienten vida de hombre culto (...).” 12
En el mes de abril, Oscar colabora con Eduardo Sánchez de Fuentes, en la confección de la obra titulada "Cuba Monumental, Estatuaria y Epigráfica"; en la que aparecen referencias, gracias a las fotos y a la información que de ellas le remitió, de muchos de los monumentos, lápidas, tarjas, etc., que se conservaban en el Museo o que se hallaba en las plazas y parques de la ciudad. Dos años después, el 8 de mayo de 1917, recibirá el ejemplar de este libro que le remite su autor.
A finales de mayo, prepara el Catálogo de la colección de las Medallas que utilizaban los Regidores y Alcaldes de los Ayuntamientos cubanos en el período colonial, compuesta de 20 piezas de diferentes ciudades de la Isla; y en junio, el Indice del Catálogo General de la Sección de Numismática, luego de haber adoptado el plan de organizar la misma, para su exhibición al público, por grupos o zonas geográficas, dentro de ellas cronológicamente, y dentro de ese orden por metales.
En el verano de 1915, hace un alto en sus labores cotidianas y se traslada a Varadero, en compañía de su esposa y de otros familiares, permaneciendo en el Balneario hasta mediados de agosto. De regreso, escribe la continuación de los Catálogos de los billetes de banco y de la Colección Ornitológica que atesoraba la institución.
El 5 de octubre, el periódico habanero "La Discusión", publica en su sección "Efemérides cubanas" a cargo de Enrique Ubieta, una carta suya fechada el 2 de octubre; en la cual informa al redactor de la misma la existencia en el Museo de Cárdenas, de dos interesantes periódicos separatistas cubanos publicados durante las Guerras de Independencias en el extranjero. Motivado por el trabajo de recopilación realizado por Ubieta, escribe en el transcurso de octubre, el Catálogo de la Prensa de la Isla que se conservaba en los Archivos de la institución.
Unas semanas después, el 23 de octubre, el "Diario de la Marina" publica un artículo de José L. Castellanos, corresponsal de esa publicación en Cárdenas, titulado "Una visita al museo". El periodista ofrece un detallado Inventario de las principales piezas que exhibía el Museo y aprovecha la oportunidad para reconocer su labor y su afán de engrandecer constantemente la institución. Al respecto recuerda que
"El Museo de Cárdenas mirado con indiferencia por los que no deben representa un capital de millones de pesos recopilados por el señor Oscar de Rojas, que cual misionero errante va de puerta en puerta implorando la caridad pública.
Oscar de Rojas no desmaya, su familia, su amor, su pueblo, en fin; todo, es el Museo.
De día y de noche escribe, pide, busca, ruega hasta conseguir algo con que ocupar hueco en él.
Una carta para el epistolario, un periódico para la colección, un objeto indio para la historia, un pedazo para completar las maderas cubanas." 13
Luego de destacar algunos de los valiosos objetos que conservaba el Museo, el periodista explica que esos tesoros:
"... no los conoce mi gobierno y una obra santa, hermosa y grande se encuentra trunca por la miserable suma de 10 o 12 mil pesos con las cuales concluiríamos la instalación de la cerámica y la inmensa Biblioteca que de seguro hubieran desaparecido si no fuera por la constancia, abnegación y patriotismo del señor Oscar de Rojas, alma del museo (...)
El gobierno de Cuba mira con indiferencia la obra más grande que existe en la Nación, pero a fuer de cardenense y sobre todo de cubano, siempre levantaré mi voz para pedir los 10 o 12 mil pesos que faltan para concluir el Museo, porque en él se encierra la Historia de la raza, el honor y la gloria de nuestro pueblo". 14
Castellanos vuelve a hacer similar petición el 4 de noviembre, pero esta vez se apoya en el periodista Joaquín N. Aramburu, el cual en su sección "Baturrillo" del "Diario de la Marina", justifica, en parte, el abandono en que tenía sumido al Museo el Gobierno, indicando a los cardenenses que:
"... no podrá el General Menocal conceder por sí mismo esa cantidad de acordarlo el Congreso. No es facultad del Ejecutivo. No será justo, pues, censurar al gobierno porque disponga tal gasto fuera del presupuesto. Y yo que le combato cuando dentro de lo consignado permite despilfarros, menos que nadie puedo alentarle a violar ajenos derechos.
Laboremos pues, apenas se reúnan las Cámaras, diciendo entonces a los patriotas y agitadores de pasiones, que con estas casas – museos, bibliotecas, centros culturales – y no con desplante contra el extranjero, se robustece y fortifica el sentimiento nacional". 15
El 31 de diciembre Oscar informa a los miembros del Comité Protector que durante 1915:
" Todos los Departamentos de la Sección de Historia Natural han tenido crecimiento en número de ejemplares, incluso la colección malacológica Blanes; tan rica y tan difícil de mejorar.
La Sección de numismática ha llegado al No de 7000 piezas - lo que denota un crecimiento notable - todas las adquisiciones proceden de generosos donativos de este vecindario". 16
También da a conocer que no había:
"... podido comunicarse con el Sr. Franco E. Blanes así es que no ha podido saber que esta junta lo nombró "Miembro de Mérito del Comité, sólo se sabe que está vivo y que se encuentra en los Estados Unidos del Norte."17 -

