miércoles, 20 de noviembre de 2019
San Cristóbal de La Habana y San Juan de Dios de Cárdenas: dos ciudades hermanadas por la historia.
Por Ernesto Álvarez Blanco. Museólogo e investigador.
Tomado del boletín Memorias de la Ciudad, de la filial cardenense de la Oficina del Conservador de la Ciudad de Matanzas, número 16 de 2019, dedicado al 500 aniversario de la fundación de la villa de San Cristóbal de La Habana.
Pocos cardenenses conocen que el escudo que coronó durante años – a falta de uno propio - la puerta que da acceso desde 1862 a nuestra Casa Consistorial, Monumento Nacional y sede desde 1979 del centenario museo Oscar M. de Rojas, fue el de la ciudad de San Cristóbal de La Habana; cuyo Cabildo rigió desde el siglo XVI y aún, hasta 1878 ca., los destinos de San Juan de Dios de Cárdenas y su región histórica. Y es que los lazos que nos unen a la capital de todos los cubanos, que celebra por estos días sus 500 años de fundada, son tan antiguos e importantes, que no hay un período de la historia de Cárdenas que no esté marcado de alguna manera por las intensas relaciones que han existido siempre con La Habana, sus autoridades y sus habitantes.
Baste solo recordar, el hecho de que muchos de los hatos y corrales de la zona de Cárdenas, concedidos todos por el Cabildo de La Habana, formaron parte del primer Mayorazgo cubano, y hasta donde se sabe, del primero de América Latina, el cual fue creado en 1570 por el importante vecino habanero Antón Recio. También, merece una mención especial, la concesión a Diego de Sotolongo por el máximo órgano de gobierno capitalino, el 14 de junio de 1709, del sitio de San Juan de las Ciegas y Cárdenas, en cuyos terrenos fue fundada nuestra ciudad el 8 de marzo de 1828.
Por si esto fuera poco, nuestros museos son depositarios desde hace más de 100 años, en especial el Oscar M. de Rojas, y muchos cardenenses y habaneros quedaran gratamente sorprendidos al saberlo, de una singular colección de objetos que guardan estrecha relación con La Habana y con su historia. Como la relación sería interminable, y prefiero que lectores e interesados en el asunto, descubran por si solos este tesoro de incalculable valor, solo recordaré que la Ciudad Bandera es depositaria de la habitación en la que falleció en 1905 en el Vedado el Generalísimo Máximo Gómez, siendo este el primer monumento trasladado en Cuba, y de la Estatua de la reina Isabel II que lució durante años en el parque central de La Habana, en el mismo sitio en el que desde hace años se encuentra un hermoso Monumento a nuestro héroe nacional José Martí.
De este excelso habanero, el museo Oscar M. de Rojas exhibe la colección más completa de objetos relacionados con su estancia en los Estados Unidos de América existente en la Isla, junto a la cama que utilizó su madre, y la taza y el plato que empleó aquí su maestro Rafael María de Mendive, en la época en que este fue director literario del colegio San Luis Gonzaga. De igual manera, custodiamos durante años una parte de la raíz de la ceiba original del Templete.
Sorprende, además, que se exhiban aquí con celo y cuidado, entre otras muchas, piezas tan significativas como la cruz del leprosorio de San Lázaro, la reja de la celda en la que estuvo preso el poeta Juan Clemente Zenea en la fortaleza de La Cabaña y la lápida original que da fe de las obras de reconstrucción realizadas entre 1763 y 1774 en las fortificaciones capitalinas, luego de la toma de La Habana por los ingleses.
Todas ellas, así como la vertical y valiente actitud asumida por su historiador Emilio Roig de Leuchesenring en defensa de nuestro monumento a Cristóbal Colon, movido en 1956 de su emplazamiento original - en contra de la voluntad popular - por las autoridades de la época, y el afecto y admiración que ha demostrado tener siempre su continuador, el Dr. Eusebio Leal Splenger, por Cárdenas, su historia, sus museos y su patrimonio, hacen de esta conmemoración un momento oportuno para poner a los pies de los habaneros y habaneras de hoy, una imaginaria corona de laurel, como ferviente tributo de admiración y respeto de los cardenenses todos, por la manera ejemplar con que cuidan, restauran, conservan y gestionan para el futuro - lo cual debemos todos imitar - el legado heredado de sus antepasados.
"De amar las glorias pasadas se sacan fuerzas para adquirir las glorias
nuevas".
José Martí“… la HISTORIA NOS AYUDARÁ A DESCUBRIR LOS CAMINOS DE HOY Y DE MAÑANA, A MARCHAR POR ELLOS CON PASO FIRME Y CORAZON SERENO Y A MANTENER EN ALTO LA ESPERANZA (...)”.
RAMIRO GUERRA