jueves, 22 de agosto de 2013

Renée Méndez Capote, de locuras y de amores

MADELEINE SAUTIÉ RODRÍGUEZ Tomado del periódico Granma del 21 de agosto de 2013 Con este artículo El Cardenense rinde homenaje a esta excelente escritora cubana, hija del General Domingo Méndez Capote, cardenense de pura cepa, la cual se declaró ella misma cardenense por su reverendísima gana, en más de una ocasión, a pesar de haber nacido en La Habana.
No existe un cubano de los nacidos en las últimas cinco décadas al que no le resulte familiar el nombre de Renée Méndez Capote. Y aunque se sabe que muchos de los que vinieron antes al mundo también la conocen, la causa fundamental de que esté en la memoria de las más recientes generaciones es, sin duda, la insoslayable presencia de su obra en los distintos niveles de enseñanza. Innegable resulta el papel que juegan en los seres humanos esos primeros humildísimos libros de los que hablaba Martí, porque les ponen "pies, brazos, alas". Pero si en ellos está la historia de la Patria, escrita de manera que el lenguaje y el ardid del escritor cumplan su objetivo para esas edades, entonces el amor y la admiración por la tierra en que se nace y por los héroes que la han defendido se vuelven una garantía. La productiva labor literaria de esta relevante cubanita que vino al mundo con el siglo —y que contempla más de una veintena de títulos entre los que destacan Memorias de una cubanita que nació con el siglo; Oratoria cubana, Ensayo, (1926); Relatos heroicos, (1965); Crónicas de viaje, (1966); 4 conspiraciones, (1972); Un héroe de once años, (1975) y Amables figuras del pasado, (1981)— se nutrió de anécdotas "recogidas ávidamente por los oídos de una niña estremecida de emoción patriótica y transida de cubanismo." "A través de estos relatos —escribió en una ocasión— Cuba se me fue metiendo más y más en el alma", justo lo que consiguió hacer con aquellos que aprendimos muchas de las más hermosas proezas de nuestras Guerras de independencia, leyendo y aprendiendo de su palabra. Una selección de esa vasta obra con la que pretendió su autora despertar "un sentimiento de gratitud hacia aquellos que contribuyeron a que tengamos hoy una patria que defender" acaba de ver la luz con el libro Locura de amor, prologado y editado por Esteban Llorach Ramos, y rubricado con la editorial Gente Nueva. Magnífica resulta la edición del texto de más de 250 páginas, con portada que ofrece una vista de la habanera Alameda de Paula, e ilustraciones a color como para contentar a la Capote, quien solía asegurar que a los niños no les gustan los libros con imágenes en blanco y negro. Bordeadas de fantasías, pero con esencias verídicas, el lector hallará anécdotas centradas en figuras como José Martí, Carlos Manuel de Céspedes, Antonio Maceo, el inglesito Henry Reeve y Adriana del Castillo, entre otras, y repasará pasajes como el proceso de la Escalera, el tráfico de esclavos y la campaña de alfabetización. Una narración que cuenta la persistencia de un bibliotecario que en pleno Ciclón del 26, cuando la Biblioteca Nacional estaba instalada en el Castillo de la Fuerza, decidió no abandonar el inmueble para proteger hasta donde le fuera posible los libros, da título a la entrega que cuenta también con varios artículos de crítica sobre la obra de la escritora. Allí se le recuerda como Directora de Bellas Artes en la Secretaría de Instrucción Pública en 1933; como luchadora que cayó prisionera tras la huelga de marzo de 1935; como miembro de la lucha clandestina contra Batista, como periodista comprometida con su patria. Pero aquí, fuera ya del libro, y cada vez que se le menciona, los que estudiamos y nos formamos después del triunfo revolucionario la recordamos desde aquellas primeras páginas y le agradecemos que nos haya hecho, tal y como se lo propuso, más y mejores cubanos.


"De amar las glorias pasadas se sacan fuerzas para adquirir las glorias

nuevas".

José Martí



“… la HISTORIA NOS AYUDARÁ A DESCUBRIR LOS CAMINOS DE HOY Y DE MAÑANA, A MARCHAR POR ELLOS CON PASO FIRME Y CORAZON SERENO Y A MANTENER EN ALTO LA ESPERANZA (...)”.

RAMIRO GUERRA