VIII
1916 se inicia muy bien para el Museo, en cuanto a adquisiciones se refiere. Por tal motivo, el 4 de enero de este año, el periódico local "El Popular", felicita a Oscar María por la reciente adquisición de tres valiosas reliquias históricas: la Bandera enarbolada en Baire por los insurrectos cubanos el 24 de febrero de 1895, la Mascarilla de Jesús Rabí, General del Ejército Libertador cubano y una daga de oro, obsequiada al Mayor General Antonio Maceo al término de la Guerra de los Diez años (1868 – 1878), por el General José Antonio Paéz, primer Presidente de la República de Venezuela.
A finales de enero y principios de febrero, visita la Capital de la Isla con el objetivo de realizar diversas gestiones vinculadas al Museo y al enriquecimiento de sus colecciones. Como resultado de los contactos que realiza para cumplimentar sus propósitos, el 15 de febrero, el Secretario particular del Presidente de la República Mario García Menocal, le remite para la Sección de Numismática una colección de las primeras monedas cubanas emitidas en 1915 y algunas de las acuñadas en este año.
El 16 de abril, constituyó un día feliz para él y para todos los cardenenses amantes de la historia y el progreso local, pues este día, comienza a circular por toda la Isla el número especial que la prestigiosa revista cubana “Bohemia“ dedicó a Cárdenas. En el mismo apareció, como era de esperarse, un completo reportaje gráfico e informativo sobre el Museo y Biblioteca; en el que no faltó la foto más conocida de su Director, tomada probablemente para la ocasión por Charles Leutold.
El artículo, firmado por Héctor Del Castañal, ofrece numerosos fotograbados del nuevo edificio y de las secciones que se hallaban instaladas ya en sus Salones, brindando, además, interesantes detalles acerca de la historia de la institución y de sus exponentes. La ocasión fue propicia, para que el periodista recordara a las autoridades y a la opinión pública cubana, desde las páginas de la leída publicación, la necesidad que tenía la institución de ampliar sus áreas de exposición, indicando que la misma era una "... obra que debidamente sabrán apreciar las generaciones futuras, en ella está la base de una gran Institución Nacional que podrá engrandecer a Cuba ante los ojos del Universo."[1]
Por esta época, sus contemporáneos describen a Osacar María, como un hombre de mediana estatura y de ojos y pelo castaño. De carácter afable y bondadoso, tenía la virtud de no contrariarse nunca manteniendo, aún en los momentos más embarazosos y difíciles, un trato cortés y amable. Sentía una gran afición por la lectura, actividad a la que dedicaba buena parte de su escaso tiempo libre. Gustaba vestir con pantalón de dril blanco, saco de alpaca negro y sombrero a la moda.
El 26 de abril, se recibe en Cárdenas un telegrama del Representante Primitivo Ramírez, portador de una agradable noticia: la aprobación por la Comisión de Instrucción Pública de un Proyecto de Ley concediendo el Crédito necesario (12,000 pesos) para la conclusión del edificio del Museo y Biblioteca. Lo anterior, fue resultado de la visita que realizó Víctor de Armas, Presidente de la Comisión de Hacienda de la Cámara y Oponente del Proyecto, el 17 de abril a la institución; según informó el 5 de mayo a los miembros del Comité Protector, indicando "... por todo ello debemos congratularnos los amigos de la Institución que son los amigos mejores de la cultura y progresos nacionales."[2]
Sin embargo, a pesar de los buenos augurios de Ramírez, el 16 de junio, fecha en que se coloca el Proyecto de Ley en la Nota del Día de la Cámara de Representantes de la República de Cuba, resulta desaprobado.
Durante la reunión, se nombró al cardenense Dr. Antonio B. Zanetti y Rodríguez, Miembro de Mérito del Comité; en reconocimiento a su contribución constante, desde 1899, a la obra colectiva de la institución y a los donativos valiosos que había realizado a la misma sistemáticamente, entre las cuales se destacaba un:
"... Libro de oro para guardar en sus páginas las firmas de los Gobernantes de la República durante un siglo – de 1902 – 2002 –. Este precioso regalo – ha costado 5000 francos al donante es una obra de arte –, una alegoría de la caña de azúcar y otra de la mata de tabaco, decoran la hoja del frente – sobre un reluciente oro macizo" [3]
Lamentablemente, esta valiosa pieza desapareció de los fondos del Museo, luego de la muerte de Oscar, como parte de los vaivenes de la política imperante en la Seudorepública. Hay que destacar también, que el Dr. Zanetti formó para la Sección de Numismática una interesante colección de pesos acuñados en plata por diversos países.
A partir del 3 de octubre, fecha en que el periódico "El Popular" de Cárdenas, anuncia que había quedado oficialmente sancionada por la Secretaría de Gobernación la inversión, en el Año Económico 1916 – 1917, de los 12.000 pesos recaudados por la venta de los solares subastados por el Ayuntamiento de Cárdenas a beneficio del Museo, las labores constructivas se intensifican notablemente.
El 15 de octubre, invitado por Oscar, visita Cárdenas el importante pintor cubano Esteban Valderrama; con el objetivo de admirar el Museo y concretar la idea de dotar a la institución de una galería de retratos, para enaltecer a los cubanos eminentes que se habían destacado en los más diversos campos de la vida nacional.
Siete días después, un cronista local - bajo el seudónimo de Ambrosía - publica un artículo en el periódico cardenense "La Unión", titulado "Por el Museo". Aunque el propósito de la nota, era sólo el de destacar la reciente donación al Museo y Biblioteca por Juan Francisco Navarro, patriota cubano radicado en Nueva York, de una Carta autógrafa de José Martí, el cronista aprovecha la ocasión para afirmar que:
"...el señor Oscar María de Rojas es el alma mater del Museo y Biblioteca de Cárdenas, y no creo con ello hacer una afirmación gratuita.
El señor Rojas, hombre de alientos y perseverantes iniciativas, poseedor de grandes virtudes, heredadas de su señor padre el venerable patricio Don Joaquín de Rojas, procede del comercio de la vida mercantil que sintetiza la sociabilidad humana y que hace que los hombres se acerquen unos a otros para darse a conocer sus necesidades y los medios de que disponen para atenderlos.
Este principio de relación y contacto unido a su espíritu progresista, a su alta cultura y su amor a las bellas artes, ha contribuido poderosamente en su ánimo a la organización y mantenimiento del Museo."[4]
El 26 de octubre, Oscar ingresa en la filial cardenense del Partido Conservador Nacional, por tal motivo Guillermo R. Torres, su Presidente, le expide con igual fecha su Título de Afiliado. Un mes más tarde, redacta el Catálogo de la Sección Paleontológica, que se exhibía junto a la mineralogía y que llevaba el nombre del Dr. Carlos de la Torre y Huerta. Al completamiento y enriquecimiento de esta colección contribuyó varias veces, al colectar para la misma fósiles de animales y vegetales, en Pinar del Río y en la zona de Cárdenas
El 21 de diciembre, Primitivo Ros, Representante a la Cámara, vuelve a prometerle que haría lo indecible para que el Proyecto de Ley concediendo 12, 000 pesos al Museo y Biblioteca para la terminación del edificio; que no había sido aprobada en el mes de junio de este año, se hiciera efectivo cuanto antes, indicándole que lo anterior sólo dependía de que la Cámara se reuniera de nuevo "... cosa que hasta hoy no se ha logrado por las difíciles condiciones políticas por las que atraviesa el país."[5]
Además, le explicó que:
"El Proyecto, que figuró en el primer lugar del Orden del Día en la pasada Legislatura, no fue entonces aprobado en virtud de haberse desbandado el Congreso con motivo de una Ley que presentó el Sr. Maza y Artola".[6]
Once días después, participa en la última reunión de 1916 del Comité Protector, al cual informó que la Sección de Historia Nacional se había convertido en la:
"... más valiosa colección de reliquias y documentos que existe en la Nación – gracias a la franca generosidad de distinguidos coterráneos y compatriotas de buena voluntad que no pierden oportunidad alguna en recogerlos y remitirlos".[7]
En la primera quincena del mes de enero de 1917, recibe la carta que el día 11 de ese mismo mes le escribe desde La Habana, adjuntándole su más reciente libro - "Los negros esclavos" - el sabio Don Fernando Ortiz. Esta obra, que formaba parte del estudio general que sobre el hampa afrocubana venía realizando desde hacía un buen tiempo el importante investigador cubano, fue puesta por él de inmediato al servicio del público en la Biblioteca de la institución.
El 10 de marzo, es invitado por el pintor Rodolfo Piqué a la inauguración de la "Exposición Piqué", la cual quedó abierta al público en la sociedad "Centro Gallego" de Cárdenas, el 25 de marzo. En la exposición, que fue visitada por él con mucho interés, se expusieron hasta el 1 de abril trabajos pictóricos del artista y de algunos de sus alumnos más aventajados. Los obras de muchos de los expositores, fueron donadas más tarde por sus autores a la Sala de Pintura Cubana del Museo.
En abril, acude al Ayuntamiento local con objeto de que se sacaran a subasta, antes de que concluyera el Año Económico 1916 – 1917, las obras por concluir en el edificio en construcción del Museo y Biblioteca. Así mismo, visita personalmente a los Concejales del Ayuntamiento con objeto de que estos, no las obstaculicen.
Gracias a su labor y a la de los amigos de la institución en el seno del Ayuntamiento, el 2 de mayo, durante la sesión de este día del Consistorio local se acordó llevar a feliz término y sin demoras, las labores que faltaban para dar conclusión al edificio. De este modo:
"La terminación (...) del Museo por cuenta del Municipio, acabará por dar cumplido carácter de obra exclusivamente local, sin auxilios del Estado; a esa gallarda muestra del espíritu progresista de Cárdenas, que lleva ofrecidos muchos ejemplos de grandes empeños llevados a cabo con sus propias fuerzas."[8]
Al respecto, José María Verdeja - Presidente del Comité Protector - informó el 15 de mayo a los miembros del mismo que:
"... después de sostener alguna lucha con los Sres. Concejales del Ayuntamiento que por suerte, él preside también, había logrado la ratificación del acuerdo por este Consistorio de emprender las obras de ampliación del edificio del Museo y la Biblioteca y la terminación de la capilla que hay que entregar a la Asociación de Beneficencia Asturiana local, según se tenía determinado por el Ayuntamiento anterior, con los fondos producto de la venta de los solares de la antigua plaza, en proyecto, calle 5ta (Pinillos) y Avenida de la Independencia – De suerte que durante el mes de junio próxo (sic) venidero se darán principio a las tantas veces citadas obras que se sacarán a pública subasta, antes de fenecer este mes de mayo..."[9]
La divulgación de esta noticia, hace que Oscar reciba numerosas felicitaciones de amigos y colaboradores. Entre las más gratificantes, se halla la de Juan Larrouse, quien le manifiesta que le parecía muy bien que se hiciera:
“... un esfuerzo para completar, lo mejor posible la obra, en que está Ud. empeñado más meritoria cuanto más conocemos la indiferencia con que muchos, los mayores en número, ven estas cosas y menos mal cuando no se burlan del que se ocupa en civilizar a más de cuatro bestias que andan en dos pies por milagro de Dios.
De su entusiasmo, de su patriotismo, de su constancia, amigo Rojas, pende (sic) el total establecimiento de ese Museo, hoy el mejor de la Isla, para enseñanza de los que quieran estudiar y ejemplo de las generaciones venideras sin que le arredre el pensar, que cuando desde el otro mundo contemple su obra y vea el uso que hacen de ella haya de exclamar parodiando a Bolívar hemos arado en el mar".[10]
El 22 de mayo, respondiendo al acuerdo del Ayuntamiento, el Arquitecto Municipal redactó la Memoria Descriptiva de las obras a ejecutar; y el 30, el periódico cardenense "El Popular" publicaba las bases de la subasta para la terminación del edificio. Varias firmas constructoras solicitaron de inmediato a Oscar María los pliegos de condiciones, modelos de proposiciones y planos de las obras a ejecutar. A todas ellas, les remitió los documentos solicitados, exceptuando los planos, de los cuales no existían duplicados.
No obstante, ninguno de los interesados concurrió a la subasta de las obras, convocada para el 22 de junio, debido a que todos hallaron altos los precios de los materiales y bajos los cálculos. Por tal motivo, el Ayuntamiento decidió otorgar las mismas a Jorge Larrieu.
Por fin, el 24 de agosto se reinician las labores constructivas. Lo anterior, fue informado a los cardenenses el 31 de agosto por el periódico “El Popular”, el cual anunció que se construirían 4 salones nuevos, se revestirían los que se hallaban ya concluidos y se terminaría la Capilla consagrada a la Virgen de la Covadonga. Además, estaba previsto terminar las instalaciones sanitarias, el Departamento de Biblioteca y otros detalles constructivos. A partir de este momento, supervisa cada detalle de las obras en ejecución.
Entre el 16 de mayo y el 30 de junio, el fotógrafo Charles Leutold dona al Museo y Biblioteca el retrato de Oscar María que se publicó en la edición especial que la revista “Bohemia” dedicó a Cárdenas en 1916. Este retrato devino con el tiempo en el más conocido y divulgado de él, siendo reproducido por numerosas publicaciones periódicas.
En el mes de julio, Oscar María buscará con ansiedad en las páginas de la prestigiosa revista habanera “El Fígaro”, el artículo que sobre el Museo y Biblioteca le ha prometido escribir Máximo de Mente, durante la visita que con este propósito realiza a Cárdenas. El reportaje, ilustrado por el fotógrafo cardenense González del Valle, apareció en el número de la revista correspondiente al día 22. El periodista, que le da el calificativo de héroe en el artículo, centró su atención en ofrecer a los lectores una detallada relación de las principales secciones y exponentes que atesoraba la institución.
A finales de julio y durante el transcurso de agosto, descansa en Cárdenas y en Varadero de sus actividades habituales; pero no deja sin contestación las cartas que recibe por estos días, especialmente la esperada misiva de Francisco Blanes, el cual le comunica desde Key West el 28 de agosto, que hacía más de un año se hallaba radicado en esa población norteamericana. Así mismo, le suplica que le escriba ofreciéndole detalles acerca del adelanto que habían experimentado el Museo y sus diferentes colecciones.
En octubre, viaja a La Habana con objeto de recoger las firmas de varias personalidades que formaron parte de los gobiernos que existieron en la Seudorepública entre 1902 y 1917. Por tal motivo, el periódico habanero "La Noche" publicó una nota el 30 de octubre, indicando que en la mañana de ese mismo día, había visitado al Coronel Villalón, con objeto de que este dejara estampada su rúbrica en el Libro de Oro que para ese fin había donado el Dr. Zanetti.
El 30 de noviembre, el periódico matancero "El Republicano Conservador" publica el artículo titulado "Las dos joyas de Cárdenas. El Museo. Varadero"; en el cual se ponderan los valores de ambos lugares destacando, al referirse al Museo y Biblioteca, que
"De todo aquel tesoro, de aquella colección variadísima, de aquel arsenal de recuerdos, vive el señor de Rojas. Sabe de todo, por todo puede preguntársele, que a todo responde.
Hace ya varios años regaló mi madre un cuello de encaje de Inglaterra que había pertenecido al rey Carlos III de España y que a nosotros fue regalada por la duquesa de Montellano. Quise verlo, así como otros recuerdos que al Museo donamos por mediación del doctor Martínez Moreno (José Martínez Moreno), y antes de que preguntara como quien dice, al Sr. de Rojas por aquellos objetos, me recitaba su historia, me daba detalles tales, que conociéndolos como los conocía, pude admirar el amor, el entusiasmo y el patriotismo, con que conserva allí todo cuanto constituye aquella riqueza el que fue iniciador de esa obra patriótica, el que es hoy alma de ella, y es su continuador amoroso".[11]
Dando fe de su afán de ayudar a incrementar, mediante donaciones e intercambios, otras colecciones particulares y museales de la Isla, remite en noviembre dos piezas aborígenes al Museo Antropológico de la Universidad de La Habana. Por tal motivo, el Dr. Luis Montané, su Director, le envía el 1. de diciembre, un Certificado de Donación y le agradece el donativo.
A finales del mes de diciembre, recibe de nuevo noticias de Francisco Blanes. En esta ocasión, en carta fechada en Key West el 11, el naturalista - con su habitual modestia - le pide excusas por no remitirle la foto que le había solicitado y le agradece el nombramiento de Miembro de Mérito; con el que lo había honrado el Comité Protector en 1913, agregando que estaba:
"... complacido en saber que usted me honra en haber dado mi pobre nombre, a la colección de Malacología de ese ya valioso museo, honor que creo inmerecido en mí.
Permítame que le suplique no ponga ningún letrero en público alusivo a mi pobre nombre, y solamente, lo haga constar en los libros.
En cuanto al retrato, yo siento mucho hacerle recordar, lo muy opuesto que siempre he sido en ser exhibido en periódicos, u otra cosa por el estilo, porque en todo tiempo he tenido presente mis pocos méritos para ello, y es casi como un voto, o un propósito que se va aferrando más y más en mi alma, en no caer en lo que en mí, puede ser algo así como una ridícula pretensión, por lo tanto pido a Ud. perdón por no complacerlo en eso, y le ruego me excuse si hay falta en mí, y sé lo hará; porque es bastante bondadoso
(...)
Me resta felicitar a Ud. y asimismo a la floreciente ciudad de Cárdenas, por el gran adelanto que en próximo tiempo recibirá el museo". [12]
Antes que finalice diciembre, llega a sus manos otra misiva de Blanes, esta vez acompañada de varias piezas y del anuncio de la adquisición de otras, indicándole, además, que "... como yo no estoy bien de dinero, el museo ha de pagar el costo de los sellos necesarios para ser enviados esos objetos, los pagaría si pudiera, me sería grato, pero no puedo".[13]
Asimismo, le ofrece la posibilidad de que el Museo compre una variada colección de platos de diferentes países, formas y tamaños para la colección de cerámica, ratificándole que si él "... pudiera hacer ese presente al mencionado museo lo haría con gusto pero por ahora me es imposible".[14]
También, a mediados de diciembre, recibe carta del bibliófilo matancero Carlos M. Trelles; el cual le solicita colaboración para la conclusión de un libro que prepara, solicitándole varios retratos de personalidades cubanas y extranjeras, existentes en los Archivos del Museo. En otra carta, fechada en Matanzas el 18 de diciembre, Trelles le promete completar para la Biblioteca de la institución la colección de su libro "Bibliografía Cubana" y remitirle su folleto "Los 150 libros más notables que los cubanos han escrito". El erudito matancero cumplió su promesa el 21 de diciembre, al enviarle en un paquete por expreso, varios libros de su autoría.
El 31 de diciembre, informa a los miembros del Comité Protector que las obras en construcción del edificio del Museo y Biblioteca se hallaban muy adelantadas, puesto que ya se encontraban “... erigidas todas las paredes, colocados los techos y cielos – rasos – el director de las obras espera, tenerlas terminadas para fines de febrero."[15]
Durante 1917, Oscar María continúa donando piezas importantes al Museo, destacándose en este sentido: dos alabardas antiguas, un par de guanteletes o manoplas de metal, un raro ejemplar del "Papel Periódico de La Habana" de febrero de 1793, monedas de oro y una macana argentina.
Como dato curioso anotamos, que según una compilación realizada por él en diciembre de 1917, durante este año escribió, en su carácter de Director del Museo y Biblioteca Pública, 437 cartas y comunicaciones relacionadas con la institución. Esta relación fue preparada, con objeto de fundamentar la necesidad de una plaza de Secretario u Oficial de la Dirección; debido a que él sólo no podía "... desempeñar el cargo por falta material de tiempo para dar eficaz cumplimiento a las diversas funciones que me están confiadas".[16]

