miércoles, 18 de diciembre de 2019

Sabe a ferrocarril

Por: MsC Lorena Martínez Faxas Esta es la crónica de una cardenense que estuvo en la reinauguración del Museo del Ferrocarril representando de alguna manera a nuestra ciudad, que fuera soberana de los caminos de hierro, reinado también perdido de su actualidad.
Me invitaron al acontecimiento. No me colé, ni asistí ocasionalmente. Era una cita de honor, el único evento vinculado al 500 aniversario de la capital en el que estuve presente con propiedad y puedo asegurarles que participar fue orgullo mayor de este 2019. Es que hablamos de locomotoras, vagones, rieles, taquillas, gorras, uniforme, arrastre, cambios, casillas, guías, itinerarios, tiquetes, tranvías, vapor, vías y olvidamos que la historia de Cuba puede ser contada a través de sus trenes, mundo único, variado, porque una locomotora tiene mucho que decir, es muchas cosas, sabe a tradiciones, viajes, aventura, azúcar, fuerza y prosperidad. A las 9, con puntualidad inglesa, llegados los invitados principales, se develó la tarja dorada que identifica a la estación con las obras dedicadas al 500 aniversario de La Habana y fue cortada la cinta que permitía la entrada a la Estación de Cristina (Ferrocarril del Oeste) fundada en 1861. Era el lunes once de noviembre de 2019 y el olor a pintura fresca competía con el humo de ¿algarrobo?, que expulsaba la pequeña locomotora, maqueta viviente del lugar. La reinauguración del Museo del Ferrocarril implicó un fuerte trabajo, increíble casi, en las actuales condiciones económicas del país, pero se hizo. Era imprescindible reforzar la importancia de este sector, su carácter identitario ante habaneros, visitantes, turistas, pueblo en general. Por haber sido el séptimo país en el mundo en desarrollar este medio de comunicación, incluso antes que en la propia España, la historia del ferrocarril cubano, sintetizada en este Museo goza de una importancia universal. Ante visitantes, sentados y “de a pie” La Junta, imponente decana de los caminos de hierro coloniales y restaurada para la ocasión. Fue la locomotora numero veintitrés llegada al país (1843), construida un año antes por una firma norteamericana de Nueva Jersey, la que inauguraría el tren Matanzas/Sabanillas y la más vieja conservada en la actualidad. Ella es uno de los pocos Monumentos Nacionales que no son bienes inmuebles existentes en el país. Caracterizan ahora al Museo un diseño contemporáneo, útil, educativo pero para nada académico, cerrado sino amplio, de salas atrayente, espaciadas las muestras y con una inteligente mirada hacia su explotación turística y cultural. En la luminosa nave y su prolongación expositiva se unen lo útil y lo necesario con una mirada lúdico formativa, de un buen gusto raigal. Todo este montaje y sus posibilidades han sido patrocinados, en su mayoría, por la Oficina del Historiador de la ciudad y tienen en la historiadora del transporte Mercedes Herrera Solórzano un ángel de la guardia sin igual. Fue necesaria una inversión realmente importante, afirmó en la reinauguración Michael González, director de Patrimonio de la Oficina del Historiador. Se recuperaron viejas locomotoras de vapor que se encontraban abandonadas en centrales o al aire libre, las cuales se restauraron acá en el inmueble por jóvenes egresados de la escuela taller de la propia oficina y especialistas en su restauración. Fue necesario un arreglo perimetral, cambio de techos sin que perdieran su carácter patrimonial; alargamiento de vías, reconversión de locales; resanación de paredes; creación de un espacio para descanso, expansión y espera del tren que está por llegar, revisión de fondos, una mirada holística, especial. Un lugar casi mágico y preparado para el descanso momentáneo del visitante es la Sala de Espera con sus bancos intemporales y plantas de agradable verdor. Al frente del área, no podía faltar la inevitable taquilla de Venta de Boletines con todos los detalles de un antes que ya es solo un sueño hoy. Carteles sobrios, elegantes, concisos y, a la vez, explicativos, obligan a detenerse a los visitantes en cada una de sus leyendas. La sala del Ferro/modelismo encierra un tesoro sin igual para cualquier cardenense algo motivado por la historia y patrimonio de su ciudad: la maqueta mayor de la sala rememora a esa meca ferroviaria que fuimos. Disfrutar de la excelencia de la curaduría y rehabilitación del Museo del ferrocarril ubicado en la Estación de Cristina (Oeste), ubicada en Cuatro Caminos, La Habana, trajo a mi memoria aquel proyecto que hace ya años fuera base de una tesis de pregrado, no desarrollada, de un alumno de la carrera de Estudios Socioculturales quien proyectaba la creación de un Centro de Estudios Ferroviarios (museo y áreas culturales incluidos) en nuestra Estación de trenes local. El proyecto para la Estación cardenense de San Martin, en aquel momento aun factible, nunca pasó de un sinfín de cuartillas iniciales. Una ilusión más de esas con que cotidianamente soñamos, hoy materialmente imposible no solo por su costo y falta de recursos sino por el total desuso del inmueble y el estado casi ruinoso de la que fuera considerada como una de las más elegantes estaciones de trenes de la isla hasta que en noviembre de 1912 se inaugurara la Estación Central de La Habana.


"De amar las glorias pasadas se sacan fuerzas para adquirir las glorias

nuevas".

José Martí



“… la HISTORIA NOS AYUDARÁ A DESCUBRIR LOS CAMINOS DE HOY Y DE MAÑANA, A MARCHAR POR ELLOS CON PASO FIRME Y CORAZON SERENO Y A MANTENER EN ALTO LA ESPERANZA (...)”.

RAMIRO GUERRA