viernes, 20 de septiembre de 2013

Titular: Y en nueva luz su cielo se ilumina… La Avellaneda en Cárdenas.

Por: MSC Lorena Martínez y Lic. Milagros Gutiérrez.
“… Una de las glorias de Cuba…” Poesía que, como dijera Cintio Vitier: “…no se hace con ideas sino con palabras y estas la deshacen” , es la de Gertrudis Gómez de Avellaneda, singular mujer, especialista en innovar la estricta métrica neoclásica, es una de las glorias cubanas del siglo XIX; quien utiliza en sus versos más logrados, temas específicamente femeninos de una forzada ternura (Hernández 2007, 27). Nacida el 23 de marzo de 1814, en Puerto Príncipe, hoy Camagüey, parte en 1836, hacia España. No será hasta 1859, casada con el Coronel Domingo Verdugo, que vuelve a su tierra natal, con más de 40 años y una reputación sólida en las letras castellanas. Entonces llega a Cárdenas. Muy significativa resulta su estancia en la villa para el desarrollo social. Residió en la jurisdicción entre octubre de 1860 y mediados del año 1863, por la asignación de su esposo como Teniente Gobernador local. Temas como la dignificación de la mujer, necesidad de flexibilidad de criterios e imponer a nivel local lo útil a lo bello y lo bueno, caracterizan su quehacer cardenense, así como la promoción de actividades sociales y de ayuda mutua en el territorio. Activa laborante social, promotora, defensora de lo femenino, enérgica y triunfadora, es la poetisa mientras radica en Cárdenas Múltiples homenajes la acompañaron como su conocida coronación en el teatro Tacón (1860) y en el propio Puerto príncipe, ciudad de la que se despide el 6 de junio del mismo año y al que no volverá. A principios de 1860 se produce la de la poetisa de La Habana y en febrero de ese mismo año viaja en tren hacia Cienfuegos. El 17 de mayo llega a Puerto Príncipe, despidiéndose el 6 de junio, de la Villa donde nació. En Cárdenas mantuvo agradables e informales relaciones con las familias acaudaladas de la ciudad, gustaba llegar de improviso, sin protocolos, conversar y refrescar del calor reinante a pesar de la arboleda existente en el por entonces recién abierto paseo de las Quintas. De ello, deja constancia el diario personal de Don Joaquín de Rojas: …asistió a mi matrimonio, al nacimiento de Carlos, mi primer hijo, en marzo de 1862, fue la madrina de uno de mis hijos. Fijó el matrimonio su residencia en la casa Quinta frente a la de mi suegro, en donde nos reuníamos todas las noches. Estaba tan gruesa que tocaba la obesidad, pero conservaba frescura en la tez, animación en las facciones y brillo en sus preciosos ojos Con su habla castiza, la sonoridad de su voz, su gran facilidad en expresar sus pensamientos y su brillante imaginación, era un encanto oírla repetir sucesos de su vida privada y anécdotas de la Corte de Madrid… Los salones de La Filarmónica se honran con su presencia e inaugura, junto a su esposo, el casino El Siglo. A ambas instituciones asisten regularmente, brindándole una activa vida literaria. Su actividad en la villa es incesante a pesar de los rumores de haber sufrido una grave apoplejía, lo que desmiente cuando escribe a un amigo que alrededor de agosto de 1863, concluyó y ensaya “una comedia que representará con distinguidos aficionados” . En cuanto a lo literario, durante esta etapa se reintegra a lo criollo, desde una posición de mujer poeta y cubana; con textos que reflejan a una transgresora Safo tropical: “¡Feliz quien junto a ti por fin suspira!”, “vestal implacable que despide a su amante”, diría de ella el poeta José Lezama Lima (Lezama 1965, 52 y 91). La salud de Verdugo se deteriora cada vez más y se ve obligado a entregar el control de una zona tan difícil como Cárdenas por otra más campestre y apacible. Sale el matrimonio hacia Vuelta Abajo, Pinar del Río, donde poco después fallece su esposo. Después de la muerte de Verdugo vuelve de visita a casa de los Cruzat para despedirse de sus amistades y sus gratos recuerdos…“ , antes de partir definitivamente a España y dedicarse como es conocido a la vida religiosa. Homenajes y estancias. Aún antes de su regreso el ambiente intelectual cubano no le había olvidado. El 16 de julio de 1857 aparece en El Correo de la Tarde, (La Habana), un folletín dedicado a ella por un periodista no identificado; otro cubano Teodoro Guerrero, le escribe solicitando una carta-prólogo para la novela Anatomía del corazón. . En el periódico La Discusión, publica doña Catalina Coronado una semblanza poética suya, el 5 de agosto y el 29 de mayo del 1857-1858 respectivamente. El 7 de diciembre de 1859, a quince días de llegada al país, un importante grupo de intelectuales habaneros le ofrece una cumplida bienvenida. El 21 de diciembre se anuncia la próxima salida de su revista, Álbum Cubano de lo Bueno y lo Bello, que solo alcanzaría a doce números en seis meses de publicada, que alcanza una huella importante dentro de las