IX
A finales de enero de 1918, Oscar viaja a La Habana con objeto de traer para el Museo, como en efecto lo hizo en la tarde del día 3, dos Bustos, uno del rey Alfonso XIII y el otro, del General Arsenio Martínez Campos; el último de los cuales le fue donado por Tomás V. de Coronado, Miembro de Mérito del Comité Protector.
Para el 26 de enero de este año, se hallaban tan adelantadas las obras en construcción del edificio del Museo, que los periódicos locales se permiten hacer especulaciones respecto a la posible fecha de su inauguración. Así, mientras algunos afirman que la misma se haría el 24 de febrero, junto con las que se ejecutaban en el Parque de Colón de la ciudad, publicaciones más conservadoras, como es el caso del periódico "La Unión", indicaban que
"... en virtud de que el completamiento de las obras; tanto en el parque como en el museo pueden tardar aún más de un mes; hay la tendencia de dejar la inauguración de ambas cosas para el 20 de mayo.
(...)
Además, se trata, con tal motivo de combinar un programa de festejos para la realización del cual se necesita tiempo también.
No hay necesidad tampoco de precipitar ese suceso, al que con un tiempo disponible de tres meses por delante se le daría mayor lucimiento.
De todos modos, sepan estos los que nos lo preguntan: no hay nada resuelto aún sobre la fecha de inauguración.
Esto ya se acordará".1.
El 11 de febrero, el "Diario de la Marina", publica una nota en la que también se hace eco de los adelantos que experimentan las obras que se acometen en el Museo y Biblioteca y en la Capilla de la Virgen de La Covadonga anexa; resaltando la labor realizada por Oscar María en el proceso de fundación y desarrollo de la institución.
Poco después, el 14 de febrero, el periódico "la Unión" de Cárdenas, anuncia a la opinión pública local que:
"Lo que hace un año fue una casi ilusión por las grandes dificultades que parecía rodearlo, es ya un hecho hermoso, que contemplarán orgullosos los cardenenses. Ya tiene el Museo su edificio propio. Y edificio cómodo, sólido y arquitectónico. Muy elegante por fuera y por dentro.
De él no podrán expulsarlo, como la otra vez, los acontecimientos políticos y militares de la patria".2
Para esa fecha también se hallaba concluida la Capilla de la Virgen de la Covadonga, la cual sería dotada en breve por los asturianos de las imágenes correspondientes.
El 8 de marzo, "The National Geographic Society" admite entre sus miembros a Oscar María, durante la reunión que la reunión que su Junta Directiva efectúa en el Distrito de Washington, Estados Unidos. Inmediatamente, el Secretario de la Sociedad le remite el certificado correspondiente.
Once días después, el periódico "El Popular", publica una nota en la que informaba a los cardenenses que se había iniciado el traslado de las colecciones, que aún se hallaban ubicadas en varios locales del Cuartel de Infantería, labor que junto con la instalación de otras en el nuevo edificio, se esperaba que concluyera en abril. Asimismo, se anunció que la Biblioteca se dividiría en: "Bibliografía Universal y "Bibliografía Cubana"; agregando, que aunque todavía faltaban unos 500 pesos para la adquisición de muebles, anaqueles, etc., se esperaban obtener los mismos a tiempo.
El edificio, agrega el periódico, ofrecía al público en ese momento:
"... un aspecto atrayente a la par que sencillo y severo, como cuadra al objeto a que se le destina, resulta lo suficiente amplio para las necesidades actuales de la institución y su disposición deja campo sobrado para nuevas ampliaciones que han de completarlo"3.
Por último, dio a conocer que, salvo algún incidente que lo impidiera, la inauguración estaba prevista para el 20 de mayo de este año.
A pesar de las loas que dedica el Museo y Biblioteca en su edición del 20 de marzo, el periódico habanero “El Día” solicita también desde sus páginas, la creación de un Museo Nacional Cubano. A esta proposición, respondió desde el "Heraldo Florido", periódico de Florida, Camagüey, el periodista Felipe Pino; afirmando apasionadamente que "El Museo Nacional está en Cárdenas"4, para luego agregar que
"En este museo se halla reflejada la vida del cardenense (...) Oscar Rojas, quien día tras día durante quince o más años, se ha consagrado a organizar lo que sería sin dudas muy difícil de efectuar de nuevo, por muchos que fueran los millones que se le arrancasen al Tesoro del Estado, ya que todo lo que pudiese servir de significación histórica, en ese museo de Cárdenas tiene su sitio"5
El 5 de abril, Oscar María recibe al Sr. William M. Mann, Representante Científico del Buró de Entomología del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos de América, el cual le había sido recomendado por el Representante Consular de los Estados Unidos en Cárdenas. Durante su visita, el Sr. Mann ofreció para el Museo una colección de hormigas de Cuba, a cambio de la cual le entregó cuatro sellos de la República de Cuba en Armas.
Poco después, el 10 de abril, al reunirse los miembros del Comité Protector en el Salón de la Bibliografía cubana del edificio propio de la institución les informó:
"... con la mayor satisfacción que el día 15 de marzo p. pdo. (sic) habían dado terminación las obras de ampliación del edificio (...) y que el día 21 del mismo marzo del corriente año, habíase procedido a la entrega oficial de la Capilla terminada absolutamente, a la Asociación de Beneficencia Asturiana (...) "6
Además, destacó en su intervención, que se debía hacer constar en el Acta de la sesión que "... con una decidida voluntad ha podido realizarse la magna obra, entre la indiferencia de los que pueden y la resistencia pasiva de los obligados a realizar y mantener estas obras, de acuerdo con los preceptos de nuestra carta fundamental."7
Como parte de la reunión, recorrió con la Junta los nuevos salones y expresó a los presentes "... que había que continuar haciendo nuevos esfuerzos porque a pesar de lo hermoso y grande que parece el edificio, no caben en él con verdadera propiedad las diversas colecciones con que cuenta el Museo."8
Con motivo de la inminente inauguración del edificio, de la cual se hacen eco numerosos periódicos locales, provinciales y nacionales; recibe a finales de abril y durante el transcurso de mayo, numerosas cartas de amigos y colaboradores de la institución, los cuales lo felicitan por el esfuerzo realizado para concluir las obras.
El 20 de mayo de 1918, tal como estaba previsto en el Programa Oficial de los Festejos programados por el Ayuntamiento de Cárdenas para ese día; quedó oficialmente inaugurado el edificio propio del Museo y Biblioteca Pública de Cárdenas. Entre los presentes en el acto se encontraban: Pedro E. Medina, Alcalde Municipal de Cárdenas; funcionarios del Ayuntamiento local y provincial; directores de periódicos y periodistas; Representantes a la Cámara de la República y Rafael de Zayas, Presidente de la Junta de Educación. En la apertura, a la cual asistieron unas 2000 personas, según reseña la prensa de la época, usó de la palabra el Dr. Carlos F. Betancourt.
El 21 de mayo, y en días sucesivos, numerosos periódicos locales y nacionales reseñaron el suceso, destacando todos la participación masiva y entusiasta de los cardenenses en la ceremonia y la presencia en el acto de Emilio Bacardí Moreau, ex Alcalde de Santiago de Cuba y fundador del Museo de esa ciudad, y de Francisco Llaca y Argudín, constante y eficiente colaborador de la Biblioteca de la institución.
Ambos manifestaron a Oscar, al igual que todos los asistentes, la enorme satisfacción que en ellos había producido la inauguración del edificio, luego de tantos años de esfuerzos y sacrificios colectivos, y elogiaron el orden en que se habían colocado las colecciones y libros.














