martes, 24 de noviembre de 2015

Algunos enemigos potenciales de las ciencias sociales en Cuba.

Por: Esteban Miguel Morales Domínguez.
Datos del autor. Esteban Miguel Morales Domínguez nació en Cárdenas el 26 de agosto de 1942. Miembro titular de la Academia de Ciencias de Cuba. Economista y Politólogo, Doctor en Ciencias Económicas, e Investigador en la Universidad de La Habana. Profesor de Economía Política de la Facultad de Economía. Licenciado en Economía. Las ciencias sociales tienen que trabajar desde el origen de los proyectos investigativos y también para sí mismas. De lo contrario como se van a desarrollar. Prestándole atención solo a las investigaciones para la práctica social. ¿Y sus investigaciones fundamentales dónde quedan? Esto último ha terminado entendiéndose bastante bien para el resto de las ciencias, pero en las ciencias sociales, aun es un problema sin resolver, que compromete su desarrollo. Hace algún tiempo que no escribo sobre fenómenos internos. Ahora volveré sobre ellos, para hablar de algunas ideas que me inspiró el último “Dialogar Dialogar”, dedicado al debate sobre las “Ciencias Sociales y Humanísticas en Cuba”. Tema inagotable, sobre el cual debemos continuar discutiendo de manera incansable. Debate al que debemos incorporar masivamente a todo el que nos sea posible. Estas últimas ciencias tienen algunos enemigos potenciales. Y digo potenciales, porque solamente pueden actuar si nosotros se lo permitimos. Aunque alguno de ellos pueden disponer de fuerzas suficientes para tratar de aplastarnos. Estas últimas fuerzas son aquellas que pretendan limitarnos en nuestras opiniones, o amedrentarnos para que solo digamos lo que es del agrado de algún sector de poder. Estos potenciales enemigos pueden, ser entre otros, los siguientes. 1. La burocracia. Que siempre contiene gente prejuiciada e ignorante, que ocultan sus miedos, limitaciones e incapacidades intelectuales, bajo la sombrilla del ejercicio del poder. El “burócrata”, que es una categoría muy específica, experimenta una animosidad casi genética contra el científico, y el intelectual en general. 2. La autosuficiencia. Siempre presta a hacernos creer que nos lo sabemos todo y que no es necesario aprender de nada ni de nadie. 3. El prejuicio. Que no deja al pensamiento volar. 4. La cobardía. Siempre tratando de frenarnos frente a la necesidad de trabajar con las verdades. Nuestras Ciencias Sociales y Humanísticas han padecido y padecen aun de todos esos males. “Las ciencias sociales pertenecen a un tipo de actividad diferente de la política. No solo diferente sino independiente de la actividad política, aun cuando están en estrecha interacción.”(Revista Contracorriente…). “Pero ello no significa que tenga que haber coincidencia entre las ciencias sociales y los puntos de vista de la política”. (Contracorriente…). “La política está muy entrelazada con la coyuntura, por tanto, su lenguaje esta enlazado a unos códigos que permanecen mucho tiempo y se desfasan en ocasiones del estado real de que alcanza el desarrollo de las relaciones políticas. Las ciencias sociales pueden ayudar mucho a buscar alternativas, nuevos lenguajes y códigos para en función de objetivos estratégicos, sacar a la política del atolladero” (Contracorriente…). Razones por las cuales, hay que defender las diferencias entre ciencias sociales y política y sobre todo, la independencia de la primera. Dentro de esa relativa independencia de las ciencias sociales de la política, hay que defender que los resultados de las ciencias sociales y humanísticas tienen varios canales de entrada a la vida social. Entre ellos como los más importantes los siguientes: -La publicación y divulgación de sus resultados. -La formulación de política y la toma de decisiones. -El consumo social de sus resultados. No obstante, lamentablemente, no existe un divorcio, pero aún estamos muy lejos de haber alcanzado una articulación adecuada con la política, asunto que consideramos como vital para la supervivencia de nuestro proyecto social. Sobre todo, encontrándonos a la entrada de un periodo histórico, donde la guerra a librar será esencialmente cultural. El papel más frecuente de nuestras ciencias ha sido el de diagnosticar y no el de pronosticar. Claro, que ello tiene mucho que ver