publicaciones decimonónicas cubanas. El 20 de agosto Verdugo toma posesión de la tenencia de Cárdenas y, al fin, la poetisa instalada entre los cardenenses. El primer homenaje que recibe en el lugar será una serenata. Viaja nuevamente y regresa el 16 de noviembre. Asume la presidencia de la 2da. Junta Directiva de la Asociación de Beneficencia y realiza una activa labor a favor de los pobres. Preside homenajes a la vez que es homenajeada. Participa en fiestas, saraos y actividades campestres locales como la realizada en el ingenio San Martín de Guamutas, donde Ramón de Zambrana le improvisará los siguientes versos: Llegaste Tula y de tu voz pendiente Esperando la vida y la dulzura Quietas están las aves y las fuentes De tu garganta a la cadencia pura Quieren robar acentos elocuentes, De entusiasmo, de amor y de fe. Oh!- canta Tula, como en otros días Y llenaran los campos de armonía. Se convierte en promotora significativa de la cultura, educación, salud, calidad de de vida y recreo local. Su estancia en el territorio coincide con una etapa de esplendor cultural, reflejo de una riqueza creciente creándose nuevas instituciones, periódicos, un desarrollo urbanístico y de educación. Con esta última cooperó tanto a título privado como institucional. Explica, más de una vez, que ha tomado a su cargo un grupo de damas de la ciudad para instruirlas. Escribe y ensaya una obra de teatro la cual no sabemos si fue o no estrenada. Prepara actividades, agrupa a jóvenes talentos, realiza tertulias, veladas literarias, colabora con distintos periódicos: Por aquellos días trabajaba libremente. Sin cortapisas maritales, se movía en la tierra querida. Hugo comprendía y respetaba sus derechos como persona y como intelectual. ¿No expresan orgullo de esposa satisfecha estas líneas de encantadora ironía, que escribió la Avellaneda en Cárdenas (1862), a la bella Lola Cruz, señorita de la buena sociedad matancera?: “Iba a hablar a V. de [...], pero mi marido –que es un coquetón siempre ansioso de decir algo a las niñas bonitas– tiene el atrevimiento de querer por sí mismo ofrecer a V. [...] y contando que V. no lo llevará a mal, le cedo la pluma...” Una de las páginas del álbum de Rosa Rodríguez, joven cardenense está ocupada por los autógrafos de Gertrudis y de su esposo. Dice ella: “La hermosura es una soberanía que lleva en sí misma la condición indeclinable de más o menos próxima abdicación; pero cuando tiene por aliados al talento y la virtud, puede arrojar su cetro sin el temor de perder ni su majestad ni sus conquistas”. Y dice Verdugo: “La soberanía de la hermosura crea esclavos: la del talento súbditos: la de la virtud enaltece al que la acata.” Ambos han utilizado los mismos elementos: la belleza, el talento y la virtud, y no sabríamos decir cuál de los dos lo ha hecho con mayor profundidad y elegancia de expresión… Vivió un tiempo feliz en Cárdenas, ayudando al fomento cultural de una villa donde el constante tráfico de mercancías, el trabajo de los negros esclavos o chinos se le imponía como entorno vital. Gertrudis cooperó con la educación en la tenencia y bajo su protección “nace el Semanario de Versalles, dirigido por Gabriel Núñez de Villavicencio, publicación que se destacó por su contenido literario y artístico.” Se cuenta que el nacimiento de este seminario se realiza en las reuniones realizadas en la Quinta Echarte, muy cerca del palacete de los Rojas, en la avenida de las Quintas, donde vivían los vecinos más ricos de la localidad; actualmente se encuentra allí la escuela primaria Sierra Maestra. Desde la ciudad le escribe a un amigo, alrededor de agosto de 1863, que ha concluido una obra nueva, y que ensaya “una comedia que representará con distinguidos aficionados” . Al respecto, Hellberg apunta que: Aquí en Cárdenas compuso El artista barquero y Dolores dos bellas novelas; una composición poética que dedicó a la Duquesa de la Torre, esposa del General Serrano con motivo del nacimiento de su primogénito… Los nombres de los textos aludidos son: Serenata el primero y Poema a Matanzas. Su estancia en la tenencia acentúa el proceso progresivo de su identidad, lo que se verá posteriormente en sus textos “A mi jilguero” o “A un cocuyo”, escritos poco después de su regreso a la metrópoli. Gertrudis fue acogida por la sociedad cardenense como si aquella “criolla nada españolizada” fuera parte de cada familia. La salud de Verdugo continua muy delicada, sale el matrimonio hacia Vuelta Abajo, Pinar del Río; allí, el 28 de octubre de ese mismo año fallece Domingo Verdugo. Al parecer del historiador local y de otros estudiosos de la cultura local: Resulta evidente que en éstos años de permanencia en la localidad debieron haber quedado grabados en La Avellaneda. Prueba de ello está la confección de su nuevo testamento, ya en Pinar del Río en el cual lega 500 duros, en el artículo II al Hospital de Cárdenas