X
El 18 de junio de 1918, Oscar propuso al Ayuntamiento abrir al público el Departamento del Museo los domingos y jueves, de 12.00 m a 4.00 p.m., y el de la Biblioteca diariamente, una vez que se hubieran terminado los anaqueles y organizados los libros. Precisamente para acometer esta última tarea, el Alcalde Municipal había nombrado el día anterior, a Rodolfo Piqué – importante pintor matancero radicado en Cárdenas – Bibliotecario del Museo. A partir de ese momento Piqué, que le profesaba una leal amistad, se convierte en su ayudante más cercano.
Entre todas las felicitaciones que recibe, con motivo de la inauguración del edificio propio de la institución, ninguna le es más grata; que la que le envía desde Key West, el 25 de junio, Francisco E. Blanes, el cual continúa haciendo gestiones en los Estados Unidos por esa época, para adquirir nuevas piezas para el Museo.
En el verano de 1918, descansa junto a su familia, luego de los ajetreos previos a la inauguración del Museo. Por estos días, dona a la institución dos miniaturas pintadas al óleo sobre lienzo representando frutas.
En septiembre, se incorpora a sus labores habituales y asiste, junto a sus familiares más cercanos, a la Velada que en memoria de su padre ofrece, en los primeros días de noviembre, el Liceo de Cárdenas. Durante el acto, la joven cardenense Estela Babot declamó un poema dedicado a Joaquín, el cual había sido escrito especialmente para la ocasión por el poeta local Francisco Sixto Piedra.
Durante el transcurso del mes de enero de 1919, recibe con agrado la noticia; de que el Ayuntamiento Municipal había consignado en su Presupuesto correspondiente al Año Económico en curso (1919 – 1920), un crédito de 800 pesos – por una sola vez – para la adquisición de anaqueles, mesas y todo lo necesario para la definitiva apertura del Departamento de Biblioteca del Museo.
Por esos mismos días, escribe el "Catálogo de la colección de zapatos del museo” y participa, la noche del 24 de febrero, en el Banquete – Homenaje que ofrece la ciudad de Cárdenas al Dr. Fernando Méndez Capote, distinguido médico cardenense; que no solo fue encausado durante los sucesos del 27 de noviembre de 1871, sino que también, fue miembro destacado de varios Clubes Revolucionarios Cubanos en el exilio durante la Guerra del 95.
El banquete, al que asistieron numerosas personalidades locales, se efectuó en los salones de la Casa Consistorial y formó parte, de un conjunto de actividades efectuadas en Cárdenas del 21 al 24 de febrero de este año, en homenaje al también Secretario de Sanidad y Beneficencia de la República de Cuba.
Ese mismo día, participa – invitado por el Dr. Alejandro Neyra Rangel, Jefe local de Sanidad, y Martina Guevara, Delegada de la Secretaría de Sanidad y Beneficencia – en la repartición de los premios del Concurso de Maternidad y Fecundidad, acto celebrado en el Casino Español de Cárdenas.
En de enero o febrero, sin que hayamos podido precisar la fecha, dona al Museo un retrato al óleo de José Nicolás Gutiérrez y Hernández, quien fuera Director del primer periódico de Medicina que se publicó en Cuba - el "Repertorio Médico Habanero"- publicación que se editó por primera vez en 1840.
En marzo recibe, entre las habituales donaciones que continuamente llegan a sus manos, una pieza curiosa y de valor excepcional; adquirida para la institución en la capital del país, mediante suscripción iniciada por el Dr. Fernando Méndez Capote. Se trataba de una "chancha" o cabeza reducida realizada por los indios jíbaros que habitan aún hoy territorios de Perú y de Ecuador.
La donación, atrae pronto la atención de la prensa local y nacional, la cual dedica en el transcurso de este mes, varios artículos al Museo y Biblioteca, y muy especialmente a la chancha; la cual llamó incluso la atención de su esposa, que se autotitulaba por estos días en el medio familiar "enemiga del museo", debido a que este le robaba muchas horas de descanso a Oscar, cuya salud comienza a resquebrajarse.
El 20 de marzo, el periódico "El Popular" de Cárdenas publica un artículo titulado "Mi visita al Museo", en el cual el periodista Marcial Rosell relata la visita que realizó a la institución acompañado de Pepucho Arechabala y del Padre Tomás, de la Orden Trinitaria. El articulista, luego de describir los tesoros de todo tipo que albergaba la institución, comenta que su Director era:
“... el alma del Museo, es el espíritu vivificante de aquel mundo inanimado, enseña las banderas y muestra los retratos y señala las curiosidades con respetuosa delicadeza, como si se tratara de algo vendecido (sic) que el tocarlo fuera profanación.
A mí me encantó la austera modestia de aquel hombre, emprendedor, infatigable y progresista que no conoce el desmayo. Las cosas grandes y buenas deben ser tratadas así, con veneración, con cariño, con manos delicadas y el Sr. Rojas acaricia todos aquellos tesoros y riquezas que constituyen tal vez, la más legítima satisfacción cívica de esta ciudad”.1
Por estos días, visita Cárdenas y traba amistad con Oscar, el periodista y escritor italiano Adolfo Dollero; el cual se propone escribir un libro sobre la provincia de Matanzas bajo el título genérico de “Cultura Cubana (Matanzas)”. Durante la estancia en Cárdenas del conocido publicista, le facilita los datos que necesita sobre la historia y la vida cultural de la Perla del Norte, le ofrece fotografías históricas para su obra y sostiene con él, luego del regreso del mismo a la capital de la Isla, una abundante correspondencia.
En de agosto de 1919 hace un alto en sus ocupaciones y se toma unas vacaciones, las cuales necesita con urgencia debido a la grave enfermedad del corazón que le detecta, por estos días, su médico, el Dr. Luis Ros. Durante el transcurso de este descanso, recibe con alegría y lee con atención un ejemplar del libro “Cultura Cubana (Matanzas)”, publicado en La Habana por Dollero. Al revisar el volumen, comprueba con satisfacción que su autor dedica numerosos capítulos a la Ciudad Bandera.
Hay que hacer notar que Dollero lo menciona varias veces en el libro; agradeciéndole su colaboración en la introducción del volumen. Además, se refiere en varias páginas de su obra al Museo y Biblioteca y a sus colecciones, indicando que:
"El alma del museo lo es el señor Oscar María de Rojas y Cruzat que se ha dedicado a él como a un hijo y lo ve con amor y fe inquebrantables.
El Director raramente hace adquisiciones: apela al patriotismo de los cubanos y les pide que contribuyan gratuitamente a enriquecerlo.
Y los cubanos han dado ya cosas muy valiosas para la historia de la patria, y siguen dando todo lo que pide el Sr. Rojas desde hace 20 años". 2
Agregando más adelante que había oído:
"...sin embargo a un troglodita disfrazado de hombre del siglo XX, quejándose del gasto que ocasiona a Cárdenas la mantención (sic) del museo!
Pero amigo mío, le dije yo, ese museo es lo mejor que posee Cárdenas, es una prueba de cultura, es la documentación de la Historia de Cuba, es un valioso patrimonio para esta y las futuras generaciones.
¡Qué va!? Me contestó el cabezudo en cuestión ¡qué va! locuras de Don Oscar (...), que se ha gastado una fortuna y se la hace gastar a la ciudad que ya tiene en ese edificio un gran capital inerte, que nadie aprovecha.
Me callé porque comprendí que salían sobrando las discusiones con esa especie de bípedo.
Cárdenas posee un museo municipal interesantísimo aún cuando no se pueda comparar con los grandes museos de las principales ciudades del mundo.
Su importancia científica y específicamente histórica es indiscutible, y a pesar de la escasa dotación que pudo asignarle el Ayuntamiento, se enriquece día con día.
(...)
Ningún cubano amante de su patria y de su historia debe renunciar a visitar el museo de Cárdenas, fuente de emociones muy puras para todo buen ciudadano”.3 Adolfo Dollero ubica a Oscar en su libro entre los eruditos (Capítulo XVI) y publica su retrato más conocido – el realizado por Charles Leutold – junto con el de personalidades matanceras de la talla de Francisco de Ximeno, José Augusto Escoto y Carlos M. Trelles, afirmando que había aprendido:
"... de su señor padre el amor por la cultura en general y en particular a la historia. Es un erudito y un bibliófilo.
(...)
La ciudad de Cárdenas tiene en don Oscar M. de Rojas uno de sus hijos de más valer, cuyos merecimientos brillarán de luz más intensa en un, acaso próximo, futuro de mayor cultura cívica e intelectual".4
Al término de las vacaciones, Oscar contribuye monetariamente, a través del Comité Pro Bonifacio Byrne, constituido en Matanzas bajo la presidencia del Dr. Armando Carnot; a la adquisición de una casa, que sería donada al Poeta Nacional, como testimonio de la admiración de sus conciudadanos.
En el segundo semestre de 1919 participa en las actividades sociales programadas por el Club Náutico de Varadero, del cual era miembro, y asiste al Banquete – Homenaje al Dr. Santiago Verdeja, efectuado en el Teatro Arechabala de Cárdenas, con motivo de haber sido nombrado el mismo, Presidente de la Cámara de Representantes de la República de Cuba. También, contribuye monetariamente con el Ayuntamiento de Manzanillo, empeñado en levantar un Monumento, en el Cementerio de esa ciudad, al General Bartolomé Masó.
En septiembre, escribe el trabajo titulado: “El arte pictórico en el Museo y Biblioteca de Cárdenas. Guía y noticias de pintores y aficionados cuyas producciones deberán buscarse para formar la Galería de Pintura cubana”.
Al mes siguiente, trabaja de manera intensiva junto al Bibliotecario Rodolfo Piqué y otros empleados, en ultimar los detalles necesarios para abrir al público la Biblioteca En vísperas de la apertura, redacta el Catálogo parcial de los libros que componían la Bibliografía cubana de la institución. El sábado 1 de noviembre, tal como estaba previsto, se abrió al público, el Departamento de Biblioteca del Museo “... con regular asistencia de concurrentes al salón de lectura”5
A mediados de noviembre, escribe el “Catálogo de trabajos para obtener el Grado de Doctor, hechos por cubanos en la Universidad de La Habana, en la de España, Francia ex, Escuelas Profesionales y otros centros que expedían diplomas de Arquitectura, Agrimensura ex, ex, que se guardan en el Archivo de Bibliografía Nacional”.
El 31 de diciembre de 1919, el Ayuntamiento nombra, a propuesta suya, a Ramón S. Otero para que cubra la vacante de Bibliotecario de la institución dejada por Rodolfo Piqué; quien había comenzado a laborar recientemente en la Compañía de Vapores de la Línea "Munson" de Cárdenas. Otero, se identificó rápidamente con su manera de pensar y actuar, resultando uno de sus más eficientes y leales colaboradores.
En los primeros días de 1920, viaja a La Habana con el objetivo de gestionar nuevas piezas para el Museo. A su regreso, trae consigo la Medalla de oro que le fue conferida por el comercio de Inglaterra, al Práctico Mayor del Puerto de La Habana, Antonio Veguilla; por la persecución y captura de un barco pirata en 1810.
En esta época, mantiene frecuentes contactos epistolares con el Dr. Juan Manuel Dihigo, destacado Profesor de la Universidad de La Habana; el cual le solicita con insistencia, la descripción y las fotografías de las piezas cubanas que existían en la Sección de Numismática del Museo; para incorporarla a la publicación de una conferencia, que sobre las monedas y medallas de la Isla, había pronunciado en la alta Casa de Estudios. Doce años después, el 4 de febrero de 1932, el profesor Dihigo recordará que en aquella ocasión, le: "... dispensó atenciones que no puedo olvidar y que siempre sé agradecer."6
El 30 de abril, asiste a la Sesión correspondiente del Comité Protector; dando lectura en la misma al Acta de la reunión celebrada exactamente veinte años antes, en 1895, para proponer a los vecinos de Cárdenas la fundación de la institución. Su iniciativa fue:
"... satisfactorio para sus iniciadores – y triste a la vez por cuanto al darse lectura a la relacn (sic) de los Sres. que la suscribieron se nota la desaparición de este mundo de casi todos, puesto que de los 105 individuos que se reunieron ese día, sólo quedan vivos 15, de los cuales 9 han concurrido solamente a esta sesión."7
Además, durante su intervención destacó el hecho, de que un cuarto de siglo después de haber sido lanzada la idea:
"... todos los Departamentos del Museo han crecido, la Armería exhibe ya, 300 ejemplares diversos, armas de fuego y blancas, sin contar los uniformes, cascos, botones de uniformes, balas, cañones, ex, ex(sic) – de piedra, bombas de mano. ex(sic). ".8
En el verano de 1920, debido a que enferma y se ve obligado a descansar, queda prácticamente al frente de la institución Ramón S. Otero. En septiembre, regresa a sus actividades habituales y el día 15, participa en la Sesión No. 94 del Comité Protector. Durante la reunión, informó – que a diferencia de las colecciones del Museo que crecían lentamente – la Biblioteca lo hacía con tal rapidez "... que ya no se cabe en el local destinado a ella, por lo que se llama la atención de los Sres. presentes sobre la necesidad de ir pensando en ampliar el local y en la adquisición de nuevos anaqueles."9
A esto se sumaba el hecho de que ya, a mediados de 1920, era necesario acometer de inmediato la conservación y restauración de muchas de las valiosas obras que atesoraba la misma; pero la institución carecía de los recursos para ello. Por tal motivo, Otero le afirma en una comunicación fechada en septiembre que:
"... todas esas necesidades podían remediarse con una sola cosa: Dinero – sin dinero no es posible hacer nada más que lo que se ha hecho hasta ahora, y cada minuto que pasa es más necesario el dinero para poder obtener de esta Institución los frutos que ella puede dar.
Mi Fe en los destinos del Museo y Biblioteca de Cárdenas no ha decaído en lo más mínimo, pero ante el abandono y la desidia de quienes podrían poner remedio a esta situación no puedo por menos que consignar mi sentimiento y al mismo tiempo mi protesta más viva, por ello, y hacer votos por la pronta llegada de tiempos mejores.” 10
Oscar redacta en el mes de octubre un nuevo catálogo de los blasones de familias cubanas que conservaba el Museo y asiste, el 25 de noviembre, a la Sesión que del Comité Protector; se efectúa este día en su casa, debido a que aún no se hallaba muy bien de salud.
Durante la reunión, dio a conocer las nuevas adquisiciones obtenidas por el Museo en el período; destacando el valor excepcional que ya tenía la Colección Numismática de la institución, especialmente la de piezas cubanas, que en número de 1000, estaba considerada la de más valor y riqueza del país.
El 30 de noviembre, recibe con alegría la noticia de que su amigo, el Dr. José María Verdeja y Martínez, Presidente del Comité Protector y hasta ese momento, Supervisor de Sanidad y Beneficencia de la Provincia de Matanzas; tomaría posesión, el 1. de diciembre , del cargo de Alcalde Municipal de Cárdenas.
La elección del Dr. Verdeja y Martínez aseguraba la continuidad de las atenciones que Joaquín de Rojas, el General Carlos María de Rojas, el Dr. Fernando Méndez Capote, Alberto de Rojas, Carlos Parquet, Pedro E. Medina Avila y otros Alcaldes locales, habían dispensado – a lo largo de más de dos décadas – al Museo y Biblioteca, y a su Director.
En el transcurso del mes de diciembre, redacta el “Catálogo de la colección de documentos relativos al estado de la Salud Pública (Sanidad) en el período histórico colonial” y asiste, el día 31, a la última Sesión de este año del Comité Protector.