aun, con la cobardía y el oportunismo, en no pocos de nuestros científicos sociales, de esperar por el discurso político, para no equivocarse o no ser objeto de represalias. Lo cual nos queda muy mal, sobre todo, cuando resulta que es el discurso político el que se ha equivocado. La ciencia tiene que prever, adelantarse, ciencia que no pronostica no es ciencia. Esto último resulta mucho más difícil en las Ciencias Sociales, mucho más cerca de la política y donde el factor subjetivo tiene una función de primer orden. Además, cuando como resultado de su propia naturaleza y juventud, las ciencias sociales tienen menos desarrollo relativo que el resto de las ciencias en el país. Situación que hay que tratar de solucionar. Dado que se trata de un serio problema para un país que pretende una dirección consciente de los procesos en lo social. Y cuando hemos padecido el estereotipo, de que, en nuestro país, cuando se habla de ciencia, salvo que se especifique, se está hablando solo de ciencias naturales y exactas. Para ello se necesita de una ciencia social que pronostique y contra ella conspiran un conjunto de fenómenos de orden del nivel de nuestras ciencias sociales, pero también de orden político-ideológico. ¿De qué modo avanzar, si los políticos ejercen, no pocas veces, una presión burocrática, engavetando el resultado de las investigaciones, frenando su publicación y conocimiento, o tomando represalias contra opiniones emitidas por las ciencias sociales, sobre todo si sus noticias no son buenas? Ha habido entre nosotros una confusión excesiva entre ciencia y política, lo cual ha traído como resultado, más su contraposición, que su complementación. Los científicos a veces se acobardan y se auto limitan en decir las verdades; los políticos utilizan no pocas veces su poder, para tratar de imponer a las ciencias sociales discursos que no contradigan a la política. Lo que a su vez ha traído como resultado una gran confusión entre discurso político y discurso científico. (Ver en mi blog. "Ciencia y Política: un dúo complejo". ) Durante estos años, hemos avanzado, yo diría que bastante, en la investigación sobre Cuba, que debe ser el centro de nuestro quehacer científico, pero todavía restan asuntos que ni siquiera son apenas abordados. Como la problemática de las relaciones raciales. Uno de los temas en que presentamos más atraso en su tratamiento científico. Pero debemos tener claridad en que no vale la pena recrear el conocimiento científico si ello no sirve para proyectarse en el futuro. Si no sirve para adelantarse a lo que pueda ocurrir. Lo cual en el caso de Cuba es cuestión de vida o muerte. Si ese trabajo científico no sirve para construir herramientas que tanta falta nos hacen, para pronosticar los acontecimientos y tenerlos agarrados antes de que ocurran. Para lo cual no basta con el análisis de la coyuntura, sino que es necesario “modelar” la realidad para lograr pronosticar su posible comportamiento. Asunto muy difícil en nuestras ciencias sociales, aunque no imposible. Nuestras ciencias sociales no avanzan lo suficiente por su falta de integralidad; que para mí es lograr la capacidad de apropiarse de los instrumentos de análisis que se desarrollan por otras ciencias. En lo cual nuestras ciencias sociales están muy atrasadas .Las ciencias sociales cubanas ganarán mucho en integralidad cuando sean capaces de apropiarse del instrumental analítico desplegados alrededor de las ciencias matemáticas, en particular: Programación Lineal, Estadística Matemática, Procesos Estocásticos en general, Redes Neuronales, etc. La insuficiencia anterior tiene que ver con un mal casi endémico dentro de nuestra educación, en particular de la educación superior. En la que mucha gente selecciona como campo de su formación a las ciencias sociales, por considerarlas más fáciles, craso error. O por la tendencia a meterle a los muchachos en la cabeza, que las Ciencias Naturales y Exactas son las más difíciles. Por lo que nuestro modelo de enseñanza en ese aspecto, esta torcido. Lo cual nos limita mucho para la formación de investigadores que vean a la ciencia como una sola y que no establezcan compartimentos estancos y prejuiciados dentro de ellas. Si el estudiante es preparado con esa deformación, que le introduce el propio