viernes, 20 de diciembre de 2013
¿Cómo contar la historia y no aburrir en el intento?
Por: Cristina Valdés Lescaille.
Tomado de http://radiociudadbandera.wordpress.com/
En los tiempos modernos que corren resulta muy difícil contar una historia de principio a fin y no aburrir en el intento. Es que para tener éxito, se debe atrapar al oyente con datos interesantes, anécdotas, misterios, diferencias y puntos de vistas de los protagonistas, y aún así se corre riesgo.
En Cárdenas, historias son las que sobran para contar, sólo que hay que saber cómo. En este punto el Museólogo e Historiador Ernesto Álvarez Blanco y su desaparecido colega, el periodista, investigador e historiador Roberto Bueno Castán encontraron el camino. Este último, a través de sus estampas, cargadas de costumbrismo. Algunas quedaron grabadas en cintas aquí en Radio Ciudad Bandera y muchos como yo, recurrimos a ellas una y otra vez para aprender cómo hacerlo.
Blanco impresiona por sus hallazgos, su pericia en la búsqueda del detalle que es lo grandioso en la Historia. Así ha mostrado al mundo una ciudad de Cárdenas desconocida para la mayoría, cargada de misterios, piratería y visitas de importantes personajes en diferentes épocas. Aunque no es periodista de profesión si lo es de oficio.
El periodismo se nutre precisamente de la historia y por tanto tiene que contarla, aspecto éste que tiene para la profesión una importancia crucial.
¿Por qué?…“Pues el periodismo es una pasión insaciable que sólo puede digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad”.
”Gabriel García Márquez 7 de octubre de 1996 decía: Nadie que no lo haya padecido puede imaginarse la servidumbre que se alimenta de las imprevisiones de la vida… Nadie que no haya nacido para eso y esté dispuesto a vivir sólo para eso podría persistir en un oficio tan incomprensible y voraz, cuya obra se acaba después de cada noticia, como si fuera para siempre, pero que no concede un instante de paz mientras no vuelve a empezar con más ardor que nunca en el minuto siguiente.
Las corridas de toros
Autor: Roberto Bueno Castán
¡Oleee!
Admirados por los desconocidos pases del torero —todo arrojo y valor—, e intrigados por esa expresión, salida de las gargantas de algunos españoles aficionados al arte taurino, los cardenenses contemplaron por primera vez aquel espectáculo que fue parte de los festejos organizados para celebrar el otorgamiento del título de Villa a Cárdenas, el 21 de diciembre de 1853.
La plaza para tal representación fue improvisada en Céspedes y Tenería, lugar donde esporádicamente continuó brindándose tal actividad, en vista del interés que había despertado, hasta que se eligiera ese terreno para construir una escuela convento, que no llegó a terminarse jamás.
Cada fecha en que un acontecimiento revestía alguna importancia para la población, se organizaban grandes festejos y entre ellos se incluía, junto a la lidia de gallos, carreras de patos, rodeo, fuegos artificiales y bailes, la lidia de toros.
La más extraordinaria y la que por más tiempo recordaron los cardenenses, fue la celebrada el 2 de febrero de 1873, en un solar contiguo al cuartel de bomberos, que ese día se inauguraba. La misma fue organizada por el empleado de la oficina subalterna de Hacienda, Juan Lucas y por el curro Cúchares, barbero de la localidad, tauricos aficionado convencidos creyentes de poder emular con los mejores “mataores” de España.
La fama que ambos se habían encargado de anunciar, acaparó la atención popular, por esa razón el día señalado las improvisadas tribunas se encontraban colmadas d un público ansioso de ver las prodigiosas hazañas de Lucas y El Curro, que según ellos, en España habían causado sensación y que ahora estaban dispuestos a reeditar con la cuadrilla que habían formado con otros aficionados locales.
En la azotea de la Casa Consistorial se situó la presidencia del acto, de la que formaba parte el entonces gobernador Manuel Sánchez Lamela, así como numerosas y selectas familias. También en los altos del cuartel de bomberos, varias familias, igualmente aristocráticas, se habían dado cita para contemplar la corrida, mientras los más modestos ocupaban las tribunas de la plaza.
La salida al ruedo de la cuadrilla, fue recibida con estruendosa ovación y se efectuaron brillantemente la entrega de las llaves de la plaza y otras ceremonias propias del acontecimiento.
Se dio la orden de salida al primer novillo, que fue lidiado sin mucha espectacularidad por Lucas, el Curro y sus compañeros, lo que hizo pensar a los asistentes que ello obedecía a la falta de práctica de los mismos, o que, quizás, reservaban con cierta inteligencia toda la elegancia, arte y maestría para el próximo toro, con el que podrían “lucirse”, pues tenía muchas condiciones y era cornudo, grande y fuerte.
La salida del cornúpeto fue impresionante, tanto para los asistentes —que presenciarían una lidia al estilo Lagartijo o Pepe Illo—, como para los toreros, visiblemente sorprendidos
Ante la bravura del animal, que con empuje incontenible, dejaba libre el ruedo de enemigos a los pocos segundos, con la rechifla general del público, el cual enseguida se vio precisado a emprender rápida y desordenada fuga, al saltar el toro las barreras y limpiar a su paso cuanto le estorbaba , hasta alcanzar la calle Vives, por donde llegó hasta Calzada; torció por Calvo y se internó en la Plaza del Mercado donde fue muerto, no por los temerarios toreros, sino, por varios carniceros.
La alarma que produjo el hecho en la ciudad fue inolvidable y por varias semanas Lucas y el Curro se ausentaron del pueblo para evitar, no los toros, sino las burlas del defraudado vecindario.
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"De amar las glorias pasadas se sacan fuerzas para adquirir las glorias
nuevas".
José Martí“… la HISTORIA NOS AYUDARÁ A DESCUBRIR LOS CAMINOS DE HOY Y DE MAÑANA, A MARCHAR POR ELLOS CON PASO FIRME Y CORAZON SERENO Y A MANTENER EN ALTO LA ESPERANZA (...)”.
RAMIRO GUERRA