XI
El 6 de enero de 1921 Oscar María escribe una carta encaminada a desmentir la noticia publicada tres días antes, en el periódico local "El Popular"; de que pronto se exhibiría en el Museo, el ejemplar de leopardo donado a la institución por las artista Miss Dally Vallecita Hill, Domadora de fieras del circo Pubillones, gracias a las gestiones realizadas por José Arechabala Mendoza y Francisco Lanza.
En su misiva, publicada al día siguiente en el mismo periódico, explicó a la opinión pública local; que habiendo llegado a la institución el cadáver del animal a las 2:00 a.m. del 1 de enero, cuando tenia más de 40 horas de fallecido y se iniciaba el proceso de putrefacción, resultó imposible taxidermiarlo, dado la carencia de recursos adecuados.
No obstante, aclaró que no se perdió del todo la pieza, pues se había enterrado con objeto de aprovechar el esqueleto en un futuro, agregando que:
"La falta de medios nos ha privado de numerosos ejemplares que, si hubiésemos contado con los debidos recursos, hoy contribuirían al buen nombre de la institución y aumentarían su prestigio."1
Al respecto, el periódico indicó que su carta, además de aclarar lo ocurrido y ser un testimonio del agradecimiento de la Dirección del Museo y Biblioteca a la donante, constituía también:
“... un motivo de pesar para que los que miramos con gran cariño esa institución. El Museo, por falta de medios adecuados, de que no ha sido dotado, pierde para su Colección de Historia Natural ese valioso ejemplar, como lleva perdidas, por igual causa, otros, de diversas especies, no menos interesantes.
Es un lamento, hecho de manera delicada, que el Municipio y los cardenenses todos deben recoger.
No creemos que cueste mucho dotar al Museo de esos medios.”2
En enero, Oscar escribe la continuación del "Catálogo de la Sección de Medallas de Valor Histórico Nacional Cubano" y redacta el de la Colección de Patentes de Sanidad Marítima "Enrique Saéz Bringuier"; a pesar de haber tenido que permanecer en reposo, por unos días, durante el transcurso de este mes; debido a su afección cardiaca, la cual se agrava a finales de 1920 y las primeras semanas de 1921.
En febrero, debido a esta enfermedad, se ve obligado a mantenerse inactivo casi todo el mes. Por este motivo, apenas escribe cartas ni contesta casi nunca las que recibe, encargándose prácticamente de la correspondencia oficial de la institución Ramón S. Otero.
De mucha satisfacción para él y sus más cercanos colaboradores, resultó la inclusión en la prestigiosa Revista cubana "Social", Número 2, Volumen VI, correspondiente al mes de febrero de este año; de una foto del edificio del Museo y Biblioteca tomada por Charles Leutold. La foto, colocada sobre el Índice del mencionado número de la Revista – dirigida por el prestigioso caricaturista cardenense Conrado Walter Massaguer – indicaba en su pie de grabado que
"El museo de Cárdenas es un legítimo orgullo de esa progresiva ciudad. La labor del Señor Oscar de Rojas, director de la institución, es digna de todo encomio. Social en una próxima edición [propósito que nunca llegó a concretarse] se ocupará de tan interesante personalidad y de su inapreciable obra".3
A mediados de marzo, recibe el número de julio – diciembre de 1920 de la Revista de la Facultad de Letras de la Universidad de La Habana; en la cual aparece el artículo del Dr. Juan M. Dihigo, que reproduce la relación de monedas y medallas cubanas que para el mismo le había remitido, a instancias de Francisco Comas Bolfa. El ejemplar de la publicación venía acompañado de una Tarjeta Postal del Dr. Dihigo, en la que éste le agradecía su colaboración en los siguientes términos:
"... quiero que sea V. El primero en recibir un ejemplar de mi artículo como debil (sic) testimonio de mi reconocimiento a Ud. por sus infinitas bondades para conmigo (...) Deseo que le agrade (...)"4
En este período, debido en gran medida a que la enfermedad le impide prácticamente – al obligarlo a estar semanas completas de reposo – escribir cartas solicitándolas o agradeciéndolas; disminuye considerablemente el número de donaciones que recibe el Museo, a pesar de que la institución cuenta con por esta época con 88 Miembros – Corresponsales en diversas partes ciudades y poblaciones cubanas y extranjeras.
Ramón S. Otero se seguirá encargando en estos meses, de redactar y mecanografiar casi toda la documentación y la correspondencia oficial del Museo y Biblioteca, pues su salud se continua debilitando rápidamente. Todo el peso del sufrimiento padecido por él y el cansancio acumulado durante años en la titánica labor de dotar a la institución de una sede definitiva; caen sobre él, en esta época, con la celeridad de un rayo, avejentándolo con rapidez.
Así pasa casi toda la primavera y parte del verano de 1921, estaciones durante las cuales apenas sale de la casa, en donde Alicia y el Dr. Luis Ros le prodigan toda clase de cuidados. Sólo de vez en vez, visita el Museo; cuya dirección ha dejado casi en manos de Ramón S. Otero, quien le consulta todas las decisiones.
Es tanta la confianza que tiene en el joven Bibliotecario, que lo comisiona para que asista el 20 de mayo a la toma de posesión del Dr. Alfredo Zayas, nuevo Presidente de la República de Cuba. La presencia en el acto de Otero, estaba relacionada con la obtención de las firmas del Presidente, del Vicepresidente y de los Secretarios del recién electo Gabinete para el "Libro de Oro" que con ese fin, había donado el Dr. Zanetti al Museo.
Con motivo de este viaje, Ramón Otero escribe el 12 de mayo una carta a Benito Lagueruela, eficaz colaborador del Museo y Biblioteca, indicándole que:
“Dentro de pocos días, y debido a que el Sr. Oscar M. de Rojas, Director de esta institución, se encuentra enfermo y no les es posible ausentarse de esta localidad, me trasladaré a esa para concurrir en representación del "Museo y Biblioteca de Cárdenas" al acto de toma de posesión del Dr. Alfredo Zayas, como Presidente de la República y del Mayor General Francisco Carrillo como Vice.
Tendré mucho gusto en aprovechar la oportunidad para presentar a usted mis respetos y saludarlo en nombre del Sr. Rojas, que especialmente me lo ha encargado.
Probablemente necesitaré de su ayuda para la obtención de las firmas del Presidente, Vice y los Secretarios que formen el primer Gabinete, y no dudo obtenerla de usted que además de ser cardenense es miembro muy estimado de esta institución.”5
Ocho días después, Otero le escribe a Oscar María desde La Habana, con objeto de darle cuenta de sus gestiones en la capital de la Isla. Como parte de su misiva, el fiel Bibliotecario le comunica que ya había obtenido las firmas del Mandatario y de su Gabinete para el libro y reconoce el valioso auxilio que para cumplir su encomienda le había ofrecido Lagueruela. Además, le informa que al día siguiente visitaría a los Dres. Carlos de la Torre y Juan M. Dihigo, cumpliendo sus órdenes, y le indica que el 19 de mayo:
"... hubo una velada en la casa donde nació Martí, que ahora ha sido definitivamente consagrada a "Museo Biblioteca y Galería Iconográfica". El Presidente del Comité es Arturo R. Carricarte y probablemente le escribirá solicitándole algo para este Museo, pues me lo dió a (sic) entender así una pregunta que me hizo y de la que me desentendí por no saber la determinación que se tomaría en este asunto y no quise soltar prenda ni adquirir compromiso alguno (...)."6
En el transcurso del mes de julio, Oscar experimenta una leve mejoría, la cual le permite contestar personalmente algunas de las cartas que le remiten amigos y colaboradores, interesándose por su salud u ofreciendo nuevas piezas y libros para el Museo. También, asiste a la Sesión No. 99 del Comité Protector, durante la cual se acordó, a propuesta de Ramón S. Otero, iniciar una suscripción pública; para erigir en el Departamento de Biblioteca, un Busto del eminente literato cardenense Emilio Bobadilla Lunar (Fray Candil).
Pocos días después, experimenta una recaída de la enfermedad, la cual lo obliga a guardar cama en la segunda quincena de julio. Esta situación se mantiene en los meses de agosto y septiembre, en los que apenas hace vida social; limitándose - cuando puede - a contestar la correspondencia y a inspeccionar y recorrer los Salones del Museo y Biblioteca, el cual continua funcionando prácticamente bajo la dirección de Ramón S. Otero.
En medio de su convalecencia recibe, a través de Otero, la noticia de que el escritor cubano Hernández Catá, Cónsul de Cuba en Madrid, ha prometido enviar la próxima edición de sus Obras Completas a la Biblioteca de la institución e inicia, haciendo un esfuerzo sobrehumano, la relación de objetos donados al Museo a partir del 16 de julio de 1921, la cual dejará inconclusa.
A mediados de agosto, la enfermedad le impide levantarse de la cama. Durante el mes de septiembre y la primera quincena de octubre, continua de reposo por prescripción facultativa. A pesar a los cuidados que le prodiga Alicia y las atenciones médica del Dr. Luis Ros, quienes en la segunda semana del mes de octubre apenas se retiran de su lado, el desenlace fatal se acerca.
Nada puede hacerse. Oscar María se derrumba irremediablemente. Ningún estímulo logra devolverle la escasa alegría y el escaso deseo de vivir que quedó en él luego de la prematura muerte de su único hijo. Ni las donaciones de periódicos y folletos antiguos que hace por estos días al Museo su amigo el Dr. Luis F. Pascual, ni el anuncio que le hace en septiembre V. Hernández, de la finca "La Merced", de Coliseo; de que muy pronto Amparo Martínez y Montalván, viuda de Salvador Cisneros Betancourt, obsequiaría a la institución, el Bufete que usó su esposo; logran que renazca en él el espíritu emprendedor y de lucha que siempre le acompañó.
Tampoco surte efecto en él la visita que le hace Ramón S. Otero, el cual le trae a su lecho de enfermo, el primer número de la Revista Literaria "Germinal". La lectura de la publicación, aparecida por estos días bajo la dirección del joven bibliotecario, tampoco logra alegrarlo, a pesar de que en ella aparece reproducida el Acta Promovedora, formando parte de la sección "Noticias del Museo"; espacio con el que Otero pretendía suplir la carencia de una publicación informativa de la institución, ofreciendo a los lectores:
"... cuantos detalles relacionados con el "Museo y Biblioteca de Cárdenas" puedan ser de algún interés, reseñando las adquisiciones que se hagan, publicando los documentos que en su archivo se conservan, y en general toda clase de noticias e informaciones que de dicha institución pueden darse como contribución a la Historia y a la Ciencia."7
El 15 de octubre de 1921, el Museo y Biblioteca Pública de Cárdenas recibe un impacto brutal, ya que este día, menguado su vigor por el dolor que agotó la frescura de su alma y mató en su corazón la ensoñación robusta de entusiasmo y de fe que distinguió los mejores años de su vida; fallece su Fundador, Director y principal Protector, en su residencia de la calle Industria No. 40, a causa de una Aortitis provocada por su prolongada enfermedad del corazón.
Terminaban de este modo, varias semanas de reposo absoluto, en las que tuvo que suspender toda actividad física y donde los ahogos, la disnea y las palpitaciones fueron una constante. Su esposa y el Dr. Luis Ros, quienes lo atendieron hasta el último momento, dejaron constancia de que había muerto:
“... pensando hasta el último momento en su obra y sin infundir la luz inmortal de su dedicación y su extraordinaria competencia a sus sucesores (...) ¡Con él se cumplió una vez más el axioma de que los grandes hombres no dejan dignas herencias en la esfera de las ideas!”8
Así fallece, en este día infausto, la persona a quién Cárdenas debió en los primeros años de la Seudorepública "... su máximo prestigio cívico y cultural".9
El 16 de octubre de 1921, fecha en que debía cumplir 56 años, se efectúa su entierro - sin pompas ni ceremonias - en el Panteón de la Familia Rojas del Cementerio de Cárdenas. Poco antes, su amigo Rafael Cuevas y Oliva, destacado emigrado revolucionario y Miembro Corresponsal en México del Museo y Biblioteca, se encarga de formalizar la declaración de su deceso ante Manuel Rivero Sánchez, Juez Municipal Occidental de Cárdenas, y de Joaquín Hernández Vitier, Secretario del Juzgado. El deceso fue registrado en el Tomo 75 de la Sección de Defunciones del Juzgado Municipal; sin que se convirtiera en motivo de duelo para la mayoría de los cardenenses.
Sólo tres días más tarde, el 19 de octubre, el profesor e historiador local Herminio Portell Vilá, sacaba la cara por sus conciudadanos y le dedicaba el elogio necrológico que merecía. El artículo, publicado en el periódico local "La Unión", alertaba a la opinión pública del hecho cierto de que:
"Probablemente para algunos cardenenses, de los que en poco consideran lo que en pro del progreso general de Cárdenas se haga, habrá pasado como suceso de relativa importancia uno que tiene gran trascendencia: la desaparición del cardenense ilustre Don Oscar de Rojas, caballero intachable y cultísimo con cuya memoria Cárdenas tiene contraída una deuda solemne.
(...)
Su labor ha sido sobrehumana y al terminar su jornada, volviendo la vista atrás, pudiera haber dicho si no se lo hubiera impedido su admirable amor a Cárdenas: He cumplido mi deber para con la ciudad natal.
Pero era demasiado noble y tenía demasiado espíritu de sacrificio el ilustre anciano que hasta el último momento puede decirse que pensó en la magna obra que constituye su legado a Cárdenas.
(...)
D. Oscar, como era conocido no fue hombre de estos tiempos mezquinos; su vida ejemplar fue algo extraordinario en pugna con las ruindades del presente. Patriota de quién guardaremos, como preciadas reliquias, máximas de cubanísmo puro que presiden la formación de nuestros juicios, de él conservaremos memoria imperecedera."10