sistema de educacional, estamos simplemente comprometiendo el futuro de nuestras ciencias. Pues la investigación científica recibirá un producto no idóneo para avanzar. En resumen, hay que modelar en las ciencias sociales, porque en definitiva, lo más importante que puede hacer la ciencia, en cualquier campo del conocimiento, es aportar algoritmos, leyes, métodos de comprensión de la realidad. Pues es lo único que nos permitiría ser predictivos, cuando te mueves en el campo de las ciencias sociales y humanísticas, en las que el factor subjetivo tiene tanta importancia. Ese factor subjetivo tan difícil de aprehender. Pero que desempeña un papel vital en estas ciencias. Las Ciencias Sociales en realidad son las más difíciles, por el papel del factor subjetivo en ellas, el fenómeno de la conciencia, porque su laboratorio es la propia sociedad y porque este último solo puede ser construido a escala y de manera artificial, para lo cual hacen falta la selección de muestra, la Estadística Matemática y otros métodos. Razón por la cual, las ciencias sociales son las más complejas, difíciles, más atrasadas y por demás, nuevas. Incluso, porque requieren de una acumulación de lecturas, conocimientos e integralidad, como no se exige para ninguna otra ciencia. Lo último a lo que me quiero referir es a la cierta relación “incestuosa” de las Ciencias Sociales y Humanísticas con la política y entre los científicos sociales y los políticos. Lo que tanto nos ha abrumado y retrasado en estos años. Ha provocado tantas equivocaciones y tanto sufrimiento nos ha traído aparejado. Recordemos el Caso del Departamento de Filosofía y la desaparición del Departamento-Escuela de Sociología. Ambos en La Universidad de La Habana. O la “Historia del llamado “Cubanologo sin Carnet”, cuando fueron desmembrados los Centros de Estudios de América y el Centro de Estudios Europeos. Lo que sin dudas provocó un retraso de más de 10 años en el desarrollo de nuestras Ciencias Sociales.1 En la Sociología en particular, estaríamos más avanzados, si no hubiéramos cometido los errores de la segunda mitad de los año setenta. Cuando volamos al antiguo Departamento de Sociología, con 15 años de experiencia. Repitiendo los errores cometidos en la URSS 20 años antes. Además, creamos el engendro de una Facultad de Filosofía e Historia, solo por una cuestión burocrática de no agregar más facultades. Errores a los que no pocos trataron de oponerse, pero que el Ministerio de Educación Superior y el Departamento de Educación del Comité Central del Partido contribuyeron a cometer, haciendo caso omiso a los que sabían que se trataba de un craso error contra la ciencia cubana. También ha operado, la confusión entre Marxismo Leninismo y Ciencias Sociales; entre discurso político y discurso científico; entre ideología revolucionaria, confundiéndola con el Marxismo Leninismo y el discurso político, lo que produjo durante mucho tiempo el fenómeno de que equivocarse en las ciencias sociales era prácticamente equivalente a equivocarse con la ideología del partido. Lo cual no se ha independizado aun lo suficiente. Sobre todo, cuando se ha tratado de criticar asuntos de la economía u otros aspectos de la realidad interna, como fueron los de la corrupción. Se ha avanzado algo durante estos años, pero esclarecer en la práctica política cotidiana las diferencias y correlaciones entre marxismo-leninismo, ciencias sociales y discurso político, es un reto que aun esta por ser vencido. Ha habido políticos que creen que nos pueden “ordenar”, pedirnos a los científicos sociales nuestra opinión para justificar las políticas, han monopolizado lo que hacemos, teniéndolo en una gaveta todo el tiempo que deseen; olvidándose continuamente de que la producción de nuestras ciencias es también y en primer lugar para la sociedad. Criticándonos cuando no decimos lo que les gusta, o mandando a “sancionarnos” cuando decimos lo que no les gusta. Ese control de las ciencias sociales, heredado de los ex países socialistas, en particular de la antigua URSS, y que tanto daño nos ha hecho en estos años, tiene que terminar de desaparecer. Porque en realidad la ciencia solo produce de verdad, para hacer avanzar la política y todo lo demás, cuando lo hace dentro de un ambiente de confianza, libertad