en caso de que su muerte ocurra en la Isla y antes de partir a España después de la muerte de Verdugo vuelve a la villa a casa de los Cruzat para despedirse de sus amistades y sus gratos recuerdos. Destaca dentro de sus actividades, la campaña que emprenden para la creación de un hospital público: el Santa Isabel, impulsada, auspiciada y llevada a cabo por el matrimonio; Gertrudis donó unos 500 duros a dicha establecimiento, mientras Verdugo amplía los planos realizados por el arquitecto municipal José López Martínez y pone en práctica diferentes arbitrios para sufragar su costo: suscripción popular, recaudaciones mediante multas de infracciones de las ordenanzas municipales, bailes, fiestas caritativas… El Hospital Público Santa Isabel es inaugurado el 26 de diciembre de 1862, con gran solemnidad, como parte de la celebración de los festejos que trae aparejada la develación de la estatua de Colón. Una primicia que se hace suya. Uno de los momentos fundamentales en su labor de promotora cultural fue la preparación y participación en los festejos de la villa por la develación de la estatua a Cristóbal Colón. La inauguración de la misma constituyó motivo de orgullo y de grandes fiestas en la población. El proyecto de la estatua existía desde dos años antes, estaba en una precaria ejecución a partir de una importante donación- suscripción popular. El matrimonio gobernante fue el encargado de su llegada a la ciudad y de su develamiento: La estatua, el bajo relieve alegórico y la tarja de bronce, así como el diseño del pedestal fueron ejecutados por José Piquer, primer escultor de Cámara de España, y director de escultura de la Real Academia de San Fernando de Madrid. Fue fundida en Marsella en 1861 (…) Después de mucha demora en el embarque (…) arriba al puerto habanero en el vapor Canarias el 24 de julio de 1862 (…) Finalmente llega a su destino final el 13 de septiembre de 1862 Los vecinos pintaron las fachadas de las casas, mejoran calles y espacios públicos. La Plaza de Recreo se embellece y se coloca la estatua en su pedestal, frente a la iglesia, rodeada del barandaje de hierro, con iluminación de faroles de gas. Las fiestas comprendían una programación de tres días del 25 al 28 de diciembre, iniciados con un bazar en la Plaza de Spriu, (actual parque José A. Echeverría). Al respecto, nos dice en sus notas Ernesto Álvarez, historiador de la ciudad: El día 26 fue develada, en el Parque Fernando VII, con gran solemnidad la estatua de Colón, el primer monumento erigido públicamente al navegante en América. Grandes personalidades asistieron al acto que presidía el Teniente Gobernador Verdugo y su esposa Gertrudis Gómez de Avellaneda, autora del "Himno a Colón", cantado en el acto por jóvenes aficionados y musicalizado por Juan Brocchi. Es una manera de reciprocar el sentirse reconocida y admirada. Dicho himno, al igual que otros escritos en la ciudad, puede considerarse parte de sus versos de ocasión. En ellos incide la estructura polifónica y su vocación dramática, al igual que sucede en los versos que escribiera la poetisa para los llamados trasparentes , que se utilizaron en los fuegos artificiales lanzados durante las festividades en la Plaza de Espriu: Esparcid flores ninfas de Cuba, y al cielo suba canto marcial, que la efigie del Almirante pisa triunfante su Pedestal. A su vez, el himno refleja dos momentos álgidos en la epopeya colombina primero, cuando los marinos temerosos se amotinan y posteriormente que el Almirante observa lo logrado. El primero de ellos conserva una fuerza lírica mayor donde la teatralidad se impone. Sus primeros versos, no muy conocidos, dicen: Muestra a Colon la chusma amotinada Y él, con inmensa fe, nunca alterada Sólo un día pide para dar el mundo El segundo, abarcador y metafórico, de carácter narrativo- reflexivo, refleja un Colón abocado a su pensar: La promesa del genio está cumplida La reina de los mares de occidente De virginal belleza revestida Descubre ya su frente Y en nueva luz su cielo se ilumina… A pesar de lo apegado al verso de su época, tránsito entre lo clásico y el romanticismo, y el obligado tono épico de ambos episodios no están exentos de un tono de ternura maternal, muy al gusto de la época, en esa virginal belleza de los mares y el refugio en su yo para iluminar el cielo con una luz diferente (Lezama 1965, 106). Bibliografía. Aguirre, Mirta: “Una página de la Avellaneda” en El romanticismo de Rosseau a Víctor Hugo Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1979. Álvarez, Ernesto: Oscar María de Rojas. 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"De amar las glorias pasadas se sacan fuerzas para adquirir las glorias

nuevas".

José Martí



“… la HISTORIA NOS AYUDARÁ A DESCUBRIR LOS CAMINOS DE HOY Y DE MAÑANA, A MARCHAR POR ELLOS CON PASO FIRME Y CORAZON SERENO Y A MANTENER EN ALTO LA ESPERANZA (...)”.

RAMIRO GUERRA