EPÍLOGO
Al conocerse en Cárdenas, Matanzas, La Habana y otras ciudades de Cuba y del mundo la noticia del fallecimiento de Oscar María; su esposa recibe inmediatas muestras de condolencia.
Uno de los más importantes mensajes que Alicia recibe, es el telegrama que había remitido el 17 de octubre a José María Verdeja Martínez, Alcalde Municipal de Cárdenas, el Consejo Provincial de Matanzas; con el ruego de Enrique Fortún, su Presidente, de que hiciera llegar cuanto a los familiares de Oscar, el más sentido pésame de ese Organo de Gobierno.
Le sigue, en orden de importancia, el del Dr. Verdeja y Martínez, el cual le envía una carta fechada el 18 de octubre; en la que se disculpa no haberle podido hacerle llegar antes su misiva, debido a que se hallaba en Cienfuegos, presidiendo una Comisión de Trabajo, al producirse el deceso. En su misiva, el también Presidente del Comité Protector del Museo y Biblioteca, le explicó que la noticia le había causado "... un dolor profundo pues ella me priva para siempre de un distinguido amigo, a la vez que de un empleado digno y competente que honraba en todos los conceptos mi administración."1
A pesar del reconocimiento que hace a Oscar, el Dr. Verdeja y Martínez no vaciló – inexplicablemente – en nombrar el 17 de octubre para sustituirlo a Ramiro S. Rodríguez González, el cual no poseía los requisitos indispensables para ostentar el cargo; inaugurando así una tradición, que convirtió el puesto de Director – Encargado de la institución, en una de las más codiciadas "botellas" cardenenses.
A partir del 18 de octubre, fecha en que Ramiro Rodríguez- quién hasta entonces se desempeñaba como Ayudante del Museo - toma posesión del cargo, la vida de la institución cambio para siempre. Por eso, ni la decisión del 25 de octubre del Ayuntamiento de Cárdenas, de ponerle a la institución el nombre de Oscar, ni la intención de varios Concejales presentes en la sesión de este día de erigirle un Busto en el interior del Museo; logran conjurar la incertidumbre de los días grises que se ciernen sobre el futuro de ese Templo de la Historia y la Cultura, al que su fundador dedicó sus mejores esfuerzos.
Ante esta situación, decayó el entusiasmo de los colaboradores y de los Miembros y Corresponsales del Comité Protector, muchos de los cuales dejaron "... a la suerte el provenir del Museo, que fuera el alma de Oscar de Rojas..."2, y motivo de honor y de orgullo para todos y cada uno de ellos.
Y la suerte le fue adversa al Museo y Biblioteca, el cual permaneció durante varios años, sobre todo en las décadas del 20 y el 30 de este siglo, "... poco a poco destruyéndose, desplomándose, perdiendo valor y mérito”.3
La atención de las autoridades municipales a Alicia fue escasa o casi nula, pues se limitó a entregarle, el 21 de octubre, el Escritorio que su esposo usó durante el período en que fungió como Director- Encargado del Museo y Biblioteca y a pagarle los haberes devengados por este y no percibidos, y los dos meses de salario, que con arreglo al Artículo 52 de la Ley de Servicio Civil, le correspondían a las viudas de los Empleados Municipales.
A lo largo de la Seudorepública, y hasta el Triunfo Revolucionario del Primero de enero de 1959, salvo honrosas excepciones, fue escaso el número de directores del Museo y Biblioteca; que rindieron tributo con su actuación a la obra de Oscar y que preservaron intacto el tesoro acumulado por él y sus colaboradores, a lo largo de 26 años de ingentes esfuerzos. Gracias a esta coyuntura:
"La montura de Juan Bruno Zayas cabalgó jinetes de romería; el cuarto del Generalísimo sirvió para actos concupiscentes, la pluma con que se firmó nuestra primera Constituyente desapareció; las monedas de oro pasaron a bolsillos particulares, la ceiba centenaria donde se dijo (sic) la primera misa en Cuba y cuya raíz se conservaba, fue dividida en trozos y vendida como souvenir por el director de aquella época (...).
La obra fue completada por los elementos que en 1933, en el terrible ciclón que azotó a Cárdenas, destruyeron mucho de lo allí se atesoraba, pulverizando la iglesia de "La Covadonga (...) “.4
Así permaneció durante décadas, frente al Parque Martí "... persistente en la lucha contra los hombres y los elementos, olvidado de la ayuda oficial con la sola protección de un nombre que es un símbolo: Oscar de Rojas (...) ".5
No obstante, a pesar de todas las dificultades, pudo preservarse como institución y fue, durante la Seudorepública, un centro destacado de la cultura local y nacional; convirtiéndose en fragua para la formación y fortalecimiento de la conciencia histórica y el espíritu patriótico de varias generaciones de cubanos.
Sólo la Revolución, pudo recobrar a plenitud para Cárdenas y para Cuba, la obra trascendente de Oscar y de sus colaboradores, y en la antigua Casa Consistorial de la ciudad, en la Casa Natal de José Antonio Echeverría y en el Centro de Veteranos “General Máximo Gómez”; los viejos recuerdos renacieron, las esperanzas volvieron y la historia cobró más fuerza, porque como escribió Lázaro Miranda Chirino, actual Director del Museo, este se reabrió al público el 19 de marzo de 1979:
“ ... en su local definitivo, el Antiguo Ayuntamiento, donde el pueblo puede disfrutar las colecciones expuestas, acorde con la concepción moderna que norma el funcionamiento de este tipo de instalación. Una obra de esta magnitud no es posible sin el recurso material y humano y la paciente y cuidadosa tarea revalorizadora que sólo es realizable con la Revolución.
La selección y montaje de lo expuesto obedece a las exigencias científicas, recreativas y didácticas del mundo contemporáneo. En exposiciones futuras el pueblo podrá contemplar las demás colecciones [que] conforman nuestros valiosos fondos.
Esta obra deviene homenaje perenne a Oscar María de Rojas (...)” .6