y democracia. Esa relación incestuosa, de que hablamos, tiene que terminar. Además, eso de que las ciencias sociales sirven solo si solucionan algún problema práctico, tiene que acabar. Las ciencias Sociales tienen que trabajar desde el origen de los proyectos investigativos y también para sí mismas. De lo contrario, como se van a desarrollar. Prestándole atención solo a las investigaciones para la práctica social. ¿Y sus investigaciones fundamentales dónde quedan? Esto último ha terminado entendiéndose bastante bien para el resto de las ciencias, pero en las ciencias sociales, aun es un problema sin resolver, que compromete su desarrollo. Tal vez se piensa por algunos, que manteniendo un férreo control sobre la producción científica de las ciencias sociales, es como más se avanza. Lo cual es un absurdo. Si el científico social no tiene la libertad de producir y está siempre acosado por el miedo de decir algo que no sea del agrado de algunas estructuras de poder, o que contradiga a la política; sus resultados no servirán para nada. ¿Cómo hallar alternativas para superar los errores de la política, si el científico social siempre debe equivocarse cuando la política también equivoca? ¿Cuál es la alternativa? ¿Equivocarnos ambos y hundir al país? Me parece ver cierta superación de estos problemas planteados, se observa, desde hace algunos años, un ambiente más abierto y propiciatorio para la creación, pero aun a niveles insuficientes. Un ejemplo de lo cual es nuestra propia prensa, en la que la crítica está bastante ausente. No aprovechando para nada, el amplio y atractivo caudal de análisis crítico que está en buena parte de nuestra intelectualidad revolucionaria. La prensa nacional sigue sin publicarle a la inmensa mayoría de los intelectuales cubanos, desaprovechando también un extraordinario potencial para su propio mejoramiento y ampliación del interés de nuestra población por ella. Y como si fuera poco, regalándole a la prensa extranjera muchas de nuestras producciones intelectuales. Se prefiere un artículo de un intelectual extranjero, en lugar de darle espacio al que se escribe en Cuba. Creo que todo ello es resultado de que hace más de cuarenta años asumimos una estructura para la conducción de nuestra prensa, que ya es obsoleta. Por tanto, hasta que no “volemos en pedazos” esa estructura, junto con los que se acostumbraron a ella, no solucionaremos el problema. O nuestra prensa alcanza el nivel que ya le están exigiendo las condiciones en que ahora se desenvuelve el país, o será una de las responsables de que no logremos lo que nos hemos propuesto. De los problemas planteados al principio solo nos quedaría rendir cuentas con los prejuicios y la autosuficiencia. Males que están presentes, tanto en los políticos como en los científicos, pero que entre los científicos ocupan un lugar prominente. He visto a no pocos científicos que presentan prejuicios con determinados temas; por ejemplo, con el tema racial, lo cual les limita para echar a volar su pensamiento. A un científico nada le debe ser ajeno y el científico con prejuicio para lo primero que no sirve es para la ciencia. Un científico debe siempre estar dispuesto y preparado para que su pensamiento vuele hacia los rincones más recónditos de su alma. Un científico que no se asume o le tiene miedo a un tema, está incapacitado para asumir las complejidades del trabajo científico. Un científico autosuficiente, que cree saberlo todo y piensa que no necesita aprender de nada, está liquidado para la adquisición de nuevos conocimientos y por tanto para la ciencia. Porque el conocimiento es infinito; comienza con el nacimiento y termina con la muerte. Octubre 2 del 2015. Notas 1-Lo de los 10 años, viene de haber comprobado en nuestra experiencia del CESEU, que solo después de ese periodo de preparación, es que un investigador adquiere la experiencia necesaria para comenzar a producir intelectualmente. (Nota del Autor) Tomado de Red en Defensa de la Humanidad Cuba (REDH-Cuba)


"De amar las glorias pasadas se sacan fuerzas para adquirir las glorias

nuevas".

José Martí



“… la HISTORIA NOS AYUDARÁ A DESCUBRIR LOS CAMINOS DE HOY Y DE MAÑANA, A MARCHAR POR ELLOS CON PASO FIRME Y CORAZON SERENO Y A MANTENER EN ALTO LA ESPERANZA (...)”.

RAMIRO GUERRA