Fuentes Consultadas.
I - Fuentes Bibliográficas.
Alvárez Blanco, Ernesto. “Biografía de Oscar M. de Rojas (1865 - 1900)“. Cárdenas, (inédito), 1992.
___________________.“Biocronología de Oscar M. de Rojas (1865 - 1921)“. Cárdenas, (inédito), 1996.
_____________________.“El Mausoleo de los Mártires de la Independencia de Cárdenas: un importante monumento local “. Cárdenas, (inédito), 1987.
Dollero, Adolfo. “Cultura Cubana(Matanzas)“. Habana, Imprenta Seoane y Fernández, 1919.
Faz, Tomás. “Breve relato de mi actuación revolucionaria durante la Guerra de Independencia, y como cubano después de la paz “. Cárdenas, (inédito), 1942.
Maicas, Antonio María. “Biografía de Don Oscar María de Rojas Cruzat “ En: Revista "Matanzas Gráfica". Matanzas, enero de 1940.
___________________. “Discurso pronunciado en el Centro de Veteranos de Cárdenas “. Cárdenas, (inédito), S/f.
___________________. “Oscar María de Rojas y el Museo “. Cárdenas, (inédito), 1973.
Miranda Chirino, Lázaro. “Síntesis histórica del Museo“ Oscar María de Rojas ” para el catálogo”. Cárdenas, (ejemplar mimeografiado), 1979.
Portell Vilá, Herminio. “ Historia de Cárdenas “. Cárdenas, Talleres Gráficos Cuba Intelectual “, 1928.
___________________. “Historia Estadística de Cárdenas. Período de 1893 a 1925”. En: Periódico "Heraldo de Cárdenas". Cárdenas, 1924.
Rojas, Oscar M. de, “Iconografía de Cárdenas“. Cárdenas, (inédito), S/f. V Tomos. ____________________. “Libro de Actas y Correspondencia del Museo y Biblioteca de Cárdenas “. Cárdenas, (inédito), 1895 - 1921. XV Tomos.
________________ “ Necrología de Cárdenas “. Cárdenas, (inédito), S/ f. III Tomos.
________________“Notas biográficas para la historia de Cárdenas“. Cárdenas,
( inédito), S/f.
________________ “ Para los Anales y Necrología de San Juan de Dios de Cárdenas“. Cárdenas, (inédito), S/ f. III Tomos.
Sablón, María del Carmen. “ Charles Leutold. Fotografías “. Matanzas, Imprenta de Divulgación de Cultura, 1988.
Saéz D. Arguelles, Dr. Enrique. “Museo y Biblioteca Pública de Cárdenas “. Cárdenas, Imprenta La Concha de Venus, 1944.
Torres González, Aleyda. “ Manuscritos inéditos sobre la Historia de Cárdenas, por Oscar Ma. de Rojas. Secante y Tintero utilizados por él en el Museo de Cárdenas “. Matanzas, Imprenta de Divulgación de Cultura, 1985.
____________________ y Ásela Moré Tamayo. “ Oscar M. de Rojas: un promotor cultural “. Cárdenas, (inédito), 1988.
____________________ , Laureano Llorente, Norys Rodríguez y Luis Cordero. “Historia del Museo de Cárdenas desde su fundación hasta la actualidad “. Cárdenas, (inédito), 1984.
Vega, Evelio. “Memento. Motivos del Museo “. Cárdenas, (inédito), 1929.

2 - Fuentes Periódicas.
Anuario de Cárdenas, Cárdenas (1948).
Bohemia, La Habana (1916).
Cárdenas Ilustrada, Cárdenas (1917).
Diario de Cárdenas (1926).
Diario de La Marina, La Habana (1928).
El Activista, Cárdenas (1973).
El Combate, Cárdenas (1889).
El Debate, Cárdenas (1922).
El Tiempo, Cárdenas (1918).
Germinal, Cárdenas, (1921).
Heraldo de Cárdenas, Cárdenas (1903)
La Alborada, Cárdenas (1979 - 1981).
La Antorcha, Cárdenas (1933 - 1943).
La Crónica Liberal, Cárdenas (1887 - 1895).
La Discusión, Cárdenas (1922).
La Unión, Cárdenas (1907 - 1922)
Memoria del Club Náutico de Varadero, Cárdenas (1935).
Reflejos, Cárdenas (1943).
Renovación, Cárdenas (1943).
Social, La Habana (1921).

3 - Fuentes Documentales.
Archivo de la Iglesia Parroquial de la Purísima Concepción de Cárdenas.
Archivo de la Universidad de La Habana.
Archivo del Museo “ Oscar M. de Rojas “ de Cárdenas.
Archivo Histórico Municipal “Casa Natal de José Smith Comás “ de Cárdenas.
Archivo Municipal de Guanabacoa.
Archivo Personal del autor.
Archivo Personal de Paulette Otí de Rojas (Ciudad Habana).
Registro de la Propiedad de Cárdenas.
Registro Civil de Cárdenas.













1 Rojas Cachurro, Joaquín de, " Diario personal de Joaquín de Rojas". Cárdenas, (inédito), 1865 – 1905 ca. S/fo.

1 Ruiz de la Quintana, Manuel de. ( “ Carta a Oscar María de Rojas “). Habana, 29 de septiembre de 1883. Folio 2.
2 Rojas, Oscar María de, “ Para los Anales y Necrología de San Juan de Dios de Cárdenas”. Cárdenas, (inédito), S/f. S/fo.
3 Ibídem.

4 Villa y Giorgi, Santos. ("Carta a Oscar M. de Rojas"). Habana, 10 de marzo de 1891. Fo 1.
.
1 Rojas, Oscar M. de, "Libro de Actas y Correspondencia del Museo y Biblioteca de Cárdenas". Cárdenas, (inédito), 1909. Tomo I. Fos 1 y 2.
2 Blanes, Francisco. ("Carta al Dr. Fernando Méndez Capote “). Key West, 8 de diciembre de 1899.S/fo.
3 Rojas, Oscar M. de, " Libro de Actas y Correspondencia del Museo y Biblioteca de Cárdenas". Cárdenas, (inédito), 1909. Tomo I. Fo 9.
4 Rojas, Oscar M. de, y Alicia Fernández. ( " Acta de autenticidad del botón."). Cárdenas, (inédito), 20 de agosto de 1905. Fo 1.
5 Gómez, Máximo. ( " Carta a Alicia Fernández de Rojas." ). Habana, (inédito), 30 de diciembre de 1899. Fo1.
6 Gómez, Máximo. ( " Carta a Alicia Fernández de Rojas “). Habana, (inédito), 11 de enero de 1900.Fo 4.
7 Ibídem. Fo 1.
8 Blanes, Francisco. ( "Carta al Dr. Fernando Méndez Capote”). Key West, 8 de diciembre de 1899. Fo 1.
9 Blanes, Francisco. ( "Carta al Dr. Fernando Méndez Capote”). Key West, 9 de diciembre de 1899.
10 Ibídem. Fo 1.
11 Blanes, Francisco. ( " Carta al Dr. Fernando Méndez Capote “). Key West, 9 de diciembre de 1899. Fo 3.

1 Rojas, Oscar M. de, " Para los Anales y Necrología de San Juan de Dios de Cárdenas. Cárdenas, (inédito), S/f. S/fo.
1 Rojas, Oscar M. de, " Iconografía de Cárdenas ". Cárdenas, (inédito), 31 de diciembre de 1906. Tomo I. Fo 1.
2 Ros, Dr. Luis. " El Edificio del Museo ". En: Periódico " Libro de Actas y Correspondencia del Museo y Biblioteca de Cárdenas ". Tomo II. Fo 13.

3 Hatman, Edies. ( " Carta a Oscar M. de Rojas “). Cárdenas, 5 de abril de 1907. Fo 1.
4 Rojas, Oscar M. de, "Libro de Actas y Correspondencia del Museo y Biblioteca de Cárdenas". T II. Fo 710
5 Cárdenas, Consejo de Redacción." El Museo". En: Periódico "El Popular". Cárdenas, 23 de diciembre de 1909. Pág. 1.
6 Torre y Huerta, Dr. Carlos. ("Carta a Oscar M. de Rojas"). Cárdenas, (inédito), 31 de enero de 1910. Fo 2.
7 Rojas, Oscar M. de, "Libro de Actas y Correspondencia del Museo y Biblioteca de Cárdenas". Tomo III. Fo 147.
8 Ibídem. Fo523.
9 Ávila, Manuel. "Carta Abierta" En: Periódico "El Pueblo". Ciego de Ávila, 2 de enero de 1912. S/pág.
10 Rojas, Oscar M. de, "Libro de Actas y Correspondencia del Museo y Biblioteca de Cárdenas". T IV. Fos 338 – 339.
11 Ibídem. Fo 416.
1 Bofill, José. ("Carta a Oscar M. de Rojas"). Santiago de Cuba, 2 de abril de 1912.Fo1.
2 Rojas, Oscar M. de, "Libro de Actas y Correspondencia del Museo y Biblioteca de Cárdenas". Tomo IV. Fo 509.

4 Rojas, Oscar M. de, "Libro de Actas y Correspondencia del Museo y Biblioteca de Cárdenas". Tomo IV. Fo 297.
5 Ibídem. Fos 303 y 304.
6 Rojas, Oscar M. de, "Libro de Actas y Correspondencia del Museo y Biblioteca de Cárdenas". Tomo V. Fo 354.
7 Ibídem.
8 Heredia, Emilio. ("Carta a Oscar M. de Rojas"). Habana, 22 de enero de 1913. Fo 1.
9 Ibídem. Fo 2.
10 Bofill, José. ("Carta a Oscar M. de Rojas"). Santiago de Cuba, 27 de marzo de 1913. Fo 1.









11 Ibídem. Fo 2
12 Rojas, Oscar M. de, "Libro de Actas y Correspondencia del Museo y Biblioteca de Cárdenas". Tomo V. Fos 529 y 530
.








13 Habana, Consejo de Redacción." El Museo de Cárdenas". En: Periódico "La Discusión". Habana, 19 de abril de 1913. Pág 1.
14Rojas, Oscar M. de, "Libro de Actas y Correspondencia del Museo y Biblioteca de Cárdenas". Tomo VI. Fo 73.
15 Ibídem. Fo 77.
16 Rojas, Oscar M. de, "Libro de Actas y Correspondencia del Museo y Biblioteca de Cárdenas". Tomo VI. Fo 78.
17. Ibídem. Fo 162.
18 Rojas, Oscar M. de, "Libro de Actas y Correspondencia del Museo y Biblioteca de Cárdenas". Tomo VI. Fos162 y 163.

19 Cárdenas, Ayuntamiento de Cárdenas." Expediente personal de Oscar M. de Rojas". Cárdenas, (inédito), 1913 – 1921. Fo 11.

20 Rojas, Oscar M. de, "Libro de Actas y Correspondencia del Museo y Biblioteca de Cárdenas". Tomo VI. Fos 667 – 668.
21 Ibídem. Fos 668 y 669.

1 Villaverde, José María. "Desde Cárdenas. Visitando el Museo". En: Periódico "Cuba". Habana, 3 de abril de 1914. S/pág.
2Ibídem.
3 Rojas, Oscar M. de, "Libro de Actas y Correspondencia del Museo y Biblioteca de Cárdenas". Tomo VII. Fo 325.

4 Ibídem. Fos 362 – 363.
5 Ortega y Munilla, José. ("Carta a Oscar M. de Rojas"). Madrid, 19 de octubre de 1914. Fos 1 y 2.
6 Ortega y Munilla, José. ("Carta a Oscar M. de Rojas"). Madrid, 22 de octubre de 1914. Fo 1.
7 Rojas, Oscar M. de, ("Carta al Alcalde Municipal"). Cárdenas, 21 de diciembre de 1914. Fo 1.

7 Rojas, Oscar M. de, ("Carta al Alcalde Municipal"). Cárdenas, 21 de diciembre de 1914. Fo 1.
8 Rojas, Oscar M. de, "Libro de Actas y Correspondencia del Museo y Biblioteca de Cárdenas". Tomo VII. Fo 532 9Ibídem. Fo 545.




10 Rojas, Oscar M. de, "Libro de Actas y Correspondencia del Museo y Biblioteca de Cárdenas". Tomo VI. Fo 607.
11 Ibídem. Tomo VII. Fo 613.



12 Rojas, Oscar M. de, "Libro de Actas y Correspondencia del Museo y Biblioteca de Cárdenas". Tomo VII. Fo 615.
13 Castellanos, José Luis." Una visita al Museo". En: "Diario de la Marina". Habana, 23 de octubre de 1915. Pág. 2.
14 Ibídem.

15 Aramburu, Joaquín N. "Baturrillo". En: "Diario de la Marina". Habana, 4 de noviembre de 1915. Pág. 2.
16 Rojas, Oscar M. de, "Libro de Actas y Correspondencia del Museo y Biblioteca de Cárdenas". Tomo VIII. Fo 513 – 514.
17 Ibídem. Fo 514.



[1] Castañal, Héctor. "El Museo de Cárdenas”. En: Revista "Bohemia". Habana, 16 de abril de 1916. S/pág.

[2] Rojas, Oscar M. de, "Libro de Actas y Correspondencia del Museo y Biblioteca de Cárdenas". Tomo IX. Fo 191.
[3] Ibídem. Fo 192.
[4] Ambrosía. "Por el Museo de Cárdenas". En: Periódico "La Unión" Cárdenas, 21 de octubre de 1916. Pág 3.
[5] Ramírez, Primitivo. ("Carta a Oscar M. de Rojas"). Matanzas, 21 de diciembre de 1916. Fo 1.
[6] Ibídem.
[7] Rojas, Oscar M. de, "Libro de Actas y Correspondencia del Museo y Biblioteca de Cárdenas". Tomo IX. Fo 453.
[8] Cárdenas, Consejo de Redacción. "El Museo y Biblioteca". En: Periódico "La Unión". Cárdenas, 3 de mayo de 1917. Pág. 1.
[9] Rojas, Oscar M. de, "Libro de Actas y Correspondencia del Museo y Biblioteca de Cárdenas". Tomo IX. Fos 608 – 609.

[10] Larrouse, Juan. ("Carta a Oscar M. de Rojas"). Habana, 27 de mayo de 1917. Fo 2.

[11] Jarquín, Manolo. "Las dos joyas de Cárdenas". En: Periódico "El Republicano Conservador". Matanzas, 30 de noviembre de 1917. Pág 1.

[12] Blanes, Francisco. ("Carta a Oscar M. de Rojas"). Key West, 11 de diciembre de 1917. Fos 3 y 4.
[13] Blanes, Francisco. ("Carta a Oscar M. de Rojas"). Key West, diciembre de 1917. Fo 1.
[14] Ibídem. Fo 4.
[15] Rojas, Oscar M. de, "Libro de Actas y Correspondencia del Museo y Biblioteca de Cárdenas". Tomo X. Fo 338.
[16] Ibídem. Fo 374.
1 Rojas, Oscar M. de, "Libro de Actas y Correspondencia del Museo y Biblioteca de Cárdenas". Tomo X. Fo 399.
.
2 Cárdenas, Consejo de Redacción. ("Nota sin título"). En: Periódico "La Unión". Cárdenas, 14 de febrero de 1914. Pág. 1.
4 Pino, Félix. "El Museo Nacional está en Cárdenas". En: Periódico "Heraldo de Florida". Florida, 24 de marzo de 1918. Pág 1.
5 Ibídem.
6 Rojas, Oscar M. de, "Libro de Actas y Correspondencia del Museo y Biblioteca de Cárdenas". Tomo X. Fos 525 – 526.
7 Ibídem. Fo 526.
8Rojas, Oscar M. de, "Libro de Actas y Correspondencia del Museo y Biblioteca de Cárdenas". Tomo X. Fo 526 – 527.


1 Rosell, Marcial. "Mi visita al Museo". En: Periódico "El Popular". Cárdenas, 20 de marzo de 1919. Pág 1.
2 Dollero, Adolfo. "Cultura Cubana(Matanzas)". Habana, Imprenta Seoane y Fernández, 1919. Pág 308.
3 Ibídem. Págs 308 – 311.
4 Dollero, Adolfo. Ob. Cit. Pág 99.
5 Rojas, Oscar M. de, ("Carta a Pedro E. Medina, Alcalde de Cárdenas"). Cárdenas, 4 de noviembre de 1919. Fo1.
6 Dihigo, Dr. Juan M. ("Carta al Director del Museo y Biblioteca de Cárdenas"). Habana, 11 de febrero de 1932. Fo 1.
7 Rojas, Oscar M. de, "Libro de Actas y Correspondencia del Museo y Biblioteca de Cárdenas". Tomo XIII. Fo 314.
8 Ibídem.
9 Rojas, Oscar M de, "Libro de Actas y Correspondencia del Museo y Biblioteca de Cárdenas". Tomo XIV. Fo 556.
10 Otero, Ramón. ("Carta – Informe a Oscar M. de Rojas"). Cárdenas, 30 de noviembre de 1920. Fo 1.
1 Cárdenas, Consejo de Redacción. "El Museo y Biblioteca. Es de sentirse". En: Periódico "El Popular". Cárdenas, 7 de enero de 1921. Pág 1.
2 Ibídem.

3 Habana, Consejo de Redacción. ("Pie de una fotografía del edificio del Museo y Biblioteca de Cárdenas". En: Revista "Social". Habana, febrero de 1921. Volumen VII. No. 2. S/Pág.
4 Dihigo, Juan M. ("Tarjeta Postal dirigida a Oscar M. de Rojas"). Habana, 18 de marzo de 1921.
5 Otero, Ramón. ("Carta a Benito Lagueruela"). Cárdenas, 12 de mayo de 1921. Fo 1.
6 Otero, Ramón. ("Carta a Oscar M. de Rojas"). Habana, 20 de mayo de 1921. Fo 2.
7 Otero, Ramón."Noticias del Museo". En: Revista "Germinal". Cárdenas, agosto de 1921. Año I. No. 1. S/pág.
8 Portell Vilá, Herminio. "Historia de Cárdenas". Habana, Talleres Gráficos "Cuba Intelectual", 1928. Pág. 230.
9 Ibídem.
10 Portell Vilá, Herminio."In memorian. D. Oscar de Rojas". En: Periódico "La Unión". Cárdenas, 19 de octubre de 1921. Pág. 2.
1 Verdeja y Martínez, Dr. José María. ("Carta a Alicia Fernández de Rojas"). Cárdenas, 18 de octubre de 1921. Fo 1.
2 Faz, Tomás. "Breve Relato de mi actuación revolucionaria durante la Guerra de Independencia; y como cubano después de la paz". Cárdenas, (inédito), 1942. S/pág.
3 Porras, Pizzi de, ("El Museo de Cárdenas"). En: (Periódico habanero no identificado). Habana, 1930 ca. S/pág.
4 Maicas, Antonio M. "Tradiciones Cardenenses. El Museo Oscar M de Rojas". En: Periódico "La Antorcha". Cárdenas, 1940 ca. S/pág.
5 Ibídem.
6 Miranda Chirino, Lázaro. "Síntesis histórica del Museo Oscar M. de Rojas para el Catálogo". Cárdenas, (ejemplar mimeografiado), 9 de febrero de 1979. Págs 2 y 3.


[E1]


"De amar las glorias pasadas se sacan fuerzas para adquirir las glorias

nuevas".

José Martí



“… la HISTORIA NOS AYUDARÁ A DESCUBRIR LOS CAMINOS DE HOY Y DE MAÑANA, A MARCHAR POR ELLOS CON PASO FIRME Y CORAZON SERENO Y A MANTENER EN ALTO LA ESPERANZA (...)”.

RAMIRO GUERRA